Metas de Cuaresma: ¿Quién quiero ser tras estos 40 días?

 

Meta de la cuaresma

Cada año cuando se va acercando la época de Cuaresma, tenemos la oportunidad de prepararnos, por medio del dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno para recibir con todo el corazón y con toda la vida la Pascua del Señor!

Nuestra Iglesia nos ofrece tres acciones a poner en práctica durante este tiempo:

Oración: a través de la oración, nuestro corazón encontrará todas nuestras faltas y nuestras fallas; para luego correr a buscar el consuelo en Dios, nuestro Padre amoroso, que desea para nosotros la vida.

Limosna: al ser caritativos, despertará en nosotros la compasión por aquellos que padecen hambre o pasan necesidades; nos recordará que debemos compartir y liberándonos de la avidez

Ayuno: El ayuno propiciará en nosotros estar despiertos, atentos a Dios y al prójimo, nos permitirá sentir el aguijón del hambre, sentir lo que sienten aquellos que carecen de comida; igualmente expresará la condición de nuestro espíritu, hambriento y sediento de bondad de Dios!

Estas acciones nos conducirán por un camino de crecimiento espiritual, que una vez más nos confirmará que el amor profundísimo de Dios nos hace querer ser mejores personas y por ello nuestro compromiso de cambio.

Dios nos da una nueva oportunidad para concluir estos 40 días mostrando nuevas actitudes y cambios en nosotros, estos podrían ser:

Rectitud: Más que un propósito, la Rectitud debe ser una Ley de Vida. Actuar con transparencia, integridad y honradez

Responsable: Cumplir con nuestras obligaciones, ser más cuidadosos al hacer o decidir algo. Tomar decisiones de manera consciente y también de asumir las consecuencias que tengan estas decisiones.

Amable: Ser amables produce armonía, paz interior; además la amabilidad tiene el poder de liberar emociones negativas.

Sin rencores: Nuestro espíritu enferma al tener rencores, resentimientos y odio. El perdón es el único remedio que nos liberará de estas cargas, que incluso nos enferman físicamente y en muchas ocasiones produciendo desequilibrios psicológicos.

No hablar mal de los demás: Una palabra malintencionada, un mal comentario puede causar tanto daño, desmoronando una vida, manchando un nombre. Enfoquémonos en lo bueno que cada quien tiene!

Caridad: Cuando hemos experimentado debilidad y sufrimiento, es el momento preciso para renovar nuestra compasión por aquellos que sufren, que tienen hambre o que pasan necesidades.

Pidamos a Dios que fortalezca nuestra voluntad y que ésta vaya acompañada de misericordia. Nuestras prácticas cuaresmales deben conllevar, sin discusión alguna, al encuentro sincero con los demás, en especial con los más necesitados.

Tengamos presente la Pascua! El color morado propio de la Cuaresma (y del Adviento) simboliza espera e introspección, nunca tristeza.

El Papa Francisco nos invita a “emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. El siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”

¡Hermanos, vamos a emprender con celo el camino de la Cuaresma!

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