Evangelio diario / Semana 3ª de Adviento
Evangelio según san Mateo 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: “¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?”. Jesús les replicó: “Les voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestan, les diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?”. Ellos se pusieron a deliberar: “Sí decimos ‘del cielo’, nos dirá: ‘¿Por qué no le han creído?’. Si le decimos ‘de los hombres’, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta”. Y respondieron a Jesús: “No sabemos”. Él, por su parte, les dijo: “Pues tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto”.
Palabra del Señor.
La autoridad del Dios encarnado… escandaliza
La autoridad que los dirigentes del pueblo hebreo ejercen, es para dominar y controlar.
Ellos no aceptan la autoridad de la Palabra de Dios manifestada en los profetas: Juan Bautista, y esta negativa lleva a los sumos sacerdotes y ancianos a no recibir a Jesús… palabra de Dios encarnada. El Dios encarnado es un escándalo. ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te ha dado esta autoridad?
Jesús ejerce su autoridad divina no para dominar, sino para servir, liberar, salvar.
Disponernos a celebrar el nacimiento de Jesús hombre, en esta próxima Navidad, es aceptar los modos diaconales, de actuar de Dios, es aceptar el misterio de la encarnación.
No podemos hacer de este misterio una idea sino que es aceptarle a Él hoy en el ser humano, porque Él se hizo humano. Es servirle en el hombre, en la mujer, en el niño y el anciano, en el que sufre y en el que goza. Esa será nuestra autoridad cristina y el escándalo de amarle a Dios en cada ser humano.
Será también el gozo de vivir con alegría el misterio de la Encarnación. Del Emmanuel, el Dios con nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario