lunes, 31 de enero de 2022



 

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo

 



 "Espíritu Santo, tú eres Dios, abismo infinito de belleza donde se saciará toda mi sed de amor.

Mira mi interior, donde a veces habitan egoísmos, impaciencias, rechazos.

Regálame el don de la paciencia.

Quiero vivir el mandamiento del amor que me dejó Jesús, pero a veces me brotan malos sentimientos 

que se apoderan de mí.

A veces hago daño con mis palabras, con mis acciones, o con mi falta de amabilidad.

Ayúdame, Espíritu Santo, para que pueda mirar a los demás con tus ojos pacientes.

Quiero reconocer tu amor para todos los seres humanos, también para esas personas 

que yo no puedo amar con paciencia y compasión.

Todos son importantes para el corazón amante de Jesús, todos son sagrados y valiosos.

Nadie ha nacido por casualidad, sino que es un proyecto eterno de tu amor.

Libérame de condenar y de prejuzgar a los demás.

Quisiera imaginar sus sufrimientos, sus angustias, esas debilidades que les cuesta superar.

Ayúdame a encontrar siempre alguna excusa para disculparlos y para no mirarlos más con malos ojos.

Derrama en mí toda la paciencia que necesito.

Ven Espíritu Santo.

Amén."

Liturgia - Lecturas del día

 



Segundo Libro de Samuel 15,13-14.30.16,5-13a.

Cuando David recibió esta noticia: "Todos los hombres de Israel están de parte de Absalón", dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén: "¡Rápido huyamos! Si Absalón se nos pone delante, no tendremos escapatoria. ¡Apúrense a partir, no sea que él nos sorprenda, que precipite la desgracia sobre nosotros y pase la ciudad al filo de la espada!".
David subía la cuesta de los Olivos; iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que lo acompañaba también llevaba la cabeza cubierta, y lloraba mientras subía.
Cuando el rey llegaba a Bajurím salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Simei, hijo de Guerá. Mientras salía, iba lanzando maldiciones,
y arrojaba piedras contra David y contra sus servidores, a pesar de que todo el pueblo y todos los guerreros marchaban a la derecha y a la izquierda del rey.
Y al maldecirlo, decía: "¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y canalla!
El Señor hace recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, a quien tú has usurpado el reino. ¡El Señor ha puesto la realeza en manos de tu hijo Absalón, mientras que tú has caído en desgracia, porque eres un sanguinario!".
Abisai, hijo de Seruiá, dijo al rey: "¿Cómo ese perro muerto va a maldecir a mi señor, el rey? ¡Deja que me cruce y le cortaré la cabeza!".
Pero el rey replicó: "¿Qué tengo que ver yo con ustedes, hijos de Seruiá? Si él maldice, es porque el Señor le ha dicho: "¡Maldice a David!". ¿Quién podrá entonces reprochárselo?".
Luego David dijo a Abisai y a todos sus servidores: "Si un hijo mío, nacido de mis entrañas, quiere quitarme la vida, ¡cuánto más este benjaminita! Déjenlo que maldiga, si así se lo ha dicho el Señor.
Quizá el Señor mire mi humillación y me devuelva la felicidad, a cambio de esta maldición que hoy recibo de él".
David siguió con sus hombres por el camino, mientras Simei iba por la ladera de la montaña, al costado de él; y a medida que avanzaba, profería maldiciones, arrojaba piedras y levantaba polvo.

Palabra de Dios.





El brillante reinado de David se ensombreció al final con las insurrecciones que brotaron aquí y allá y la lucha por la sucesión, que comenzó ya con intrigas durante la vejez de David. La insurrección de Absalón fue el fruto de mucho resentimiento acumulado contra su padre. Se presumía excluido del trono, viendo las intrigas a favor del hijo de Betsabé, Salomón. La facilidad con que se produjo la insurrección es un indicio de que la popularidad de David había decaído mucho, sobre todo en el Norte. El benjaminita Semeí, la maldición que le arroja a David a la cara es la expresión de lo que se sentía en un sector, que era un usurpador y que había derramado mucha sangre haciendo desaparecer toda la parentela de Saul.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                           88, 20-22. 25-26

 

R.    Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán.

 

Tú hablaste una vez en una visión

y dijiste a tus amigos:

«Impuse la corona a un valiente,

exalté a un guerrero del pueblo». R.

 

Encontré a David, mi servidor,

y lo ungí con el óleo sagrado,

para que mi mano esté siempre con él

y mi brazo lo haga poderoso. R.

 

Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,

su poder crecerá a causa de mi Nombre:

extenderé su mano sobre el mar

y su derecha sobre los ríos. R.

 

 

 


Evangelio según San Marcos          5, 1-20


Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro.El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él,gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!".Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!".Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos".Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos".El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara, unos dos mil animales, se precipitó al mar y se ahogó.Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido.Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti".El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.

Palabra del Señor.



Jesús, libéranos del mal, ayúdanos a acercarnos con confianza, ayúdanos a reconocerte como nuestro amigo y confidente.

 


En el Evangelio de hoy, vamos a meditar un largo texto sobre la expulsión de un demonio que se llamaba Legión y que oprimía y maltrataba a una persona. Nos sitúa con Jesús y sus discípulos al otro lado de la orilla, es decir, un ambiente ajeno, con personas totalmente esclavizadas por las fuerzas del mal, poseídas por espíritus inmundos. Hoy, hay mucha gente que se sirve de estos textos del evangelio sobre la expulsión de los demonios, para dar miedo a la gente. ¡Es una lástima! Marco hace lo contrario. El poder del mal oprime, maltrata y aliena a las personas, pero Jesús restituye la dignidad humana, liberándonos de las fuerzas del mal. Él no nos quiere esclavizados, ni oprimidos y esto no es privilegio de algunos, porque nos invita, con su ejemplo, a salir de nuestra tierra, de nuestra zona de confort. Ir también a predicar la bondad de Dios a lugares hostiles y aparentemente impuros, mostrar una vez más su dominio sobre el poder del mal, reintegrar a las personas en la convivencia social de la que habían sido excluidas por su situación peculiar, dar testimonio de la desconcertante -pero patente- misericordia de Dios.

¿Cuál es el punto de este texto que más te ha gustado o que más te ha llamado la atención? ¿Por qué? ¿Cómo estoy anunciando lo que el Señor ha hecho conmigo?

 


domingo, 30 de enero de 2022

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo escrito por Mons. Víctor Manuel Fernández

 





 "Ven Espíritu Santo. Hoy quiero entregarte todo, para vivir con plena libertad interior, sin aferrarme a nada, sin apegos que me esclavicen. Muchas veces me hago esclavo de tantas cosas y no soy capaz de renunciar a ellas. Así me lleno de tristezas e insatisfacciones. 

Ven Espíritu Santo, toca mi corazón y regálame un santo desprendimiento, para que no pierda la paz cuando no logro conseguir algo, y para que no me angustie cuando algo se acaba. 

Quiero caminar liviano, sin tanto peso en mis hombros. Quiero respirar libre, sin estar atado a tantas cosas y personas. Quítame esos apegos, Espíritu de libertad, para que pueda caminar alegre y sereno. 

Amén."

DOMINGO 4º DURANTE EL AÑO

 




 

Lectura del libro del profeta Jeremías

1, 4-5. 17-19

 

En tiempos del rey Josías,

la palabra del Señor llegó a mí en estos términos:

Antes de formarte en el vientre materno, Yo te conocía;

antes de que salieras del seno, Yo te había consagrado,

te había constituido profeta para las naciones.

 

En cuanto a ti, cíñete la cintura,

levántate y diles

todo lo que Yo te ordene.

No te dejes intimidar por ellos,

no sea que te intimide Yo delante de ellos.

Mira que hoy hago de ti

una plaza fuerte,

una columna de hierro,

una muralla de bronce,

frente a todo el país:

frente a los reyes de Judá y a sus jefes,

a sus sacerdotes y al pueblo del país.

Ellos combatirán contra ti,

pero no te derrotarán,

porque Yo estoy contigo para librarte.

 

Palabra de Dios.



El texto, tomado del relato de la vocación de Jeremías, habla de la doble convicción del profeta. Tiene conciencia de ser un profeta para "las naciones» extranjeras. Pero sobre todo es rechazado por los suyos; debe hacer «frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo». Solo contra todos. Sin embargo, Dios le ha prometido que estará con él para librarlo. La primera experiencia del profeta es la de creer en la Palabra recibida, incluso antes de transmitirla.

 


 

SALMO RESPONSORIAL                                        70, 1-4a. 5-6ab. 15ab. 17

 

R.    Mi boca, Señor; anunciará tu salvación.

 

Yo me refugio en ti, Señor,

¡que nunca tenga que avergonzarme!

Por tu justicia, líbrame y rescátame,

inclina tu oído hacia mí, y sálvame.  R.

 

Sé para mí una roca protectora,

Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,

porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza.

¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!  R.

 

Porque Tú, Señor, eres mi esperanza

y mi seguridad desde mi juventud.

En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;

desde el vientre materno fuiste mi protector.  R.

 

Mi boca anunciará incesantemente

tus actos de justicia y salvación,

Dios mío, Tú me enseñaste desde mi juventud,

y hasta hoy he narrado tus maravillas.  R.

 

 



 

Lectura de la primera carta del Apóstol

san Pablo a los cristianos de Corinto

12, 31-13, 13

 

Hermanos:

Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo para hacer alarde, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.

Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara.

Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

 

Palabra de Dios.

 

 


 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

4, 21-30

 

Después que Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret, todos daban testimonio a favor de Él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. y decían: «¿No es éste el hijo de José?»

Pero Él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, sánate a ti mismo". Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm».

Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.

Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio».

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

 

Palabra del Señor.



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)Envía tu Espíritu sobre mí, para lanzarme con su fuego a la misión que me has confiado.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

“Médico, cúrate a ti mismo”. Me llamó mucho la atención cómo Jesús utiliza esta frase, que seguramente era un dicho de su tiempo, para expresar lo que su corazón percibía de frente a los ojos espectadores de aquella sinagoga. En efecto, los ojos del aquel día estaban fijos en el Señor, pues lo que veían no coincidía con lo que su mente prejuzgaba. Para ellos, Jesús era simplemente el hijo del carpintero, alguien que no podía ofrecer más que trabajo manual. Las historias contaban de prodigios, que no habían visto, pero lo que sí contemplaban era a Él hablando con plena autoridad. Alguien que hablase como él, sin duda que tendría el poder sobre las enfermedades y sobre los demonios. Efectivamente, tenía autoridad.

Tristemente, los habitantes de aquella región no se aventuraron a creer sin ver. Esta era una clara señal de que buscaban milagro y no al Señor. A veces, el Señor guarda un poco de silencio para contestar nuestras plegarias, pero no porque sea malo o nos pruebe, sino para abrirnos los ojos y descubrir que el verdadero milagro es tenerlo entre nosotros, es saber que Dios ha tomado carne y ha entrado en nuestra vida.

«De la viuda, se dice dos veces que era pobre: dos veces. Y pasaba necesidad. Es como si el Señor hubiese querido destacar a los doctores de la ley: “Tenéis muchas riquezas de vanidad, de apariencia o incluso de soberbia. Esta es pobre…”. Pero en la Biblia el huérfano y la viuda son las figuras de los más marginados así como también los leprosos, y por ello hay muchos mandamientos para ayudar, para ocuparse de las viudas, de los huérfanos. Y Jesús mira a esta mujer sola, vestida con sencillez y que echa todo lo que tenía para vivir: dos moneditas. El pensamiento vuela también a otra viuda, la de Sarepta, que había recibido al profeta Elías y había dado todo lo que tenía antes de morir: un poco de harina y aceite».
(S.S. Francisco, Homilía del 24 de noviembre de 2014).

 

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...