martes, 30 de noviembre de 2021

Novena a la Inmaculada Concepción

 

Novena a La Inmaculada - Guillermo Juan Morado - 67 Págs by Pato on Scribd

Mes de María

 




María, Virgen del Adviento,

esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.
Madre de los hombres,
de la mar estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.
Eres, Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la reina.
Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.
Amén.

Liturgia - Lecturas del día

  SAN ANDRÉS, APÓSTOL

Fiesta

 





Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma

10, 9-18

 

Hermanos:

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: «El que cree en él no quedará confundido».

Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se les envía? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!»

Pero no todos aceptan el Evangelio. Así lo dice Isaías: «Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?» La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la palabra de Cristo.

Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: «Por toda la tierra se extiende su voz, y sus palabras llegan hasta los confines del mundo».

 

Palabra de Dios.



Según el mensaje paulino, es la fe lo que conduce a la salvación, por el simple hecho de que con ella nos abandonamos libre y totalmente a Dios, reconociéndole como Salvador. Ahora bien, a la fe se llega mediante la escucha de la predicación. Para que la sociedad pueda creer, hace falta que haya quien le anuncie el evangelio y que, por tanto, antes haya sido enviado. El que predica debe poder decir que ha sido enviado: la predicación presupone la misión, y ésta constituye el punto de amarre entre el que predica y el que es predicado, entre el enviado y el que envía. "Apóstol" significa eso: "enviado". Andrés pertenece a ese grupo, y desde muy pronto empezó a señalar a Jesús como el Mesías: primero a su hermano Pedro y luego, de modo especial, a los pueblos de habla griega. 

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                          18, 2-3. 4-5

 

R.    Resuena su eco por toda la tierra.

 

El cielo proclama la gloria de Dios

y el firmamento anuncia la obra de sus manos:

un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia. R.

 

Sin hablar, sin pronunciar palabras,

sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra,

y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.

 

 

 


 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

4, 18-22

 

En aquel tiempo:

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres».

Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, ya su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.

Inmediatamente, ellos dejaron la barca -y a su padre, y lo siguieron.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


Oración introductoria


Ven Espíritu Santo, dame la luz para aguardar, en silencio, el llamado que Jesús quiera darme en esta oración. Fortalece mi espíritu para que sepa responder rápida y eficazmente, con generosidad y amor, a lo que Dios, en su Divina Providencia, quiera pedirme.

Petición
Señor, quiero seguirte, conviérteme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor.

Meditación del Papa Francisco

Recordemos cuando Andrés y Juan encontraron al Señor, y después hablaron con Él aquella tarde y aquella noche. Estaban entusiasmados. Lo primero que hicieron Andrés y Juan fue ser misioneros. Fueron a ver a hermanos y amigos: “¡Hemos encontrado al Señor, hemos encontrado al Mesías!”. Esto sucede inmediatamente, después del encuentro con el Señor: esto viene enseguida.



En la exhortación apostólica Evangelii gaudium hablé de “Iglesia en salida”. Una Iglesia misionera no puede dejar de “salir”, no tiene miedo de encontrar, de descubrir las novedades, de hablar de la alegría del Evangelio. A todos, sin distinción. No para ganar prosélitos, sino para decir lo que tenemos y queremos compartir con todos, sin forzar, sin distinción. Las diversas realidades que representan en la Iglesia italiana indican que el espíritu de la missio ad gentes debe llegar a ser el espíritu de la misión de la Iglesia en el mundo: salir, escuchar el clamor de los pobres y de los lejanos, encontrarse con todos y anunciar la alegría del Evangelio. (Discurso de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2014)

lunes, 29 de noviembre de 2021


 

ORACIÓN DE ADVIENTO A MARÍA DE BELÉN

 




 María de Belén, madre de Jesús,

Ante ti nuestro corazón...
Enséñale a crecer en amor y amistad.
María de Belén, madre de Jesús,
Ante ti nuestras manos...
Enséñales a construir una nueva Navidad.
María de Belén, Madre de Jesús,
Ante ti nuestra fe...
Enséñale a ser sincera y comprometida.
María de Belén, madre de Jesús,
Ante ti nuestros miedos y temores...
Enséñanos a ser valientes en la vida.
María de Belén, madre de Jesús,
Ante ti nuestros caprichos y egoísmos
Enséñanos a ser generosos y solidarios.
María de Belén, madre de Jesús,
Ante ti nuestra navidad llena de regalos...
Enséñanos a compartir con generosidad

Semana I° de Adviento

 




 Lectura del libro de Isaías

2, 1-5

 

Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:

 

Sucederá al fin de los tiempos,

que la montaña de la Casa del Señor

será afianzada sobre la cumbre de las montañas

y se elevará por encima de las colinas.

Todas las naciones afluirán hacia ella

y acudirán pueblos numerosos, que dirán:

«¡Vengan, subamos a la montaña del Señor,

a la Casa del Dios de Jacob!

Él nos instruirá en sus caminos

y caminaremos por sus sendas».

Porque de Sión saldrá la Ley

y de Jerusalén, la palabra del Señor.

Él será juez entre las naciones

y árbitro de pueblos numerosos.

Con sus espadas forjarán arados

y podaderas con sus lanzas.

No levantará la espada una nación contra otra

ni se adiestrarán más para la guerra.

¡Ven , casa de Jacob,

y caminemos a la luz del Señor!

 

Palabra de Dios.




Se abre un resquicio a la esperanza con esta visión de restauración mesiánica y escatológica, en la que se subraya la centralidad universal de Jerusalén. Todos los pueblos acudirán a la ciudad santa no con ánimo belicoso para despojarla de sus riquezas, sino en son de paz, para escuchar la palabra del Señor y ser instruidos en su Ley. En contraste con la violencia y desolación que acompaña al pecado, la reverencia a Dios y el afán de vivir de acuerdo con sus disposiciones, la práctica de la justicia y el amor al prójimo conducen a la paz. La indumentaria bélica se transforma en aparejo de labranza y desarrollo. Estas palabras de Isaías que anuncian la intervención salvífica de Dios al final de los tiempos alcanzan su plenitud en el nacimiento de Cristo. Con Él se inaugura una época de perfecta paz y reconciliación.



 

SALMO RESPONSORIAL                                                    121, 1-2. 4-9

 

R¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la Casa del Señor»!

Nuestros pies ya están pisando

tus umbrales, Jerusalén. R.

 

Allí suben las tribus, las tribus del Señor,

según es norma en Israel,

para celebrar el Nombre del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia,

el trono de la casa de David. R.

 

Auguren la paz a Jerusalén:

«¡Vivan seguros los que te aman!

¡Haya paz en tus muros

y seguridad en tus palacios!» R.

 

Por amor a mis hermanos y amigos,

diré: «La paz esté contigo».

Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,

buscaré tu felicidad. R.

 

 



    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

8, 5-11

 

Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole: «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente». Jesús le dijo: «Yo mismo iré a sanarlo».

Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: "Ve", él va, y a otro: "Ven", él viene; y cuando digo a mi sirviente: "Tienes que hacer esto", él lo hace».

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos».

 

Palabra del Señor.




 Oración introductoria

Señor, yo tampoco soy digno de que entres en mi casa, por eso te suplico que esta oración me disponga para tu venida. Quiero que encuentres en mí un alma vacía de apegos y de preocupaciones superficiales, que esté abierta a acogerte y a vivir conforme a tu voluntad.

Petición
¡Ven Señor y renueva mi corazón!

Meditación del Papa Francisco

La Navidad no es sólo un acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita. La Navidad es algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe.

El Señor, en la palabra que hemos escuchado, se maravilló de este centurión: se maravilló de la fe que él tenía. Él había hecho un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!

Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante dejarnos encontrar por Él. (Cf. Papa Francisco, homilía en santa Marta, 2 de diciembre de 2013)

Reflexión
Jesús fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Ni la mujer cananea, ni el soldado romano eran parte del pueblo judío. Sin embargo, la voluntad de Jesús "sucumbió" tanto en uno como en otro caso ante la insistencia de la fe de estos paganos. ¡Qué extraño y maravilloso poder tiene la fe cuando es capaz de hacer cambiar hasta los planes de Dios! Y cuando además, la fe procede de la confianza y la humildad... ¿Qué no podrá lograr del omnipotente poder de Dios?

Jesús aprovecha la circunstancia del encuentro con el centurión para advertir a los judíos su falta de fe. La carencia de ella en éstos, en contraste con la fe de aquellos que no pertenecían al pueblo de la Alianza, se hacía aún más evidente. A nosotros, cristianos, nos puede suceder algo parecido cuando no valoramos la riqueza espiritual y los medios de salvación que conservamos en la Iglesia. Cuando sentimos que la rutina amenaza nuestra vida cristiana, o cuando permitimos que las angustias y los problemas de la vida vayan corroyendo la paz de nuestra alma.

Si la vivencia de los sacramentos no es asidua, si no nos mueve a crecer, a pedir perdón y a levantarnos; si ya no tenemos tan claro en nuestra mente y corazón que hemos sido llamados personalmente por el Señor a la plena felicidad; entonces, es quizás el momento de escuchar de nuevo las palabras que Cristo nos dirige.

 

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...