jueves, 29 de junio de 2023


 

Los cinco minutos del Espíritu Santo

 


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Hoy la Iglesia celebra a San Pedro y a San Pablo, elegidos por el Espíritu Santo para extender la Iglesia en los primeros tiempos. Toda la obra de ellos fue hecha por el impulso del Espíritu Santo, que guía a su Iglesia. 

Pedro y Pablo juntos nos recuerdan el llamado a comunicar a los hermanos la fe que hemos recibido, sabiendo que el mundo necesita de ese anuncio. Creemos que la fe puede hacer nacer un mundo nuevo. De hecho, Pedro y Pablo, con su misión, ayudaron a cambiar la sociedad pagana de aquella época. 

Ellos nos enseñan a alimentar una esperanza comunitaria, porque no esperamos sólo para nosotros, sino para el mundo y la historia donde estamos insertos. En realidad ésta es la dinámica propia del amor, por el cual se hace particularmente presente en la historia el dinamismo del Espíritu Santo, que nos arroja a lo insospechado. 

Estamos llamados a vivir el gozo de cooperar con la novedad del Espíritu. Pero hay que dejar la cómoda orilla y arrojarse "mar adentro" (Lucas 5,1 -11), venciendo los miedos (Marcos 4,35-41) con la mirada puesta en Cristo (Mateo 14,22-33). Es el gozo de decir a los demás que "hemos encontrado al Mesías" (Juan 1,41.45).

Cuando dejamos que el Espíritu Santo -que brota del corazón del Resucitado- nos impulse en esta tarea, seguramente experimentamos las maravillas que él puede hacer en los corazones, y nos admiramos viendo lo que puede lograr su gracia. 

Eso es lo que vivió intensamente San Pablo, que predicaba el Evangelio "no sólo con palabras, sino también con poder y con el Espíritu Santo, con plena persuasión" (1 Tesalonicenses 1,5). También San Pedro hablaba de este precioso Evangelio predicado "en el Espíritu Santo" (1 Pedro 1,12). 

Pidamos al Espíritu Santo que nos llene de esa misma fuerza para cambiar el mundo.

📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Apóstoles

 




 Lectura de los Hechos de los Apóstoles

12, 1-11

 

El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos».

Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.

La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión.

De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las manos.

El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias» y Pedro lo hizo. Después le dijo: «Cúbrete con el manto y sígueme».

Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión.

Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.

Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío».

 

Palabra de Dios.

 


Aquel momento fue de grave crisis para la comunidad cristiana. Tenían problemas con las autoridades religiosas y con las civiles. Herodes Agripa, nieto de Herodes el Grande, para agradar a los judíos, empezó a perseguir a la Iglesia y, así como había mandado decapitar a Santiago, encarceló a Pedro y todos temían lo peor. La comunidad "no cesaba de orar a Dios por él". Y, en efecto, el ángel lo liberó de un modo milagroso. El mismo Pedro no se lo acababa de creer. La de aquella noche fue una gran experiencia para la comunidad. Lucas dice que era la semana de Pascua: en cierto modo, se repetía el acontecimiento del éxodo liberador del pueblo en Egipto y el de la resurrección de Jesús de entre los muertos. En esta ocasión era Pedro el liberado de la cárcel.

 

SALMO RESPONSORIAL                                        33, 2-9

 

R.    El Señor me libró de todos mis temores.

 

Bendeciré al Señor en todo tiempo,

su alabanza estará siempre en mis labios.

Mi alma se gloria en el Señor:

que lo oigan los humildes y se alegren.  R.

 

Glorifiquen conmigo al Señor,

alabemos su Nombre todos juntos.

Busqué al Señor: Él me respondió

y me libró de todos mis temores.  R.

 

Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,

y sus rostros no se avergonzarán.

Este pobre hombre invocó al Señor:

Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.  R.

 

El Ángel del Señor acampa

en tomo de sus fieles, y los libra.

¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

¡Felices los que en Él se refugian!  R.

 

 

 


 

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo

a Timoteo

4, 6-8. 17-18

 

Querido hijo:

Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.

El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.

El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A El sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

 

Palabra de Dios.

 

 

 



   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

 

16, 13-19

.

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»

Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».

«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».

 

Palabra del Señor.  



Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de 

los Cielos.

 

 En el evangelio de hoy, ante la pregunta de Jesús: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. San Pedro experimentó que las palabras de Jesús contienen vida, sentido, luz, y llevan a estar a gusto, a llenar el corazón, a tener esperanza. Por eso, se dedicó por entero a predicar a Jesús y su evangelio, y no solo a los judíos sino también a los gentiles, lo que trajo consigo ciertos problemas en la iglesia primitiva.

La persecución contra estos primeros cristianos fue en aumento y el rey Herodes además de decapitar a Santiago, encarceló a Pedro. Pero el Señor liberó a Pedro de la cárcel y volvió a predicar a Jesús y el evangelio allí donde iba, cumpliendo el mandato del Señor.

No todo en la vida de Pedro fue un camino de rosas. Experimentó la debilidad. También Pedro fue débil. Tan débil que llegó a negar a su Maestro y Señor en el proceso seguido contra Él. “Ni le conozco”. Pero Jesús resucitado salió de nuevo a su encuentro y, en su debilidad y arrepentimiento, le acogió, lo perdonó y lo puso al frente de su iglesia.  Solamente le pidió que no dejase de amarle: “Pedro ¿me amas?”. Y Pedro nunca dejó de amarle.

Celebramos hoy también la fiesta de San Pablo. Y su vida, igual que la de San Pedro, se divide en un antes y un después del brusco y, a la vez, reconfortante encuentro con Jesús.

Pablo predica a Cristo y su evangelio y quiere extenderlo no solo a los judíos, sino principalmente a los gentiles, a todo el mundo: “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles”. “Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación”, porque sabe que el evangelio es “poder y salvación” para todos los que lo aceptan.

¿Podemos confesar con Pedro y Pablo que lo fundamental de nuestra vida ha sido y sigue siendo el encuentro con Cristo Jesús y que desde ahí vivimos todo lo demás?

ManuelFray Manuel Santos Sánchez O.P.
  

miércoles, 28 de junio de 2023

Los cinco minutos del Espíritu Santo

 


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En el capítulo 8 del libro de los Proverbios se habla de la sabiduría celestial, y allí se dicen cosas muy bellas que podemos aplicar al Espíritu Santo.

Dice, por ejemplo, que cuando Dios creó el universo, él estaba allí: "Yo era todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de la tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres" (Proverbios 8,30-31).

Porque el Espíritu Santo es amor que procede del Padre, y se puede decir que donde hay amor hay juego, hay alegría, hay gozo, hay una relación que da felicidad, que nunca aburre, que nunca cansa, que no tiene lugar para la tristeza y la monotonía.

Pero el Espíritu juega por el orbe de la tierra, y se entretiene con nosotros. Porque él ha sido enviado al mundo, y encuentra gusto con nosotros, derramando bondad, sembrando esperanza, despertando cosas bellas. El Espíritu Santo es un artista feliz, que, en medio de nuestra miseria, realiza el arte de crear cosas preciosas. Así él vive una especie de juego sublime.

Por eso, también nosotros podemos dejar que el Espíritu nos enseñe ese juego santo, el arte de hacer nacer cosas bellas donde parece que no hay nada bueno, donde aparentemente no hay belleza ni gracia. Juguemos con él.

📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Lecturas de hoy / Por sus frutos los reconocerán

  



Lectura del libro del Génesis

15, 1-12. 17-18

 

La palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: «No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grande».

«Señor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?» Después añadió: «Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero».

Entonces el Señor le dirigió esta palabra: «No, ése no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti». Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia».

Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.

Entonces el Señor le dijo: «Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra». «Señor, respondió Abrám, ¿cómo sabré que la voy a poseer?»

El Señor le respondió: «Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y un pichón de paloma».

Él trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abrám las espantó.

Al ponerse el sol, Abrám cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales descuartizados. Aquel día, el Señor hizo una alianza con Abrám diciendo: «Yo he dado esta tierra a tu descendencia, desde el Torrente de Egipto hasta el Gran Río, el río Éufrates».

 

Palabra de Dios.



Dios ha prometido a Abrám una descendencia y una tierra, pero el tiempo pasa y no viene el hijo que debía darle su mujer estéril. Abrám piensa que posiblemente lo que Dios le ha prometido es el hijo de su mayordomo Eliezer, pero Dios le ratifica que será su hijo natural y que su descendencia será numerosa, como las estrellas del cielo. Abrám creyó y se le contó como justicia, es decir, renueva su fe y Dios acepta como auténtica esta renovación. A continuación, Dios le ratifica la promesa de la tierra mediante una alianza en la que Dios pasa en forma de fuego por medio de un animal partido por la mitad. Así, el Señor concertó una alianza con el patriarca Abrám, es decir, un compromiso vinculante unilateral, pues solo compromete a una parte.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                            104, 1-4. 6-9

 

R.    El Señor se acuerda eternamente de su Alianza.

 

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,

hagan conocer entre los pueblos sus proezas;

canten al Señor con instrumentos musicales,

pregonen todas sus maravillas! R.

 

¡Gloríense en su santo Nombre,

alégrense los que buscan al Señor!

¡Recurran al Señor y a su poder,

busquen constantemente su rostro! R.

 

Descendientes de Abraham, su servidor,

hijos de Jacob, su elegido:

el Señor es nuestro Dios,

en toda la tierra rigen sus decretos. R.

 

Él se acuerda eternamente de su Alianza,

de la palabra que dio por mil generaciones,

del pacto que selló con Abraham,

del juramento que hizo a Isaac. R.

 

 

 



 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

7, 15-20

 

Jesús dijo a sus discípulos:

Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos.

Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.

 

Palabra del Señor.




Por sus frutos los reconocerán


El evangelio de hoy es bien claro y no necesita demasiadas interpretaciones. Por un lado siempre nuestra mirada limpia a la realidad para saber discernir, analizar y criticar cómo nos la presentan los que intentan maquillarla.

Nosotros/as sabemos, que hemos de caminar cada día buscando la verdad, la justicia, el bien común, la dignidad de toda persona, en definitiva, buscando el plan de Dios para todos los hombres y mujeres. Todo aquello que no vaya en esta dirección, por muy atractivo que lo presenten, nos tiene que hacer estar en guardia. 

 Lo que nos va a enriquecer a nivel personal, es que no nos engañemos, no defraudemos a la causa de Dios que es la causa de los pobres. Hemos de ser capaces de ver la realidad de los más sufrientes con una mirada desinteresada y llena de misericordia; y si miramos la realidad de ellos así, sabremos cuando les engañamos, cuando les prometemos y no hacemos, cuando nuestras verdades son meras justificaciones, cuando nos aprovechamos de ellos y cuando les estamos dando la espalda.

Y por otro lado, si nuestra vida y obras no trasmiten amor, alegría, esperanza y mayor Vida a nuestro alrededor, no estamos dando los  frutos  que corresponden al árbol. No siempre es fácil, con frecuencia hemos de empezar cada día. Pero sabemos de “Quién nos hemos fiado”.

Mari CruzHna. Mari Cruz OPDominica de la Anunciata

Nuestra Señora de Fátima

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