sábado, 23 de febrero de 2019

DOMINGO 7º DEL TIEMPO ORDINARIO




Lectura del primer libro de Samuel
26, 2. 7-9. 12-14. 22-23

Saúl bajó al desierto de Zif con tres mil hombres, lo más selecto de Israel, para buscar a David en el desierto.
David y Abisai llegaron de noche, mientras Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento. Su lanza estaba clavada en tierra, a su cabecera, y Abner y la tropa estaban acostados alrededor de él.
Abisai dijo a David: «Dios ha puesto a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con la lanza, de una sola vez; no tendré que repetir el golpe». Pero David replicó a Abisai: «¡No, no lo mates! ¿Quién podría atentar impunemente contra el ungido del Señor?»
David tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie vio ni se dio cuenta de nada, ni se despertó nadie, porque estaban todos dormidos: un profundo sueño, enviado por el Señor, había caído sobre ellos.
Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacio entre ellos, y empezó a gritar a la tropa y al rey Saúl: «¡Aquí está la lanza del rey! Que cruce uno de los muchachos y la recoja. El Señor le pagará a cada uno según su justicia y su lealtad. Porque hoy el Señor te entregó en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor».

Palabra de Dios.


David está siendo buscado por el rey Saúl. Pero cuando se le presenta una ocasión para deshacerse de su enemigo, él rechaza semejante tentación, a la que le empujan también los suyos, porque respeta el carácter sagrado de Saúl, en virtud de su unción real. Únicamente se limita a demostrar la realidad de la posibilidad de eliminar a su adversario sin mancharse las manos de sangre, y a confiar en el Señor, que se muestra fiel y justo con quienes obran el bien. Ese gesto de bondad conquista el ánimo celoso y de poco fiar de Saúl. Sin embargo, el rey no consigue liberarse de la envidia y de la venganza, y abrir de este modo su corazón a la conversión. La actitud de reconciliación que le faltó a Saúl fue vivida, sin embargo, de una manera heroica por David, futuro rey de Jerusalén. David demuestra grandeza de ánimo, control de sus propias pasiones y confianza en el Dios justo y remunerador. El amor, llevado hasta amar a los enemigos, recuerda la actitud de Jesús, que presenta esta regla de vida a todo verdadero discípulo suyo.


SALMO RESPONSORIAL                                        102, 1-4. 8. 10. 12-13

R.    El Señor es bondadoso y compasivo.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo Nombre,
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios. R

Él perdona todas tus culpas
y sana todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura. R.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.

Cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles. R.




Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto
15,  45-49

Hermanos:
"¡Esto es lo que dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente»; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después.
El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial.
De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.

Palabra de Dios.



San Pablo nos ayuda a seguir profundizando en lo que hemos dicho en el punto anterior. El cristiano, al participar por el bautismo de la muerte y resurrección de Cristo, es ya un hombre nuevo. El hombre viejo, refiriéndose a Adán, al hombre que se deja llevar por el pecado, por la desobediencia, es un hombre que proviene de la tierra. Sin embargo, san Pablo asegura que ha venido el nuevo hombre, el nuevo Adán, que es Cristo. Este nuevo hombre ya no viene de la tierra de lo material, sino que viene del espíritu. Los cristianos, nacidos en primer lugar del hombre viejo por nuestra condición humana, hemos vuelto a nacer después del hombre nuevo, del hombre espiritual. Ya no vivimos sólo desde la materia, sino que nuestra vida comienza ahora en el Espíritu. Así, san Pablo nos invita a no vivir ya más como el hombre viejo, sino a vivir desde el hombre nuevo, desde Cristo, dejándonos llevar del Espíritu que nos lleva siempre a hacer el bien, a vivir el amor, como hizo Cristo, el hombre nuevo.





   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
6, 27-38

Jesús dijo a sus discípulos:
Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque El es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.

Palabra del Señor. 


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

Las palabras de este Evangelio son tan fáciles de entender como difíciles de vivir. Creo que a todos nos parecen preciosas, pero quizá irrealizables. Sin embargo, no las pronunció Jesús para que se escribiera una de las páginas más bonitas del Evangelio. Jesús las predicó y, más aún, las vivió, para que también nosotros las vivamos.

    
"Señor, haznos parecidos a ti"
    "Perdona nuestras revanchas y violencias"
    "Danos tu Espíritu de paz"

¿Por qué tenemos que vivir de esta manera? Jesús nos da la razón más profunda: Dios es compasivo con todos, hace salir el sol para buenos y malos. Y nosotros, creados a su imagen, estamos llamados a ser y a vivir de la misma forma. Si Dios te ama cuando te conviertes en su enemigo, si presenta mil veces la mejilla, si te da todo lo suyo... ¿qué motivos tenemos para no hacer lo mismo con los hermanos?

En este domingo, damos gracias por muchas personas que, conociendo o no este evangelio, lo han vivido o  lo viven. De esta manera construyen un mundo más humano, más habitable para todos.

jueves, 21 de febrero de 2019

Liturgia - Lecturas del día



Lectura del libro del Génesis
9, 1-13

Cuando finalizó el diluvio y la tierra estuvo seca, Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles:
«Sean fecundos, multiplíquense y llenen la tierra. Ante ustedes sentirán temor todos los animales de la tierra y todos los pájaros del cielo, todo lo que se mueve por el suelo, y todos los peces del mar: ellos han sido puestos en manos de ustedes. Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; Yo les doy todo esto como antes les di los vegetales.
Sólo se abstendrán de comer la carne con su vida, es decir, con su sangre, Y Yo pediré cuenta de la sangre de cada uno de ustedes: pediré cuenta de ella a todos los animales, y también pediré cuenta al hombre de la vida de su prójimo.
Otro hombre derramará la sangre
de aquél que derrame sangre humana,
porque el hombre ha sido creado a imagen de Dios.
Ustedes, por su parte, sean fecundos y multiplíquense,
llenen la tierra y domínenla».
Y Dios siguió diciendo a Noé y a sus hijos:
«Yo establezco mi Alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. Yo estableceré mi Alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para desbastar la tierra».
Dios añadió: «Éste será el signo de la Alianza que establezco con ustedes, y con todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros: Yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi Alianza con la tierra».


Palabra de Dios.


Dios a Noé le bendice y le manda crecer y llenar la tierra. También le hace esta observación: “pediré cuenta de la vida de tu prójimo”. En nuestro mundo desigual e injusto, me pregunto: ¿dónde está y quién es ese hermano del que Dios nos pedirá cuentas?  Compartir es la gran respuesta del que se siente hijo de Dios y hermano de todos. Las desigualdades entre los “hermanos” cada vez son mayores. Y…¿cuál es nuestra respuesta? Podemos engañarnos a nosotros mismos diciéndonos, ante el sufrimiento de los demás: ¡Yo no he hecho nada para que se dé esta situación injusta! No hacer nada cuando se debería hacer algo…no es el querer del Padre. ¿Nos pedirá cuentas de nuestra pasividad ante el dolor del hermano?



SALMO RESPONSORIAL                                           101, 16-21. 29. 22-23

R.    El Señor miró a la tierra desde el cielo

Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria,
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella:
cuando acepte la oración del desvalido.  R.

Quede esto escrito para el tiempo future
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque Él se incline desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.  R.

Los hijos de tus servidores tendrán una morada
Y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el Nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.  R.





Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
8, 27-33

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?»
Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas».
Entonces Él les preguntó: «y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?»
Pedro respondió: «Tú eres el Mesías».
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de Él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad.
Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

Palabra del Señor.


¿Quieres sacar buena nota? Entonces respóndele a otra pregunta: ¿quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?

El examen oral ha terminado. Seguro que has obtenido un "sobresaliente". No obstante, ¡ten cuidado! ¡ojo! Pedro sacó matrícula de honor en el oral, pero en el práctico... fue un desastre. Da gracias a Dios por conocerlo y pide la fuerza de su Espíritu para vivir de acuerdo con ese conocimiento.

Esta reflexión de Madre Teresa de Calcuta nos puede ayudar a expresar lo que sentimos por Jesús:

Para mí, Jesús es 
El Verbo hecho carne. 
El Pan de la vida. 
La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados. 
El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por los míos propios. 
La Palabra, para ser dicha. 
La Verdad, para ser proclamada. 
El Camino, para ser recorrido. 
La luz, para ser encendida. 
La Vida, para ser vivida. 
El Amor, para ser amado. 
La Alegría, para ser compartida. 
El sacrificio, para ser dado a otros. 
El Pan de Vida, para que sea mi sustento. 
El Hambriento, para ser alimentado. 
El Sediento, para ser saciado. 
El Desnudo, para ser vestido. 
El Desamparado, para ser recogido. 
El Enfermo, para ser curado. 
El Solitario, para ser amado. 
El Indeseado, para ser querido. 
El Leproso, para lavar sus heridas. 
El Mendigo, para darle una sonrisa. 
El Alcoholizado, para escucharlo. 
El Deficiente Mental, para protegerlo. 
El Pequeñín, para abrazarlo. 
El Ciego, para guiarlo. 
El Mudo, para hablar por él. 
El Tullido, para caminar con él. 
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad. 
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga. 
El Preso, para ser visitado. 
El Anciano, para ser atendido. 
Para mí, Jesús es mi Dios. 
Jesús es mi Esposo. 
Jesús es mi Vida. 
Jesús es mi único amor. 
Jesús es mi Todo.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Liturgia - Lecturas del día



Lectura del libro del Génesis
7, 6-7; 8, 6-13. 20-22

Cuando las aguas del Diluvio se precipitaron sobre la tierra Noé entró en el arca con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas.
Al cabo de cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca, y soltó un cuervo, el cual revoloteó, yendo y viniendo hasta que la tierra estuvo seca.
Después soltó una paloma, para ver si las aguas ya había bajado. Pero la paloma no pudo encontrar un lugar donde apoyarse, y regresó al arca porque el agua aún cubría toda la tierra. Noé extendió su mano, la tomó y la introdujo en el arca. Luego esperó siete días más, y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Ésta regresó al atardecer, trayendo en su pico una rama verde de olivo. Así supo Noé que las aguas había terminado de bajar. Esperó otros siete días y la soltó nuevamente. Pero esta vez la paloma no volvió.
La tierra comenzó a secarse en el año seiscientos uno de la vida de Noé, el primer día del primer mes. Noé retiró el techo del arca, y vio que la tierra se estaba secando.
Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aromo agradable, se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo. De ahora en adelante, mientras dure la tierra, no cesarán la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche».

Palabra de Dios.


Un mundo viejo perece y el relato nos invita a ser testigos de uno nuevo, en manos del Señor, y con el aroma nuevo del sacrificio de la calma tras la terrible tempestad. Yahvé se ofrece como el horizonte de un futuro en el que, por su parte, ya no habrá más iniciativas de destrucción de lo creado, aunque en él conjuguen la vida buenos y malos. Es más, la bondad de Yahvé avala el ordenado equilibrio de toda la naturaleza, gracias al cual el hombre crecerá al ritmo de las estaciones, de las noches y los días. Se abre paso, en un largo recorrido que remata en los nuevos tiempos, la experiencia de la comunidad que se purifica de su destructora infidelidad y va acostumbrando su corazón a la bondad de Dios que, además de controlar el caos de las aguas, salva y perdona, y posibilita la armonía de todo lo creado.


SALMO RESPONSORIAL                                                    115, 12-15. 18-19

R.    ¡Te ofreceré un sacrificio de alabanza, Señor!

¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el Nombre del Señor.  R.

Cumpliré mis votos al Señor
en presencia de todo su pueblo.
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!  R.

Cumpliré mis votos al Señor
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.  R.





  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
8, 22-26

Cuando Jesús y sus discípulos, llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego a Jesús y le rogaban que lo tocara. Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: «¿Ves algo?» El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: «Veo hombres, como si fueran árboles que caminan».
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó sano y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole. «Ni siquiera entres en el pueblo».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

Nos preguntamos ¿Cómo andamos de vista? ¿Nuestra mirada es como la de Jesús?

Cuando miro a las personas ¿veo árboles que andan o hermanos a los que debemos amar?
Cuando me imagino a Dios ¿veo a un Poder que nos agobia, un Policía que nos vigila, o un Padre que nos acoge?
Cuando vivo situaciones difíciles ¿veo solamente una cruz de la que escapar o posibilidades para crecer?
Cuando me miro ¿me doy cuenta sólo de mis fallos, me fijo exclusivamente en mis virtudes, o descubro equilibradamente mis posibilidades y carencias?
Cuando miro ¿me dejo impresionar por los detalles pequeños de la vida? ¿miro por simple curiosidad, por interés o por amor?
    "Señor, toca mis ojos y cura mi mirada"
    "Que sepa mirar como tú, Señor"
    "Perdona mi mirada estrecha y egoísta"

Y ahora se trata de asumir un reto: acercar al Señor a los ciegos que conozcamos, para que puedan volver a ver. ¿Qué le dices a Jesús?

martes, 19 de febrero de 2019

Liturgia - Lecturas del día




Lectura del libro del Génesis
6, 5-8; 7, 1-5.10

Cuando el Señor vio qué grande era la maldad del hombre en la tierra y cómo todos los designios que forjaba su mente tendían constantemente al mal, se arrepintió de haber hecho al hombre sobre la tierra, y sintió pesar en su corazón. Por eso el Señor dijo: «Voy a eliminar de la superficie del suelo a los hombres que he creado –y junto con ellos a las bestias, los reptiles y los pájaros del cielo– porque me arrepiento de haberlos hecho». Pero Noé fue agradable a los ojos del Señor.
Entonces el Señor dijo a Noé: «Entra en el arca, junto con toda tu familia, porque he visto que eres el único verdaderamente justo en medio de esta generación. Lleva siete parejas de todas las especies de animales puros y una pareja de los impuros, los machos con sus hembras –también siete parejas de todas las clases de pájaros– para perpetuar sus especies sobre la tierra. Porque dentro de siete días haré llover durante cuarenta días y cuarenta noches, y eliminaré de la superficie de la tierra a todos los seres que hice». Y Noé cumplió la orden que Dios le dio.
A los siete días, las aguas del Diluvio cayeron sobre la tierra.

Palabra de Dios.


La maldad humana es tan grande que la justicia de Dios decreta su extermino. Pero a la vez la grandeza de la bondad y misericordia de Dios se fijan en Noé para salvar a la humanidad. Y así de la universal destrucción habrá de salvar un resto.
Noé, justo entre los hombres de su generación creyó en la Palabra de Dios. De él habría de salir el retoño que sería la salvación para la humanidad. Con el brío de la fe se contrarresta el pésimo efecto que la humanidad produce cuando quiere llegar a la plenitud descartando al que es la plenitud en sí, Dios Padre. Con la fe recuperamos el primer diseño creador y borramos del ánimo de nuestro Hacedor su pesar por nuestra recurrente inhumanidad al trazar nuestro camino vital en su nombre y gloria.


SALMO RESPONSORIAL                         28, 1a. 2. 3ac-4. 3b. 9c-10

R.    El Señor bendice a su pueblo con la paz.

¡Aclamen al Señor, hijos de Dios!
¡Aclamen la gloria del nombre del Señor
adórenlo al manifestarse su santidad!
El Señor bendice a su pueblo con la paz. R.

¡La voz del Señor sobre las aguas!
El Señor está sobre las aguas torrenciales.
¡La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es majestuosa! R.

El Dios de la gloria hace oír su trueno.
En su Templo, todos dicen: «¡Gloria!»
El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales,
el Señor se sienta en su trono de Rey eterno. R.




    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
8, 13-21

Jesús volvió a embarcarse hacia la otra orilla del lago.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: «Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?»
Ellos le respondieron: «Doce».
«Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?»
Ellos le respondieron: «Siete».}
Entonces Jesús les dijo: «¿Todavía no comprenden?»

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús advierte a sus discípulos de las malas maneras que gastan los fariseos y Herodes. Pero entienden las palabras de Jesús como un reproche contra ellos. A los discípulos les cuesta entender a Jesús. ¡Es tan distinto a todo lo que han conocido!
A nosotros nos pasa lo mismo. Tenemos dificultades para comprender. Por eso, necesitamos paciencia, mucha paciencia, para asumir que la santidad es una larga carrera, en la que los retrocesos y los parones forman parte de su desarrollo. Lo importante es querer avanzar y poner los medios para hacerlo.
    "Señor, dame paciencia para no tirar la toalla"
    "Ilumíname con tu luz, Señor"
    "Dame la fuerza de tu Espíritu"

Pero no gastemos toda la paciencia con nosotros mismos. Necesitamos también emplearla con los demás. En ocasiones no nos comprenden, o nos comprenden poco o muy lentamente.
    "Señor, perdona mi falta de comprensión"
    "Ayúdame a esperar en mis hermanos"
    "Gracias por las personas que han sido pacientes conmigo"

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...