lunes, 31 de julio de 2023

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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Es hermoso recorrer la vida de los santos para percibir lo que puede hacer el Espíritu Santo en la vida de un ser humano, para ver cómo el Espíritu Santo puede cambiar completamente la vida de una persona y llevarla a lo más alto. Hoy recordamos lo que hizo el Espíritu Santo en San Ignacio de Loyola.

Después de una batalla, defendiendo la ciudad de Pamplona, el valiente Ignacio quedó herido. Allí el Espíritu Santo aprovechó para hacer las suyas. Durante el tiempo de reposo Ignacio se dedicó a la lectura, y este providencial acontecimiento hizo que leyera la vida de Cristo y algunas vidas de santos, con lo cual se encendió en él la llama de la entrega apasionada al Señor. 

En el altar de la Virgen de Montserrat dejó su espada y comenzó una peregrinación vestido de mendigo. Al poco tiempo alcanzó una gran profundidad espiritual que expresó en sus Ejercicios espirituales.

Luego de formarse adecuadamente, se ordenó de sacerdote y formó un pequeño grupo con fuertes inquietudes evangelizadoras. De allí surgió después su fecunda Compañía de Jesús. Sus obras y las de su Compañía son incontables. A la muerte de Ignacio, en 1556, la Compañía había llegado a la India y a Japón, con un inquebrantable entusiasmo y creatividad evangelizadora. Ciertamente la tarea evangelizadora de la Iglesia le debe muchísimo. 

Pasó los últimos tiempos de su vida disfrutando de altísimas experiencias místicas, cargadas de llamativa ternura y de místico gozo, que aparecen reflejadas en su diario íntimo. Para Ignacio Dios debía ser el principio y el fundamento de todo. Por eso, lo primero en la vida cristiana consiste en aceptar con amor que la propia vida haya sido creada para amar, adorar y servir a Dios. Aceptando eso con sinceridad, entonces sí es realmente posible dejarlo todo y entregarlo hasta el fin, sin reservas. De hecho, la vida de Ignacio estuvo consagrada a buscar la mayor gloria de Dios, y todas sus obras eran realizadas con esa finalidad.

Pidámosle al Espíritu Santo que nuestra vida no transcurra en la mediocridad, que nos transforme hasta el fondo y nos lleve a vivir en profundidad, entregándolo todo. No podemos hacerlo solos; pero el Espíritu Santo puede hacerlo, si cooperamos con él.

📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Lecturas de hoy

 




 Lectura del libro del Éxodo

24, 18bc; 31,18; 32,15-24.30-34

 

Moisés subió al monte Sinaí y allí permaneció cuarenta días y cuarenta noches.

Cuando el Señor terminó de hablar con Moisés, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de Dios.

Moisés emprendió el camino de regreso y bajó de la montaña llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro. Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada sobre ellas era escritura de Dios.

Al escuchar el ruido de las aclamaciones que profería el pueblo, Josué dijo a Moisés: «Hay gritos de guerra en el campamento». Pero Moisés respondió: «No son cantos de victoria, ni alaridos de derrota; lo que oigo son cantos de coros alternados».

Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña. Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas.

Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo indujeras a cometer un pecado tan grave?»

Pero Aarón respondió: «Te ruego, Señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal. Ellos me dijeron: "Fabrícanos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto".

Entonces les ordené: "El que tenga oro que se desprenda de él". Ellos me lo trajeron, yo lo eché al fuego, y salió este ternero».

Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado. Pero ahora subiré a encontrarme con el Señor, y tal vez pueda expiar ese pecado». Moisés fue a encontrarse nuevamente con el Señor y le dijo: «Por desgracia, este pueblo ha cometido un gran pecado, ya que se han fabricado un dios de oro. ¡Si Tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto! Y si no, bórrame por favor del Libro que Tú has escrito».

El Señor le respondió: «Yo borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí. Y ahora vete. Lleva a este pueblo hasta el lugar que Yo te indiqué: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el momento, los visitaré para castigarlos por su pecado».

 

Palabra de Dios.

 

El episodio del «ternero de oro» nos habla de cuánto puede estar expuesto el pueblo de Dios, en todas las épocas, a caer en la idolatría, en cualquiera de sus formas. En realidad, este es el verdadero y único pecado: traicionar al Dios de la Alianza –«el Dios de la gracia»– y terminar adorando una decepcionante o hasta grotesca imitación suya. Esta historia es un vivo recuerdo de la gran apostasía del desierto, pero describe también la situación de Israel en tiempo de los reyes. Emerge aquí, además, el claro contraste entre el “permisivo” Aarón y el “intransigente”, aunque siempre solidario, Moisés.




 

SALMO RESPONSORIAL                           105, 19-23

 

 

R.    ¡Den gracias al Señor; porque es bueno!

 

En Horeb se fabricaron un ternero,

adoraron una estatua de metal fundido:

así cambiaron su Gloria

por la imagen de un toro que come pasto. R.

 

Olvidaron a Dios, que los había salvado

y había hecho prodigios en Egipto,

maravillas en la tierra de Cam

y portentos junto al Mar Rojo. R.

 

El Señor amenazó con destruirlos,

pero Moisés, su elegido,

se mantuvo firme en la brecha

para aplacar su enojo destructor. R.

 

 

 


 

   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

13, 31-35

 

Jesús propuso a la gente esta parábola:

«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas».

Después les dijo esta otra parábola:

«El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».

Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:

"Hablaré en parábolas,

anunciaré cosas que estaban ocultas

desde la creación del mundo".

 

Palabra del Señor.



El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza

Nosotros, ciudadanos del siglo XXI, vivimos en una sociedad donde predominan las nuevas tecnologías. Jesús vivió en un mundo casi exclusivamente agrícola y muchos de sus ejemplos y parábolas los toma de este mundo. De haber venido a la tierra en nuestra época, seguro que se apoyaría en lo tecnológico para  algunos de sus ejemplos.

Y para explicarnos el reino de Dios y su deseada evolución, echa mano de un diminuto grano de mostaza y de cómo va creciendo hasta hacerse un gran arbusto, para indicarnos que esa es la manera en que Dios debe evolucionar e ir creciendo en nuestro corazón.

Así es, si le dejamos, como Jesús, el Hijo de Dios, quiere ir reinando, más y más en nuestro corazón, en nuestra persona. Libremente, porque así lo deseamos, queremos dejarle que reine en todos los rincones y zonas de nuestra persona. Desear y dejarle, que reine en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos, en todas nuestras reacciones ante las distintas circunstancias de la vida.  

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

 


domingo, 30 de julio de 2023


 

Los cinco minutos del Espíritu Santo


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"Ven Espíritu Santo. Hoy es un día más, pero quiero vivirlo como si fuera el último, como si fuera el único. No quiero desperdiciar este don maravilloso de un día de vida, no quiero desaprovechar este regalo de amor. Dame la gracia de pasar un buen día, soportando con paciencia las dificultades, los límites, las contrariedades, y disfrutando a pleno cada experiencia agradable, reconociendo la nobleza de cada ser humano, y descubriendo tu presencia en cada instante. Ven Espíritu Santo, para que no angustien demasiado los problemas, los dolores, las situaciones imprevistas. Ayúdame a aprender algo bueno de todo eso.Dame la capacidad de adaptarme dulcemente a todo, para seguir caminando con calma y esperanza. Ven Espíritu Santo, y regálame un buen día. Amén."

📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

DOMINGO 17° DURANTE EL AÑO

 




 

Lectura del primer libro de los Reyes

3, 5-6a. 7-12

 

El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. y le dijo: «Pídeme lo que quieras».

Salomón respondió: «Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que Tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?»

Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y le dijo: «Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, Yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti».

 

Palabra de Dios.

 



Al comienzo de su reinado, antes de la construcción del Templo, Salomón va a ofrecer sacrificios a Gabaón, Salomón responde a la propuesta divina con una hermosa plegarla inspirada en la teología del Deuteronomio. Dios es fiel a la promesa hecha a David. El Joven reye es inexperto, pide inteligencia, sabiduría. Además de la sabiduría, Dios le concede los bienes que se derivan de ella larga vida, riqueza y poder. El Salmo expresa lo mismo la Ley de Dios: vale más que el oro. 



 

SALMO RESPONSORIAL                                         118, 57.72. 76- 77. 127-130

 

R.    ¡Cuánto amo tu ley, Señor!

 

El Señor es mi herencia:

yo he decidido cumplir tus palabras.

Para mí vale más la ley de tus labios

que todo el oro y la plata.  R.

 

Que tu misericordia me consuele,

de acuerdo con la promesa que me hiciste.

Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré,

porque tu leyes toda mi alegría.  R.

 

Yo amo tus mandamientos

y los prefiero al oro más fino.

Por eso me guío por tus preceptos

y aborrezco todo camino engañoso.  R.

 

Tus prescripciones son admirables:

por eso las observo. .

La explicación de tu palabra ilumina

y da inteligencia al ignorante.  R.

 

 

 

N

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma

8, 28-30

 

Hermanos:

Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que Él llamó según su designio.

En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

 

Palabra de Dios.

 

 

 



   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

13, 44-52

 

Jesús dijo a la multitud:

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.

Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

«¿Comprendieron todo esto?»

«Sí», le respondieron.

Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».

 

Palabra del Señor.




Lo que se busca se encuentra



Este último domingo del mes de Julio, la liturgia nos propone la reflexión sobre las tres últimas parábolas del discurso de Jesús en San Mateo (13, 44-52) . Las dos primeras implican el riesgo de entregar todo por nada, ya sea un tesoro enterrado, ya sea una perla de gran valor… En ambas parábolas el protagonista arriesga todo lo que tiene para adquirir el terreno donde supone que hay un tesoro, así como el que compra la perla sin haber confirmado su valor.  El REINO DE LOS CIELOS comporta el desafío de apostar arriesgando todo sin plena seguridad.La última parábola acerca de la pesca de buenos y malos nos dice que al fin de la vida todos seremos recogidos y evaluados por el Señor quedando desechados los que no tuvieron una vida coherente con la fe. Unos serán aceptados y otros rechazados.En primer lugar: no todos descubren el valor del Reino de Dios… Muchos prefieren los “reinos” de la tierra porque son concretos y sensibles. Apostar al Reino de Dios, siempre es un DESAFÍO, porque es preciso dejar todo lo que tengamos para adquirir algo que no ofrece plena certidumbre. Es preciso discernir con la Fe, que por otro lado es un don divino.En segundo lugar: en el mar de la vida convivimos buenos y malos, pero un día se verá quiénes se han comportado coherentes con la voluntad de Dios.



Fuente: 


Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...