viernes, 31 de julio de 2020

Comunicado-Jefe-de-Gobierno-29-7-20


Comunicado Jefe de Gobierno 29-7-20 by parroquiasj on Scribd

Liturgia - Lecturas del día




Lectura del libro de Jeremías
26, 1-9

Al comienzo del reinado de Joaquím, hijo de Josías, rey de Judá, llegó esta palabra a Jeremías, de parte del Señor:
«Así habla el Señor: Párate en el atrio de la Casa del Señor y di a toda la gente de las ciudades de Judá que vienen a postrarse en la Casa del Señor todas las palabras que Yo te mandé decirles, sin omitir ni una sola. Tal vez escuchen y se conviertan de su mal camino; entonces Yo me arrepentiré del mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus acciones. Tú les dirás: Así habla el Señor: Si ustedes no me escuchan ni caminan según la Ley que Yo les propuse; si no escuchan las palabras de mis servidores los profetas, que Yo les envío incansablemente y a quienes ustedes no han escuchado, entonces Yo trataré a esta Casa como traté a Silo y haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra».
Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías mientras él pronunciaba estas palabras en la Casa del Señor, Y apenas Jeremías terminó de decir todo lo que el Señor le había ordenado decir al pueblo, los sacerdotes y los profetas se le echaron encima, diciendo: «¡Vas a morir! Porque has profetizado en nombre del Señor, diciendo: Esta Casa será como Silo, y esta ciudad será arrasada y quedará deshabitada».
Entonces todo el pueblo se amontonó alrededor de Jeremías en la Casa del Señor.

Palabra de Dios.


Uno de los momentos culminantes de la vida del profeta: delante del pueblo y de las autoridades, anuncia de parte de Dios que deben convertirse de sus malos caminos. Si no lo hacen, Dios permitirá la desgracia total y el Templo será destruido. La reacción es violenta. Como lo suele ser siempre ante la voz de un profeta auténtico, que no anuncia cosas agradables a los oídos del pueblo o de los jefes, sino lo que Dios le dicta en conciencia: « ¡vas a morir!». No es que un cristiano se tenga que dedicar a anunciar catástrofes ni malas noticias. Al contrario: un cristiano cree en la Buena Noticia y la difunde donde puede. La Buena Noticia es siempre que Dios tiene planes de salvación para todos. Dios no quiere, en principio, el castigo, sino que «se conviertan y vivan». Lo suyo es perdonar. Pero una Buena Noticia -como la amistad, como el amor- es exigente. Pide correspondencia, y un género de conducta coherente con los planes de Dios.




SALMO RESPONSORIAL                     68, 5. 8-10. 14

R.    ¡Respóndeme, Dios mío, por tu gran amor!

Más numerosos que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin motivo;
más fuertes que mis huesos,
los que me atacan sin razón.
¡Y hasta tengo que devolver lo que yo no he robado! R.

Por ti he soportado afrentas
y la vergüenza cubrió mi rostro;
me convertí en un extraño para mis hermanos,
fui un extranjero para los hijos de mi madre:
porque el celo de tu Casa me devora,
y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. R.

Pero mi oración sube hasta ti, Señor,
en el momento favorable:
respóndeme, Dios mío, por tu gran amor,
sálvame, por tu fidelidad. R.





   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
13, 54-58

Al llegar a su pueblo, Jesús se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados.
«¿De dónde le vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?»
Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia» .
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

Palabra del Señor



Reflexión

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, entre los más próximos. ¿Cómo recibimos nosotros a los profetas? ¿Cómo recibimos a los profetas de nuestra tierra, de nuestra familia, de nuestro lugar de trabajo?
            “Enséñanos a reconocer tu voz en las personas más cercanas”
            “Que sepamos acoger la verdad, venga de donde venga”

Si tratamos de decir la verdad, si denunciamos las injusticias, si anunciamos el Evangelio, recibiremos el mismo trato que recibió Jesús en su pueblo. ¿Estamos dispuestos?
            “Danos un Espíritu fuerte para ser fieles,
             para ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes,
             aunque no se entienda, aunque nos critiquen.
             Gracias por las personas que son capaces de dar la vida
             en la misión de anunciar tu Reino y luchar contra el mal”

jueves, 30 de julio de 2020

Liturgia - Lecturas del día



Lectura del libro de Jeremías
18, 1-6

Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: «Baja ahora mismo al taller del alfarero, allí te haré oír mis palabras».
Yo bajé al taller del alfarero, mientras él trabajaba en el torno. Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor.
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: «¿No puedo Yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? -oráculo del Señor-. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel».

Palabra de Dios.


Otro gesto simbólico. Después del cinturón de lino, ahora Jeremías expresa su mensaje al pueblo con la «parábola en acción» de su visita al taller de un alfarero. El alfarero, al moldear una vasija con barro, si no le sale como quería, vuelve a utilizar el mismo barro para otra que le salga mejor. La intención simbólica podría ser doble: - o se está diciendo a Israel que no juegue con Dios, porque podría muy bien elegirse otro pueblo que le responda mejor, - o se está acentuando que Dios tiene paciencia, como el alfarero, y si no le sale la forma que quería, vuelve a probar de nuevo con la misma arcilla. Todos somos, en manos de Dios, como el barro o la arcilla en las del alfarero. Nos trata personalmente, uno a uno. Somos originales, irrepetibles, sin clonación alguna. Pero ¿nos dejamos moldear según la imagen que él quiere, o le defraudamos?



SALMO RESPONSORIAL                                                    145, 1b-6b

R.    ¡Feliz el que se apoya en el Señor!

¡Alaba al Señor, alma mía!
Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista,
cantaré al Señor.  R.

No confíen en los poderosos,
en simples mortales, que no pueden salvar:
cuando expiran, vuelven al polvo,
y entonces se esfuman sus proyectos.  R.

Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
Él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.  R.




    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
       según san Mateo
13, 47-53

Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?»
«Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».

Palabra del Señor.
  
Reflexión

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús nos anuncia una buena noticia, una noticia cargada de esperanza para todos los hombres, pero también nos advierte de las consecuencias de una existencia vivida desde el egoísmo, desde la mentira, desde el pecado. Si vivimos así, sufriremos el horno encendido del sinsentido, de la desesperanza, de la tristeza...

miércoles, 29 de julio de 2020

Liturgia - Lecturas del día


Santa Marta




Lectura del libro de Jeremías
15, 10. 16-21

¡Qué desgracia, madre mía,
que me hayas dado a luz,
a mí, un hombre discutido y controvertido
por todo el país!
Yo no di ni recibí nada prestado,
pero todos me maldicen.

Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba,
tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón,
porque yo soy llamado con tu Nombre,
Señor, Dios de los ejércitos.

Yo no me senté a disfrutar
en la reunión de los que se divierten;
forzado por tu mano, me mantuve apartado,
porque Tú me habías llenado de indignación.
¿Por qué es incesante mi dolor,
por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar?
¿Serás para mí como un arroyo engañoso,
de aguas inconstantes?

Por eso, así habla el Señor:
«Si tú vuelves, yo te haré volver,
tú estarás de pie delante de mí,
si separas lo precioso de la escoria,
tú serás mi portavoz.

Ellos se volverán hacia ti,
pero tú no te volverás hacia ellos.
Yo te pondré frente a este pueblo
como una muralla de bronce inexpugnable.
Te combatirán, pero no podrán contra ti,
porque Yo estoy contigo
para salvarte y librarte -oráculo del Señor-.
Yo te libraré de la mano de los malvados
y te rescataré del poder de los violentos».

Palabra de Dios.


Encontramos de nuevo la audacia extraordinaria de la oración de Jeremías. Una oración interrogativa: ¿Por qué, Señor…? ¿Cómo puede ser? Frases que pueden parecer blasfemas, pero que también pueden llegar a ser el punto de partida de una nueva relación con Dios, más verdadera, mas purificada. La “noche” obscura”, para los místicos, es el punto de partida del “encuentro” mas perfecto. La duda puede  llegar a ser la cara obscura de la fidelidad, de la búsqueda que continúa. Señor, ayúdanos a vivir con la duda, como un aguijón que nos empuja a seguir buscándote.



SALMO RESPONSORIAL                                           58, 2-4. 10-11. 17-18

R.    ¡Tú eres mi refugio en el peligro, Señor!

Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
defiéndeme de los que se levantan contra mí;
líbrame de los que hacen el mal
y sálvame de los hombres sanguinarios. R.

Mira cómo me están acechando:
los poderosos se conjuran contra mí;
sin rebeldía ni pecado
de mi parte, Señor. R.

Yo miro hacia ti, fuerza mía,
porque Dios es mi baluarte;
Él vendrá a mi encuentro con su gracia
y me hará ver la derrota de mis enemigos. R.

Yo cantaré tu poder,
y celebraré tu amor de madrugada,
porque Tú has sido mi fortaleza
y mi refugio en el peligro. R.

¡Yo te cantaré, fuerza mía,
porque Tú eres mi baluarte,
mi refugio en el peligro,
Dios de misericordia! R.





    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
11, 19-27

En aquel tiempo:
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día».
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?»
Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo».

Palabra del Señor.

Reflexión

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Marta está rota por el dolor. La muerte de su hermano Lázaro le pesaba como una losa. Pero cuando se entera de que Jesús está llegando, sale para acogerlo.

En sus primeras palabras se mezclan la fe y el reproche: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.

En la conversación con Jesús, la fe va ganado la partida al reproche hasta que desaparece el reproche y brilla con toda su fuerza la fe: “Sé que resucitará en la resurrección del último día ... Señor, yo creo que Tú eres el Mesías que tenía que venir.”

A veces, cuando sufrimos no queremos saber nada de Dios. Sin embargo, María nos enseña a acercarnos a Dios, aunque sea para quejarnos. Tenemos que dar la oportunidad a Dios para que poco a poco transforme nuestro dolor en una fe más firme.

¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...