viernes, 31 de octubre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 14, 1-6



Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de Él había un hombre enfermo de hidropesía.
Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido sanar en sábado o no?» Pero ellos guardaron silencio.
Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca enseguida, aunque sea sábado?»
A esto no pudieron responder nada.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En este evangelio Jesús muestra su poder, curando al enfermo, y su sabiduría, al hacer callar a los fariseos antes de que hablen.
            “Señor, haznos generosos y astutos, para hacer el bien”

Los fariseos tienen la tendencia de utilizar la ley para condenar a los demás y conocen todos los resquicios para cumplir la ley sin cumplirla. Jesús, en cambio utilizar la ley para hacer el bien y nunca se la salta en provecho propio, sólo cuando está en juego la vida de las personas. Se juega su fama (y su vida), por salvar, por dar vida a los que más sufren.

Jesús, Señor, hermano, amigo,
quiero arriesgar mi vida por amar, por servir, por liberar,
arriesgar contigo, siguiendo tu Evangelio.

No quiero ser conformista ni dejarme conducir
por criterios egoístas.
Quiero jugarme entero por la limpieza del alma,
por el amor verdadero,
por esa santa belleza del universo creado,
que nos confiaste a todos para su cuidado.
Y quiero ser caminante, peregrino,
creador humilde, criatura inteligente.

Escojo ir de la mano con los pobres de la tierra,
luchando por la justicia, por la paz de un mundo nuevo.
Te pido, Señor, tu Espíritu, soplo de tu alegría,
presencia de tu amor y fuente de mi energía,
Y la ayuda de tu Madre María,
mujer de esperanza, servidora creyente.
Amén.






jueves, 30 de octubre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 31-35



Se acercaron algunos fariseos que le dijeron a Jesús: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte».
Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, "a ustedes la casa les quedará desierta". Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan:
¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!»
 
Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El cerco en torno a Jesús se estrecha. Él se da cuenta, pero es fiel a su misión, aunque se da cuenta de que se aproxima su término. Sin embargo, nosotros, en muchas ocasiones, encontramos mil disculpas para dejar de ser fieles y evitar así el sufrimiento que prevemos.
            “Señor, haznos fieles, cura nuestra cobardía”

Cuantas veces Dios nos ha querido reunir, como la gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas. Sin embargo, no nos dejamos querer por el Señor que nos ofrece su ternura.
            “No te canses, Señor, de reunirnos”
            “Perdona y cura nuestra autosuficiencia”

Jesús, tú me dices con lágrimas en los ojos: -¡Cuántas veces he querido acompañarte, consolarte, amarte y darte fuerza; y no has querido! ¡Cuántas veces he querido acercarte y unirte a otros hermanos tuyos, que te necesitan y a los que necesitas; y te has quedado solo, aíslado!

Señor, sé que tú eres fuego y no me acerco a calentarme; sé que tú eres pan y no me acerco a saciar mi hambre; sé que tú eres paz y no me acerco a curarme de mis inquietudes; sé que tú eres alegría y prefiero quedarme a solas con mi tristeza... Prefiero hacer otras cosas y acercarme a otras personas, aunque sé que sólo tú puedes colmar el gran corazón que me diste.

Señor, que tus lágrimas me conviertan y sepa acercarme cada día a ti, sin prisa, con absoluta confianza, que sepa dejarme cuidar por ti, para vivir como un polluelo, seguro y feliz, bajo las alas de la gallina. Qué sepa acercarme cada día a las personas que necesitan de mí y a las que necesito para seguir adelante.





  

miércoles, 29 de octubre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 22-30


Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?»
Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos". Y Él les responderá: "No sé de dónde son ustedes".
Entonces comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y Tú enseñaste en nuestras plazas". Pero Él les dirá: "No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!"
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿Serán pocos los que se salven? Esta pregunta revela por una parte una preocupación por la salvación, una preocupación que en nuestros tiempos pocas personas tienen. Ni siquiera tenemos muy claro que es eso de la salvación. ¿Qué podemos decir de la salvación?
- La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.
- Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos gozar en plenitud cuando Dios termine nuestro peregrinar y lleguemos a nuestra verdadera patria.
- Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.
- Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la vida… No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por toda la eternidad

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

La siguiente oración nos puede ayudar a comprender y vivir el mensaje del Evangelio: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha.
Tengo rabia y Tú me dices que tengo que perdonar.
Tengo miedo y me dices que debo arriesgarme.
Tengo dudas y me dices que debo creer.
Estoy angustiado y me dices que me tranquilice.
Siento pereza y me dices que debo continuar.
Tengo proyectos y me dices que acepte los tuyos.
Tengo propiedades y me dices que sea mendigo.
Quiero seguridad y me dices que me fíe de tus promesas.
Quiero ser bueno y me dices que no es suficiente.
Quiero mandar y me dices que debo obedecer.
Quiero ser jefe y me dices que debo servir.
Quiero dar rodeos y vas directamente al asunto.
Quiero tranquilidad y me dices que vienes a cambiar el mundo.
Quiero violencia y me dices que sólo sabes dar paz.
Me preparo para escapar y me dices que debo ofrecer la otra mejilla.
Trato de enfriar las cosas y me dices que vienes a traer fuego a la tierra.
Quiero ser el más grande y me dices que debo ser el más pequeño.
Quiero permanecer anónimo y me dices que mi luz debe permanecer encendida.
Muchas veces no me apetece entrar por la puerta estrecha, pero es la única que me conduce a la felicidad más grande, a un mundo más justo y agradable para todos. Amén.






martes, 28 de octubre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 12-19


Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse sanar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre. La montaña y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias de Jesús y el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la amistad personal de Dios. ¿Qué dices a Dios?

Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir, para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el pecado... Para ser sacerdotes, laicos comprometidos, religiosos… ¿Qué dices a Dios?

Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad. ¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, tú llamaste a Abraham, a Moisés, a Samuel, a Jeremías...
a cada uno lo llamaste por su nombre.
Jesús, tú también llamaste a tus apóstoles por su nombre.

Y a mí también me llamas por mi nombre.
(dejo que resuene la voz de Dios en mi corazón, llamándome por mi nombre).
Me llamas por mi nombre, porque me conoces, me conoces mejor que yo mismo.

Conoces mi capacidad de amar, de trabajar, de entregarme, de escuchar y compartir;
esas capacidades que tú me diste y me ayudas a desarrollar,
esas virtudes que alegran tu corazón.

Conoces también mis miserias, mis egoísmos, mi individualismo,
el orgullo que me aparta de ti y los hermanos.
Conoces mi pobreza ¿y me sigues llamando?

Sí. Me amas tal como soy y cuentas conmigo.
Y me repites lo mismo que dijiste a San Pablo:
tu fuerza se muestra perfecta en mi debilidad.
A través de mi pobreza se hace presente la grandeza de tu amor.

Señor, ayúdame conocerme y amarme.
Dame fuerza para responder a tu llamada. Amén.
 





lunes, 27 de octubre de 2014

Información parroquial

El 22 de octubre se realizo en la Sección de liga de Madres  de Familia de la parroquia Nstra, Sra.del Rosario de Pompeya,
la Asamblea Seccional para el trienio 2015-2017.
Estuvo presidida por el Pbro .Cristian Ugarte ,presidenta de la sección Sra,Rosa Lator de Mastrocola y socias,también representantes de Comisión Diocesana de Liga de Madres de  Familia ,la presidenta Sra. Elida Aguilar de Zarazaga y la vicepresidenta Sra. Nora Colombo de Quesada.
Finalizo ,la asamblea con la misa de Acción de gracias presidida por el Prdo. Cristian Ugarte



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 10-17


Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al ver la, la llamó y le dijo: «Mujer, estás sanada de tu enfermedad», y le impuso las manos.
Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a la multitud: «Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no el sábado».
El Señor le respondió: «¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus cadenas el día sábado?»
Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que Él hacía.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no ha perdido su fuerza para curar de todo aquello que nos hace ir encorvados. ¿Qué dobla tu espalda? ¿la desesperanza, el egoísmo, la búsqueda insaciable de placer, de honores, de reconocimientos…? Pide al Señor que te cure.

La mujer al verse curada, glorificaba a Dios. A ti Dios también te ha curado de muchos males. ¿Los recuerdas? Glorifica, alaba, da gracias a Dios.

Bendice, alma mía, al Señor, desde el fondo de mi ser.
Bendice, alma mía, al  Señor, y no olvides sus muchos beneficios.
Bendice, alma mía, al Señor, porque él ha sido grande conmigo.
Bendice, alma mía, al Señor, porque ha llenado de paz mi vida.

El Señor te ha perdonado todas tus culpas; te ha limpiado.
El Señor te ha curado de todas tus dolencias; te ha sanado.
El Señor te ha sacado de lo profundo de la fosa; te ha liberado.
El Señor te ha puesto en pie después de la caída; te ha rescatado.

El amor del Señor, alma mía, es más alto que los cielos.
El amor del Señor, alma mía, es más grande que los mares.
El amor del Señor, alma mía, es más fuerte que las montañas.
El amor  del Señor, alma mía, es más firme que nuestras rebeldías.

Bendice alma mía, al Señor, por la ternura de sus manos.
Bendice, alma mía al Señor, que es más bueno que una madre.
Bendice, alma mía, al Señor, que él sabe de lo frágil de nuestro barro.
Bendice, alma mía, al Señor, que él comprende nuestro corazón enfermo.

Bendice, alama mía, al Señor, unida al coro de sus ángeles.
Bendice, alma mía, al Señor, en medio de la asamblea congregada.
Bendice, alma mía , al Señor, el único Dueño de la Historia.
Bendice, alma mía, al Señor, en todos los lugares de su señorío.

¡Bendice, alma mía, al Señor: alábale de todo corazón!
¡Bendice, alma mía, al Señor: su amor sin límites
merece nuestro canto!

(Salmo 102 actualizado)

  
Una vez más aparecen los defensores de la ley. Mejor dicho, entran en escena los que manipulan la ley para atacar a Jesús. Sin embargo Jesús no se acorbarda. La ley está al servicio del bien de las personas. Nada hay más valioso en el mundo que un ser humano






domingo, 26 de octubre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40



Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



Para responder a la pregunta de aquél fariseo, Jesús une dos textos perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas palabras del capítulo 6 del Deuteronomio: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un fragmento de Levítico 19,17: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.



Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra capacidad de amar a Dios.



Señor, que el amor inspire, sostenga y acompañe

todos nuestros pensamientos, deseos y acciones.



La inteligencia sin amor, te hace perverso.

La justicia sin amor, te hace cruel.

La crítica sin amor, destruye.

La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.

El éxito sin amor, te hace orgulloso.

La riqueza sin amor, te hace avaro.

La docilidad sin amor, te hace servil.

Compartir sin amor, te hace soberbio.

La verdad sin amor, te hace hiriente.

La autoridad sin amor, te hace tirano.

El trabajo sin amor, te hace esclavo.

La sencillez sin amor, te degrada.

La oración sin amor, te aísla.

La ley sin amor, te esclaviza.

La fe sin amor, te hace fanático.

El dolor sin amor, te trastorna.

La cruz sin amor, se convierte en tortura.

La vida sin amor, no tiene sentido.



Ayúdanos, Señor, a amar siempre,

a todas las personas y en todas las cosas.
 

sábado, 25 de octubre de 2014

13 verdades que nadie te dijo acerca del matrimonio y que te ayudarán a entender lo que te pasa

Nuestra sociedad nos prepara para el oficio más sencillo, pero, para el trabajo más complicado de la tierra, que es la convivencia en pareja y la educación de los hijos, la mayoría de nosotros acudimos sin ningún tipo de preparación.

Es más, la mayoría de nosotros emprende esta aventura con una mochila repleta de expectativas falsas, creencias irracionales y mitos y falacias que no se corresponden con la realidad.

Si se ofreciera a las parejas un manual de instrucciones y un curso prematrimonial apropiado, la tasa de divorcios, y consecuentemente el sufrimiento humano que acarrea para la pareja y los hijos, se verían considerablemente reducidos.

Tendemos a idealizar la relación de pareja, pero nadie se libra de las verdades que vamos a mencionar y cuando se presentan, es frecuente creer que algo marcha mal entre nosotros, nuestra pareja, o nuestra relación y si no estamos preparados puede dar al traste con nuestra relación. Es importante conocer de antemano todo aquello que puede ocurrir y que es perfectamente “normal”. De no hacerlo podemos magnificar, pensar que sólo nos pasa a nosotros y terminar convirtiendo en grandes problemas lo que son realidades a aceptar, sin renunciar a actuar para resolver aquello que esté en nuestra mano. En caso contrario se puede desencadenar una espiral de distanciamiento y ruptura que acabe en divorcio.

Aquí hay algunas verdades que nadie te dice sobre la vida en pareja, un mini-manual que te puede ayudar a entender lo que es normal y, ¡hasta necesario!, para que una relación prospere.

1. A amar y a convivir se aprende.
Nadie nace sabiendo. Necesitamos aprender a pensar en hacer feliz al otro en vez de medir lo que el otro hace por ti, a renovar la ilusión, a comunicarnos sin herir sus sentimientos, a dialogar, a negociar, a gestionar de forma constructiva nuestras emociones. Pero tampoco nos lo enseñan, a pesar de ser más importante para nuestra felicidad que las matemáticas o la asignatura que creas más relevante. Debería ser una asignatura obligada en el currículum académico.

En lugar de incluirlo en el aprendizaje da habilidades para la vida, la única información que recibimos es la que nos proporcionan la televisión y medios de comunicación, con su dosis de sexo deshumanizado, infidelidades y todo tipo de mitos y falacias acerca de lo que es el auténtico y generoso amor.

2. No confundas el verdadero amor con la pasión y la locura transitoria inicial. “Estar enamorado es una etapa de la relación que no dura para siempre”.
Estos fuegos duran entre dos y cuatro años. Las personas que sólo desean vivir este tipo de relación, se ven obligados a estar cambiando constantemente de pareja, experimentando con cada ruptura el dolor que conlleva y los periodos de soledad no deseada hasta que vuelve a aparecer una nueva pareja en el horizonte.

3. El amor crece con el tiempo y con esfuerzo.
Aprende a construir y mantener un amor. Compartimos la falsa creencia que si las cosas marchan bien es que estamos enamorados y si tenemos dificultades significa que no lo estamos; Otro error es creer que el amor es cuantificable y que siempre hay que tener el máximo y que toda la vida va a durar el amor o la pasión inicial.

La realidad es que el verdadero amor crece con el tiempo y con esfuerzo. Sí,¡¡con esfuerzo!!, aunque suene poco espontaneo y natural, ¡¡¡es así!!!. Tu relación de pareja es como un jardín que requiere atención y cuidado, y si lo abonas, lo riegas y arrancas las malas hierbas, florecerá durante toda la vida. En cuanto dejas de hacerlo tu relación puede empezar a agostarse.

4. No esperes que tu pareja satisfaga todas tus necesidades.
La única persona capaz de hacerte feliz y llenar tu vida eres tú mismo. No pretendas que el otro lo haga por ti. Y sólo si eres capaz, de satisfacer tus necesidades y vivir una vida plena, serás capaz de hacerle feliz al otro. Tu pareja también es el único responsable en lo que a su felicidad y a su vida concierne.

5. No siempre y en todo momento te vas a sentir atraído por tu pareja.
Aunque sabemos esto intelectualmente, cuando la falta de atracción aparece en el matrimonio, y va a aparecer seguro en un momento u otro, la gente piensa que ya se ha acabado. Los medios de comunicación nos bombardean constantemente con mitos y falacias acerca de lo que es el amor y la mayoría de la gente no tiene otra fuente de información. Una de las falacias más frecuentes que nos transmiten es que si no te siente tremendamente atraído por tu pareja, significa que estás con la persona equivocada.

La convivencia hace que veamos a nuestra pareja en situaciones muy diferentes – desde atractivamente vestida para un evento especial hasta desaliñada y con mala cara cuando se encuentra enferma. Incluso en el transcurso de un día o una hora, la atracción puede fluctuar, y eso es completamente normal. Saber esto puede ahorrarte mucha ansiedad innecesaria y ayudarte a normalizar y no alarmarte cuando no experimentas el momento más álgido de la atracción.Tu pareja no te va a gustar en todo momento y en toda situación y tú no le vas a gustar siempre.

Incluso habrá momentos en que tu pareja te ponga nervios@. No soportes sus bromas, su forma de reír. Esto es completamente normal entre los seres humanos cuando pasamos mucho tiempo con la misma persona. Aceptamos que esto sea así con nuestros amigos y nuestra familia, pero pretendemos que nuestra pareja nos debe de encantar en todo momento.

6. Los periodos de desamor forman parte del verdadero amor.
Una falacia muy frecuente es pensar: “Nos conocemos, nos enamoramos, y así viviremos felices para siempre.” Este modelo nos oculta una parte esencial: el desamor. Como uno de mis clientes me decía “Tuve que experimentar el desamor para aprender qué el auténtico amor abarca ambas cosas.” Esto es algo que nadie nos lo cuenta.

Y si no experimentas en estos momentos una etapa de enamoramiento, no significa que todo se ha terminado. Significa que puedes dedicar tiempo y energía a mejorar vuestra relación: compartir intereses, hacer cosas que os gustan juntos, viajar, hablar entre vosotros (siempre que sepáis hablar entre vosotros sin heriros, para lo cual es necesario ser hábil en habilidades de comunicación) para hacerle florecer de nuevo vuestra relación.

Incluso, si no experimentas una gran pasión, no significa que tu relación esté agotada o condenada al fracaso. Algunas personas lo experimentan con más frecuencia que otras, y no hay absolutamente ninguna correlación entre experimentar una etapa de enamoramiento y el éxito de una relación.

7. Ten presente que vais a atravesar alguna crisis, pero que puede ayudaros a crecer y fortaleceros como pareja.
Saberlo es la mejor forma de prepararse para ello, de que no te coja desprevenido. Forma parte de la vida. No pienses que todo se ha terminado, es el momento de poner a prueba vuestro amor y vuestras fortalezas.

8. No esperes a sentir para hacer. Primero viene el comportamiento y luego la emoción.
Lo que se no se utiliza se pierde pero no esperes a sentir deseo o afecto para implicarte en relaciones íntimas con tu pareja o para expresarle tu amor. Empieza a practicar ambas cosas y tu amor y tu anhelo por el otro crecerán como la espuma.

Hay momentos en que el estrés del trabajo y de la vida cotidiana, el cuidado de los niños pequeños o el cansancio emocional derivado de la educación de los hijos adolescentes ahogan ambos sentimientos. Pero no los dejes morir, busca espacios de encuentros, escapadas juntos y formas de reavivar ambas cosas.

9. El sexo es un acto sagrado de dar y recibir.
La falta de una adecuada educación emocional y sexual es otra carencia de nuestro currículum. Aprendemos de los medios de comunicación, los compañeros, y ahora, cada vez más, de la pornografía, que el sexo es algo que se utiliza para obtener la propia satisfacción, la aprobación o la seguridad. La sexualidad sana no es ninguna de esas cosas. El sexo es una expresión de amor, un acto de conexión donde se practica el arte y habilidad de dar y recibir.

10. El matrimonio es un crisol diseñado para ayudarte a crecer.
El matrimonio no es “felices para siempre”, no es el final del camino, el lugar de descanso de la felicidad eterna. El matrimonio es uno de los caminos más desafiantes y gratificantes que podemos acometer los seres como humanos.

Es la oportunidad diaria de desarrollar la mejor versión de nosotros mismos, el amor, la generosidad, el sentido del humor, la inteligencia emocional, la compasión, el perdón… y muchas otras virtudes con las que no nacemos.

Tristemente tampoco nos lo enseñan, pero la gran noticia es ¡que las podemos aprender! y convertir así nuestra vida en una aventura apasionante. No renuncies a ello. Es la mejor forma de VIVIR. No te conformes con pasar por esta vida sobreviviendo dentro de la mediocridad.

11. Los modelos que has tenido para la convivencia en pareja influyen en tu forma de relacionarte en la misma.
Si tuviste la fortuna de crecer en un matrimonio saludable, es mucho más probable que hayas aprendido de forma natural los principios y acciones necesarias para el éxito del matrimonio.

Pero si fuiste testigo de un matrimonio caracterizado por las críticas, disputas, enfados, resentimiento, o mal trato físico y verbal tendrás que luchar para dejar atrás esos malos aprendizajes y hacerte con otros que te ayuden hacer de tu relación un éxito. No te desanimes. Todo es posible. No eres el único. Mucha gente como tú se enriquece cada día aprendiendo y mejorando.

No es un trabajo fácil, pero sólo porque exige esfuerzo no significa que estás con la persona equivocada.

12. La vida con los niños pequeños es muy agotadora y con los adolescentes muy estresante.
Tener hijos es una de las cosas más maravillosas que puedes hacer. Es una inversión para el futuro. Pero, ¡¡¡hay que saberlo!!! es una fuente de estrés y desavenencias incluso en el mejor de los matrimonios.

Resulta un pequeño milagro que las parejas jóvenes sobrevivan, hoy día, a la crianza, debido a las exigencias de tiempo y esfuerzo, al cansancio físico y emocional que genera, y las piruetas que hay que hacer para satisfacer las necesidades de la pareja.

Saber esto puede ayudarte a resistir estos años difíciles, mientras no te olvides que todo acaba pasando, y de lo importante que es encontrar el tiempo para cuidar vuestra relación como pareja.

Pertenecer a un grupo de matrimonios de apoyo y autoayuda o asistir a una Escuela de Padres puede ser un recurso maravilloso para aprender cómo otros afrontan los mismos problemas, para normalizar lo que os ocurre y ver que no estáis solos.

13. En algún momento de tu vida matrimonial va a aparecer otra persona por la que te sientas atraid@.
A la mayoría de la gente le ocurre. ¡Deberían advertírnoslo! Y cuando ocurra no pienses que es que tu matrimonio falla o te has equivocado de persona. Simplemente te has sentido atraído por otra persona, lo que demuestra que estás vivo y eres un ser humano.

Existe un peligro de que esto suceda con personas que tratamos habitualmente (compañeros de trabajo o de alguna otra actividad). Cuando notes que esto acontece, no te dejes arrastras por esa nueva persona, no abras una ventana y dejes que se cuele (no le cuentes tus problemas, limítate a las relaciones profesionales y si es necesario frecuéntala menos, dedica tiempo a tu pareja y renovar vuestra relación), levanta un muro, si no cuando menos te lo esperes te sentirás atrapad@. No te engañes pensando que tú lo controlas, no pienses que como tienes una buena relación, no va a pasar. Ocurre a pesar de tener un buen matrimonio.

Pero si sigues cultivando una relación con esa persona, sin darte cuenta pasará a ser el foco prioritario de tu interés y tu pareja de siempre perderá puntos.

Después de leer todo esto pensarás que ¡¡¡a ver quién es el guapo que se casa!!!. Si las mariposas en el estómago no duran para siempre, si además tener una buena relación exige esfuerzo y trabajo, si los hijos te cansan física y emocionalmente, entonces… ¿qué gano?

Puedes ganar muchas cosas. ¿Sabías que la gente casada es más feliz, vive más tiempo, tiene menos enfermedades y envejece mejor que la gente soltera, viuda o separada?

Además, según las investigaciones, estas ventajas son propias del matrimonio. Cohabitar, parece ser que no produce los mismos resultados. En algunos casos la convivencia no va unida a un compromiso, lo que puede significar “nadar y guardar la ropa”.

El compromiso parece importante. Cuando aparecen las crisis, es más probable que se traten de solucionar. Y no descartar la convivencia con esa pareja por la mera aparición de problemas.

En la simple cohabitación, es frecuente que ante la aparición de problemas “normales” en cualquier relación, se interprete como que la relación no funciona y se rescinda la convivencia.

Todas estas cosas de las que hemos hablado, seguramente te van a ocurrir en algún momento.

Y no son indicativas de que te has equivocado de pareja o que tú matrimonio no funciona.

Son experiencias normales. Aprovéchalas para invertir en mejorar, regar, abonar tu relación, aprender de las dificultades y crecer con las crisis como persona y cómo pareja.

Pero si ves que solo no puedes, acude y pide ayuda a un buen consejero matrimonial.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 1-9



En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él respondió:
«¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».
Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Entonces córtala, ¿para qué malgastar la tierra?" Pero él respondió: "Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás"».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

       Jesús no se cansa de hablar de la bondad de Dios. Pero no nos engaña. Habla claro. Nos advierte. Podemos perder la vida si no acogemos su salvación, si no damos frutos, si lo rechazamos, si vivimos de espaldas al hermano, si dejamos la conversión para mañana... Muchas veces vivimos como si esta posibilidad no existiera. ¿Eres consciente? ¿Qué le dices a Dios?

            A veces hasta los cristianos pensamos que los accidentes y las enfermedades son un castigo de Dios por nuestros pecados. No es cierto. Jesús lo ha dejado claro: ¿pensáis que los que fueron aplastados eran más culpables que el resto? Os digo que no.

Aquí estoy, Señor, delante de ti,
con mi presente y con mi pasado a cuestas;
con lo que he sido y con lo que soy ahora;
con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;
con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.
Te doy gracias por el amor con el que me has amado,
y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallos.

Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,
por muy bueno que me juzgue a mí mismo,
tengo mucho que cambiar en mi vida,
mucho de qué convertirme,
para ser lo que Tú quieres que yo sea,
lo que pensaste para mí cuando me creaste.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que Tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;
para que todo en mi vida gire en torno a Ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,
de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,
hasta el último instante de mi vida en el mundo,
para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.







Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...