Evangelio diario / Viernes 18 de Julio
Evangelio según san Mateo 12, 1-8
En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas. Los fariseos, al verlo, le dijeron: “Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado”. Les replicó: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes. ¿Y no han leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues les digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendieran lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado”.
Palabra del Señor.
"Misericordia quiero y no sacrificios"
1. Introducción: una escena cotidiana, un conflicto profundo
Jesús y sus discípulos caminan por los sembrados un día sábado. Los discípulos, con hambre, arrancan espigas para comer. Un gesto simple, humano… pero que genera una fuerte crítica por parte de los fariseos: "¡Están haciendo algo prohibido en sábado!". ¿Qué está en juego? No se trata sólo de si se puede o no cosechar el sábado, sino de cómo entendemos la Ley, y sobre todo, cómo entendemos a Dios.
2. Jesús confronta con sabiduría y con el corazón de Dios
Jesús responde trayendo a la memoria dos cosas:
– Primero, el ejemplo del rey David que, teniendo hambre, comió del pan sagrado reservado solo para los sacerdotes (1 Sam 21,1-6).
– Segundo, recuerda cómo en el mismo Templo, los sacerdotes trabajan en sábado y no se los condena.
Con estos ejemplos, Jesús no busca despreciar la Ley, sino revelar su verdadero sentido: la Ley está al servicio del ser humano, no el ser humano al servicio de la Ley. La religión no puede oprimir ni deshumanizar.
3. “Misericordia quiero y no sacrificios”
Esta frase de Oseas (6,6), que Jesús repite, es clave: Dios valora más un corazón compasivo, justo y misericordioso, que el cumplimiento frío y exterior de normas religiosas. ¿De qué sirve cumplir con todos los rituales si no hay amor en el corazón? ¿Qué sentido tiene observar leyes si no estamos atentos al sufrimiento del hermano?
Jesús no desecha la Ley, la lleva a su plenitud. Nos enseña a vivirla desde el amor, la misericordia y la compasión. Él mismo es el Señor del sábado. No está subordinado a normas vacías, porque en Él habita la plenitud del amor de Dios.
4. Aplicación para la vida de hoy
– ¿A veces no nos volvemos también nosotros “fariseos”, juzgando con dureza, sin tener en cuenta la realidad del otro?
– ¿No nos pasa que cumplimos ciertos preceptos, pero descuidamos la caridad, la justicia, la atención al necesitado?
– Jesús nos recuerda que la vida cristiana es una experiencia de amor misericordioso, no una carga de normas sin alma.
Conclusión
El verdadero culto a Dios pasa por vivir con el corazón de Jesús. Él nos invita a mirar la realidad con compasión, a no esclavizarnos a una religiosidad sin vida, y a reconocer que el amor es la ley más alta.
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