viernes, 31 de marzo de 2017

Circular Nº 3 by parroquiasj on Scribd

Y... ¿cómo está tu familia?



INSTRUCCIONES
Elija una opción por cada una de las siguientes preguntas y al terminar el cuestionario verifique el apartado final para saber qué tan unida y cercana a Dios está su familia.

1. ¿Con qué frecuencia conversan como familia?
a) Todos los días.
b) Una o dos veces por semana.
c) Rara vez.
d) Nunca.

2. ¿Las manifestaciones de cariño forman parte de su vida cotidiana?
a) Siempre
b) A veces.
c) Pocas veces.
d) Nunca.

3. ¿Pueden conversar y sostener una plática sin discutir?
a) Sin ningún problema.
b) Con cierta facilidad.
c) Difícilmente.
d) Imposible.

4. ¿Aceptan los defectos de cada uno y saben sobrellevarlos?
a) Sin ningún problema.
b) Con cierta facilidad.
c) Difícilmente.
d) Imposible.

5. ¿Con qué frecuencia comparten sus preocupaciones en familia?
a) Todos los días.
b) Una vez al mes.
c) Rara vez.
d) Nunca.

6. ¿Con qué frecuencia se reúnen para celebrar algún acontecimiento familiar?
a) Por lo menos una vez cada dos meses.
b) Una vez cada seis meses.
c) Una vez al año.
d) Nunca.

7. ¿Las decisiones que afectan a la familia se toman en conjunto?
a) Siempre.
b) A veces.
c) Pocas veces.
d) Nunca.

8. Ante una adversidad o algún problema familiar, ¿cómo reaccionan?
a) Se solidarizan y apoyan todos.
b) Se interesan, pero no apoyan.
c) Sólo se informan.
d) Son indiferentes.

9. ¿Cada miembro de la familia realiza alguno de los quehaceres del hogar?
a) Siempre.
b) A veces.
c) Pocas veces.
d) Nunca.

10. ¿Cada miembro de la familia cumple sus propias responsabilidades?
a) Siempre
b) A veces.
c) Pocas veces.
d) Nunca.

11. ¿Con qué frecuencia eligen pasar tiempo juntos para divertirse en familia?
a) Todos los días.
b) Una o dos veces por semana.
c) Rara vez.
d) Nunca.

12. Cuándo salen de paseo o de vacaciones, ¿cómo lo hacen?
a) Toda la familia junta.
b) Los papás y algunos hijos.
c) Sólo los papás
d) Todos por separado.

13. Las personas ancianas en su familia son consideradas:
a) Una bendición.
b) Fáciles de sobrellevar.
c) Difíciles de sobrellevar.
d) Una carga para la familia

14. ¿Con qué frecuencia invitan a otras personas a compartir su mesa familiar?
a) Siempre.
b) Casi siempre.
c) Rara vez.
d) Nunca.

15. ¿Con qué frecuencia ayudan, como familia, a personas necesitadas?
a) Una vez por semana.
b) Una vez al mes.
c) Rara vez.
d) Nunca.

16. En las pláticas en familia, ¿qué lugar ocupa la promoción de los valores católicos?
a) Importante.
b) Más o menos importante.
c) Secundario.
d) Intrascendente.

17. ¿Cuáles son los temas que acostumbran platicar en familia?
a) Cuestiones edificantes.
b) Problemas sociales o familiares.
c) Nos quejamos de todo.
d) Criticamos a otras personas.

18. ¿Hacen oración juntos?
a) Todos los días.
b) Una vez a la semana.
c) Algunas veces.
d) Nunca.

19. ¿Con qué frecuencia asisten a Misa en familia?
a) Cada ocho días.
b) Una vez al mes.
c) Rara vez.
d) Nunca.

20. ¿Con qué frecuencia comparten su fe como familia, por ejemplo leyendo juntos la Palabra, compartiendo su experiencia de Dios o hablando de temas espirituales?
a) Siempre.
b) Frecuentemente.
c) Rara vez.
d) Nunca.

Conclusiones
Si los incisos “a” fueron mayoría. ¡Felicidades! Tu resultado es muy bueno. Se nota que Dios es el centro de tu familia y que en Él encuentran la fuente de su amor y de su unión. Procuren seguir por ese buen camino y buscar nuevas maneras de continuar creciendo juntos como católicos y como miembros de una familia llamados no sólo a amarse mutuamente sino llamados también a compartir ese amor con otros.

Si los incisos “b” fueron mayoría. Tu resultado es bueno, aunque no tan favorable como hubieras querido porque hay por allí algunos puntos que necesitan atender o reforzar para darle a su vida familiar ese empujoncito que le falta para crecer en unidad y en fe. Te sugerimos organizar actividades en familia que involucren ayudar a otros, y también dedicar más tiempo a fortalecer como familia su relación con Dios.

Si los incisos “c” fueron mayoría. Tu resultado necesita mejorar. Se nota que las preocupaciones de la vida cotidiana están afectando la unidad de tu familia y su relación con Dios. No permitan que eso suceda. Conversa con tus familiares al respecto y acuerden acciones que puedan realizar para reparar esto, en especial pasar más tiempo juntos, esforzarse por dar a cada uno de sus miembros la atención personal y el cariño que necesitan, y sobre todo, dejar que Dios ocupe el centro para que todo lo demás adquiera su justa proporción.

Si los incisos “d” fueron mayoría. Hay muchos problemas en tu familia, pero nada que no se pueda corregir con la ayuda de Dios. Lo más importante es no desesperarse, ir atacando un problema cada vez. Y por encima de todo urge mejorar su relación con Dios. Si no puedes hablarle a tu familia de Dios, háblale a Dios de tu familia. Únete con otros miembros que deseen hacerlo y encomiéndala todos los días a la Sagrada Familia.

Evangelio según San Juan 7,1-2.10.25-30.



Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. 
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas, 
Sin embargo, cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. 
Algunos de Jerusalén decían: "¿No es este aquel a quien querían matar? 
¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? 
Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es". 
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: "¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. 
Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió". 
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora. 



Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús sabe que muchos judíos tratan de matarlo en Jerusalén. Por eso anda cauteloso. No quiere provocar la reacción violenta de sus enemigos. Pero la cautela, no le lleva a decir lo contrario de lo que piensa y sigue dando testimonio de aquél que lo ha enviado. No se deja llevar ni siquiera por el miedo a la muerte. Su voluntad es insobornable.

Tampoco los cristianos deberíamos provocar la reacción contraria de nuestros “enemigos”. No podemos provocar, pero tampoco podemos quedarnos callados. No podemos traicionar a Dios. Es difícil este equilibrio, pero es necesario.

Pedimos perdón por las veces en las que provocamos reacciones violentas.
Pedimos perdón porque a veces nos callamos cobardemente o no decimos lo que pensamos por miedo.
Damos gracias porque Dios nos enseña a ser cautelosos y valientes a la vez. Pedimos luz y fuerza.

Dicen que estoy "amenazado de muerte".
Es una advertencia para intimidarme,
meterme miedo en el alma y en el cuerpo
y dejar que todo siga el curso
que beneficia a los de siempre.
Sea lo que fuere, estoy tranquilo
porque, si me matan, no me quitan la vida.
Me sembrarán contigo
y granaré
desbordando sueños.

Los cristianos no estamos
amenazados de muerte.
Estamos "amenazados de vida".
Porque Tú eres la vida,
aunque estés crucificado
en la cumbre del basurero del Mundo,
o enterrado en arrabales, suburbios y favelas.

Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte.
¡Estamos amenazados de vida,
de esperanza, de amor...!
Porque tu hora, Señor, ha llegado,
y recorres nuestro mundo
como río de agua viva.

Florentino Ulibarri

--------------

Padre Celestial, mi vida está en tus manos.
Ayer hoy y por siempre, estoy segura y confiada en ti.
Señor, ayúdame a saber que tú tienes todo el control.
Ayúdame a creer que tú estás trabajando en mi vida ahora mismo,
aunque yo no  lo pueda ver.
Ayúdame a confiar en lo que no puedo ver,
aún cuando lo único que veo es doloroso y está todo tan nublado.

Ayúdame a saber que tú tomas control de todas mis necesidades.
Señor, gracias por escuchar mi súplica de ayuda.
Gracias por amarme tanto.
Ayúdame a creer en todas las promesas que me has dado.
Perdóname cuando dudo de ti y de tu amor.
Yo creo en ti Señor. Perdóname cuando a veces pierdo la fe.

Aumenta en mí la fe en ti.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 30 de marzo de 2017

SI FUÉRAMOS... ¿QUÉ SERÍA LA CUARESMA?


-Si fuéramos automóviles, la Cuaresma sería el tiempo de cambiar el aceite y afinar el motor.
-Si fuéramos jardines, la Cuaresma sería tiempo de fertilizar nuestra tierra y arrancar las malas yerbas.
-Si fuéramos alfombras, la Cuaresma sería tiempo de darles una buena limpieza con el aspirador o una buena sacudida.
-Si fuéramos baterías (acumuladores), la Cuaresma sería tiempo de recargarlas.
Pero no somos ninguna de estas cuatro cosas:
-Somos personas que, quizá, muchas veces hemos hecho cosas malas y necesitamos arrepentirnos de ellas. De aquí la necesidad de hacer una buena confesión.
-Somos personas que muchas veces nos dejamos llevar por nuestro egoísmo y que, por lo tanto, necesitamos empezar a pensar en los demás. De aquí la necesidad de la limosna.
-Somos personas que muchas veces perdemos de vista el fin para el que fuimos creados por Dios.
Necesitamos, pues, recobrar la vista. De aquí la necesidad de la oración.


1) Despréndete de tantas palabras huecas y sin sentido: LLENATE de la Palabra de DIOS.
2) Abona tu FE con la participación diaria en la Eucaristía. Un peregrino, no puede llegar al final de su trayecto, sin saber por qué o por quién lo hace.
3) Carga tu conciencia con la rectitud del Espíritu. No caigas en la tentación de pensar  que, tu conciencia, es aquello que te da la posibilidad de realizar o pensar lo que creas conveniente. Deja que Dios  la eduque.
4) Vive con sobriedad estos días. No por tener mucho se es más feliz. La felicidad la da el uso correcto y sensato de las cosas, no el despilfarro ni la simple apariencia.
5) Busca, insistentemente, un espacio de silencio. Para lo que queremos no hay inconvenientes ni cansancio. Una iglesia puede ser la mejor sauna para el cuerpo y el espíritu.
6) Recapacita sobre quién necesita de tu comprensión o de tu perdón. Si estás enojado con alguien, derriba esos muros que os separan. Si, por el contrario, otros están distantes de ti, no dudes en pedir perdón.
7) Lee, cada noche, un trozo de la Palabra de Dios. ¿De qué nos sirve una mesa si no se sirve comida? ¿Para qué una valiosa joya si nunca se luce? La Biblia es la perla más preciosa y, no siempre la más codiciada, en un hogar cristiano.
8) Siéntete a gusto en tu iglesia. Pide por ella. Por el Papa, los obispos, los sacerdotes. En medio del desierto que estamos viviendo, también el maligno nos invita a dudar, a abandonar engañándonos. Ni sus representantes son tan buenos como quisieran ni, por supuesto, tan mediocres como algunos nos los pintan.
9) Haz oración. No pienses que es difícil. Es cuestión de ponerse. Si fueras a un médico, te diría que el funcionamiento del corazón es muy difícil de explicar. Pero, el paciente sin saber tanto, siente que en su interior se mueve con dos movimientos. La oración es el palpitar de Dios con el hombre y del hombre con Dios.
10) Bríndate generosamente. Haz algo, aunque sea pequeño, en favor de alguna causa. Pero, sobre todo, cuando lo realices ofréceselo a Dios. No te conviertas en un simple miembro de una “ong”. Como cristiano, la fuente de tu hacer el bien, está en Dios y no el altruismo.
11) Busca la paz. Trabaja por ella en lugares tan cercanos como el trabajo o la familia. ¿De qué nos sirve añorar la paz en el mundo si, luego, somos incapaces de conseguirla en nuestros pequeños campos de batalla?
12) Si hace tiempo que no frecuentas el sacramento de la confesión, haz un esfuerzo. Nuestra vida necesita un contraste, un consejo, una palabra oportuna. Alguien que, en nombre de Jesús, vaya el fondo de nosotros, nos cure y nos perdone. A veces, hasta una copa limpia, necesita de una mano que la deje resplandeciente.
13) Guarda vigilia y  ayuno. Nunca como hoy está tan de moda, diversas recetas para adelgazar: no comer. Pero, la Cuaresma, nos dice que para hacer fuerte el espíritu, es necesario –en el nombre de Jesús- estos signos que denotan algo muy importante: LO HACEMOS PORQUE JESUS SUBE A LA CRUZ. Lo contrario, en el fondo, es debilidad de fe.
14) No te avergüences de ser católico y cristiano. ¿Por qué todo el mundo dice lo que quiere y nosotros hemos de ser tan prudentemente peligrosos con nuestro silencio? ¿Por qué tan tolerantes con otras religiones y, tan poco respetuosos con la nuestra? Las raíces de nuestra tierra, recuérdalo, revívelo y manifiéstalo, son cristianas. ¡De ti depende!
15) Si vives bien y, además, arropado por el dinero, piensa que es una bendición de Dios. Comparte, algo por lo menos, con los necesitados. Una organización católica, tu parroquia, etc., serán el mejor cauce y el más seguro camino, para –no solamente hacer limosna- sino, además promover la justicia.
Lee todo esto, piénsalo, medítalo y, con Cristo, sube ligero de equipaje y con un corazón lleno de fe hacia la Pascua

Evangelio según San Juan 5,31-47.



Jesús dijo a los judíos: 
Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. 
Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. 
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. 
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. 
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. 
Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. 
Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. 
Mi gloria no viene de los hombres. 
Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. 
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. 
¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios? 
No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. 
Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. 
Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?". 


Palabra del Señor


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, da testimonio de sí mismo. Jesús da testimonio del Padre, realiza las obras del Padre. La Iglesia tampoco debe dar testimonio de sí misma. Los cristianos tampoco debemos dar testimonio de nosotros mismos. Nuestras palabras y nuestras vidas tienen que dar testimonio del amor, de la ternura, de la fuerza de Dios. Lo que dices y lo que haces ¿es para manifestar la gloria de Dios, o para exhibir tus capacidades, buscando el reconocimiento de los demás? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

A tiempo y a destiempo,
en cualquier lugar,
a cualquier hora,
con el viento de espalda
o un huracán a la contra;
alegre o afligido,
sereno o exaltado,
descansado o exhausto,
lleva el Amor por bandera.

No cejes en el intento
de compartir la justicia.
No acomodes la Palabra
en nombre de la prudencia,
no adulteres la esperanza,
proclama la Vida plena
de quien con su voz nos llama
y con su historia nos llena.

No niegues que eres apóstol,
no olvides que eres profeta,
portador de una noticia
que ha de atravesar la guerra,
que ha de romper las paredes
y ha de fecundar la tierra.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


Sabemos que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Sabemos que Él es Enviado por el Padre para traernos la paz. Sin embargo, no acabamos ir a Él con decisión, nuestra fe en Él es débil, no lo recibimos en lo más profundo de nuestro corazón. ¿Qué podríamos hacer para seguirle con radicalidad? ¿Qué le dices a Dios? ¿Qué le dices?

Porque Tú lo has querido
estoy aquí, Señor. En Tu nombre.
No he venido yo; me has absorbido
en la espiral de amor,
que eres con todos.

Nadie puede arrimarse a Ti
sin que entero lo abraces,
lo hagas Tuyo.
Sin robarle nada,
dándole todo.

Del suelo a la cabeza
soy regalo tuyo,
espíritu que vuela
y cuerpo que lo apresa.
No puedes ya
salirte de este mundo.
Me inundaste

Y, empapado de Ti, te voy sembrando,
y al tiempo que me siembro,
como grano de trigo,
en mis hermanos.
No quiero quedar solo.

Tu rostro buscaré, Señor.
Hasta decirte ¡Padre!
Pero sólo te encuentro, cuando,
a todo lo que mana de Ti
le digo: ¡hermano!

Ignacio Iglesias, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 28 de marzo de 2017

Cuaresma ¡Estación de carga!




Abre el depósito de tu corazón.
La Palabra del Señor te llenará del combustible
necesario para seguir caminando. Él te empujará
y te guiará, incluso, por los caminos más
insospechados por ti.

Apaga el motor de tus agobios y de tus obligaciones.
El silencio o la contemplación te harán sentir
la  paz que tu mente y tu vida necesita.
No es bueno ir deprisa ni preocuparse demasiado.

No mires el “cuánto cuesta” cargarse de Dios.
A veces, lo más caro en el mundo, es lo más barato
para alcanzar la felicidad. Tal vez, con tu voluntad,
de momento es suficiente. Dios, pondrá lo demás.

Limpia el parabrisas de tu mirada.
Las imágenes que nos sacuden todos
los días nos hacen tener una visión
demasiado pesimista del mundo.

Mientras Dios, llena tu interior, disfruta
de su fuerza. Pídele que nunca te falte
su asistencia en tus decisiones, problemas
e inquietudes.

Reajusta, en estos cuarenta días, las piezas
que no encajan en tu forma de actuar, juzgar o vivir.
La Cuaresma es un buen taller para que Jesús actúe
en la complicada maquinaria que somos las personas.

No olvides el código de circulación de todo
buen cristiano: los mandamientos.
Con ellos aprenderás que, el amor a Dios,
exige contraprestación a los que nos rodean.
Pero, recuerda, aun haciendo el bien por los demás…
no olvides a Dios que es la fuente de inspiración
de la bondad.

Toma con firmeza el volante de tu vida.
No dejes que te manipulen.
Que nada ni nadie te desvíe del camino de la fe.
 Cuando tengas que parar, para.
Cuando tengas que acelerar, acelera.
Pero, ¡nunca dejes otros  tomen el timón
de tu vida por ti!

Incluye en el maletero lo imprescindible.
Cuando vamos de excursión ¿qué llevamos?
Que en estos días, previos a la Semana Santa,
aprendamos a vivir con lo esencial.
Y, lo esencial, no es lo mucho
sino aquello necesario para ser feliz.

Desde la ventana observa el paisaje;
da gracias a Dios por la vida, por el sol,
por la familia, por la iglesia.
No olvides que, Dios, nunca te abandona.

Cuando surjan dificultades; cuando tus días
sean una cuesta arriba ¡no te desesperes!
Ofrece esa penitencia, ese sacrificio
por tantas personas que no tienen posibilidades
ni cuentan con tantos medios como tú.

No dejes de lado un alimento que, en cualquier
fin de semana, no puede faltar en el equipaje
de tu chasis cristiano: la Eucaristía.
Con ella sabrás disfrutar y dar valor al domingo.
Sin ella, tu vida no tendrá mucho sentido.

Finalmente, cuando sientas el cansancio,
detente un momento. Reza a Dios.
sabedor de que Él, te puede llenar de oxígeno
y de vida, de paz y de fortaleza.
La oración es el gran combustible que,
muy pocos, saben aprovechar o encontrar.
Y, por cierto, se encuentra gratis en el silencio.

P. Javier Leoz

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 5, 1-3a. 5-18




Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo "Betsata", que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres sanarte?».
Él respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes».
Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina».
En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla».
Él les respondió: «El que me sanó me dijo: "Toma tu camilla y camina"». Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla y camina"?».
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía».
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Él les respondió: «Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo». Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

“Coge tu camilla y vete”. “Has sido curado, no vuelvas a pecar más, pues podría sucederte algo peor.” También nosotros escucharemos estas palabras de Jesús en estas últimas semanas de Cuaresma, experimentaremos el perdón, la fuerza curativa y vivificadora del amor de Dios realizada en el Sacramento de la Reconciliación. La Cuaresma es tiempo de Gracia, tiempo de Salvación, momento de descubrir qué “enfermedad”, qué pecados nos impiden andar, seguir a Jesús; tiempo para acoger el perdón gratuito de Dios y para comprometernos a serle fiel.

La letra de una canción de Álvaro Fraile nos puede ayudar a escuchar en nuestro corazón la llamada de Jesús: LEVÁNTATE Y ANDA:

No tengas miedo, tú no te rindas, no pierdas la esperanza, no tengas miedo, yo estoy contigo en lo que venga y nada puede ni podrá el desconsuelo retando a la esperanza. Anda… ¡levántate y anda!

No tengas miedo, no desesperes, no pierdas la confianza, no tengas miedo, yo voy contigo siempre y a donde vayas, no dejes que envejezca un solo sueño cosido alguna almohada. Anda… ¡levántate y anda!

No tengas miedo, yo te sujeto solo confía y salta, no tengas miedo, voy a cuidarte, te alzaré cuando caigas; siempre puedes empezar de cero, yo lo hago todo nuevo. Anda… ¡levántate y anda!

Tú eres mi sueño y mi causa no piense que voy a dejarte caer; voy a despertarte y estaré a tu lado para que cada día sea un nuevo renacer, para que tengas vida, anda… ¡levántate!


Damos gracias a Dios, porque la salvación de Jesús también nos ha alcanzado a nosotros…

Gracias, Señor, por tu Palabra
que cae como la lluvia y pone sentido y destino en nuestro camino.

Gracias por el amor, poderoso como un torrente, invencible hasta más allá de la muerte,
que nos eleva y nos llena el corazón de nombres y motivos.

Gracias por tu justicia, que se alza como un grito, como una exigencia, como una llamada
y como el último atisbo de esperanza para quienes sufren lo injusto.

Gracias por hacernos tan de barro, y al tiempo poner tu luz en nuestras grietas.

Gracias por la libertad de quien aprende a caminar sin cadenas
ni más ataduras que la pasión por tu Reino.

Gracias por el pan de cada día, y por poner en nuestra entraña la convicción
de que no podemos estar tranquilos hasta que ese pan llegue a todas las mesas.

Gracias, en fin, por Jesús, camino, verdad y vida.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 27 de marzo de 2017

Quiero ver, Señor, pero contigo



Tócame, Señor, porque sabes que soy débil barro
y, con tu mano, en un poco más de barro
pon sobre mis ojos algo que despierte mi ceguera.
¡Son tantas cosas las que no veo con claridad!
Confundo, la verdad, con mis propias verdades
tu voluntad con mis oportunos caprichos.

Quiero ver, Señor, pero con tus ojos.
Que no me conforme con lo puramente externo,
con aquello que, siendo bueno, me dice
que sólo Tú puedes darme la luz que necesito.
Con aquello que, siendo luminoso,
no llega a clarificar mi conciencia ni mi destino.
¿Me ayudarás, Señor, a ver como Tú y contigo?

Que contemple las maravillas del mundo,
pero que lo haga con ojos agradecidos hacia el cielo.
Porque, en cuántos momentos llego a pensar
que todo lo que me rodea, y siento
es obra exclusiva de la invención del hombre.
¿Me ayudarás, Señor, a superar la ceguera espiritual?
¿Me curarás cuando mis ojos ya no lloren por los demás?
¿Limpiarás mis miradas cuando sean egoístas y vacías?
¿Enseñarás a mis ojos el resplandor de tu rostro, Señor?

Quiero ver, Señor, pero contigo.
Que, en el horizonte, sepa descubrirte
como lo más importante.
Que no me falle, hoy ni nunca, el telescopio de la fe,
ese telescopio que sabe llegar donde el ojo humano
no alcanza.
Esa fe que es lente perfecta para sentirte y vivirte,
y para reconocerte como lo que eres: ¡El Señor!

Ayúdame, Señor, a creer en Ti, a esperar en Ti,
sin condiciones, pruebas, ni exigencias.
Ayúdame, Señor, a verte por encima de toda apariencia,
más allá de aquello que, mi ceguera espiritual,
me invita a engañarme diciéndome que no existes.
Amén.

P. Javier Leoz

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...