domingo, 31 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 21-27



Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía que ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá».
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino de los hombres».
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida  a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras».
Palabra del Señor.




¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Pedro es no quiere permitir que Jesús sufre. Es una reacción natural. Nadie quiere el sufrimiento. Sin embargo en el plan de Dios el sufrimiento por amor es camino de vida, de felicidad, de paz. Tenemos que asumir el sufrimiento cuando lo exija así el amor, tenemos que ayudar a que los niños y los jóvenes sepan asumir el sufrimiento por amor. Sin este sufrimiento no hay crecimiento.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

¿Dar la vida? ¿tomar la cruz? ¿para qué? ¿por capricho? ¿para machacarnos? No. Cristo dio la vida para que todos tuviéramos más vida, para recuperarla multiplicada. Cristo tomó la cruz para que todos pudiésemos gozar de la resurrección.
    "Gracias Jesús por dar la vida, para que tengamos vida"
    "Gracias por las personas que siguen tu ejemplo"
    "Ayúdanos a creer y a experimentar que sólo vivimos cuando damos la vida"

Señor, dame la valentía de arriesgar la vida por ti, el gozo desbordante de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar y pies para caminar al paso de las personas necesitadas; y entrega para “dar la vida” desde la vida, la de cada día.
Infúndenos, Señor, el deseo de darnos y entregarnos, de dejar la vida en el servicio a los débiles.
Señor, haznos constructores de tu vida, propagadores de tu reino, ayúdanos a poner la tienda en medio de la humanidad, para llevarles el tesoro de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu, para ser conducidos a dar la vida desde la cruz, desde la vida que brota cuando el grano muere en el surco.

sábado, 30 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-46

Jesús dijo a la multitud:
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

Palabra del Señor. 

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?  


Sólo quien posee la Sabiduría que procede de Dios podrá valorar adecuadamente el Evangelio y la Vida que Dios le ofrece.
Nadie vendrá a Cristo si no lo llama el Padre; nadie entenderá a Cristo si no es conducido por el Espíritu Santo. No basta descubrir, comprender a Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida. A aquel Escriba que le dice a Jesús: Muy bien, Maestro. Tienes razón al afirmar que Dios es único y que no hay otro fuera de Él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios, Jesús le indica: No estás lejos del Reino de Dios.
Mientras no seamos capaces de renunciar a todo y centrar, realmente, nuestra vida en sólo Dios, estaremos, permaneceremos, cerca del Reino de Dios, pero no entraremos en Él.
El Señor nos pide que seamos capaces de dejarlo todo y pertenecerle únicamente a Él; porque, de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su vida.
 

viernes, 29 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 17-29



En aquel tiempo:
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano». Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. Su hija, también llamada Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le aseguró bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?» «La cabeza de Juan el Bautista», respondió ésta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

Podemos poner a Herodes como un caso adelantado del juego de lo "políticamente correcto". Tenía que quedar bien. Había dado una absurda palabra en público. No quiso desairar a su corte. Y acabó haciendo algo que, en el fondo, no quería. !Qué triste vivir en desacuerdo con uno mismo!

Como contrapunto, Juan. Intento regir su vida desde la verdad. Hay una verdad de las cosas y una verdad sobre cada uno de nosotros. En lo profundo del corazón conocemos qué podemos ser, qué nos pide Dios, cuáles son las cosas por la que debemos luchar... incluso hasta poner en juego prestigio, tiempo, reputación, algo de dinero o... la vida?

Este evangelio nos enfrenta ante la coherencia de nuestras opciones, ante el valor con que defendemos la verdad, ante el testimonio que damos frente a los amigos y ante la denuncia que nos pide Jesús para desenmascarar la hipocresía de una sociedad de la imagen y la competencia. Que este evangelio nos despierte.





jueves, 28 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 24, 42-51



Jesús habló diciendo:
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor que piensa: "Mi señor tardará”, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Palabra del Señor. 


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio nos llama a estar en vela, con los ojos abiertos, con la fe despierta, para descubrir al Señor que nos trae la salvación, la paz...
Velar significa orar, estar atentos a las necesidades de las personas, atender a los sentimientos del corazón...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Somos administradores de los bienes de la tierra. No son nuestros. Son de Dios y no son sólo para nosotros, son para todos. Estamos llamados a distribuir la comida y todos los bienes recibidos.

Esta tarea no pertenece sólo a los grandes de la tierra. Todos podemos hacer algo, aunque sea poco. Podemos compartir, podemos colaborar en organizaciones que trabajen por unas relaciones justas entre todos los hombres y los pueblos, podemos presionar con el voto a los gobernantes para que solucionan problemas tan graves y vergonzosos como el hambre en el mundo...

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

miércoles, 27 de agosto de 2014

6 excusas débiles -pero no infrecuentes- que usan las parejas cristianas para romper su matrimonio

Aunque estas excusas son especialmente dañinas en ambientes cristianos protestantes, también los católicos en momentos difíciles pueden verse tentados a utilizarlas y dañados por ellas.

1. “Para empezar, nunca deberíamos habernos casado”
Para Grady(protestante), recurrir a esta frase es una huida del presente, de la realidad, y evitar madurar, abrir la puerta a una inmadurez de por vida. “Una vez eliges casarte debes admitir las responsabilidades de la vida adulta, debes crecer y aceptar las consecuencias de tus hechos”, afirma.

2. “Nuestras familias no se soportan, no se llevan bien”
“Supe hace poco del caso de un joven que llevaba dos años casado y había embarazado a su mujer y decidió dejar el matrimonio porque a sus padres nunca les había gustado su elección de esposa. Eso es ridículo. Un matrimonio no es entre familias, sino una relación única entre un hombre y una mujer. Génesis 2:24 explica que el hombre “dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer”. Las parejas casadas que permiten a los padres controlar su matrimonio van hacia el desastre”, escribe Grady.



3. “Nos hemos ido distanciando”
“Esta frase es una indicación de que vuestra conexión con el cónyuge está más basada en sentimientos románticos esponjosos que en un compromiso y alianza sólidos. A Satán le encanta dividir, y usará sospechas, desconfianzas, ira, acidez y palabras abusivas para crear un ambiente tóxico en tu casa. No deis esta oportunidad al demonio (ver Efesios 4,27) escuchando sus mentiras. Jesús puede reconectar lo que habéis dejado distanciarse”.

4. “Discutimos demasiado”
“Esta es una excusa tonta. Muchos matrimonios en la Biblia discutían con frecuencia, incluyendo a Abraham y Sara, nuestros padres en la fe. De hecho, discutir es más sano que enterrar las emociones, siempre que puedas resolver el conflicto y dejar que la ira se vaya rápido. Si tú y tu cónyuge discutís constantemente, podría ser un signo de que no gestionáis bien el estrés, o que uno o los dos necesitáis nuevas habilidades comunicativas. Encontrar un nuevo cónyuge no te servirá de nada si el problema está en ti”.

5. “Ir a asesoramiento y terapia no nos ha servido”
“Yo creo con firmeza en la asesoría y terapia matrimonial, y las parejas con problemas deberían acudir a ella siempre antes de hablar de separarse. Pero si tu matrimonio ha tenido dificultades durante años, tres sesiones de una hora no lo arreglarán de la noche a la mañana. Los consejeros matrimoniales no son magos. Tenéis que ser pacientes. Si vuestro matrimonio está en un caos, hará falta tiempo para arreglarlo. Sólo limpiar los escombros antes de empezar a reconstruir ya puede costar meses”.

6. “Dios me dijo que me fuera y me casara con otra persona”
“Un ministro de California se divorció de su esposa y se casó con otra mujer en apenas una semana porque ‘Dios lo dijo’. Es triste que echen la culpa a Dios de tal necedad. Si alguna vez crees que Dios te pide algo que claramente contradice la Biblia, estás bajo la influencia de un espíritu engañoso. Sé humilde, por favor, y pide ayuda inmediatamente”, comenta Grady.

“Si tienes problemas en el matrimonio y piensas que el divorcio es tu única opción, páralo todo y respira hondo. Ve despacio. Antes de empezar a correr con tu hatillo y de buscar excusas para tu huida, pide a Dios que te dé su consejo, y busca ayuda de amigos”, añade Grady.

Y concluye así: “el Amor del Padre y su misericordia pueden sorprenderte”.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 27-32


Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados:, hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas»! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!

Palabra del Señor. 



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Sepulcros blanqueados. Muy bonitos por fuera y llenos de podredumbre por dentro. Parecéis justos, pero estáis repletos de hipocresía y crímenes. Estas palabras también están dirigidas a cada uno de nosotros, que dedicamos mucho tiempo a cuidar nuestro aspecto y poco nuestro corazón, que buscamos más la belleza del cuerpo que la bondad del alma.
            “Señor, ayúdanos a reconocer nuestra hipocresía
             a descubrir la verdad de nosotros mismos.
             Perdónanos y cúranos.”

Asesinos de los profetas. Los profetas son testigos de la verdad, de una verdad que en muchas ocasiones nos resulta incómoda. Los profetas denuncian nuestro pecado. Resultan insoportables para nuestro orgullo.
Hay muchas formas de matar a los profetas. Se les puede condenar al silencio, se les puede acusar de reaccionarios o de revolucionarios (según convenga)...





martes, 26 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 23-26


Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.

Palabra del Señor. 



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los fariseos cumplen los preceptos más pequeños y descuidan los más grandes, filtran el mosquito y se tragan el camello. Otras personas dicen cumplir las importantes y descuidan las pequeñas, buscan la justicia y la paz en el mundo y sin embargo no cuidan los detalles sencillos que hacen la vida agradable a los demás.
¿En qué grupo te encuentras?

¿Cómo cuidamos nosotros el derecho, la compasión y la sinceridad?

Estemos en cualquiera de estos dos grupos, Jesús nos dirige las mismas palabras, llenas de sabiduría: “Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello”
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?






lunes, 25 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 13-22


Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno del infierno que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que dicen: "Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale"! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: "Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar". ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por Aquél que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por Aquél que está sentado en él.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Entrar en el Reino es sentir la cercanía del amor del Padre y el calor de la fraternidad. No entrar en el Reino es una tragedia. Sólo hay una mayor: no dejar entrar a los demás. Todos estamos llamados a entrar y a ayudar a otros para que puedan disfrutar de los dones del Reino.
¿Estoy entrando en Reino, o siempre lo dejo para más tarde?
¿Ayudo o estorbo a los demás para que entren en el Reino?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Los letrados y fariseos no cumplen la ley y, además, no lo reconocen. Es más: buscan y dan razones para convencer a los demás de que hacen lo que deben. A veces hacemos lo mismo: no reconocemos nuestros errores, después los justificamos y terminamos por criticar a los que actúan bien.

Jesús comprende los errores de las personas, pero no pacta con la hipocresía, con el fariseísmo. Por eso rezamos:

Señor, dame luz y fuerza para descubrir y librarme del fariseo que llevo en mi corazón:

Critico a los avaros, pero yo comparto sólo unas migajas y vivo al límite de mis posibilidades económicas.
Critico a los que cierran las fronteras, pero yo cierro mi casa, mi cartera y mi corazón a los que me necesitan.
Critico a los violentos, pero mis palabras y mis gestos, en demasiadas ocasiones, son agresivos.
Critico a autoritarios, pero también yo decido sin consultar, sin valorar las consecuencias de lo que hago.
Critico a los caprichosos, pero yo justifico todos mis excesos y acabo consiguiendo todo lo que se me antoja.
Critico a los que no cumplen con sus responsabilidades, pero también yo me dejo llevar por la pereza.
Critico a los que se alaban a sí mismos, pero a veces también yo busco la manera de publicar mis grandezas.
Critico…
En fin, Señor, Tú sabes y yo sé que en demasiadas ocasiones critico a los demás los fallos que yo también cometo.

Señor, dame misericordia para comprender los errores de los demás y ayudarles a mejorar; dame humildad para reconocer mis errores, y determinación y paciencia para superarlos.






domingo, 24 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-20



Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Ellas; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
Entonces, ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.
 
Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

¿Quién es Jesús? ¿Quién es Jesús para ti? ¿un maestro de vida? ¿un amigo al que acudo cuando lo necesito? ¿un hombre excepcional? ¿el Señor que conduce mi vida? ¿el salvador de mis miedos y mis pecados? ¿el Mesías, el Hijo de Dios, que revela el rostro del Padre? ¿el Amado?
No respondas sólo con la cabeza, responde también con la vida.

Piensa también ¿Quién debería ser Jesús en ti? ¿qué pasos tienes que dar para avanzar hacia ese ideal?

Damos gracias a Dios por el Papa, Sucesor de San Pedro, por su magisterio; pedimos por la Iglesia, para que crezca su unidad, en torno al sucesor de Pedro, el Papa, y de los apóstoles, los obispos.






sábado, 23 de agosto de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 23, 1-12



Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi maestro" por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El retrato de los letrados y fariseos tiene rasgos bien concretos:
-       no hacen lo que dicen,
-       lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente a los hombros,
-       no están dispuestos a mover un dedo para empujar
-       todo lo que hacen es para que los vea la gente
-       les gustan los primeros puestos, que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame "maestros”.
¿En qué te ves reflejado? Pedimos perdón.

Jesús nos muestra un ideal bien distinto.
-       no os dejéis llamar maestro
-       no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra
-       no os dejéis llamar jefes
-       el primero entre vosotros será vuestro servidor.
-       el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Y nos dice cual es el fundamento:
-       uno solo es vuestro Maestro y uno solo es vuestro Señor
-       uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

Señor, te doy gracias, porque me has llamado,
porque nos llamas a todos para formar una gran familia,
una familia en la que nadie domine a nadie,
una familia que respete y potencie el crecimiento de todos,
una familia en la que los pobres, los que están tristes, los fracasados,
los despreciados, los débiles se vean valorados
y sean escuchados y respetados y asistidos.

Nos llamas para rescatar a los perdidos,
para rebajar a los soberbios y prepotentes.
para que convocar a todas las personas a una gran fraternidad.

Te doy gracias, porque todos somos valiosos para ti,
por grande que sea o nos parezca nuestra debilidad.
Necesitas gente que no tenga miedo de ser débil.
que se deje llevar por ti día a día.
No quieres superhombres ni supermujeres,
porque no sabrían ser hermanos,
no sabrían compadecerse de los pequeños,
ni sabrían ser verdaderamente agradecidos.

Necesitas gente sencilla,
que conozca su propia debilidad
y así aprenda a sostenerse en mí y en los hermanos.
Si no somos débiles, ¿cómo podríamos recibir?
Si no recibiésemos, ¿cómo podríamos ser agradecidos?
Necesitas gente que sepa compadecerse de sus hermanos,
con respeto y sin engaños.

Ayúdanos a construir tu fraternidad,
a no creernos más que nadie,
a no despreciar, a no juzgar, a no condenar a nadie,
a creer en tu amor por cada persona.

Ayúdanos a no considerarnos menos que nadie
a no despreciarme y condenarme,
porque yo también soy obra tuya,
porque me aprecias y me amas con locura.

Señor, ayudarme a ser hermano,
Tú no quieres que sea ni señor ni esclavo de nadie.
Ayúdame a distinguir el mal del bien,
a no ser pasar de largo ante los problemas de la gente
No dejes que me cruce de brazos,
antes de llegar a dar la vida.

Señor, gracias por acordarte de mí y llamarme.
Cuenta conmigo, Señor, toma mi debilidad
Acompáñame y guíame cada día. Amén.






viernes, 22 de agosto de 2014

¡Feliz cumpleaños¡ Pbo. Juan Ramón Celeiro


Le desea la Liga de Madres de Familia de Avellaneda -Lanús

     Alto y glorioso Dios ,
ilumina las tinieblas de mis corazón
y dame fe recta ,esperanza cierta 
        y caridad perfecta,
sensatez y conocimiento ,Señor,
para hacer tu santo y 
veraz mandamiento.

Oración de San Francisco ,ante el crucifijo de 
San Damián 

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40


Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»

Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para responder a la pregunta de aquél fariseo, Jesús une dos textos perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas palabras del capítulo 6 del Deuteronomio: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un fragmento de Levítico 19,17: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra capacidad de amar a Dios.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

 




jueves, 21 de agosto de 2014

de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 1-14

Jesús se dirigió a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero éstos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: «Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas». Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren».
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. «Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?» El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: «Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes».
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Muchas veces pensamos que Dios sólo llama para complicarnos la vida. Sin embargo, la llamada de Dios es ante todo una invitación a participar en un banquete suculento, donde no falta ningún manjar.
            “Gracias Señor por dudar de tu generosidad”
            “Enséñanos a mostrar también la cara más amable de tu Evangelio”

En bastantes ocasiones reaccionamos como los senadores y sumos sacerdotes de la parábola. Ponemos excusas: soy demasiado joven, tengo mucho trabajo, tengo que preparar un examen, ahora me voy a casar, tengo que atender a mis hijos, ahora no tengo fuerzas... Encontramos excusas hasta debajo de las piedras. Pedimos perdón.

Y cuando acudimos a la llamada del Señor, ¿vamos con el vestido de fiesta? San Pablo nos recuerda cuál es el traje de gala del cristiano: “Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia... Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.” (Col. 3,12.14)

¿Cómo es tu traje de fiesta? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices? 

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...