miércoles, 30 de noviembre de 2022

Novena a la INMACULADA CONCEPCIÓN de la Virgen María - día 2✝️

EL ADVIENTO DE MARÍA

 



El Señor quiso preparar el corazón de los justos del Antiguo Testamento con las condiciones necesarias para recibir al Mesías. Entre más estuvieran llenos de fe y confianza en las promesas recibidas, más llenos de esperanza por verlas realizadas y más ardieran de amor por el Redentor, más listos estaban para recibir la abundancia de gracias que el Salvador traería al mundo. A medida que pasaba el tiempo, Dios iba preparando con mayor intensidad a su pueblo, derramando gracias, hablando, despertando más el anhelo de ver al Salvador y levantando hombres y mujeres que prefiguraban a quienes estarían en relación directa con el Salvador en su venida.

¿Quién es la que ha esperado en perfección la venida del Salvador? La Virgen Santísima. Toda esta preparación de Dios a su pueblo alcanza su culmen en la Santísima Virgen María, la escogida para ser la Madre del Redentor. Ella fue preparada por el Señor de manera única y extraordinaria, haciéndola Inmaculada. Tanto le importa a Dios preparar nuestros corazones para recibir las manifestaciones de su presencia y todas las gracias que Él desea darnos, que vemos lo que hizo con la Santísima Virgen María. Ella fue concebida inmaculada, sin mancha de pecado, sin tendencias pecaminosas, sin deseos desordenados, su corazón totalmente puro, espera, ansía y añora solo a Dios. Toda esa acción milagrosa del Espíritu Santo en ella tuvo un propósito: prepararla para llevar en su seno al Salvador del mundo. Eso es lo que requiere ser la Madre del Salvador.

Si entre la fe en las promesas, la esperanza en verlas realizadas y el ardiente amor hacia el Salvador hacía a un corazón más capaz de recibir al Señor, imagínense la intensidad de la fe, la esperanza y la caridad que residían en el Corazón de María, que lo hizo capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios.

El Adviento de la Virgen María está marcado por las tres grandes virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.

Lecturas de hoy / Primera Semana de Adviento

 SAN ANDRES, APOSTOL

Fiesta



Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma

10, 9-18

 

Hermanos:

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: «El que cree en él no quedará confundido».

Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se les envía? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!»

Pero no todos aceptan el Evangelio. Así lo dice Isaías: «Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?» La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la palabra de Cristo.

Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: «Por toda la tierra se extiende su voz, y sus palabras llegan hasta los confines del mundo».

 

Palabra de Dios.

 


Para que la sociedad pueda creer, según Pablo, hace falta que haya quien le anuncie el evangelio y que, por tanto, antes haya sido enviado. "Apóstol" significa eso mismo, "enviado". Andrés pertenece a ese grupo de los Doce, y precisamente de los primeros, que desde muy pronto empezó a señalar a Jesús como el Mesías: primero a su hermano Pedro y luego, de modo especial, a los pueblos de habla griega. Seguir a Cristo. Dar testimonio de nuestra fe en él. Trabajar para que otros tengan la misma suerte de creer y ver en Cristo el proyecto salvador de Dios para la humanidad. Es lo que nos invita a conseguir la fiesta de san Andrés



 

SALMO RESPONSORIAL                                          18, 2-3. 4-5

 

R.    Resuena su eco por toda la tierra.

 

El cielo proclama la gloria de Dios

y el firmamento anuncia la obra de sus manos:

un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia. R.

 

Sin hablar, sin pronunciar palabras,

sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra,

y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.

 

 

 


 


 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

4, 18-22

 

En aquel tiempo:

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres».

Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, ya su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.

Inmediatamente, ellos dejaron la barca -y a su padre, y lo siguieron.

 

Palabra del Señor.





«Síganme, y yo los haré pescadores de



 hombres»



El Evangelio de hoy nos relata el encuentro de Jesús con varias personas en su contexto y quehaceres cotidianos. Jesús les invita a ser parte de su grupo más próximo: aquellos que, conviviendo con Él, se empapan de una propuesta de vida que no se limita a cambiar sus vidas, sino que los transforma en mensajeros de Dios. Un mensaje que será y es proclamado con la vida y con la palabra.


Hoy, nosotros somos sus mensajeros. La Iglesia es fiel a su identidad en la medida en que predica con el testimonio y con la palabra que Jesús es el Señor. Lancémonos en esta apasionante aventura y, la monotonía, la rutina y “las pocas ganas” desaparecen dando lugar a una vida cotidiana llena de sentido y sabor. 

Ana BelénHna. Ana Belén Verísimo García OPDominica de la Anunciata

martes, 29 de noviembre de 2022


 

María en el Adviento / La visita de la Virgen María a su prima Santa Isabel



• Motivación

El Papa Francisco señala a María como modelo del discipulado misionero y

como la que nos enseña a ser discípulos misioneros: “La Virgen Inmaculada

intercede por nosotros en el Cielo como una buena madre que cuida de

sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué significa ser discípulo

misionero”. El Papa recuerda que, ante el anuncio del ángel, ella, “aun sin

comprender del todo el significado de aquella llamada, se fió de Dios”. Se

convirtió en perfecta discípula dando su “sí”, y enseguida partió en misión:

• Comentario

El Papa Francisco nos dice:

“No se quedó con aquel regalo; se sintió responsable, y marchó, salió

de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía

necesidad de ayuda (cf. Lc 1,38 - 39); realizó un gesto de amor, de caridad

y de servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo

diligentemente…

Queridos amigos, éste es nuestro modelo. La que ha recibido el don más

precioso de parte de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en

camino para servir y llevar a Jesús. Pidamos a la Virgen que nos ayude

también a nosotros a llevar la alegría de Cristo a nuestros familiares,

compañeros, amigos, a todos…

Estamos llamados, cada uno de nosotros, a anunciar el Evangelio y

promover con alegría la cultura del encuentro. La Virgen María es nuestro

modelo. En su vida ha dado el ‘ejemplo de aquel amor de madre que debe

animar a todos los que colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para

engendrar a los hombres a una vida nueva’ (Lumen Gentium 65)”.

(Río de Janeiro, 28 de julio de 2013).

Decálogo para la primera semana de Adviento

 



 

1. VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado.

No es bueno dejar que muera o no sirva para nada,

lo mejor que existe en nosotros.

 

2. VIGILA tu vida interior.

¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y,

tan poco, en el equilibrio de uno mismo?

 

3. VIGILA tu vida exterior.

No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo

lo que haces y eres, con contenido y  verdad

 

4. VIGILA aquello que te produce vértigo o temor.

No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho

a estar y a vivir en paz.

 

5. VIGILA las tareas que tienes encomendadas.

Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves?

¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado

para hacerse presente en medio de los hombres

 

6. VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido.

Que no pasen las horas sin un pensamiento para Dios

por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad.

 

7. VIGILA tu fe.

No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente

ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente

y la cumbre del bien si no es en Dios?

 

8. VIGILA tu compromiso con la Iglesia.

Si nos alejamos del calor, podemos tener un resfriado.

Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos

con una poderosa neumonía espiritual.

 

9. VIGILA tu caridad.

Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino

al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos.

 

10. VIGILA tu testimonio.

¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo

instalar el belén, la estrella, un signo cristiano.

 

P. Javier Leoz

Lecturas de hoy Martes de la primera Semana de Adviento

 




 Lectura del libro de Isaías

11, 1-10

 

Saldrá una rama del tronco de Jesé

y un retoño brotará de sus raíces.

Sobre él reposará el espíritu del Señor:

espíritu de sabiduría y de inteligencia,

espíritu de consejo y de fortaleza,

espíritu de ciencia y de temor del Señor

-y lo inspirará el temor del Señor-.

Él no juzgará según las apariencias

ni decidirá por lo que oiga decir:

juzgará con justicia a los débiles

y decidirá con rectitud para los pobres del país;

herirá al violento con la vara de su boca

y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.

La justicia ceñirá su cintura

y la fidelidad ceñirá sus caderas.

 

El lobo habitará con el cordero

y el leopardo se recostará junto al cabrito;

el ternero y el cachorro de león pacerán juntos,

y un niño pequeño los conducirá;

la vaca y la osa vivirán en compañía,

sus crías se recostarán juntas,

y el león comerá paja lo mismo que el buey.

El niño de pecho jugará

sobre el agujero de la cobra,

y en la cueva de la víbora

meterá la mano el niño apenas destetado.

No se hará daño ni estragos

en toda mi Montaña santa,

porque el conocimiento del Señor llenará la tierra

como las aguas cubren el mar.

 

Aquel día, la raíz de Jesé

se erigirá como estandarte para los pueblos:

las naciones la buscarán

y la gloria será su morada.

 

Palabra de Dios.



Isaías nos retrata, a través de las parejas de animales salvajes y domésticos que coexisten pacíficamente y sin agredirse, la llegada de una sociedad justa y pacífica, donde sin necesidad de recurrir a la fuerza, la represión y la coacción (simbolizada en la presencia del niño que pastorea a leones, lobos y corderos y que juguetea con la temida serpiente), se establecerán relaciones amigables entre los fuertes y los débiles. A los ojos de los pretendidos sabios, esto parecerá un cuento de hadas.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                71, 1-2. 7-8. 12-13. 17

 

R.    ¡Que en sus días florezca la justicia!

 

Concede, Señor, tu justicia al rey

y tu rectitud al descendiente de reyes,

para que gobierne a tu pueblo con justicia

y a tus pobres con rectitud. R.

 

Que en sus días florezca la justicia

y abunde la paz, mientras dure la luna;

que domine de un mar hasta el otro,

y desde el Río hasta los confines de la tierra. R.

 

Porque Él librará al pobre que suplica

y al humilde que está desamparado.

Tendrá compasión del débil y del pobre,

y salvará la vida de los indigentes. R.

 

Que perdure su nombre para siempre

y su linaje permanezca como el sol;

que Él sea la bendición de todos los pueblos

y todas las naciones lo proclamen feliz. R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

10, 21-24

 

Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:

«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».

Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos:

«¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron».

 

Palabra del Señor.




Compartir la alegría del Espíritu

El Espíritu Santo se manifiesta de forma plena en las lecturas de hoy, en Isaías mencionando cuatro veces “espíritu de…”, y en el Evangelio, Jesús exulta lleno del Espíritu. Por eso a San Lucas se le llama también el evangelista del Espíritu.

Y Jesús prorrumpe, movido por el mismo Espíritu, en una oración de alabanza. ¿El motivo? Que Dios se fija en lo pequeño, en lo débil, en lo que no cuenta. ¿Hay algo más débil que un tronco viejo, o más limitado que un niño pequeño? Pues esos son los pequeños a los que Dios ha revelado las cosas del Reino. Así le ha parecido bien al Padre.

Y nosotros, sin embargo, pretendemos seguir siendo poderosos, fuertes, grandes, sabios, entendidos. No hemos comprendido aún que el Reino se manifiesta en lo pequeño, en lo humilde, en lo débil. Que Dios no necesita nuestras grandes obras para querernos, Él nos ama en medio de la imperfección, la debilidad, el pecado.

Jesús llama también dichosos a los discípulos porque han sido elegidos para ver y oír los secretos del Reino que está llegando. También esos discípulos a los que Jesús les habla aparte, somos nosotros, es todo aquel que abre su corazón a la alabanza, a la gratitud, a vivir en gratuidad, porque hemos recibido gratis un tesoro que nos salva y estamos llamados a darlo gratis, ¡por eso somos dichosos!

En este Adviento que estamos comenzando, vamos a tratar de abrir espacios a los humildes, a los pequeños, porque los engreídos, los prepotentes y orgullosos, Dios los mira de lejos. Que el Señor nos conceda la sencillez de reconocernos débiles y pequeños ante Él.

¿Dejo actuar al Espíritu en mi vida?

¿Qué actitudes descubro en mi corazón que no están llenas del Espíritu del Señor?

¿Trato de vivir mis relaciones desde la justicia y la paz?

InmaculadaSor Inmaculada López Miró, OPMonasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba

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