¡Disfruta, María!
¡Vete! ¡Corre María! La gloria de Dios te espera. Cesan las palabras, el llanto, las pruebas, las incomprensiones, la soledad. Se acabaron los misterios porque, allá en el alto cielo, el Hijo que hizo tanto por el hombre, sonriente y gozoso te espera. ¡Sube! ¡Sube a lo más alto Virgen Santa! Y, detrás de ti, deja huella de tu ascenso porque, también los que te queremos, los que en Dios creemos y esperamos, necesitamos encontrar tu mismo camino para un día, cuando cerremos los ojos, entrar en él y no perdernos. ¡Disfruta! ¡Canta María! Porque, bien lo sabes, tu triunfo es corona que Dios pone en tus divinas sienes. Porque, Aquél que te eligió, te quiere junto a Él, te desea con Él, no te quiere encerrada y fría en un sepulcro. ¡Dichosa Tú, María! Encontraste gracia ante Dios y, en la fiesta de tu Asunción, el Padre y la Madre se encuentran de nuevo. La Madre y el Hijo se abrazan de nuevo. La Virgen que acogió al Espírit...