miércoles, 31 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-46


 

Jesús dijo a la multitud:
El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
 

                               Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cada persona tiene su forma de valorar lo que tiene y lo que no tiene:
-          Hay cosas que no nos gustan
-          Otras nos parecen buenas sin más
-          Nos gustaría tener algunas
-          Hay cosas por las que estamos dispuestos a hacer un esfuerzo
-          Finalmente, hay tesoros, por los que estaríamos a dar todo lo que tenemos.
¿Qué lugar ocupa en tu corazón y en tu vida la fe, la oración, el compromiso por los necesitados, la comunidad cristiana, la familia...? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

            “Señor, hazme descubrir el valor de la amistad que me ofreces,
             inclina mi corazón a las cosas que de verdad son importantes
             no dejes que entregue mi vida a causas que no merezcan la pena.
             Gracias por el tesoro de la fe, de la oración, de la amistad...
             Hazme capaz de darlo todo por la perla preciosa del Evangelio”

martes, 30 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 36-43


 

Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga oídos, que oiga!»
 
Palabra del Señor. 



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A los discípulos más cercanos les cuesta entender a Jesús. Cuando se van a casa preguntan las dudas y Jesús les explica con paciencia.
Es normal que también nosotros tengamos dudas a la hora de entender algunas páginas del Evangelio y tenemos que buscar los medios para poder aclararlas.

Jesús no mantiene con todos la misma relación. Predica a la gente, a la multitud. Comparte momentos de más intimidad con sus discípulos y ellos le preguntan en privado lo que no han entendido. Es más con Juan, Pedro y Santiago mantiene una amistad especial.
No estamos a ser discípulos del montón. Nuestra relación con Jesús ha de crecer cada día en profundidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús nos recuerda el efecto del pecado: la tristeza y la muerte (en esta tierra y por toda la eternidad); y el destino de los que cumplen la voluntad de Dios: la vida junto a Dios.
Es una llamada a la conversión para vivir más felices, más plenamente.

lunes, 29 de julio de 2013

Mensajes de Francisco - Río 2013

5 REGLAS DE ORO PARA ESTAR ALEGRE

El hombre fue hecho para ser feliz, nacemos con una tendencia natural a buscar la felicidad y la actitud alegre y positiva con que encaramos los sucesos de la vida nos hace alcanzarla en mayor o menor grado, pero a pesar de ello tenemos que aprender a vivir con alegría.
Cinco reglas de Oro que los autores españoles Alcazar y Corominas nos presentan para aprender a ser felices son las siguientes:
  1. Disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas .Disfrutar de una conversación o de una buena compañía, de un atardecer, de las salidas al campo evitando opacarlas con tantas comodidades y distractores que nos impidan apreciar la belleza que hay en la naturaleza.

  1. Mostrar un sentido positivo  ante las personas y acontecimientos .Hay que tratar de ver las  cualidades mas que los defectos, las ventajas mas que las desventajas ,tener una actitud optimista y alegre aun en medio de los contratiempos ,las adversidades y los defectos propios o ajenos ,viendo en ellos oportunidades para crecer

  1. Aceptar las posibilidades y limitaciones .Para amarse hay que conocerse y aceptarse tal como somos y con la esperanza de lo que podemos llegar a ser. Reconocer nuestras cualidades es fácil y nos llena de orgullo, pero tenemos que trabajar mucho respecto a nuestras limitaciones y defectos pues reconocerlos no es fácil, pero es el primer paso necesario para ser mejores.

  1. Hacer de nuestras ocupaciones habituales una fuente de alegria.Tenemos que aprender a alégranos  con nuestros logros y con el esfuerzo necesario para alcanzarlos en todas nuestras actividades habituales –trabajo, estudio, diversión interrelación con los demás-aunque algunas de ellas nos produzcan cansancio o desgaste emocional.

  1. Pasarlo bien en familia. Hay que construir la familia y un entorno saludable para ella. No basta con casarse y tener hijos, hay que propiciar experiencias de vida, valiosas y agradables. Hay que aprender a “pasarla bien” en todos los niveles: corporal, afectivo y espiritual comidas, fiestas, excursiones, disfrutar juntos de una buena película compartir en la mesa las alegrías y tristezas, ser solidarios, tener detalles de cariño.

¡OJALA QUE LO PODAMOS LOGRAR¡


Día de los Abuelos


domingo, 28 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 11, 1-13


 


Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan:

 

Padre, santificado sea tu Nombre,

que venga tu Reino,

danos cada día nuestro pan cotidiano;

perdona nuestros pecados,

porque también nosotros perdonamos

a aquéllos que nos ofenden;

y no nos dejes caer en la tentación».

 

Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: "Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle", y desde adentro él le responde: "No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos". Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

 

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!»

 

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



Posiblemente, el pecado que más nos separa de Dios es el orgullo, la autosuficiencia, pensar que podemos construir nuestra vida al margen de Dios, aunque de vez en cuando recemos algo. Y el mejor remedio contra este pecado es la oración de petición, continua, insistente... Sólo así nos daremos cuenta de que todo es gracia, todo es don de Dios.



Vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el don más grande, más útil, más hermoso. Y Dios nos lo ofrece continuamente. Sin embargo, no aspiramos a los dones mejores y pedimos muchas veces cosas que no nos convienen, o que no nos darán la felicidad que busca nuestro corazón.

sábado, 27 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 24-30




Jesús propuso a la gente esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?».

Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo».

Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».

 

Palabra del Señor.




¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



El trigo y la cizaña conviven en el mismo campo, en la misma espiga, y a veces hasta en el mismo grano. En esta tierra nadie es trigo puro o pura cizaña. Por eso, no conviene actuar con precipitación, no sea que queriendo arrancar la cizaña, arranquemos también el trigo. Pero no todo da lo mismo. Al final la cizaña se quemará y el trigo se recogerá en el granero.



Nosotros, cada uno de nosotros somos ese campo en el que Dios siempre la semilla y el enemigo la cizaña. El campo nada puede hacer para librarse de la cizaña, nosotros, en cambio, podemos acercarnos al sembrador de trigo o al de cizaña.



A veces somos cizaña, sembradores de cizaña en nuestros ambientes. Y estamos llamados a ser trigo, el trigo que Dios siembra en el campo del mundo.


¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

viernes, 26 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 18-23




Jesús dijo a sus discípulos:

Escuchen lo que significa la parábola del sembrador. Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al borde del camino.

El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta enseguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.

El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.

Y el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno.

 

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



¿En qué grupo nos situamos nosotros? Seguramente que en todos un poco, aunque quizá nos identifiquemos más con alguno:

-          ¿Se ha endurecido nuestro corazón como un camino, de tal manera que no podemos ni siquiera acoger la palabra de Dios?

-          ¿Somos de los que empezamos con alegría muchos proyectos y no acabamos ninguno?

-          ¿Qué domina más en nuestra vida real, el amor a Jesucristo o los afanes de este mundo?

-          Seguro que también estamos dando frutos. Es necesario reconocerlo para dar gracias a Dios y para animar la esperanza.



Después de hacer tu radiografía personal, piensa delante de Dios:

-          cómo puede roturar tus zonas más duras y cerradas,

-          que significa para ti quitar piedras y zarzas.


¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

 

jueves, 25 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 20, 20-28




En aquel tiempo:

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.

«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.

Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?»

«Podemos», le respondieron.

«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes los ha destinado mi Padre».

Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

 

Palabra del Señor.




¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?



Santiago y su hermano se acercan a Jesús acompañados por su madre, buscando honores y privilegios. Sin embargo, el Señor les va cambiando el corazón, poco a poco descubren que ser grande y ser servidor es lo mismo y que el mayor título de un seguidor es dar la vida como el Maestro.

            “Señor, a veces te seguimos buscando sólo ventajas

             cambia nuestro modo de pensar

             y haznos buenos seguidores tuyos.”

             

No sabemos porque se enfadan los otros discípulos. Quizá ellos estén buscando lo mismo que los Zebedeos, aunque no se atrevan a expresarlo. En todo caso, esa no es la actitud adecuada, el que está equivocado necesita comprensión y paciencia. Sólo así podrá cambiar.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?


miércoles, 24 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 1-9




Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas.

Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta.

¡EI que tenga oídos, que oiga!»

 

Palabra del Señor.


"Jesús nos dirá que la voluntad del Padre es que creamos en Aquel que el Padre nos ha enviado. En Jesús tenemos un fuerte llamado a la conversión, pues el Reino de Dios está cerca. En Jesús tenemos el perdón de los pecados, nuestra reconciliación con Dios, y la comunicación de la misma Vida que Él recibe del Padre; así el Reino de Dios está dentro de cada uno de nosotros. Quien ha recibido la vida de Dios y la ha asimilado, o, tal vez mejor: quien se ha dejado asimilar por Dios y se ha dejado hacer uno con Él por su comunión de vida con Cristo, debe producir abundantes frutos de salvación que manifiesten la presencia del Espíritu de Dios en esa persona. El Señor nos dirá: de la abundancia del corazón habla la boca. Del interior del hombre nacen las obras buenas, el amor fraterno hecho servicio, hecho misericordia y cercanía para todas las personas; del corazón nacen los buenos deseos, las buenas inclinaciones, la mirada limpia. Hay muchos frutos que manifiestan que la presencia del Señor en nosotros no cayó al borde del camino, ni en terreno pedregoso, ni entre espinos, sino en un terreno bueno y fecundo; ese corazón manifiesta que quien lo posee es, en verdad, un hombre de buena voluntad, dócil al Señor, capaz de dejarse guiar por el Espíritu de Dios."

 

martes, 23 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 46-50


 

Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».

Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

 

Palabra del Señor.



"Jesús se está dirigiendo de un modo abierto y decidido hacia Jerusalén; ha recibido amenazas de muerte de parte de los fariseos y de las autoridades civiles y religiosas de Israel. Tal vez lo más prudente sería batirse en retirada para evitar la muerte. Su familia se ha acercado a Él cuando está hablando a la gente; probablemente quieran llevárselo, no tanto porque crean que está perturbado, sino para protegerlo de las asechanzas de muerte de que es objeto. Algo de esto se colige en la respuesta de Jesús cuando le anuncian que su Madre y sus hermanos quieren hablar con Él. La respuesta podemos conectarla con el Jesús adolescente que le dice a su Madre: ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?, indicando con ello su fidelidad amorosa a la voluntad del Padre Dios, muy por encima incluso de los lazos y dependencias a que podría llevarnos la unión a la familia. El Señor no quiere que persona alguna, ni siquiera los más cercanos, le impidan hacer la voluntad del Padre. A Pedro le llamó Satanás por querer ser un tropiezo en el camino de la cruz de Cristo. Si alguien se precia de ser de la familia de Cristo debe no sólo contemplarlo en el camino de su cruz, de su entrega y del amor hacia nosotros llevado hasta el extremo, sino que debe también cargar su propia cruz e ir tras las huellas de su Señor y Maestro. Esta fidelidad a lo que Dios nos ha confiado es lo único que puede identificarnos como de la familia de Dios. Sólo unidos a Cristo en la fe, en el amor y en la fidelidad a su voluntad, en Él seremos en verdad hijos de Dios. "
 

lunes, 22 de julio de 2013

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-2. 11-18



El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentado uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?»

María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.

Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»

Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo».

Jesús le dijo: «¡María!»

Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir, «¡Maestro!» Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: "Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes"». '

María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras».

 

Palabra del Señor.



"Jesús, resucitado, se aparece en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. A Jesús no le interesa el pasado de las personas, solamente que, habiendo creído en Él y habiendo recibido el perdón de sus pecados, en adelante acepten su Vida y se dejen guiar por el Espíritu Santo. María Magdalena no sólo es la primera que ve al Señor resucitado, sino que es la primera apóstol de la resurrección, pues el Señor la envía a comunicar este mensaje a los apóstoles. Este mensaje grandioso no es sólo el del acontecimiento de la resurrección, sino el de hacer conciencia de que quienes creen en Jesús ya no son siervos, ni sólo amigos, sino hermanos de Jesús; por lo cual nuestro Dios es también nuestro Padre. La experiencia personal de salvación experimentada por María Magdalena la hace portadora de una Buena Noticia vivida por ella misma. Dios nos llama a todos para hacernos partícipes, en Cristo, de su propia Vida. Sin importarle nuestro pasado Dios quiere salvarnos, y conducirnos al gozo de la Vida eterna a su diestra, junto con Jesús, su Hijo. Mientras llega ese momento, sin perder nuestra unión con el Señor, llevemos a todos su mensaje de amor, de verdad, de vida y de misericordia que Él nos ofrece a todos."

Homiliacatolica.com

domingo, 21 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42


Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».

Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

 

Palabra del Señor.  



"Es san Juan el que nos deja escrito: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”. Por ese orden. Y sin duda Marta lo sabía. Y por eso cuando ya se vio ahogada con la preparación de una comida para por lo menos trece huéspedes que se habían presentado de improviso (y las amas de casa que estáis ahora aquí sabéis lo que eso significa) No se dirige a María, sino a Jesús y como santa Teresa se encara con Él y le dice: “Pero Señor es que no te importa que mi hermana me haya dejado sola en el servicio. Dile que me eche una mano”. Con otras palabras: “basta ya de cháchara, Señor, que no doy abasto y os tengo que preparar de comer.
Y en ese mismo ambiente familiar la contestación de Jesús: “una sola cosa es necesaria”. No son pocos los que la interpretan como si el Señor hubiera dicho: “Marta, vengo a pasar unas horas con vosotros y tú te metes en la cocina y no hay manera de verte y oírte. Por favor, déjalo todo que con cualquier cosa me contento. Un par de huevos es suficiente”.

3. - De una cosa si nos quiere avisar el Señor. Y es del peligro de robotismo. A fuerza de trabajar, a fuerza de atender a los mil detalles que exige un hogar acabamos por no saber para qué trabajamos. El norte se nos niebla y no nos queda más que la monotonía desesperante de ese día a día. Siempre igual en la mayoría de nuestras ocupaciones y mucho más en el trabajo de la casa. Y tanto más lo sentís vosotras las amas de casa cuando muchas veces vuestro trabajo pasa desapercibido y no merece ni un gracias por parte de los vuestros, por los que trabajáis día a día y año tras año.

Y no estaría de más que los Lázaros y las Marías que estáis aquí, maridos, hijos, hijas, hermanos, os pararais a pensar lo que esa madre de familia viene haciendo por cada uno de vosotros. Y primero se lo agradecéis de corazón y segundo pensáis en que podéis echar una mano en el trabajo del hogar. Y es hogar cuando todos participan en él, y no se convierte en una pensión, que lo mismo se puede llamar Pensión Juana que La Casa de la Troya

El Señor nos ayude a todos a realizar en nuestras vidas el adagio latino de “Ora et Labora”, Ora y Trabaja. Sabiendo encontrar a Dios entre los pucheros como Santa Teresa. Y para terminar quiero deciros que estoy seguro de que Jesús diría a María: “Anda a ayudar a tu hermana”.

 

José María Maruri, SJ

 

sábado, 20 de julio de 2013

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 14-21



Los fariseos se confabularon para buscar la forma de acabar con Jesús.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Grandes multitudes lo siguieron, y los sanó a todos. Pero Él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
"Éste es mi servidor, a quien elegí,
mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección.
Derramaré mi Espíritu sobre Él
y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará,
y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada
y no apagará la mecha humeante,
hasta que haga triunfar la justicia;
y las naciones, pondrán la esperanza en su Nombre".
Palabra del Señor.


"Jesús, dueño del sábado, realiza una curación en ese día indicando que ante Dios vale más la vida de sus hijos que la esclavitud paralizante del cumplir por cumplir la Ley.
Efectivamente: la Ley conduce a Dios y al prójimo. Mientras se quede en un cumplimiento meramente externo, no tiene ningún sentido, pues la salvación viene de Dios y no del cumplimiento de la Ley.
Jesús, amenazado de muerte por centrar al hombre en su relación con Dios, se retira y cura, tal vez ese mismo día sábado, a todos los enfermos. San Mateo aplica a Jesús, entonces, un texto del profeta Isaías. Pareciéramos escuchar la voz del Padre sobre su Hijo cuando es bautizado y cuando se transfigura ante sus discípulos: Este es mi Hijo (Siervo), muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias. En Él reposa el Espíritu de Dios que nos manifiesta el rostro misericordioso del Padre; pues Él no ha venido a condenar sino a salvar. No vendrá con apariencias de poder que espanten y opriman, sino con la sencillez del campesino que endereza las plantas, dobladas por el viento, para que produzcan fruto; con el cuidado de quien protege la luz para que tome fuerza y pueda iluminar. Él no vino sólo a manifestarnos su amor y a comunicarnos su vida. Él quiere que, quienes aceptemos su amor, su vida, su bondad, su misericordia, produzcamos frutos capaces de alimentar las esperanzas de nuestro prójimo.
Que seamos luz que ilumine a quienes caminan en tinieblas y podamos, así, ser corresponsables en la construcción del Reino de Dios entre nosotros."

 

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...