jueves, 30 de junio de 2022


 

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo escrito por Mons. Víctor Manuel Fernández

 



 "Ven, Espíritu Santo, y ayúdame a reconocer a Jesús resucitado en medio de mis cansancios, de mis preocupaciones, en medio de las angustias de la gente. Porque él siempre está. Ayúdame a reconocerlo glorioso, lleno de vida, repleto de fuerza, revestido de luz celestial.

Con un toque de tu gracia despierta mi corazón para que lo alabe, para que me llene de admiración ante su rostro precioso. Derrama en mi interior deseos de buscar a Jesús, para que amándolo lo encuentre en cada cosa. Haz que me deslumbre con su luz espléndida, para que no me dominen las oscuridades del mundo.

Abre mi vida entera, Espíritu Santo, para que Jesús pueda tomarla con la potencia de su Resurrección.

Renueva mi existencia con un poco de esa vida plena de Jesús resucitado, para que yo también pueda vivir como un resucitado.Amén."

Liturgia - Lecturas del día

 



Lectura de la profecía de Amós

7, 10-17

 

Amasías, el sacerdote de Betel, mandó a decir a Jeroboám rey de Israel: «Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; el país ya no puede tolerar todas sus palabras. Porque él anda diciendo: "Jeroboám morirá por la espada e Israel irá al cautiverio lejos de su país"».

Después, Amasías dijo a Amós: «Vete de aquí, vidente, refúgiate en el país de Judá, gánate allí la vida y profetiza allí. Pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque éste es un santuario del rey, un templo del reino».

Amós respondió a Amasías: «Yo no soy profeta, ni hijo de profetas, sino pastor y cultivador de sicomoros; pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: "Ve a profetizar a mi pueblo Israel". Y ahora, escucha la palabra del Señor.

Tú dices: "No profetices contra Israel,

no vaticines contra la casa de Isaac".

Por eso, dice el Señor:

"Tu mujer se prostituirá en plena ciudad,

tus hijos y tus hijas caerán bajo la espada;

tu suelo será repartido con la cuerda,

tú mismo morirás en tierra impura

e Israel irá al cautiverio lejos de su país"».

 

Palabra de Dios.



El sacerdote del orden y de la institución se alía con las fuerzas del poder y las previene, al mismo tiempo que se enfrenta y critica al profeta de un mensaje perturbador del orden. A la dura crítica de su actividad profética, y personal; acusación de buscar el propio provecho; de atacar el poder constituido, hermanado como está con la religión, responde Amos con lo que es su único motivo y justificación: su vocación (no soy yo ni mi provecho «mi oficio de pastor y cultivador me bastaba», sino él es quien me «sacó» y me «envió» a la misión profética. El profeta se siente invadido y poseído por el Otro, en cuyo nombre habla, y ésta es la fuente de su tremenda personalidad y total libertad frente a cualquier otro poder.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                 18, 8-11

 

R.    Los juicios del Señor son la verdad.

 

La ley del Señor es perfecta,

reconforta el alma;

el testimonio del Señor es verdadero,

da sabiduría al simple. R.

 

Los preceptos del Señor son rectos,

alegran el corazón;

los mandamientos del Señor son claros,

iluminan los ojos. R.

 

La palabra del Señor es pura,

permanece para siempre;

los juicios del Señor son la verdad,

enteramente justos. R.

 

Son más atrayentes que el oro,

que el oro más fino;

más dulces que la miel,

más que el jugo del panal. R.

 

 

 


  Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

9, 1-8

 

Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados».

Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema». Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo del, hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, ti -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».

El se levantó y se fue a su casa.

Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.

 

Palabra del Señor.





El Evangelio de hoy comienza con una carencia: hay un hombre enfermo, postrado. Cabe recordar que para los judíos, la enfermedad en el hombre era considerada un castigo por los pecados cometidos o incluso, el mal físico, la enfermedad, era signo y consecuencia del mal moral de los padres. Tal vez aquel hombre nació así, o llevaba muchos años en esa condición. Quizá estaba tan postrado, que no cabía en él la esperanza de alguna mejoría. Pero hay alguien que desea algo diferente para él… Jesús restituye al hombre su condición de salvado al liberarlo tanto de la enfermedad como del pecado. En aquél camino a Cafarnaún, Jesús se dirige a él llamándolo “hijo”, un gesto de atención que pronto se convertirá en un gesto salvífico: “tus pecados te son perdonados”. El perdón de los pecados que Jesús invoca sobre el paralítico de parte de Dios alude al nexo entre enfermedad, culpa y pecado. Es la primera vez que el evangelista atribuye a Jesús de manera explícita este particular poder divino. Así, este relato retoma el problema del pecado y reclama la conexión con la miseria del hombre, es una práctica de la misericordia que se ha de ofrecer, pero es sobre todo una historia que debe ocupar un espacio privilegiado en nuestra vida y nuestras comunidades eclesiales.
La pregunta que hoy nos podemos hacer surge mirando a los testigos de esta acción. Finalmente, todos podían ver que, efectivamente, el paralítico caminaba, sin embargo, algunos se resistían a creer en ese poder misericordioso y sanador, mientras otros se sorprendían y alababan a Dios. ¿En qué grupo me ubico yo? ¿en mi actuar cotidiano doy espacio y tengo gestos de misericordia con los que han perdido la esperanza?

miércoles, 29 de junio de 2022


 

SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES

 


Solemnidad

 



 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles

12, 1-11

 

El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos».

Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.

La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión.

De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las manos.

El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias» y Pedro lo hizo. Después de dijo: «Cúbrete con el manto y sígueme».

Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión.

Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.

Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío».

 

Palabra de Dios.



Estamos en la persecución contra la Iglesia de Herodes Agripa, en los años 41-44. Pedro, como Jesús, fue arrestado durante los días de la pascua judía y encarcelado. Lucas nos hace comprender la suerte que habría correspondido a Pedro si el Señor no hubiera intervenido con un milagro. Éste tiene lugar con la liberación de la muerte cierta por medio de un ángel. Se pone de relieve, la grandeza de la liberación de Pedro, toda ella obra de Dios, hasta tal punto que los cristianos no podían dar crédito a sus ojos. Dios manifiesta así su benevolencia con los primeros cristianos de un modo extraordinario. Es la pascua de Pedro, la liberación definitiva del mundo judío, y un signo concreto de la salvación que deben llevar también a los gentiles.



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                        33, 2-9

 

R.    El Señor me libró de todos mis temores.

 

Bendeciré al Señor en todo tiempo,

su alabanza estará siempre en mis labios.

Mi alma se gloria en el Señor:

que lo oigan los humildes y se alegren.  R.

 

Glorifiquen conmigo al Señor,

alabemos su Nombre todos juntos.

Busqué al Señor: Él me respondió

y me libró de todos mis temores.  R.

 

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,

y sus rostros no se avergonzarán.

Este pobre hombre invocó al Señor:

Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.  R.

 

El Ángel del Señor acampa

en tomo de sus fieles, y los libra.

¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

¡Felices los que en Él se refugian!  R.

 

 

 


 

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo

a Timoteo

4, 6-8. 17-18

 

Querido hijo:

Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.

El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A El sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

 

16, 13-19

.

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»

Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».

«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».

 

Palabra del Señor.  



¿Quién Dicen Que Soy?


Al comienzo de su ministerio Jesús tuvo un gran éxito con las multitudes que lo seguían, pero poco a poco fue recibiendo el rechazo de su pueblo, empezando por sus dirigentes; en este contexto Jesús hace una doble pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es Él? y ¿Qué dicen ellos sobre quién es Él? La primera pregunta la responden rápidamente los discípulos, pero la segunda los deja callados, hasta que Pedro da dos respuestas: “Tú eres el Mesías” y “Tú eres el Hijo de Dios”. Jesús responde a la confesión de Pedro, primero, con una palabra de felicitación, pues lo que dijo le fue revelado por el Padre Celestial y, segundo, con un encargo muy especial para su Iglesia; Jesús nombra a Pedro como la roca sobre la se asentará la Iglesia, para que así no sucumba ante el mal; además le da le poder de la llaves, como mayordomo supremo y supervisor de la Iglesia y también el poder de atar y de desatar, que indica la capacidad de interpretar la Ley de Moisés con autoridad, de acuerdo con las enseñanzas del mismo Jesús.

¿Qué me llama la atención de la vida de Pedro? ¿Estoy de acuerdo con la respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús? ¿Escucho, valoro, respeto la enseñanza del Papa Francisco, sucesor de Pedro?

Nuestra Señora de Fátima

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