lunes, 29 de mayo de 2023

San Pablo VI

 




Juan Bautista Montini nació en Concesio, una pequeña ciudad de la zona de Brescia, el 26 de septiembre de 1897 en el seno de una familia católica muy comprometida política y socialmente. En otoño de 1916 entró en el seminario de Brescia y cuatro años más tarde recibió la ordenación sacerdotal en la catedral, y luego se trasladó a Roma para seguir los cursos de filosofía de la Pontificia Universidad Gregoriana y los de la Universidad Estatal, graduándose en derecho canónico en 1922 y en derecho civil en 1924.

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Los cinco minutos del Espíritu Santo

 






"Ven Espíritu Santo, limpia mi interior de todo residuo de resentimiento y de malos recuerdos.Concédeme recordar el pasado con serenidad, sin rencores ni tristezas, sin angustias ni temores.Mi seguridad está en tu amor y en tu fuerza que me abraza.No permitas que me debilite y me desgaste con faltas de perdón y resquemores.Arranca de mi interior todo deseo de venganza.Muéstrame, Espíritu Santo, que la venganza termina cayendo sobre mi propia vida y matando mi alegría y mi paz.Ayúdame a declarar libres a esas personas que de alguna manera me hicieron sufrir.Que yo no necesite hacerlos sufrir para sentirme bien.Derrama en mi interior tu compasión, coloca en mis ojos tu mirada compasiva, para que pueda recordarlos sin rencor y sin angustia.Libérame Dios mío, para que pueda respirar feliz y caminar sin ataduras interiores.Muéstrame que hay más felicidad en dar que en recibir, y que siempre es mejor vencer el mal con el bien.Ven Espíritu Santo.Amén."

📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia

 




Lectura de los Hechos de los apóstoles     1, 12-14

Después que Jesús subió al cielo, los Apóstoles regresaron entonces del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.

Palabra de Dios.



Pablo VI en el discurso de clausura de la tercera sesión conciliar, pidió, que «de ahora en adelante, la Virgen sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano como Madre de la Iglesia» De este modo –concluía el Papa Wojtyla– enunciaba explícitamente la doctrina ya contenida en el capítulo 8 de la Lumen Gentium, deseando que el título de María, Madre de la Iglesia, adquiriera un puesto cada vez más importante en la liturgia y en la piedad del pueblo cristiano. El Papa Francisco ha establecido que [esta Memoria] sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés. Esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos».

 



 

SALMO     Jdt 13, 18bcde. 19 (R.: 15, 9d)

R.
 ¡Tú eres el insigne honor de nuestra raza!

Que el Dios Altísimo te bendiga, hija mía,
más que a todas las mujeres de la tierra;
y bendito sea el Señor Dios,
creador del cielo y de la tierra. R.

Nunca olvidarán los hombres
la confianza que has demostrado
y siempre recordarán el poder de Dios. R.

 

 

 


 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.»
Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.



El discípulo la recibió en su casa


Entre las diversas escenas en las que aparece María a lo largo de los evangelios, la liturgia de hoy, en  su fiesta de Madre de la Iglesia, nos presenta dos, bien significativas.

Desde lo alto de la cruz, a punto de morir, Jesús entrega a su madre como madre del discípulo a quien amaba. Siempre se ha visto en este pasaje la entrega de María  como Madre de todos los seguidores de Jesús, como Madre de la Iglesia.

Pero no es un título solo honorífico. María ejerce realmente como Madre de la Iglesia, como Madre de todos nosotros, estando siempre dispuesta a escucharnos, a  escuchar todas nuestras palabras donde le podemos expresar las diversas situaciones y los diversos momentos por lo que atraviesa nuestra vida. Y ella, que es medianera de todas las gracias, está dispuesta a concedernos aquello que más necesitamos en nuestro caminar siguiendo a su hijo.

Sabemos que María, como buena Madre, siempre nos recordará la mejor actitud que podemos adoptar. Señalándonos a Jesús, como en las bodas de Caná, nos dirá “haced lo que él os diga”. Y con su presencia continua, siempre maternal, nos dará la fuerza para seguirle.

Cuando Jesús, después de muerto y resucitado, asciende a los cielos delante de sus apóstoles, estos vuelven a la casa donde habían estado y “perseveraban unánimes en la oración”. Y allí, con ellos, con la inicial iglesia, estaba también María la Madre de Jesús. Esta va a ser la actitud de María con todos nosotros, con los que formamos la iglesia. Siempre estará a nuestro lado, como buena Madre.

ManuelFray Manuel Santos Sánchez O.P.Convento de Santo Domingo (Oviedo)Enviar comentario al autor/a

domingo, 28 de mayo de 2023

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

 



 


 


Lectura de los Hechos de los Apóstoles

2, 1-11

 

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.

Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían:

«¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios».

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                         103, 1ab. 24ac. 29b-31. 34

 

R.    Señor, envía tu Espíritu

y renueva la faz de la tierra.

 

Bendice al Señor, alma mía:

¡Señor, Dios mío, qué grande eres!

¡Qué variadas son tus obras, Señor!

¡La tierra está llena de tus criaturas!  R.

 

Si les quitas el aliento,

expiran y vuelven al polvo.

Si envías tu aliento, son creados,

y renuevas la superficie de la tierra.  R.

 

¡Gloria al Señor para siempre,

alégrese el Señor por sus obras!

Que mi canto le sea agradable,

y yo me alegraré en el Señor.  R.

 

 

 


 

Lectura de la primera carta del Apóstol

san Pablo a los cristianos de Corinto

12, 3b-7. 12-13

 

Hermanos:

Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo.

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.

Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

 

Palabra de Dios.

 

 

SECUENCIA

 

Ven, Espíritu Santo,

y envía desde el cielo

un rayo de tu luz.

 

Ven, Padre de los pobres,

ven a damos tus dones,

ven a damos tu luz.

 

Consolador lleno de bondad,

dulce huésped del alma

suave alivio de los hombres.

 

Tú eres descanso en el trabajo,

templanza de las pasiones,

alegría en nuestro llanto.

 

Penetra con tu santa luz

en lo más íntimo

del corazón de tus fieles.

 

Sin tu ayuda divina

no hay nada en el hombre,

nada que sea inocente.

 

Lava nuestras manchas,

riega nuestra aridez,

sana nuestras heridas.

 

Suaviza nuestra dureza,

elimina con tu calor nuestra frialdad,

corrige nuestros desvíos.

 

Concede a tus fieles,

que confían en Ti,

tus siete dones sagrados.

 

Premia nuestra virtud,

salva nuestras almas,

danos la eterna alegría.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan

20, 19-23

 

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo:

«¡La paz esté con ustedes!

Como el Padre me envió a mí,

Yo también los envío a ustedes».

 

Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió:

«Reciban el Espíritu Santo.

Los pecados serán perdonados

a los que ustedes se los perdonen,

y serán retenidos

a los que ustedes se los retengan».

 

Palabra del Señor.




¡PENTECOSTES: UNA IGLESIA EN MARCHA!

1.- Podemos pensar que aquellos hombres a los que el Resucitado enviaba por aquellos mundos de Dios… eran distintos a nosotros.

Podemos pensar que todos, sin excepción, vestían el traje de la perfección

Podemos pensar que, al ser tan tocados y elegidos por Dios, no había ventana abierta para la duda ni para la desesperanza, para el pecado o la deserción.

Podemos pensar eso y llegar a equivocarnos con esa imagen idílica de lo que fueron y, tal vez, en algo no lo fueron tanto.

Uno, cuando entra en la Palabra de Dios, concluye que aquellos sobre los que el Espíritu descendía en aquel primer Pentecostés, estaban tan traspasados de dudas como actualmente lo podemos estar nosotros. Tan llenos de miserias como de contradicciones está poblada nuestra misma vida. Tan condicionados por las debilidades como nosotros inmersos y atacados por el vacío espiritual que lo invade todo y lo penetra todo. 2000 años después de aquel tiempo inaugurado por el Espíritu Santo, el tiempo de la Iglesia, seguimos con las mismas luchas y con los mismos condicionantes para vivir como testigos del Resucitado.

2.- Unos quieren vivir esa experiencia al margen de la iglesia. La ven como algo desfasado y cerrada en sí misma. Como que, hace tiempo, que dejó de escuchar la voz del Espíritu que le llama a la renovación personal y comunitaria.

Otros, aun siendo conscientes de sus limitaciones y traiciones al espíritu del Evangelio, la queremos porque sabemos que si la Iglesia fuese perfecta y santa al cien por cien… no tendríamos cabida en ella y, porque la sentimos tan nuestra, trabajamos, ponemos la crucecita en nuestra declaración de la renta, formamos parte diferentes grupos, movimiento o nos desvivimos hasta la muerte por lo que es grande en ella: JESUCRISTO

3.- Hoy, en Pentecostés, damos gracias a Dios por esta gran casa en la que todos tenemos un sitio y algo que ofrecer y realizar: LA IGLESIA.

-Una iglesia que se hace fuerte e irrompible cuando siente y se agarra a la comunión de hermanos en la misma fe y unidos por la misma esperanza

-Una iglesia que se lanza al futuro sin miedo alguno sabiendo que lleva entre manos la mayor riqueza que el mundo puede esperar: EL EVANGELIO

-Una iglesia que habla sin tapujos, sin vergüenza y que, precisamente por ello, su mensaje provocará chispas cuando puede más la sinrazón que el sentido común, la banalidad de las cosas que la dignidad humana, el personalismo más que lo comunitario, el cosmos más que el propio hombre.

-Una iglesia a la que no le importa mirar de reojo, pero con afán de superación, a los orígenes de su nacimiento. En aquel alumbramiento la comunión de bienes y el perdón, la fraternidad y la alegría, la valentía y la audacia para presentar a Jesucristo…rompieron esquemas y tradiciones, corazones y modos de vida.

-Unos hombres y mujeres que llamaban la atención y que fueron formando esa gran familia que ha llegado hasta nuestros días. ¿Por qué hoy nuestra iglesia brilla más por el esplendor de su riqueza artística que por el estilo de vida que muchos cristianos no llevamos dentro de ella?

4.- Pentecostés…a los cincuenta días entonces, y 2019 años después, es un soplo que nos viene bien para lanzarnos como iglesia a la conquista de ese mundo tan duro para entender y comprender, vivir y amar las cosas de Dios.

Pentecostés…con todo lo que la Iglesia ha sido y es, supone un abrir de par en par la creatividad de todo creyente para que el mensaje de salvación de Jesucristo no quede clavado en las cuatro paredes de una sacristía o adornando la belleza de un templo.

Pentecostés…con nuestras fatigas e incoherencias nos infunde aires nuevos y bríos nuevos, ganas e ilusión, compañía y fortaleza, honestidad y transparencia, vitalidad y ansias de conquistas para Dios.

 

Javier Leoz

www.betania.es


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