jueves, 31 de julio de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 10-17

Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Por qué le hablas a la multitud por medio de parábolas?».
Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:

"Por más que oigan, no comprenderán,
por mas que vean, no conocerán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido,
tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos,
para que sus ojos no vean,
y sus oídos no oigan,
y su corazón no comprenda,
y no se conviertan,
y Yo no los sane".
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.

 ¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?


Jesús no es un pedante que se dirija con palabras técnicas al pueblo sencillo que le escucha. Él amolda el anuncio del Evangelio a la cultura de quienes le siguen. Con ejemplos tomados del mismo trabajo de sus oyentes trata de hacerles entender el Reino de Dios, el amor misericordioso del Padre y el amor que nos tiene hasta el extremo.
Nadie puede decir que no entendió y que por eso no pudo darle una respuesta adecuada al Señor. Siendo tan inculturado el anuncio de la Buena Noticia, quien lo desprecie, quien tape sus oídos para no oír, y cierre sus ojos para no ver, será responsable de su falta de fe y de su propia condenación. Jesús es el Evangelio viviente del Padre ¿lo hemos aceptado en nuestra vida? si es así, seremos dichosos, pues nuestra vida y nuestros sentidos estarán abiertos para hacer nuestra su vida, nuestro su camino y nuestra su misión.
 

miércoles, 30 de julio de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-46


Jesús dijo a la multitud:
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cada persona tiene su forma de valorar lo que tiene y lo que no tiene:
-          Hay cosas que no nos gustan
-          Otras nos parecen buenas sin más
-          Nos gustaría tener algunas
-          Hay cosas por las que estamos dispuestos a hacer un esfuerzo
-          Finalmente, hay tesoros, por los que estaríamos a dar todo lo que tenemos.
¿Qué lugar ocupa en tu corazón y en tu vida la fe, la oración, el compromiso por los necesitados, la comunidad cristiana, la familia...? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

            “Señor, hazme descubrir el valor de la amistad que me ofreces,
             inclina mi corazón a las cosas que de verdad son importantes
             no dejes que entregue mi vida a causas que no merezcan la pena.
             Gracias por el tesoro de la fe, de la oración, de la amistad...
             Hazme capaz de darlo todo por la perla preciosa del Evangelio”






martes, 29 de julio de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 11, 19-27

En aquel tiempo:
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas».
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».
Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día».
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?»
Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?  


 "Es muy distinto profesar: creo en la resurrección de los muertos, que confesar que Jesús es la resurrección y la vida; y, a partir de esa confesión llegar a la profesión más profunda de la misma fe: Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Jesucristo ha de ser buscado no sólo para que remedie nuestras necesidades temporales, como la pobreza, la enfermedad o aquello que nos oprima, angustie o entristezca. Nuestra relación con Él nos ha de conducir a una fe verdadera y profunda, aceptando entrar no sólo en amistad, sino en una auténtica comunión de vida con Él. Aceptarlo como la Vida que nos hace comprometernos a ser signos de vida, portadores de vida, trabajadores esforzados a favor de la vida, nos debe hacer confesar su Nombre no sólo con los labios, sino con el testimonio de una existencia que no se deje dominar por ningún signo de maldad ni de muerte, ni permita que los signos de muerte dominen el corazón de las personas. A pesar de que tengamos que experimentar la muerte, sabemos que ésta no tiene la última palabra, sino la Vida, que es Cristo, vencedor del pecado y de la muerte. Unirnos a Cristo nos hace signos de la Vida, de la Resurrección y de su Espíritu que nos renueva día a día para que la corrupción no nos destruya ni vayamos destruyendo, sino construyendo el Reino de Dios. Al final, si permanecemos fieles al Señor será nuestra la Vida eterna, junto a Él a la diestra de Dios Padre. "

lunes, 28 de julio de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 31-35



Jesús propuso a la gente esta parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas».
Después les dijo esta otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
"Hablaré en parábolas,
anunciaré cosas que estaban ocultas
desde la creación del mundo".

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Mucha gente cree que para cambiar el mundo se necesita dinero y poder. Jesús nos presenta otro camino en este evangelio, un camino más humilde, pero a la larga más eficaz:
-          Jesús confía en los pequeños compromisos, en los pequeños gestos para que el mundo cambie.
-          Tenemos que sembrar el campo del mundo, de la familia, de la Iglesia, de la economía, del mundo laboral... sin olvidar el campo de nuestro corazón
-          Pero no se puede sembrar cualquier semilla, no se puede echar cualquier sustancia en la masa. Nuestra semilla es el Evangelio, nuestra levadura es el amor.
-          Hay que tener paciencia. Hay que esperar. La pequeña semilla de mostaza no se convierte en un gran arbusto en un día. La levadura no fermenta la masa en un minuto.

¿Qué puedes semillas siembras o podrías sembrar en los ambientes en los que se desarrolla tu vida? ¿Qué te dice Dios ¿Qué le dices?






domingo, 27 de julio de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-52



Jesús dijo a la multitud:
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
«¿Comprendieron todo esto?»
«Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En la vida tenemos dos opciones fundamentales:
-          Buscar el tesoro escondido, vender todo lo que tenemos y comprar el tesoro... y ser felices (buenos peces)
-          Vivir la vida sin inquietudes, no luchar por nada, no renunciar a nada... y ser unos desgraciados (malos peces)

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?



                                

sábado, 26 de julio de 2014

Feliz Día a los Abuelos


Un testimonio para reflexionar


Hace poco, el portal de Internet "Análisis Digital”, del arzobispado de Madrid, reprodujo un artículo titulado "Debería estremecernos” escrito por César Valdeolmillos Alonso, columnista de la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE) y del diario Siglo XXI, cuyo texto completo AICA desea consignar con el propósito de colaborar en la reflexión con motivo del Día del Abuelo y del anciano.
Debería estremecernos...…
"Hace unos días escuché decir al presidente de Canarias, que en los hospitales de su comunidad autónoma había 400 camas ocupadas por personas mayores a las que se les había dado el alta clínica y a las que sus familiares no iban a recoger.
"He de confesar que en principio no di crédito a estas declaraciones. Pensé que se trataba de una estrategia política para conseguir más recursos del Estado. Lamentablemente la noticia fue confirmada más tarde por personal facultativo. ¡No me lo podía creer! La información ponía de manifiesto tal indignidad, me conmovió tan intensamente, que sentí vergüenza de pertenecer al género humano.
"Pero el problema no quedaba ahí. Interesado en el tema seguí investigando y averigüé que en los períodos vacacionales, feriados puentes y festividades señaladas como Semana Santa y otras, se produce en los hospitales un considerable aumento de ingresos de personas mayores.
Ante esta realidad me vino a la mente la frase que de pequeño tantas veces había escuchado a los mayores: Un padre, una madre, es para diez hijos y diez hijos no son para un padre. Siendo pequeño, nunca llegué a entender su significado. Hoy me avergüenzo al constatar el significado de tan lacerante aguafuerte. Y pienso en la tristeza, en el inmenso vacío que en su alma tienen que sentir esos padres y, sobre todo, esas madres, que habiendo entregado su vida a sus hijos, que habiéndose privado muchas veces de lo imprescindible para que nada les faltase, hoy ellos se desentienden, miran hacia otro lado y resulta que a todos les es materialmente imposible atender a sus padres ancianos. En el mejor de los casos los soportan unos cuantos días en cada casa y a regañadientes.
"Ellos se sacrificaron para que sus hijos lo tuvieran todo; ahora no son merecedores de nada; estorban; son un incordio; solo causan molestias y problemas con sus manías que resultan insoportables. Por eso tienen que andar con la maleta a cuestas de casa en casa cada mes. Como decía la antigua copla: "…son como la falsa "monea”, que de mano en mano va, y ninguno se la "quea”.
"¡Qué paradoja! Como la falsa "monea” y ninguna tan auténtica.
"Dicen que los mayores se vuelven muy absorbentes. ¿Porque se niegan a ser un mueble y reclaman estar con todos y no aislados en otra habitación? Ellos quieren seguir siendo un miembro activo más de la familia; que se les tenga en cuenta, poder opinar y dar su parecer. Se niegan a ser ese objeto que no nos atrevemos a tirar, pero que no sabemos qué hacer con él, ni dónde poner.
"Cuando nosotros éramos bebés, nuestros padres nos mostraban al mundo con gozo y contento. Hoy nosotros nos avergonzamos de ellos y de sus carencias y procuramos ocultarlos a los ojos de los demás.

"Si pensásemos menos en nuestro propio disfrute y solo un poco en todo lo que ellos nos han dado, nos detendríamos un instante en nuestra delirante búsqueda de una falsa felicidad, les miraríamos a los ojos y en ellos veríamos una desesperada súplica de comprensión, de cariño y de ternura. Esos ojos que amorosamente acunaron nuestro sueño; esos ojos que tantas noches velaron con entrega y angustia nuestra enfermedad; esos ojos que hoy con ansiedad nos demandan unas migajas de cariño y veríamos cómo nos dicen: "Mira como me encuentro… te entregué todo lo que era… mi juventud… mi energía… mi vida… todo mi ser… Hoy… ya no puedo evitar ser lo que soy… Sé que la vida ha pasado para mí; no tengo la culpa de que el tiempo me haya convertido casi en un despojo… por favor, no me rechaces… no me eches de tu vida… no me apartes a un lado del camino… sin ti, ya no me puedo valer… yo te sigo llevando en mi corazón… perdóname si alguna vez no fui como tú esperabas que fuese… no me des la espalda… dame tu mano y ayúdame…”.   

Santos Joaquin y Ana Padres de la Santísima Virgen



El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos. Entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre significa Gracia) "se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones". Un ángel se le apareció y le dijo: "Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo". A su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Dios. Esta narración se parece mucho a la de la concepción y el nacimiento de Samuel, cuya madre se llamaba también Ana ( I Reyes, I ). Los primeros Padres de la Iglesia oriental veían en ello un paralelismo. En realidad, se puede hablar de paralelismo entre la narración de la concepción de Samuel y la de Juan Bautista, pero en el caso presente la semejanza es tal, que se trata claramente de una imitación.
La mejor prueba de la antiguedad al culto a Santa Ana en Constantinopla es que, a mediados del siglo VI, el emperador Justiniano le dedicó un santuario. En Santa María la Antigua hay dos frescos que representan a Santa Ana y datan del siglo VIII. En 1382, Urbano VI publicó el primer decreto pontificio referente a Santa Ana; por él concedía la celebración de la fiesta de la santa a los obispos de Inglaterra exclusivamente. La fiesta fue extendida a toda la Iglesia de occidente en 1584.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 24-30


Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?».

Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo».
Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El trigo y la cizaña conviven en el mismo campo, en la misma espiga, y a veces hasta en el mismo grano. En esta tierra nadie es trigo puro o pura cizaña. Por eso, no conviene actuar con precipitación, no sea que queriendo arrancar la cizaña, arranquemos también el trigo. Pero no todo da lo mismo. Al final la cizaña se quemará y el trigo se recogerá en el granero.

Nosotros, cada uno de nosotros somos ese campo en el que Dios siempre la semilla y el enemigo la cizaña. El campo nada puede hacer para librarse de la cizaña, nosotros, en cambio, podemos acercarnos al sembrador de trigo o al de cizaña.

A veces somos cizaña, sembradores de cizaña en nuestros ambientes. Y estamos llamados a ser trigo, el trigo que Dios siembra en el campo del mundo.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

            “Haznos pacientes, Señor,
             concédenos acoger de buen grano el trigo de tu amor
             y evitar la cizaña de que nos empobrece y separa.
             Haznos ser trigo bueno que de buenos frutos
             para la cosecha de la vida eterna”






viernes, 25 de julio de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 20, 20-28


En aquel tiempo:
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.
«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?»
«Podemos», le respondieron.
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes los ha destinado mi Padre».
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Santiago y su hermano se acercan a Jesús acompañados por su madre, buscando honores y privilegios. Sin embargo, el Señor les va cambiando el corazón, poco a poco descubren que ser grande y ser servidor es lo mismo y que el mayor título de un seguidor es dar la vida como el Maestro.
            “Señor, a veces te seguimos buscando sólo ventajas
             cambia nuestro modo de pensar
             y haznos buenos seguidores tuyos.”
             
No sabemos porque se enfadan los otros discípulos. Quizá ellos estén buscando lo mismo que los Zebedeos, aunque no se atrevan a expresarlo. En todo caso, esa no es la actitud adecuada, el que está equivocado necesita comprensión y paciencia. Sólo así podrá cambiar.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Santiago, como todos los apóstoles, es mensajero del Evangelio. Según dice la tradición, evangelizó España, en medio de toda clase de dificultades. Hoy es un buen día para dar gracias a Dios por el tesoro del Evangelio, anunciado por Santiago y por los cristianos que tomaron y transmitieron la antorcha de la fe hasta llegar a nosotros, una antorcha que tenemos que seguir transmitiendo.        








jueves, 24 de julio de 2014

Familia moderna... de 18 hijos: ¿cómo hace?‏

A Rosa Pich le gusta citar el dicho catalán que dice “si vols estar ben casat, busca-la en el veïnat” (si te quieres casar bien, búscala en el vecindario). Sin embargo, a esta barcelonesa no le fue nada mal casarse a los 23 años con un vecino de Cantimpalos. Dan fe de ello sus 16 hijos. Los Postigo Pich forman la familia numerosa con más hijos escolarizados de España.
Aunque no se acaba de sentir cómoda con el interés mediático que suscita su caso, necesita contarle al mundo que existen, “mucha gente no se lo cree, pero nosotros hemos dicho sí a la vida” afirma
¿He oído bien? Usted tiene 16 hijos.
18. Dos de ellos murieron siendo bebés. Nacieron con una malformación cardiópata severa. Donamos sus corazones a la ciencia. Hemos dicho sí a la vida y a la ciencia. El día que me vaya al cielo, descubriré por qué Dios se los llevó. Debió ser muy duro. Los médicos nos recomendaron no tener más hijos. ¡Pero nosotros queríamos tener una familia numerosa!
¡Su deseo se cumplió!
Así es, porque la decisión de tener cada uno de nuestros hijos ha sido de mi marido y mía: nadie, ningún sacerdote, familiar, o congregación, nos ha dicho cuántos hijos teníamos que tener.
¿De qué ha dependido cada una de las decisiones?
Hemos tenido en cuenta las condiciones psicológicas, físicas y económicas de cada momento.
No quiero pensar su presupuesto mensual en comida…
Hago la compra por Internet mensualmente y le aseguro que no gasto más que una familia con tres o cuatro hijos. Compro marca blanca. Y mis hijos saben que en casa no hay coca-cola, ni carne de primera, ni pescado fresco, solo atún enlatado. Eso sí: el chico de reparto del supermercado coloca en la despensa cada mes 240 litros de leche y 1.300 galletas María.
¿Siguen una dieta equilibrada?
Mis hijos comen en el colegio y están bien alimentados. En casa sólo se cena y se desayuna leche, y pan con mermelada o embutidos.
Siguen sin salirme los números.
Un kilo de pasta cuesta 50 céntimos. Lo mismo que un sobre de sopa. Le aseguro que no llego a los mil euros mensuales. Mis amigas me piden que le ayude a hacer los menús, además de explicarles cómo organizo la casa, las tareas de los chicos, los armarios…
¿Cómo organiza las cenas?
En dos turnos. Los de la primera comunión para abajo cenan primero y los mayores después. Entre medio, rezamos el Rosario.

¿Es usted muy religiosa?
En nuestra familia no contamos dos más dos, sino dos más dos, más Dios. Tenemos una fe vivida. Dios existe. Creemos en un padre que está en el cielo y tenemos la necesidad de comunicarnos con él, de contarle nuestras ilusiones y preocupaciones. El hombre es un ser de alma y cuerpo, por tanto espiritual.
¿Cree que hay una crisis de creencias?
La gente pone el dios en el Barça, en el dinero…
¿Cómo son sus hijos?
Movidos, gamberros, divertidos y deportistas. Están acostumbrados a pelearse, a convencer al otro para que juegue con ellos, a solucionar conflictos, a trabajar hábitos, a preocuparse por los demás. Ser miembro de una familia numerosa te obliga a ocuparte de los demás, porque siempre hay un hermano que necesita ayuda, tiene alguna dificultad. ¡Mis hijos están preparados para dirigir multinacionales!
¿Cómo se organizan entre ellos?
Cada oveja con su pareja. Cada uno de los mayores tiene asignado un pequeño y se encargan de resolver sus problemas: les ayudan con sus deberes, con la lectura, con el baño, si necesitan material del colegio se lo consiguen… Todos van al colegio andando desde los tres años y tienen su pequeño encargo. Yo trabajo por las mañanas, así que a las siete de la mañana salgo de casa. Por las tardes juego con los pequeños y a partir de las siete atiendo dudas hasta la hora de cenar.
Contará con alguna asistenta…
Sí, ella se encarga de la limpieza y del baño de los más pequeños. Trabaja de ocho a ocho. Pero los niños se encargan de hacerse la cama y si no se la hacen, peor para ellos.
¿Qué consejos les da a sus hijos?
Tanto mi marido como yo venimos de familias numerosas (14 y 16 hermanos, respectivamente). Hemos pasado de la litera de cuatro alturas a la cama de matrimonio. Si nuestros amigos tenían juguetes, nosotros teníamos hermanos. Y les hemos enseñado a nuestros hijos a ser felices así.
¿Nunca le han dicho que traer tantos niños al mundo es una irresponsabilidad?
La pregunta no es qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos, sino qué mundo nos van a dejar ellos a nosotros. Hay que cambiar el chip porque pienso que tal como están las cosas, van a tener muchas oportunidades. Mis hijos van a buenos colegios, así que humanamente hablando estarán preparados para sacar el país adelante. Yo siempre les digo que son ellos los que nos van a sacar de la situación que vivimos. Por otro lado, yo sí voy a tener mi jubilación pagada: mis hijos cuidarán de nosotros porque nosotros hemos cuidado de ellos.
¿Es usted muy estricta?
En la vida hay que hacer muchos sacrificios. A menudo he ido a trabajar sin apenas haber dormido y encontrándome mal. Pero hay que dar ejemplo. Por otro lado, en casa transmitimos una educación muy espartana , austera, de servicio a los demás, porque pensamos que es más elegante dar que ser egoísta. En la mesa tenemos una consigna: hay que servir al que tenemos al lado: acercarle el pan y el agua. Y si toca huevo frito, le damos el más bonito.
¿Sus hijos no le piden marcas?
En casa no compramos marcas. Si entra algo es porque han ahorrado haciendo canguros o se lo ha regalado el padrino. Las marcas no los hacen más persona, ni más felices. La vida da muchas vueltas y lo que no lloren de niños, lo llorarán de mayores. Uno se crea grandes necesidades, pero polvo eres y en polvo te convertirás
¿Qué es para usted la felicidad?
Lo que da felicidad es cuidar de los demás. A mí me la dan mis hijos, pero también me gusta cuidar de sus amigos cuando vienen a casa. Eso es algo que también les intento transmitir: preocuparse por los otros, ir a ver a un amigo cuando está enfermo, una llamada por teléfono… Hay que vivir con alegría y optimismo.
¿Nunca ha tenido una crisis matrimonial?
Por supuesto que las tenemos. Mi marido y yo discutimos, pero también hablamos. Y de las crisis uno sale más reforzado. Hay que luchar para quererse más, tratarse con cariño, dejarse espacio para uno y para la pareja. Nosotros nos vamos a pasear solos, aunque sea para dar una vuelta a la manzana. Pienso mucho en mis amigos que se han divorciado, porque se quedan muy solos y los niños quedan marcados para siempre.
¿Piensa que el matrimonio debe ser para toda la vida?
El divorcio sólo soluciona la discusión momentánea con la pareja , pero después vienen muchos más problemas. Lo he vivido de cerca. Sí, yo a mis hijos les digo que es para toda la vida, no porque lo manda la iglesia, sino porque el hombre y la mujer necesita una estabilidad física y psíquica. La naturaleza humana está hecha así: el niño necesita un papá, con una barba que le rasca, y una mamá, con su olor femenino, que le arropa.
¿En qué consiste el amor?
El amor es un fuego que hay que ir alimentando. No es una chispa de la vida, sino que uno tiene que ir trabajándolo, reforzándolo cada día. Así, cuando no hay llama, la ponemos. El amor no es sólo de sentimientos sino también cerebral. Necesita voluntad: yo quiero amar a esta persona, quiero amar su bien, me atrae su físico, su manera de ser… Y también necesita sinceridad. Hay que decirle a tu pareja qué te gusta, cómo te sientes, qué necesitas en cada momento.
Un consejo para mejorar las relaciones de pareja.
Dile que se acuerde de comprarte tus flores preferidas y cuando vayas a la pelu no esperes que se fije. Adelántate: ¿verdad que estoy guapa?
Me imagino que no irán mucho a comer a restaurantes…
Sólo cuando hay una celebración. Cuando nos invitan, suelen decirme: “da gusto ver cómo disfrutan tus hijos, Rosa”.


Fuente: la Vanguardia

«¡Sé un José para ella!»: un testimonio de regulación natural de la fertilidad y espiritualidad

En Estados Unidos las diócesis católicas celebran juntas cada año la "semana de concienciación de planificación familiar natural" (en España se suele llamar más bien "regulación natural de la fertilidad"), recordando esta metodología para conocer la fertilidad del matrimonio que permite facilitar la llegada de los hijos (o aplazarla por motivos serios).

Este año, a través de las redes sociales, se ha difundido el testimonio de Tom y Misty Mealy, de la diócesis de Richmond. Tienen 4 hijos, y ella es la promotora de la regulación natural de la fertilidad en la diócesis. Tom explica que el marido católico que renuncia a los anticonceptivos (como es obligación de todo católico) se expone a bromas o críticas, pero que el modelo de marido cristiano por excelencia, San José, debería servir de ejemplo ante ese tipo de tentación. Este es su testimonio.


«¡Sé un José para ella!», por Tom Mealey
Cuando recién nos casamos, mi esposa Misty y yo éramos la típica pareja no religiosa. Confiábamos en la anticoncepción hormonal. Pero por sus malos efectos secundarios, eso no duró mucho.

Misty se enteró de la Planificación Familiar Natural (PFN) por medio de una amiga católica. Reconozco que desconfié de todo ese “abracadabra” con termómetros en las oscuras horas del amanecer y observaciones que se anotaban con símbolos enigmáticos en la gráfica de la PFN. Todo eso cambiaría de forma sorprendente una vez que nos acostumbramos al estilo de vida de la PFN.

Antes de tener hijos, Misty había sido atea y yo un agnóstico. Con nuestro primer hijo, el milagro de la vida nos produjo un despertar espiritual.

Nos dimos cuenta de que el Espíritu Santo ya nos había guiado a una vida católica. Sin embargo, incluso después de nuestra conversión, la PFN enriqueció la relación entre nosotros y con Dios de maneras que nunca habíamos esperado.

Estudiamos la “teología del cuerpo” en la catequesis de Juan Pablo II y nos entusiasmamos por vivir nuestra fe y compartirla. Fue emocionante aprender las razones poderosas en las que se basan las hermosas enseñanzas de la Iglesia sobre el sexo y el matrimonio.

Para mi gran sorpresa, también aprendí que mi esposa agradecía enormemente mi deseo de entender cómo funcionaba su cuerpo. Compartí la responsabilidad de planificar nuestra familia y también encontré formas diferentes para expresarle mi afecto e intimidad cuando teníamos buenos motivos para postergar un embarazo. Esto fortaleció nuestro matrimonio y me hizo un mejor marido y padre.

Cuando nos hicimos católicos, supe que quería ser el guía espiritual de nuestra familia, pero no comprendía qué implicaba eso además de llevar a nuestros hijos a misa los domingos.

Por medio de la PFN y la Sagrada Escritura, descubrí que tenía la posibilidad de elegir qué tipo de hombre quería ser.

Con frecuencia culpamos a Eva por comer la fruta prohibida. Pero en el Génesis aprendemos que después de comer un bocado, ella le ofreció el fruto a Adán que estaba con ella. Adán no la frenó y le dijo: “Esto es una mala idea, vayámonos de aquí”. Adán no protegió a su esposa, sino que se quedó quieto y callado mientras la serpiente la convenció de que renunciara al estado de santidad y quebrantara su relación con Dios.

Pero también existió San José. Cuando José obedeció al ángel que le dijo que llevara a María a su casa, aceptó la deshonra pública y la vergüenza de una prometida embarazada. José sacrificó su honor personal y su buena fama para obedecer a Dios y proteger a María y a Jesús.

Un marido tiene una opción clara: puedes ser un Adán para su esposa o puedes ser un José.

El hombre puede quedarse quieto y callado y permitir que su esposa sufra las consecuencias físicas y espirituales de la anticoncepción. O puede defender la virtud, el cuerpo y el alma de ella usando la PFN.

Hoy en día, se acepta la anticoncepción y es lo que se espera. Cualquier hombre que se prive de ella y prefiera la PFN corre el riesgo de caer en el ridículo y ser criticado. Pero como nos enseñó San José, hay cosas más importantes que la opinión de los demás. ¡Ojalá que los maridos elijamos ser un José para nuestras esposas!

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 10-17


Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Por qué le hablas a la multitud por medio de parábolas?».
Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:

"Por más que oigan, no comprenderán,
por mas que vean, no conocerán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido,
tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos,
para que sus ojos no vean,
y sus oídos no oigan,
y su corazón no comprenda,
y no se conviertan,
y Yo no los sane".
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Damos gracias a Dios porque se nos ha concedido el don de escuchar y comprender poco a poco la Palabra de Dios. No tenemos más méritos que otros. La fe es un don.

Este don no supone para nosotros un privilegio, sino una responsabilidad. El don que hemos recibido no ha de servir sólo para nuestro enriquecimiento personal. Hemos sido agraciados para que la Gracia llegue a otros; hemos sido amados, para que el Amor llegue a otros; hemos sido ungidos, fortalecidos, para que el Espíritu fortalezca a otros.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?





Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...