Evangelio diario / Miércoles 16 de Julio / Bienaventurada Virgen María del Carmen

 




 Evangelio según san Mateo 11, 25-27

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. 

Palabra del Señor.


1. Jesús da gracias al Padre.


 Jesús empieza orando con gratitud. Agradece porque Dios no se fija en títulos, poder o sabiduría humana. Dios se revela a los humildes, a los sencillos de corazón. Esto nos enseña que no hace falta ser sabios según el mundo para conocer a Dios, sino tener un corazón abierto, como el de un niño.

2. ¿Qué son “estas cosas” que Dios revela?


Jesús se refiere al misterio del Reino de Dios, a su amor, a su presencia en lo cotidiano, a su forma de actuar que a veces parece contradictoria: salvar a través de la cruz, amar a los enemigos, servir en lugar de mandar. Son cosas que solo se entienden con el corazón, no con la lógica del mundo.


3. Jesús conoce al Padre y nos lo muestra.


Jesús nos dice que Él es el camino para conocer a Dios Padre. Solo por medio de Él podemos entrar en comunión con el amor del Padre. ¡Esto es central para nuestra fe! Jesús no solo habla de Dios, sino que nos lo revela con su vida, sus gestos, su misericordia.


💬 ¿Qué aprendemos para nuestra vida?

  • Ser pequeños de corazón, es decir, humildes, abiertos, dispuestos a dejarnos enseñar por Dios.

  • Dar gracias siempre, como lo hace Jesús, incluso en medio de la lucha.

  • Buscar a Jesús, porque Él nos lleva al Padre. Conocer a Jesús es encontrarnos con el amor verdadero.


🙏 Una oración sencilla:

Señor Jesús, haz mi corazón sencillo, como el de los pequeños, para poder reconocerte y amarte. Gracias porque me muestras al Padre con tu vida. Ayúdame a confiar más en vos, a no depender de mi sabiduría, sino a abrirme a tu verdad. Amén.


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