miércoles, 31 de enero de 2024

Jornada Mundial del Enfermo


 

Por los enfermos terminales – El Video del Papa 2 – Febrero 2024


 

Obtenme un corazón nuevo

 



Querido Padre, Don Bosco, que no buscaste nada sino la gloria de Dios y la salvación de las almas, obtén para mí un corazón generoso.

Tú que tuviste, como Cristo compasión de toda miseria obtén para mí un corazón que sepa compadecerse.

Tú que nunca te has detenido a las fórmulas elegantes y a los sentimientos superficiales obtén para mí un corazón que sepa amar en serio.

Tú que siempre has seguido adelante a pesar de los malentendidos, las dificultades y las penurias obtén para mí un corazón valiente. 

Tú que siempre has servido a Dios y a los demás con serenidad, optimismo y alegría, obtén para mí un corazón alegre.

Tú que has amado y servido tiernamente a María Santísima alcánzame un corazón puro y filial. 

Tú que, de manera admirable has imitado a Cristo, siervo del Padre y de sus hermanos, alcánzame un corazón semejante al tuyo para que sea semejante al de Cristo.

Amén.

Circular Nº 97 -XXXII Jornada Mundial Del Enfermo

 

 

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Los cinco minutos del Espíritu Santo

 


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"Espíritu Santo, tú eres Dios, abismo infinito de belleza donde se saciará toda mi sed de amor. Mira mi interior, donde a veces habitan egoísmos, impaciencias, rechazos. Regálame el don de la paciencia. Quiero vivir el mandamiento del amor que me dejó Jesús, pero a veces me brotan malos sentimientos que se apoderan de mí. A veces hago daño con mis palabras, con mis acciones, o con mi falta de amabilidad. Ayúdame, Espíritu Santo, para que pueda mirar a los demás con tus ojos pacientes. Quiero reconocer tu amor para todos los seres humanos, también para esas personas que yo no puedo amar con paciencia y compasión. Todos son importantes para el corazón amante de Jesús, todos son sagrados y valiosos. Nadie ha nacido por casualidad sino que es un proyecto eterno de tu amor. Libérame de condenar y de prejuzgar a los demás. Quisiera imaginar sus sufrimientos, sus angustias, esas debilidades que les cuesta superar. Ayúdame a encontrar siempre alguna excusa para disculparlos y para no mirarlos más con malos ojos. Derrama en mí toda la paciencia que necesito. Ven Espíritu Santo.Amén."📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Lecturas cotidianas / 4º Semana del tiempo ordinario

 




 PRIMERA LECTURA

Del Segundo libro de Samuel 24, 2.9-17

En aquellos días, el rey David mandó a Joab, jefe del ejército, que estaba a su lado: “Recorre todas las tribus de Israel, desde Dan a Berseba, y haz el censo del pueblo, para que sepa su número”. Joab entregó al rey el número del censo del pueblo: Israel contaba con ochocientos mil guerreros, que podían empuñar la espada y Judá con quinientos mil hombres. Pero después, David sintió remordimiento por haber hecho el censo del pueblo. Y dijo al Señor: “He pecado gravemente por lo que he hecho. Ahora, Señor, perdona la falta de tu siervo, que ha obrado tan neciamente”. Al levantarse David por la mañana, el profeta Gad, vidente de David, recibió esta palabra del Señor: “Ve y di a David: así dice el Señor. ‘Tres cosas te propongo.

Elige una de ellas y la realizaré’”. Gad fue a ver a David y le notificó: “¿Prefieres que vengan siete años de hambre en tu país, o que tengas que huir durante tres meses ante tus enemigos, los cuales te perseguirán, o que haya tres días de peste en tu país? Ahora, reflexiona y decide qué he de responder al que me ha enviado”. David respondió a Gad: “¡Estoy en un gran apuro! Pero pongámonos en manos del Señor, cuya misericordia es enorme, y no en manos de los hombres”. Y David escogió la peste. Eran los días de la recolección del trigo.

El Señor mandó la peste a Israel desde la mañana hasta el plazo fijado. Murieron setenta y siete mil hombres del pueblo desde Dan hasta Berseba. El ángel del Señor extendió su mano contra Jerusalén para asolarla. Pero el Señor se arrepintió del castigo y ordenó al ángel que asolaba al pueblo: “¡Basta! Retira ya tu mano”. El ángel del Señor se encontraba junto a la era de Arauná, el jebuseo. Al ver al ángel golpeando al pueblo, David suplicó al Señor: “Soy yo el que ha pecado y el que ha obrado mal. Pero ellos, las ovejas, ¿qué han hecho? Por favor, carga tu mano contra mí y contra la casa de mi padre”.

Palabra de Dios.


El censo dispuesto por David va contra la Ley, según la cual sólo Dios puede cuantificar la consistencia de su pueblo. Por eso David siente remordimientos y el profeta Gad le preanuncia el castigo. David sólo puede elegir entre la carestía, la derrota y la peste: son los castigos previstos por la Ley para la traición a la Alianza. David prefiere la peste a la guerra, no sólo por su menor duración, sino porque un castigo de la mano de Dios permite confiar en la misericordia divina, lo que no ocurre cuando el castigo lo aplica la mano del hombre. En efecto, el Señor siente piedad y perdona a Jerusalén; también el rey siente compasión e intercede por el pueblo inocente, asumiendo la responsabilidad de lo sucedido.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 31
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

• Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.


• Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

• Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará. R/.

• Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación. R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”. Y se escandalizaban a cuenta de Él. Les decía: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

 

Palabra del Señor.


No pudo hacer allí ningún milagro

En el pasaje del evangelio de hoy Marcos nos narra brevemente la visita que Jesús hizo a Nazaret en compañía de sus discípulos, habiéndole precedido la fama de predicador y taumaturgo, estando admirados de su sabiduría y enseñanzas. Sus paisanos se preguntan atónitos ¿de dónde saca todo esto, no es este el carpintero?, ¿qué sabiduría es esa que le ha sido dada?  lo conocemos desde niño, su familia vive con nosotros…

Según el evangelista Lucas (tampoco Mateo), en esta ocasión, el sábado en la Sinagoga,  Jesús leyó el texto del profeta Isaías (61, 1-2) que proclama la misión del Mesías “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena noticia, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y  la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” , y se escandalizaron  de él cuando afirmó: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Jesús, por su parte, se admiraba de su falta de fe…

Qué difícil nos resulta reconocer el modo de obrar de Dios, que quiere acompañarnos, enseñarnos desde la cercanía, la simplicidad, la sencillez… No nos cabe que Dios se haya hecho pequeño, cercano, hombre, para mostrarnos el amor infinito y misericordioso de Dios… Por la falta de fe de sus paisanos no pudo hacer en Nazaret casi ningún milagro, sólo curó algunos enfermos…

Y nosotros, ¿reconocemos la presencia de Dios en nuestro mundo, en nuestras vidas cuando nos habla a través de las Escrituras o valiéndose de personas humildes y sencillas, “los santos de la puerta de al lado” que los llama el Papa Francisco, y en los acontecimientos de la vida diaria?... ¡Afinemos el oído y agudicemos la vista!...

Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez

Sor Inmaculada Ocaña Gutiérrez
Monasterio Santo Domingo de Guzmán (Zaragoza)

martes, 30 de enero de 2024

Año de la Oración 2024

 El Papa Francisco invita en 2024 a celebrar el Año de la Oración, en preparación al Jubileo de 2025. Será un "tiempo de gracia" y se invita a los fieles a intensificar la oración.

Tras el año dedicado a la reflexión sobre los documentos y al estudio de los frutos del Concilio Vaticano II, el 2024 será el Año de la Oración, siguiendo la propuesta del Papa Francisco. En el marco de la preparación del Jubileo de 2025.

Tú nos llevarás de la mano



Señor, ¡en ti esperamos!No nos dejarás en la oscuridad cuando necesitemos luz. Podremos estar en la oscuridad durante mucho tiempo y dolorosamente, pero será entonces cuando esa oscuridadserá útil a nuestras almas y que en esta oscuridad velarás por nosotros y nos llevarás de la mano sin que lo sintamos; y cuando nuestras almas necesiten luz, Tú siempre nos la darás.

(Charles de Foucauld)

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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"Ven Espíritu Santo. Hoy quiero entregarte todo, para vivir con plena libertad interior, sin aferrarme a nada, sin apegos que me esclavicen. Muchas veces me hago esclavo de tantas cosas y no soy capaz de renunciar a ellas. Así me lleno de tristezas e insatisfacciones. Ven Espíritu Santo, toca mi corazón y regálame un santo desprendimiento, para que no pierda la paz cuando no logro conseguir algo, y para que no me angustie cuando algo se acaba. Quiero caminar liviano, sin tanto peso en mis hombros. Quiero respirar libre, sin estar atado a tantas cosas y personas. Quítame esos apegos, Espíritu de libertad, para que pueda caminar alegre y sereno. Amén."📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Lecturas cotidianas / 4º Semana del tiempo ordinario

 



 PRIMERA LECTURA

Del Segundo libro de Samuel 18, 9-10.14b.24-25a.31−19, 3

En aquellos días, Absalón se encontró frente a los hombres de David. Montaba un mulo y, al pasar el mulo bajo el ramaje de una gran encina, la cabeza se enganchó en la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que montaba siguió adelante. Alguien lo vio y aviso a Joab: “He visto a Absalón colgado de una encina”. tomando Joab tres venablos en la mano, los clavó en el corazón de Absalón. David estaba sentado entre las dos puertas. El vigía subió a la terraza del portón, sobre la muralla. Alzó los ojos y vio que un hombre venía corriendo en solitario.

El vigía gritó para anunciárselo al rey. El rey dijo: “Si es uno solo, trae buenas noticias en su boca”. Cuando llegó el cusita, dijo: “Reciba una buena noticia el rey, mi señor: el Señor te ha hecho justicia hoy, librándote de la mano de todos los que se levantaron contra ti”. El rey preguntó: “¿Se encuentra bien el muchacho Absalón?”. El cusita respondió: “Que, a los enemigos de mi señor, el rey, y a todos los que se han levantado contra ti para hacerte mal les ocurra como al muchacho”. 

Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se puso a llorar. Decía al subir: “¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!”. Avisaron a Joab: “El rey llora y hace duelo por Absalón”. Así, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, al oír decir que el rey estaba apenado por su hijo.

Palabra de Dios.


El reinado de David se vio afligido en su ocaso por la rebelión de su hijo Absalón, en la que tuvo que intervenir el ejército. El rey ha ordenado respetar la vida de su hijo; sin embargo, el joven, en su huida, queda colgado entre las ramas de un árbol y lo mata Joab. El rey espera con ansias las noticias de la batalla, dividido entre el deseo de la victoria y la angustia por la suerte de su hijo; los criados le comunican primero las buenas noticias, fingiendo ignorar el fin de Absalón. El drama estalla cuando, ante la pregunta explícita de David, no queda escapatoria y es preciso revelarle que su hijo ha muerto. Estalla entonces el dolor del rey: el hijo muerto ya no es un enemigo y un rival, sino sólo un muchacho; la victoria se transforma en luto, el pueblo siente vergüenza como por una derrota.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 85
R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.

• Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R/.


• Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R/.

• Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica.  R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva”. Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor.

Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: “Con solo tocarle el manto curaré”. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: “¿Quién me ha tocado el manto?”. Los discípulos le contestaban: “Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’”. Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.

Él le dice: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad”. Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decide: “Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?”. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: “¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida”. Se reían de Él. Pero Él los echó a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: “Talitha qumi” (que significa: “Contigo hablo, niña, levántate”). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

 

Palabra del Señor.



Fe y confianza

San Marcos describe en el evangelio una bella página donde nos muestra la ternura y ejemplaridad con que actúa Jesús. Primero, el poder sanador de Jesús, esta vez en beneficio de aquella mujer afligida y avergonzada por una enfermedad que la convertía en impura; por eso sólo se atreve a acercarse a Jesús por detrás y a tocarlo a hurtadillas.

Los evangelios han destacado mucho el poder sanador de Jesús. Hemos de tenerlo en cuenta cuando nos acercamos a Él, especialmente en los sacramentos del Perdón y de la Eucaristía. En ambos, el Señor se pone a nuestra disposición como médico dispuesto a curar todos nuestros males.

Segundo momento. La mejor disposición para acercarse a esos sacramentos es la de aquella mujer: fe en Jesús y deseo de curación. Tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud. El Señor quiere la salud para nosotros, en el alma y también en el cuerpo.

En tercer lugar, es importante observar Que Jesús no sólo quería curarla, sino también tener un verdadero encuentro personal con ella. ¿”Quién me ha tocado”? Quiere conocerla y entablar conversación. Que así sean nuestros encuentros con el Señor en los Sacramentos.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Convento de la Virgen del Camino (León)


lunes, 29 de enero de 2024


 

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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En la encíclica "Dominum et Vivificantem" (57), Juan Pablo II invita a invocar al Espíritu que da la vida, para poder enfrentar los signos de muerte y las tentaciones de muerte que hay en el mundo actual.Hay variadas maneras de elegir la muerte: los excesos, la venganza, la melancolía, el encierro, evadirse con la televisión, con internet, y muchas formas más.Sería bueno preguntarme qué formas de muerte se han ido metiendo en mi vida, qué esclavitudes me han ido ahogando y no me permiten sentirme realmente alegre, feliz, vivo.En un momento de oración ruego al Espíritu que entre en esos sectores oscuros y enfermos de mi existencia, le entrego esos lugares de mi ser y de mi vida cotidiana, y trato de liberarme para siempre de esos falsos dioses que no me dan la vida, sino que me la consumen inútilmente.📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Lecturas de hoy / Semana 4ª del tiempo Ordinario

 




PRIMERA LECTURA

Del Segundo libro de Samuel 15, 13-14.30; 16, 5-13a

En aquellos días, alguien llegó a David con esta información: “El corazón de la gente de Israel sigue a Absalón”. Entonces David dijo a los servidores que estaban con él en Jerusalén. “Levántense y huyamos, pues no tendremos escapatoria ante Absalón. Vámonos rápidamente, no sea que se apresure, nos dé alcance, precipite sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a filo de espada”. David subía la cuesta de los Olivos llorando con la cabeza cubierta y descalzo. Los que lo acompañaban llevaban cubierta la cabeza y subían llorando. Al llegar el rey a Bajurín, salió de allí uno de la familia de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba caminando y lanzando maldiciones.

Y arrojaba piedras contra David y todos sus servidores. El pueblo y los soldados protegían a David a derecha e izquierda. Semeí decía al maldecirlo: “Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre desalmado. El Señor ha hecho recaer sobre ti la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino has usurpado. Y el Señor ha puesto el reino en manos de tu hijo Absalón. Has sido atrapado por tu maldad, pues eres un hombre sanguinario”. Abisay, hijo de Seruyá, dijo al rey: “¿Por qué maldice este perro muerto al rey, mi señor? Deja que vaya y le corte la cabeza”. El rey contestó: “¿Qué hay entre ustedes y yo, hijo de Seruyá? Si maldice y si el Señor le ha ordenado maldecir a David, ¿quién le va a preguntar: ‘Por qué actúas así?’”. Luego David se dirigió a Abisay y a todos sus servidores: “Un hijo mío, salido de mis entrañas, busca mi vida. Cuánto más este benjaminita. Déjenle que me maldiga, si se lo ha ordenado el Señor. Quizá el Señor vea mi humillación y me pague con bendiciones la maldición de este día”. David y sus hombres subían por el camino.

Palabra de Dios.


El rey David experimenta, en el mismo escenario que será luego testigo de la traición de Judas y el abandono de sus discípulos, la persecución de su propio hijo Absalón, que pretendía matarlo. Pero la “Pasión” de David es también la nuestra, la de tantos hombres y mujeres que experimentan la injusticia, el rencor, la traición...y un sentimiento de infinita tristeza ante las contradicciones y miserias de nuestros prójimos (y, a veces, como David, el propio hijo) y, por supuesto, las nuestras propias. Buen ejemplo es el propio rey. Por eso, la actitud del rey, ha de ser también la nuestra: David hace penitencia, reconoce su pecado ante el Señor y espera confiado.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 3
R. Levántate, Señor; sálvame.

• Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: “Ya no lo protege Dios” R/.


• Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, Él me escucha desde su monte santo. R/.

• Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor. Levántate, Señor; sálvame, Dios mío.  R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante Él y gritó con voz potente: “¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes”. Porque Jesús le estaba diciendo: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”. Y le preguntó: “¿Cómo te llamas?”. Él respondió: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: “Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos”. Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.

Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con Él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti”. El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban

 

Palabra del Señor.


Anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo

El pasaje del Evangelio nos lleva a Gerasa, una ciudad de la Decápolis pagana, lugar donde no se conoce a Dios y el mal actúa libremente. El mensaje será que aun en lugares como ese la acción salvadora de Jesús obtiene victoria, destruye de raíz el mal y disipa nuestros miedos porque ha vencido al príncipe de este mundo, que tenía el poder de la muerte.

El endemoniado fue hacia él, no esperó a que lo llamara. Seguramente ha oído que libera a aquellos a quienes el espíritu del mal esclaviza, separándolos de Dios, de los demás y de su yo auténtico. Este pobre desgraciado viene del cementerio donde habita, sale del lugar de la muerte, busca la vida. Simboliza a todos aquellos que viven sometidos a fuerzas o poderes hostiles a Dios, "poseídos" por realidades de este mundo que se les han vuelto verdaderos ídolos a los que se someten, esperando conseguir con ellos seguridad y felicidad pero se esclavizan y deshumanizan.

Ha buscado a Jesús, pero la irracionalidad del espíritu que lo posee le impide hacer lo que podría liberarlo. Tendría que dejar la violencia y la mentira a la que vive sometido,pero le resulta una tortura, se siente incapaz.

Nada, absolutamente nada en común hay entre Cristo y el mal. Pero el endemoniado se contenta con que no lo echen fuera de esa región. El nombre que se da sugiere la idea de que representa a todos aquellos que víctimas de cualquier demonio, viven una vida deshumanizada y no ponen los medios para dejarla. Reconocen que su vida les hace vivir angustias de muerte, pero no dan el paso a la victoria final que Cristo les ofrece. Prefieren suplicarle entrar en los cerdos.

La presencia de Jesús trae cambios en la vida que pueden contradecir los propios intereses. Entonces se le puede decir como los gerasenos: mejor vete, déjanos tranquilos. Las curaciones, las expulsiones de demonios son signos del poder de Dios en Jesús sobre todas las fuerzas del mal que trastornan el orden de su creación y dañan a sus criaturas.

Estas acciones se nos confían a nosotros. Como Iglesia, todos debemos contribuir en la medida de nuestras posibilidades a "exorcizar los demonios" que en nuestra sociedad atentan contra la integridad de las personas, recortan la libertad, afectan su salud y despersonalizan. Quien experimenta la salvación no puede sino despertar en otros la experiencia de ser salvado.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P.
Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)


domingo, 28 de enero de 2024

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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"Ven Espíritu Santo. Hoy quiero entregarte mi futuro, hasta el último día de mi vida. Quiero caminar iluminado por tu divina luz, para saber adonde voy, para no desgastar energías en cosas que no valen la pena.No quiero obsesionarme por el futuro. Y por eso, prefiero entregarlo en tu presencia y dejarme llevar por tu impulso. Espíritu Santo, sana mi ansiedad, para que acepte que cada cosa llegue a su tiempo y en su momento. Y sana mis miedos, para que pueda confiar en tu auxilio y me deje guiar siempre.Tú que sabes lo que más me conviene, oriéntame y condúceme cada día, y protégeme de todo mal. Ven Espíritu Santo y toma mi futuro. Amén."📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 




PRIMERA LECTURA

Del libro del Deuteronomio 18, 15-20

Moisés habló al pueblo diciendo: “El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharán. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea: ‘No quiero volver a escuchar la voz del Señor mi Dios, ni quiero ver más ese gran fuego, para no morir’. El Señor me respondió: ‘Está bien lo que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá’”.

Palabra de Dios.


 "Sé quién eres: el Santo de Dios"

La Palabra de Dios en este cuarto Domingo del Tiempo Ordinario se centra en confirmar que Jesús es el profeta que Dios anunció a Moisés en un momento en que el Pueblo elegido no quería que el Señor le hablara directamente. El profeta es intermediario entre Dios y el pueblo. Transmite al pueblo la palabra de Dios, habla en su nombre. Jesús cumple con creces las expectativas. Él es el Hijo de Dios, es su Palabra encarnada. Por Jesús, Dios, que no había cesado de conversar con la humanidad, nos habla de un modo nuevo. La carta a los Hebreos afirma que, después de habernos hablado de muchas manera, en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo. Jesús viene a restaurar la comunicación entre Dios y la humanidad, comunicación rota por el pecado. Es vital para todos escucharle.

El pasaje del libro del Deuteronomio que escuchamos este domingo establece un contraste entre el verdadero profeta y los falsos profetas. El verdadero profeta es fiel a lo que le escucha a Dios, aunque sus palabras no sean siempre halagüeñas, aunque a veces nos reprendan, nos sacudan, nos molesten, nos incomoden,… El falso profeta habla en su nombre y por propia iniciativa, sin recibir la misión de hacerlo; trata de halagar el oído de su auditorio, no molestar, no incomodar ni inquietar a su clientela,…

La enseñanza de la segunda lectura podría resumirse en que para san Pablo lo único que cuenta en la vida es estar unido al Señor con corazón íntegro, sin división. También para nosotros la comunión con Cristo deber ser lo más importante.

Fray Manuel Ángel Martinez Juan

Fray Manuel Ángel Martinez Juan
Convento de San Esteban (Salamanca)

sábado, 27 de enero de 2024

Los cinco minutos del Espíritu Santo

 


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"Penetra mis entrañas con tu amor, Espíritu Santo, para que sienta que los demás son mi propia carne, para que me duela su dolor y me alegre con sus alegrías. Ilumina mis ojos, Espíritu Santo, para que pueda reconocer a Jesús presente en cada uno de ellos. Para que les ayude a llevar sus cargas. Derrama en mi interior, Espíritu Santo, una gran disponibilidad, para que sea capaz de dar sin medida, para que aprenda a compartir lo que tengo buscando la felicidad de los demás. Enséñame a aceptar con ternura y serenidad que me quiten mi tiempo. Muéstrame la grandeza de los que dan con alegría. Ayúdame a descubrir la hermosura del manantial que siempre da; la belleza del cántaro, que existe para saciar la sed de los demás. Ayúdame a reconocer la inmensa dignidad de todas las personas, que tienen derecho a ser parte de mi vida. Dame un amor generoso y humilde, dispuesto a compartir con los demás mi propia vida, mis talentos, mis bienes. Que pueda entregarme sin resistirme ante sus reclamos, amando a los demás con tu amor, y mirándolos con tu mirada. Ven Espíritu Santo.Amén."

Lecturas cotidianas / 3º semana del tiempo ordinario

 




 PRIMERA LECTURA

Del Segundo libro de Samuel 12, 1-7a.10-17

En aquellos días, el Señor envió a Natán a ver a David y, llegado a su presencia, le dijo: “Había dos hombres en una ciudad, uno rico y el otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y vacas. El pobre, en cambio, no tenía más que una cordera pequeña que había comprado. La alimentaba y la criaba con él y con sus hijos. Ella comía de su pan, bebía de su copa y reposaba en su regazo; era para él como una hija. Llegó un peregrino a casa del rico, y no quiso tomar una de sus ovejas o de sus vacas y preparar el banquete para el hombre que había llegado a su casa, sino que tomó la cordera del pobre y la aderezó para el hombre que había llegado a su casa”. La cólera de David se encendió contra aquel hombre y replicó a Natán: “Vive el Señor que el hombre que ha hecho tal cosa es reo de muerte. Resarcirá cuatro veces la cordera, por haber obrado así y por no haber tenido compasión”. Entonces Natán dijo a David: “Tú eres ese hombre. Pues bien, la espada no se apartará de tu casa jamás, por haberme despreciado y haber tomado como esposa a la mujer de Urías, el hitita”.

Así dice el Señor: “Yo voy a traer la desgracia sobre ti, desde tu propia casa. tomaré a tus mujeres ante tus ojos y las entregaré a otro, que se acostará con ellas a la luz misma del sol. Tú has obrado a escondidas. Yo, en cambio, haré esto a la vista de todo Israel y a la luz del sol’”. David respondió a Natán: “He pecado contra el Señor”. Y Natán le dijo: “También el Señor ha perdonado tu pecado. No morirás. Ahora bien, por haber despreciado al Señor con esa acción, el hijo que te va a nacer morirá sin remedio”. Natán se fue a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David y cayó enfermo. David oró con insistencia a Dios por el niño. Ayunaba y pasaba las noches acostado en tierra. Los ancianos de su casa se acercaron a él e intentaban obligarlo a que se levantara del suelo, pero no accedió, ni quiso tomar con ellos alimento alguno.

Palabra de Dios.


David había cometido el pecado con múltiples circunstancias agravantes y no había recapacitado sobre él. David aparece como una conciencia adormecida en el pecado. La voz de Natán es la voz de la conciencia que despierta. La gráfica parábola que le presenta el profeta hace que David, con su sentido de rectitud, pronuncie una condenación contra el usurpador, no cayendo en la cuenta que el juicio condenatorio lo pronuncia contra sí mismo. David, recapacitando bajo la inducción del profeta, toma el camino del arrepentimiento y vuelve a la intimidad con Yahvéh, que perdona su pecado.


SALMO RESPONSORIAL
Salmo 50
R. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.

• Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R/.


• Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R/.

• Líbrame de la sangre, oh, Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.  R/.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41

Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”. Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio, enmudece!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?”. Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: “¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!”.

 

Palabra del Señor.


"¿Por qué tienen miedo?"

La invitación de Jesús a pasar a la otra orilla, encierra la desafiante aventura de ir hacia tierras paganas, es decir -en mentalidad de la época-, regiones absolutamente regidas por el demonio. Es clara la intención catequética: las fuerzas del mal obstaculizan la difusión del evangelio de Dios como rey y señor. Así, el relato gira en torno a la tempestad, que es la forma gráfica de hablar de esta lucha entre el bien y el mal.

La experiencia que viven los discípulos es la de la angustia de muerte ante unas olas enfurecidas. Pero también sienten angustia mezclada de temor, estupor, respeto y amor, sobre la persona que tienen en la barca y que tiene un poder inimaginable. Es el mismo temor reverencial que sobrecoge al hombre ante la manifestación de lo divino. Por eso su pregunta: ¿Quién es éste?

Pero dijimos que este relato es una catequesis, y efectivamente, el tema sobre el cual gira esta catequesis es la fe: los discípulos que antes iban tras una muchedumbre y ahora van detrás del Maestro y Mesías, no pueden exigir siempre actos prodigiosos, como calmar una tormenta. Deberán madurar en su discipulado a tal punto que puedan infundir paz y serenidad al pueblo que se les confiará en los días post-pascuales, incluso en los momentos en que Dios parece guardar silencio o permite la tempestad y la oposición en su vida.




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