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Mostrando las entradas con la etiqueta Los cinco minutos del Espíritu Santo

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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  El Espíritu Santo no hace su obra maravillosa solamente en las personas que son dóciles desde niños, o que toda su vida han llevado un comportamiento normal. Él también nos sorprende haciendo maravillas en los grandes pecadores. Por eso es bueno que hoy recordemos a María Magdalena, la gran pecadora convertida. María Magdalena fue la primera en encontrar el sepulcro vacío y en ver al Señor resucitado. Fue testigo privilegiada de Cristo vivo. Así como Jesús se encontró a solas con la samaritana (Juan 4), cuando resucitó quiso encontrarse a solas con María Magdalena. La vida cristiana es un encuentro permanente con el Señor resucitado. Él visita con su luz la pobre existencia de cualquier ser humano, esté donde esté, no importa donde; para que nadie pueda decir que no es tenido en cuenta, o que ha sido olvidado por Jesús. María Magdalena, que había sido despreciada por sus muchos pecados, debe ser testigo de su resurrección, debe transmitirlo a los apóstoles. Aquella mujer apasiona...

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo escrito por Mons. Víctor Manuel Fernández

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  El amor que me hace sabio y profundo es el que me hace capaz de pasar de mi mundo al mundo del otro, de la pasión por sentirme bien a la pasión por el servicio, de los engaños espirituales a la disponibilidad. Una persona que se deja llevar por el Espíritu Santo, está siempre disponible, deja que los demás le cambien los planes, sabe renunciar a sus propios proyectos. Porque el Espíritu Santo, si lo dejamos actuar, nos libera el corazón de tantas cosas para que estemos disponibles de verdad. El ser humano sabio y profundo está liberado de estructuras, esquemas y agendas. En lugar de pensar y lamentarse por dentro diciendo: «Esta persona me está molestando», aprendió a decirse: «Esta persona me necesita». Miremos a Jesús. Él iba caminando con un rumbo claro y con un proyecto importante. Parecía que no valía la pena que se detuviera en cosas pequeñas. Por eso, cuando un ciego le gritaba al lado del camino, los discípulos trataban de hacerlo callar, para que no interrumpiera al Maes...

"Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma."

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  Es bueno repetir muchas veces estas palabras, lentamente, para que sean como gotas de paz que calmen nuestras perturbaciones. Porque estas palabras nos ayudan a dejar de resistirnos al amor del Espíritu Santo, ya que no hay nada que temer. En lugar de traernos dificultades y preocupaciones, él viene a consolarnos, viene a ayudarnos a enfrentar todo lo que nos da miedo, viene a darnos calma en medio de las tormentas, viene a decirnos que siempre es posible empezar de nuevo. En lugar de ser alguien que necesite hacernos daño, él sólo puede desear nuestro bien, porque es amor puro, amor sin mezcla de odios o rencores. El simplemente está lleno de bondad. Y en lugar de ser una fuerza que viene a perturbar nuestro interior, o que viene a hacernos sentir la amargura de nuestra pequeñez, él viene a reposar en nosotros con una inmensa dulzura. Nos cuesta reconocerlo, porque nosotros le prestamos mucha atención a los sentimientos negativos que dan vueltas en nuestro interior, pero él es e...

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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    La súplica nos alivia por dentro, porque cuando le pedimos ayuda al Espíritu Santo sentimos que la carga que estamos llevando ya no es tan pesada. Seguro él nos ayudará de alguna manera para que encontremos una salida, y sobre todo para que sepamos cómo enfrentar esa dificultad. El Espíritu Santo es como un maestro interior, como un médico del alma, como un especialista en masajes interiores que sabe poner las cosas en su lugar. Así, las dificultades no te enferman, no te derriban, no te lastiman tanto, porque él derrama una fuerza, un perfume, un bálsamo que te alivia en medio de los problemas. Por eso, nada mejor que pedirle ayuda al Espíritu Santo. La misma Biblia nos dice que tenemos que suplicar y pedir ayuda: «Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá» (Salmo 55,23). «No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica» (Filipenses 4,6). «Si alguien está afligido, que ore» (Santiago 5,13). La súplica es descargar las inquiet...

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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    Si hago un repaso de las distintas tareas que realizo, o de las cosas que hago y vivo durante la semana, puedo descubrir que algunos de esos momentos están llenos de espíritu. ¿Qué significa esto? Tener espíritu no es simplemente hacer algo con ganas o con gusto; el asunto es que podamos vivir las cosas con profundidad, con un sentido. Por ejemplo, una enfermedad a nadie le gusta, pero se puede vivir sin sentido, o se puede vivir con profundidad. Por eso es bueno detenerse cada tanto a descubrir si en la propia vida hay algunas cosas que no tienen espíritu, porque las hago sólo por obligación, porque no les encuentro sentido, porque me parece que no valen la pena, y sobre todo porque las hago sin amor. Entonces, habrá que pedirle al Espíritu Santo que se haga presente allí para derramar su luz. Porque cuando lo dejamos entrar, él se hace presente y todas las cosas tienen sentido. Así, la vida deja de ser un conjunto de cosas que toleramos, y empezamos a vivirla a fondo. Mo...

Los cinco minutos del Espíritu Santo

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  El que se empeña en encontrar su fortaleza en lo exterior, se va vaciando cada vez más por dentro, y va creando una horrorosa debilidad interior. Eso le hará experimentar cada vez más el miedo, y la desesperación porque todo se le acaba. Al mismo tiempo, va creciendo un tremendo rechazo por todo lo que sea límite o dolor. Por eso, en realidad sufre mucho más por el miedo a la enfermedad que lo que sufriría por la enfermedad misma. Pero el hombre lleno del Espíritu, que se deja llevar por la existencia con el impulso de vida del Espíritu Santo, está cada vez más vivo, y así pierde todo temor al desgaste y al paso del tiempo. Cada vez experimenta una seguridad mayor, vive cada día más "gozo y paz en el Espíritu Santo" (Romanos 14,17). Por eso, el que ha ido creciendo con el poder del Espíritu Santo, cuando tiene cuarenta años no aceptaría jamás volver a los quince o a los veinte, porque no desea volver a la inseguridad, a los temores, a la fragilidad interior, a la inestabili...