viernes, 30 de noviembre de 2018

Lecturas del día


Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
10, 9-18

Hermanos:
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: «El que cree en él no quedará confundido».
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se les envía? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!»
Pero no todos aceptan el Evangelio. Así lo dice Isaías: «Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?» La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la palabra de Cristo.
Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: «Por toda la tierra se extiende su voz, y sus palabras llegan hasta los confines del mundo».

Palabra de Dios.


Pablo viene a decirnos que la vieja economía era relativamente eficaz porque parecía suficiente con el cumplimiento de la Ley para lograr la salvación. Ahora, Cristo mediante, es aún más fácil lograr este objetivo. Suficiente es aceptar la condición de resucitado que ostenta Cristo Jesús, triunfador de la muerte; basta con que aceptemos su dimensión divina, o lo que es lo mismo, basta con tener fe, y ésta no es ni privilegio ni monopolio de nadie: todos, judíos y griegos, ricos y pobres, somos iguales en esta aventura de la salvación. Y para disfrutar de ésta el creyente tiene que trabajar no sólo por la confesión exterior de su fe, sino también por su adhesión interior: invocar el nombre del Señor y, en consecuencia, dejar que Él dé unidad a nuestra vida. Consecuencia: se necesitan fieles evangelizadores, pies y corazones que lleven por todas partes la palabra salvadora de Cristo. Bueno sería que nuestras comunidades se sientan sabedoras de este privilegio para no dejar pasar esto: que en el anuncio y aceptación del evangelio del Señor Jesús está la razón de ser de nuestra vida creyente.


SALMO RESPONSORIAL                                          18, 2-3. 4-5

R.    Resuena su eco por toda la tierra.

El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos:
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. R.

Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra,
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.




 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
4, 18-22

En aquel tiempo:
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres».
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, ya su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca -y a su padre, y lo siguieron.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Celebramos hoy la fiesta de San Andrés.

En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». San Andrés y los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.

¿Cómo saber lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y da fuerzas para que respondas. En tu vida, determinadas personas han sido luz y te han indicado el camino. Dios también habla en los problemas que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias rotas, los niños abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una respuesta.

Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza para responder. Da siempre gracias.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Lecturas del día

Lectura del libro del Apocalipsis (18,1-2.21-23;19,1-3.9a):

YO, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con su resplandor. Y gritó con fuerte voz:
«Cayó, cayó la gran Babilonia. Y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable.
Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo:
«Así, con este ímpetu será precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se escuchará más en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido del molino; ni brillará más en ti luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones».
Después de esto oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«Aleluya La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus fornicaciones, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos».
Y por segunda vez dijeron:
«¡Aleluya!».
Y el humo de su incendio sube por los siglos de los siglos.
Y me dijo:
«Escribe: “Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero”».

Palabra de Dios
En esta época, donde mucha gente solo vive el momento y cree que nos hay más vida que la presente, oír las lecturas de hoy tiene que reconfortar nuestros oídos y nuestro corazón. Su lenguaje es apocalíptico y tremendista en relación con el final de los tiempos. Pero el contenido es claro y rotundo, Babilonia, la gran ciudad, la gran prostituta, la que se ha alejado y lucha contra Dios… va a ser destruida para siempre. El mal, símbolo de esa ciudad, va a ser aniquilado para siempre. El Hijo del hombre, que también es Hijo de Dios, vendrá “con gran poder y gloria” y vencerá al mal, a todo lo que hace mal y daño al hombre. La humanidad vivirá una segunda etapa donde todo lo que nos hace sufrir va a desaparecer. Ya no habrá guerras donde los seres humanos se maten entre sí, ya no habrá convivencias conyugales que son una infierno, ya no habrá comunidades y naciones que se lleven mal entre sí, ya no habrá ni cáncer, ni sida, ni engaños, ni terrorismos, ni holocaustos, ni corrupciones, ni injusticias… todo eso pertenece a ese mundo que las lecturas anuncian su completa desaparición. Estamos destinados a gozar del mundo, donde Dios y solo Dios, que es Amor va a reinar.




Salmo

Sal 99,2.3.4.5

R/.
 Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero.
V/. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

V/. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. 
R/.

V/. Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.

V/. El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!
Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

Palabra del Señor
Tu vida, tu casa, los que más quieres, tu Jerusalén, puede estar cercada por ejércitos y amenazada por la desolación. Puede que te sorprendan señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; puede que las fuerzas de los cielos sean sacudidas… A lo que hemos de temer es a no vernos sorprendidos por la sacudida del corazón que ha perdido sensibilidad para descubrir la bondad y la fidelidad del Señor. Lucas nos pide cobrar ánimo y levantar la cabeza ante aquello que nos trae liberación. Es posible el adormecimiento del corazón deslumbrado con tanta luz que nos obliga a consumir, y puede ser que la verdadera estrella -no de neón- pase por nuestro cielo y pase desapercibida. No vendría nada mal en esos momentos una sacudida de nuestro cielo.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Lecturas del día





Lectura del libro del Apocalipsis
15, 1-4

Yo, Juan, vi en el cielo otro signo grande y admirable: siete Ángeles que llevaban las siete últimas plagas, con las cuales debía consumarse la ira de Dios.
También vi como un mar de cristal, mezclado de fuego. Los que habían vencido a la Bestia, a su imagen y la cifra de su nombre, estaban de pie sobre el mar de cristal, teniendo en sus manos grandes arpas, y cantaban el canto de Moisés, el servidor de Dios, y el canto del Cordero, diciendo:
«¡Grandes y admirables son tus obras,
Señor, Dios todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los pueblos!
¿Quién dejará de temerte, Señor,
quién no alabará tu Nombre?
Sólo Tú eres santo,
y todas las naciones vendrán a adorarte,
porque se ha manifestado la justicia de tus actos».

Palabra de Dios.


Apocalipsis: ¿libro de calamidades y destrucción? En realidad, libro de consolación. El texto comienza con la llegada de siete ángeles que van a contribuir a que Dios consume su ira. Sin embargo, lo que se nos narra a continuación habla de otra cosa: Los que han vencido a la Bestia caminan sobre las aguas (muestran haber tenido más fe que Pedro en el mar de Galilea). El fondo del mar es signo de muerte; ellos se mantienen en pie sobre las aguas. Cantan el mismo canto que recorre toda la historia de la salvación, desde Moisés hasta Jesucristo. Las grandes arpas, y la alabanza permanente, nos recuerdan “el cielo”. Esto me dice que ni lo aparentemente más destructivo puede vencer la fuerza del amor de Dios sobre cada ser humano y sobre nuestra historia. El ha hecho una creación buena, y en ella están las posibilidades de bondad, de mejora, de avance de la humanidad. Y sobre todo, El está con nosotros. Finalmente podremos decir: “se ha manifestado la justicia de tus actos”. También me habla de que hay personas que ya han vencido al mal, que le han plantado cada día a día, desde su lucha cotidiana por el bien y la justicia. Invitación a releer nuestro presente, tan cargado de signos de corrupción e injusticia. A tomar parte en esa marea de amor, a poner nuestro granito de arena en esta historia, que es historia de Dios, historia de la Salvación.


SALMO RESPONSORIAL                                       97, 1-3b. 7-9

R.    ¡Grandes y admirables son tus obras, Señor!

Canten al Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono. R.

Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud. R.





  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
21, 10-19

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes: se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados: los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Señor, Jesús, que supiste dar confianza de tu confianza en Dios, especialmente en los momentos de dificultad: en el cansancio de los caminos de Judea, en la predicación estéril a tus propios convecinos, en la asechanza constante de los fariseos, en la angustia y la soledad de huerto de los olivos, en la traición de los amigos, en el camino doloroso y humillante hacia el Gólgota, en la agonía de la muerte, en el sin-sentido, en la oscuridad…

Danos un corazón como el tuyo, confiado y paciente, para que también nosotros seamos capaces de dar testimonio en las dificultades, grandes o pequeñas, que acompañan nuestra vida de discípulos; ayúdanos, Señor, a parecernos a ti, que eres manso y humilde de corazón; enséñanos a ser discípulos, no sólo en la comodidad de los días claros y limpios, sino también en los problemas que nos inquietan cada día; que tu luz brille siempre, Señor, y nos ilumine en todas nuestras oscuridades. Amén. (oración tomada de rezandovoy.org).

martes, 27 de noviembre de 2018

Lecturas del día




Lectura del libro del Apocalipsis
14, 4-19

Yo, Juan, vi una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien que parecía Hijo de hombre, con una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. En seguida salió del Templo otro Ángel y gritó con voz potente al que estaba sentado sobre la nube: «Empuña tu hoz y siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha y los sembrados de la tierra están maduros». Y el que estaba sentado sobre la nube pasó su hoz sobre la tierra, y ésta quedó segada.
Entonces otro Ángel salió del Templo que está en el cielo, llevando también una hoz afilada.
Y salió del altar otro Ángel -el que tiene poder sobre el fuego- y gritó con voz potente al que tenía la hoz afilada: «Empuña tu hoz y cosecha los racimos de la viña de la tierra, porque han llegado a su madurez».
El Ángel pasó la hoz afilada sobre la tierra, cosechó la viña y arrojó los racimos en la inmensa cuba de la ira de Dios.

Palabra de Dios.


Las lecturas de estos días nos llevan a meditar en el final de los tiempos. A lo largo de los años nos ha llegado el mensaje y Dios, respetando nuestra libertad, ha esperado nuestra conversión pacientemente, pero llega el final. En la literatura apocalíptica del A.T. los profetas, especialmente Elías y el libro de Enoc (Apócrifo), anuncian el final de los tiempos; el mal seguirá en la tierra hasta que los justos resuciten para la eterna felicidad en el juicio. En el corazón de todo hombre está el sentido de justicia y de retribución. Juan recapitula toda la Historia. La siega y la vendimia son dos imágenes del juicio que vendrá al final de los tiempos. El ángel que sale del altar indica el clamor de la sangre de los mártires (persecuciones) y la oración de los santos que el ángel lleva a Dios para pedir justicia. Pero no temamos, la justicia de Dios no es como la nuestra, sabemos que su justicia es de amor y que la Sangre derramada por el Cordero nos trae la salvación.


SALMO RFSPONSORIAL                                              95, 10-13

R.    ¡El Señor viene a gobernar la tierra!

Digan entre las naciones:
«¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud». R.

Alégrese el cielo y exulte la tierra.
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque. R.

Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad. R.





 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
21, 5-9

Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El, tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Mientras Jesús se fija en la generosidad de una pobre viuda, vemos como los judíos se fijan en la belleza del templo de Jerusalén. No cabe duda de que son sensibilidades bien distintas. ¿Cómo miramos nosotros? ¿qué nos produce más admiración? ¿qué valoramos más?
     "Señor, enséñanos a mirar como tú"
     "Convierte nuestro corazón insensible"
 Los judíos creían que un día la historia terminará y algunos pensaban que ese momento último era inminente. Por eso preguntan: ¿cuando va a ser eso?  El lenguaje de Jesús es difícil de comprender, pero nos enseña dos cosas fundamentales:
1. Llegará el fin de la historia, aunque no está cercano.
2. En ese final brillará la generosidad de la viuda y será  apagada la gloria del templo de Jerusalén, vencerá el amor y la vida, morirá el egoísmo y la misma muerte.
     "Señor, gracias por el gran regalo de la esperanza"
     "Ayúdanos a distinguir las cosas verdaderamente importantes"
     "Danos fuerza para trabajar por las causas que permanecen"

 Dice Jesús: "Muchos vendrán usando mi nombre". En nuestros días nadie va diciendo que es Jesucristo, pero hay personas y cosas que se presentan como Salvadores, como Mesías. Hay personas que se creen salvadoras del mundo, hay productos que nos prometen la felicidad si los compramos y usamos, algunos economistas dicen que la salvación del mundo está en el mercado... ¿cuáles son los dioses de este mundo? ¿cuáles son los míos?
     "Sólo tú Señor tienes palabras de vida eterna"
     "Sólo tú Señor me das la felicidad, la salvación"
     "No permitas que creemos dioses y que nos creamos dioses"

lunes, 26 de noviembre de 2018

Lecturas del día




Lectura del libro del Apocalipsis
14, 1-3. 4b-5

Yo, Juan, vi al Cordero que estaba de pie sobre el monte Sión, acompañado de, ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre.
Oí entonces una voz que venía del cielo, semejante al estrépito de un torrente y al ruido de un fuerte trueno, y esa voz era como un concierto de arpas: sus elegidos cantaban un canto nuevo delante del trono de Dios, y delante de los cuatro Seres Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender este himno, sino los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra. ,
Ellos siguen al Cordero dondequiera que vaya. Han sido los primeros hombres rescatados para Dios y para el Cordero. En su boca nunca hubo mentira y son inmaculados.

Palabra de Dios.


Juan plaga de símbolos su escritura, pero nosotros nos vamos a centrar en dos: ciento cuarenta y cuatro mil y el grabado en la frente que llevan éstos. ¿A quién se está refiriendo Juan? A nosotros: los cristianos (12x12x1000). ¿Cuál es el grabado en la frente? El día de nuestro bautismo fuimos «rescatados de la tierra (…) como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero»; se nos puso sobre la frente un sello indeleble que nos imprimió carácter: el crisma de los catecúmenos. Desde ese momento pasamos a ser hijos de la luz y por eso somos los únicos que podemos aprender el cántico nuevo que se eleva a Dios y somos el cortejo del Cordero. Juan señala otra característica de los grabados: inmaculados. Nuestro bautismo nos lleva a no vivir en la mentira y el defecto. Ser de Dios es renunciar a la marca de la bestia.


SALMO RESPONSORIAL                                            23, 1-4b. 5-6

R.    ¡Benditos los que buscan tu rostro, Señor!

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque Él la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente. R.

Él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.





  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
21, 1-4

Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

 Jesús mira, mira con profundidad. No se queda en la superficie, en las apariencias. Como dice el primer libro de Samuel 16,7: "La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón".
Parece que no tenemos tiempo para mirar, para contemplar, para descubrir el corazón de las personas. Tenemos mucha prisa y poco amor.
 Las viudas de aquel tiempo normalmente eran pobres de solemnidad y estaban totalmente desprotegidas. Sin embargo, echó todo lo que tenía para vivir. Los cristianos estamos llamados a compartirlo todo, a dar incluso la vida. Pero en la realidad ¿cuánto tiempo, cuanto dinero, cuanta vida compartimos? ¿No se nos habrá pegado demasiado el polvo de la sociedad individualista y consumista en la que vivimos.

¿Por qué nos cuesta tanto compartir? Cada uno conocerá sus razones particulares, pero hay dos que nos afectan a casi todos. Por un lado, confiamos poco en Dios. Si confiáramos más en Dios, no nos apoyaríamos tanto en las seguridades materiales. Por otro, somos poco conscientes de todo lo que Dios ha compartido con nosotros, de todo lo que Dios cada día nos regala. "Todo lo mío es tuyo" dice el padre de la parábola del hijo pródigo, nos dice Dios a cada uno (Lc 15,32). Si fuéramos fuésemos más conscientes, compartir no sería un castigo, sería una necesidad que nace de un corazón agradecido.

domingo, 25 de noviembre de 2018

SOLEMNIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO



Lectura de la profecía de Daniel
7, 13-14
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas,
y vi que venía sobre las nubes del cielo
como un Hijo de hombre;
Él avanzó hacia el Anciano
y lo hicieron acercar hasta Él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino,
y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas.
Su dominio es un dominio eterno que no pasará,
y su reino no será destruido.

Palabra de Dios.


Es una visión en la que el autor contempla a una figura, llamada Hijo de hombre, al que se le confía el destino del mundo. Su “reino no será destruido”. No ha habido ni habrá sobre la tierra un imperio que permanezca eternamente, porque los imperios de la tierra son humanos, aunque pretendan ser divinos. Tienen los pies de barro, de insolidaridad y de injusticia. El sueño, la visión no es otra cosa que lo quedeseamos todos, pero ese reino tiene que venir de Dios (el Anciano en la visión), pues de lo contrario no será eterno. Sabemos que la tradición cristiana, después de la resurrección, ha visto en esta figura humana a Jesucristo. Es un poder que en aquél tiempo estaba en manos de fieras, que representaban los imperios de este mundo. Esos imperios han desaparecido, aunque han venido otros. Lo importante es saber que un día el poder estará en manos de Aquel, que hecho hombre, ha ganado para siempre un reino de justicia y de hermandad. No usará el poder para esclavizar como han hecho los poderosos de este mundo, sino para liberarnos y hacernos dignos hijos de Dios.



SALMO RESPONSORIAL                                              92, 1-2. 5

R.    ¡Reina el Señor; revestido de majestad!

¡Reina el Señor, revestido de majestad!
El Señor se ha revestido,
se ha ceñido de poder. R.

El mundo está firmemente establecido:
¡no se moverá jamás!
Tu trono está firme desde siempre,
Tú existes desde la eternidad. R.

Tus testimonios, Señor, son dignos de fe,
la santidad embellece tu Casa
a lo largo de los tiempos. R.



Lectura del libro del Apocalipsis
1, 5-8

Jesucristo es el «Testigo fiel, el Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la tierra». Él nos ama y nos liberó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.
Él viene sobre las nubes y todos lo verán, aun aquéllos que lo habían traspasado. Por Él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén.
Yo soy el A1fa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.

Palabra de Dios.


Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Cuando el Papa Pío XI, en 1925, estableció esta fiesta sí quería que Jesucristo fuera rey del mundo, de un mundo que estaba bastante secularizado y de poca práctica cristiana, y con una iglesia mayoritariamente monárquica, sobre todo en su jerarquía. Debemos tener en cuenta que cuando Cristo le dice a Pilato que su reino no es de este mundo, da a la palabra el mismo sentido que en el que Pilato se lo preguntaba, es decir, un reino con poder político y temporal. En ese sentido, evidentemente Jesús ni era, ni quería ser rey, en este sentido su reino no era ciertamente de este mundo. Pero la frase posterior de Jesús es también muy clara: Jesucristo sí es rey de este mundo y para eso le ha enviado su Padre a este mundo: para ser un rey testigo de la verdad. El reino, por tanto, del que Cristo quiere ser rey es del mundo de la verdad, es decir, del mundo de la justicia, de la paz, del amor, de la vida, de la santidad. De este mundo es del que nosotros, los cristianos, queremos que Cristo sea rey. Pero para que Cristo sea de verdad rey de este mundo, debemos defender y practicar sus súbditos estas mismas virtudes: la santidad y la vida, la justicia, la paz, la verdad y el amor. La pregunta que debemos hacernos todos nosotros ahora es, pues, esta: ¿en nuestra vida diaria somos realmente súbditos del Cristo que decimos que es y queremos que sea nuestro rey? Realmente, nosotros, en nuestra vida de cada día, ¿actuamos de acuerdo con la justicia, con la paz, con la verdad, con el amor?; es decir, ¿somos verdaderos discípulos y seguidores de Cristo? ¿Somos realmente santos, en el sentido que Cristo, nuestro rey, quiere que lo seamos? Pues, si no somos santos en el sentido en que Cristo quiere que lo seamos, no estamos celebrando con pleno sentido esta fiesta que hoy celebramos: la fiesta de “Jesucristo, rey del universo”. Sí, ya sabemos que la santidad cristiana es la meta de nuestra vida y hacia ella caminamos, aunque aún no hayamos llegado a ella. Pero, insisto, si no vivimos caminando hacia ella, hacia la santidad cristiana, no somos verdaderos cristianos, no estamos celebrando con toda dignidad esta fiesta de Jesucristo, rey del universo.








Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
18, 33b-37

Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres Tú el rey de los judíos?»
Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?»
Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?»
Jesús respondió:
«Mi realeza no es de este mundo.
Si mi realeza fuera de este mundo,
los que están a mi servicio habrían combatido
para que Yo no fuera entregado a los judíos.
Pero mi realeza no es de aquí».
Pilato le dijo: «¿Entonces Tú eres rey?»
Jesús respondió:
«Tú lo dices: Yo soy rey.
Para esto he nacido
y he venido al mundo:
para dar testimonio de la verdad.
El que es de la verdad, escucha mi voz».

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

 Hoy es el último domingo del tiempo que llamamos ordinario. El próximo comenzaremos el Adviento. Y en este domingo celebramos la fiesta de Cristo Rey, de un rey que no es de este mundo, que no actúa como los reyes de este mundo. Jesús muestra su realeza desde el trono de la cruz, con la corona de espinas. Reina desde el amor, desde la entrega absoluta, desde el servicio, desde el perdón, desde la debilidad...
     "Señor, que tú seas el Rey de nuestra vida"
     "Danos tu Espíritu para ser reyes-servidores"

También nosotros estamos llamados a vivir en este mundo, sin ser de este mundo, sin dejarnos llevar por la corriente de este mundo: cambiando la venganza por el perdón, buscando la justicia en vez del dinero, ensalzando la generosidad frente al egoísmo, apostando por la comunidad en lugar del individualismo, abrazando la fe y no la incredulidad.
En mi familia, en el trabajo, con los amigos, en el barrio ¿cómo voy a responder a esta llamada. Pedimos a Dios luz y fuerza.

 Jesucristo es testigo de la verdad. Y nosotros somos oyentes y anunciadores de esa verdad. ¡No nos cansemos de escuchar y anunciar que Dios es Amor, que todos los hombres y mujeres del mundo somos hermanos! ¡No nos cansemos de vivir de acuerdo con esta verdad, tan sencilla de comprender y tan difícil de vivir sin la ayuda del Espíritu de Dios!
     "Dame Señor un corazón que sepa escucharte"
     "Perdona Señor nuestra falta de verdad"
     "Haznos Jesús buenos anunciadores de tu palabra"

Señor, te elijo como Rey, como Señor de mi vida, voluntariamente, con entera libertad. No me obligas a abrazar tu bandera; me invitas a seguirte y esperas con paciencia mi respuesta.

No me has prometido dinero, ni honores, ni vida fácil, pero me aseguras la paz y la alegría más grandes.

Tú no eres como los señores de este mundo. No utilizas tu poder para manipular y enriquecerte.

Tu único poder es el Amor, el amor que se entrega para dar vida, vida eterna el amor que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa.

Por eso, Señor, con confianza y gratitud y alegría, te elijo como Rey, como Señor de mi vida.

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...