domingo, 30 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 13, 33-37



Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa: si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!
Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

Vigilad, velad. Es un buen lema para el Adviento. Tenemos que estar despiertos para descubrir la presencia del Señor, que viene. Viene como un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, de improviso. Viene a traernos la salvación, la felicidad...

Por eso, sería bueno hacer una reflexión y pensar: ¿Qué tendría que hacer para estar más despierto? Ver menos la televisión, leer más la Biblia, tener espacios de silencio para pensar y rezar, escuchar más a las personas, estar mejor informado de las cosas que pasan en el mundo...

Cuidado. Dios es imprevisible. Se hace presente en la iglesia y en el parque, por la mañana o por la noche, a través de un pensamiento o de un sentimiento, en momentos de gozo y de alegría, a través de un amigo o de un desconocido.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, abre nuestros ojos, para que veamos la energía creadora que hay en nuestro corazón, capaz de renovar una vida sin tono y sin horizonte.
Abre nuestros ojos, para que admiremos el milagro permanente de la vida: la marcha prodigiosa del cerebro, el latir fiel del corazón, la mirada limpia del ojo, la atención alerta de la inteligencia.
Abre nuestros ojos, para que descubramos la belleza de una flor o de un paisaje, de un corazón que sabe amar, perdonar, confiar...
Abre nuestros ojos, para que veamos las manos que necesitan un apretón, las penas que podemos aliviar, las esperanzas que podemos alentar...
Abre nuestros ojos, para que te reconozcamos en nosotros mismos, en los hermanos, en la creación y en la marcha de nuestra historia. Amén.





                                

sábado, 29 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 34-36


Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos". La advertencia de Jesús es quizá en nuestro mundo todavía más necesaria que en la Palestina del Siglo I. Hay muchos intereses que quieren que no funcione nuestra mente. Se invierte mucho dinero para que pensemos lo que conviene a los que pagan. Y muchas veces consiguen sus propósitos: no nos llama la atención que cada día mueran miles de niños por hambre, por el aborto...  Parece normal que empleemos más dinero en colonias, deportes, espectáculos que en solidaridad. Podríamos poner mil ejemplos. ¿Qué embota mi cabeza?
Pedimos a Dios que nos ayude a descubrir y a superar las trampas que continuamente se tienden a nuestro paso.

B. "Estad despiertos". No os traguéis cualquier cosa. Pensad ¿qué se dice? ¿quién lo dice? ¿para qué lo dice? ¿a quién beneficia? Rezad ¿qué me dices tú, Señor? La Palabra de Dios no tiene intereses en esta tierra, mejor dicho, tiene un sólo interés: la felicidad de todos. Pensar y rezar son los mejores medicamentos para combatir la enfermedad del sueño.
     "Ayúdame Señor a poner los medios para permanecer despierto"
     "Gracias por buscar siempre nuestra felicidad más plena"

C. Las advertencias de Jesús son importantes. No es lo mismo estar despiertos o dormidos, con mente embotada o clara. Nos jugamos mucho. Nos jugamos la salvación. Es decir, nos jugamos que nuestra vida tenga sentido o no. Nos jugamos ser felices o no. Nos jugamos que otras personas vivan felices o no.
      "Señor, perdona nuestra falta de responsabilidad"
      "Gracias por crearnos libres y responsables"
      "Danos fuerza para ayudar a nuestros próximos a vivir despiertos, con la mirada y la cabeza claras"





viernes, 28 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 29-33


Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación:
Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol, Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano, Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto., El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. Fijaos en la higuera... fíjate en la vida, en tu vida, en la vida de las personas cercanas... fijate en tu grupo de fe, en tu parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu pueblo o ciudad, en el mundo. Jesús era un gran observador.  Ver, mirar, fijarse, contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿nos enteramos de las cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.

B. La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su pueblo, en el corazón de las personas... Podemos rezar con las palabras de Gloria Fuertes y añadir nuestras experiencias de encuentro con Dios:
PADRENUESTRO que estás en la tierra, 
Padre nuestro que te siento en la púa del pino
en el torso azul del obrero,
en la niña que borda curvada
la espalda mezclando el hilo en el dedo
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el surco,
en la mina, 
en el huerto,
en el puerto,
en el cine,
en el vino,
en la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la escuela de gratis
y en el verdulero, y en el que pasa hambre.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en un banco del prado leyendo,
eres ese viejo que da migas de pan
a los pájaros del paseo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el cigarro, en el beso,
en la espiga, en el pecho
de todos los que son buenos.
C. Tenemos que aprender a mirar al estilo de Dios. Dios, que es bueno, que es Amor, mira todo con bondad y amor. En la Creación, el libro del Génesis repite: "y vio Dios que era bueno" (Gn 1,4.10...). Y el Evangelio nos cuenta que Jesús  "fijando en él (joven rico) su mirada, le amó" (Mc 10,21). Si no miramos con amor, no descubriremos al Dios-Amor en la vida, en la historia.
    "Cura Señor mi mirada, tantas veces fría y egoísta"
    "Gracias, Señor, por las personas que miran con amor"





jueves, 27 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 20-28


Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

Palabra del Señor.
 


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. Otra vez Jesús utiliza un lenguaje simbólico, difícil de comprender para nosotros. El panorama que dibuja es desolador: destrucción, venganza, signos en los astros... Sin embargo, a pesar de todo, las últimas palabras de Jesús son esperanzadoras: "levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación". Aunque a veces no lo parezca, hasta en las situaciones más dolorosas, Dios está presente y busca nuestra liberación, nuestra felicidad.

B. Podemos pensar en situaciones difíciles que hemos vivido. Y recordar cómo a pesar de todas las apariencias negativas, Dios se ha hecho paso y nos ha ido salvando poco a poco. Damos gracias. Si no hemos descubierto la presencia de Dios en los momentos dolorosos de la vida, le pedimos que nos conceda luz para saber descubrirlo.

C. Dios nos pone a veces en camino de personas que sufren mucho, que no tienen un futuro esperanzador. Y nos pide que les ayudemos a levantarse, a caminar, a disfrutar de la salvación (del amor de Dios y de los hermanos).

Señor, las catástrofes y las guerras encogen mi corazón.
En el mundo hay demasiada injusticia, demasiada violencia.
Me llega al corazón el sufrimiento de los pobres y los inocentes.
Hasta en las familias y en la Iglesia falta entendimiento.
En mi corazón se acumulan tristezas y fracasos.
Y mi pobre esperanza se seca, como una hoja en otoño.

Levanto los ojos al cielo y pronuncio tu nombre: ¡Jesús!
Y Tú me dices: “No tengas miedo. Confía en mí.
Levanta la cabeza, Se acerca vuestra liberación.
Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin
Mi amor es más fuerte que todas las desgracias juntas”.
Y mi esperanza comienza a reverdecer de nuevo.

Gracias por esta esperanza, más fuerte que el dolor y la muerte.
Que la fuerza del Espíritu me ayude a cuidarla y a compartirla.


:
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. Otra vez Jesús utiliza un lenguaje simbólico, difícil de comprender para nosotros. El panorama que dibuja es desolador: destrucción, venganza, signos en los astros... Sin embargo, a pesar de todo, las últimas palabras de Jesús son esperanzadoras: "levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación". Aunque a veces no lo parezca, hasta en las situaciones más dolorosas, Dios está presente y busca nuestra liberación, nuestra felicidad.

B. Podemos pensar en situaciones difíciles que hemos vivido. Y recordar cómo a pesar de todas las apariencias negativas, Dios se ha hecho paso y nos ha ido salvando poco a poco. Damos gracias. Si no hemos descubierto la presencia de Dios en los momentos dolorosos de la vida, le pedimos que nos conceda luz para saber descubrirlo.

C. Dios nos pone a veces en camino de personas que sufren mucho, que no tienen un futuro esperanzador. Y nos pide que les ayudemos a levantarse, a caminar, a disfrutar de la salvación (del amor de Dios y de los hermanos).

Señor, las catástrofes y las guerras encogen mi corazón.
En el mundo hay demasiada injusticia, demasiada violencia.
Me llega al corazón el sufrimiento de los pobres y los inocentes.
Hasta en las familias y en la Iglesia falta entendimiento.
En mi corazón se acumulan tristezas y fracasos.
Y mi pobre esperanza se seca, como una hoja en otoño.

Levanto los ojos al cielo y pronuncio tu nombre: ¡Jesús!
Y Tú me dices: “No tengas miedo. Confía en mí.
Levanta la cabeza, Se acerca vuestra liberación.
Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin
Mi amor es más fuerte que todas las desgracias juntas”.
Y mi esperanza comienza a reverdecer de nuevo.

Gracias por esta esperanza, más fuerte que el dolor y la muerte.
Que la fuerza del Espíritu me ayude a cuidarla y a compartirla.






miércoles, 26 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 20-28

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:



 Días de angustiosa espera. Permanezcamos firmes hasta el final, para que, cuando el Señor vuelva, seamos de los que levanten la cabeza, pues se acerca la hora de nuestra liberación final. No vivamos odiándonos y mordiéndonos unos a otros. No seamos injustos con nuestro prójimo. No nos encerremos en nuestros egoísmos que nos lleven a pisotear los derechos, incluso fundamentales, de nuestro prójimo. No induzcamos a otros al mal o al error. No provoquemos divisiones ni guerras entre nosotros. No vaya a ser que nos expongamos a nuestra destrucción total. Mientras aún es tiempo el Señor nos invita a iniciar el camino de una auténtica conversión. Él no quiere que nos perdamos, por muy pecadores que hayamos sido, pues no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Somos demasiado frágiles; por eso no confiemos en nuestras propias fuerzas. Acudamos al Señor con una oración humilde y sincera; y pidámosle confiadamente que nos ayude en todo a hacer, con gran amor, su voluntad, para que nos convirtamos en testigos fieles de su amor para toda la humanidad.

martes, 25 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 5-9



Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El, tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. Mientras Jesús se fija en la generosidad de una pobre viuda, vemos como los judíos se fijan en la belleza del templo de Jerusalén. No cabe duda de que son sensibilidades bien distintas. ¿Cómo miramos nosotros? ¿qué nos produce más admiración? ¿qué valoramos más?
     "Señor, enséñanos a mirar como tú"
     "Convierte nuestro corazón insensible"

B. Los judíos creían que un día la historia terminará y algunos pensaban que ese momento último era inminente. Por eso preguntan: ¿cuando va a ser eso?  El lenguaje de Jesús es difícil de comprender, pero nos enseña dos cosas fundamentales:
1. Llegará el fin de la historia, aunque no está cercano.
2. En ese final brillará la generosidad de la viuda y será se apagará la gloria del templo de Jerusalén, vencerá el amor y la vida, morirá el egoísmo y la misma muerte.
     "Señor, gracias por el gran regalo de la esperanza"
     "Ayúdanos a distinguir las cosas verdaderamente importantes"
     "Danos fuerza para trabajar por las causas que permanecen"

C. Dice Jesús: "Muchos vendrán usando mi nombre". En nuestros días nadie va diciendo que es Jesucristo, pero hay personas y cosas que se presentan como Salvadores, como Mesías. Hay personas que se creen salvadoras del mundo, hay productos que nos prometen la felicidad si los compramos y usamos, algunos economistas dicen que la salvación del mundo está en el mercado... ¿cuáles son los dioses de este mundo? ¿cuáles son los míos?
     "Sólo tú Señor tienes palabras de vida eterna"
     "Sólo tú Señor me das la felicidad, la salvación"
     "No permitas que creemos dioses y que nos creamos dioses"

Señor, dame una mirada como la tuya, una mirada que no se quede en la superficie, que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.






lunes, 24 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 1-4



Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. Jesús mira, mira con profundidad. No se queda en la superficie, en las apariencias. Como dice el primer libro de Samuel 16,7: "La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón".
Parece que no tenemos tiempo para mirar, para contemplar, para descubrir el corazón de las personas. Tenemos mucha prisa y poco amor.    

B. Las viudas de aquel tiempo normalmente eran pobres de solemnidad y estaban totalmente desprotegidas. Sin embargo, echó todo lo que tenía para vivir. Los cristianos estamos llamados a compartirlo todo, a dar incluso la vida. Pero en la realidad ¿cuánto tiempo, cuanto dinero, cuanta vida compartimos? ¿No se nos habrá pegado demasiado el polvo de la sociedad individualista y consumista en la que vivimos.

C. ¿Por qué nos cuesta tanto compartir? Cada uno conocerá sus razones particulares, pero hay dos que nos afectan a casi todos. Por un lado, confiamos poco en Dios. Si confiáramos más en Dios, no nos apoyaríamos tanto en las seguridades materiales. Por otro, somos poco conscientes de todo lo que Dios ha compartido con nosotros, de todo lo que Dios cada día nos regala. "Todo lo mío es tuyo" dice el padre de la parábola del hijo pródigo, nos dice Dios a cada uno (Lc 15,32). Si fuéramos fuésemos más conscientes, compartir no sería un castigo, sería una necesidad que nace de un corazón agradecido.

Gracias, Señor, por la gente buena y sencilla.

No te sonríen con blancura dentífrica, 
desde las páginas de una revista. 
No acaparan flashes en los eventos de moda. 
No reciben premios en las galas con más glamour 
ni las multitudes corean sus nombres 
en el concierto de los poderosos. 
Pero no lo necesitan, para brillar con luz propia 
en el baile de la historia. 

Son el hombre justo y la viuda pobre, 
el profeta valiente y la mujer perdonada. 
Son el peregrino que comparte su mesa y su palabra, 
y el caminante que, en su fatiga, bromea y canta. 
Son el carpintero y la muchacha, el alfarero y la criada, 
el emigrante que no pierde la esperanza. 
Son la buena gente, que en lo discreto, 
transforma el duelo en danza. 

Gracias, Señor, por la gente buena y sencilla.
Hazme bueno y sencillo, Señor."





 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 31-46



Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver».
Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos: desnudo, y te vestimos? ¿Cuando te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?»
Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmIgo».
Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron».
Éstos, a su vez, le preguntarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?»
Y Él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmIgo».
Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.
 
Palabra del Señor.




¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

Hoy es el último domingo del tiempo que llamamos ordinario. El próximo comenzaremos el Adviento. Y en este domingo celebramos la fiesta de Cristo Rey, de un rey que no es de este mundo, que no actúa como los reyes de este mundo. Jesús muestra su realeza desde el trono de la cruz, con la corona de espinas. Reina desde el amor, desde la entrega absoluta, desde el servicio, desde el perdón, desde la debilidad, desde el servicio a los más pequeños...
     "Señor, que tú seas el Rey de nuestra vida"
     "Danos tu Espíritu para ser reyes-servidores"

B. En el Evangelio de hoy Jesús nos invita, entre otras cosas, a:

- Descubrirle en los pobres, enfermos, hambrientos y sedientos... en definitiva en todas las personas, porque todos somos pobres. Hay pobres de dinero, de compañía, de esperanza, de fe, de amigos, de salud, de libertad, de cariño... Y hay pobres de todo. Éstos eran los preferidos de Jesús y deben ser nuestros preferidos.
“Señor, dame una mirada contemplativa”

- A dar a cada uno lo que necesita. Y a darlo con amor. Porque dándolo a los hermanos, a Cristo mismo lo ofrecemos.
“Señor, haznos ricos en generosidad”

- A valorar a las personas por su capacidad de amor, de entrega... Y no por otros criterios tan importantes como la inteligencia, el aspecto físico, el dinero, el poder...
“Ayúdanos a valorar según tu corazón”

Señor, te acojo como Rey, como Señor de mi vida, voluntariamente, con entera libertad. No me obligas a abrazarme a tu bandera; me invitas a seguirte y esperas con paciencia mi respuesta.
No me has prometido dinero, ni honores, ni vida fácil, pero me aseguras la paz y la alegría más grandes. Tú no eres como los señores de este mundo.  No utilizas tu poder para manipular y enriquecerte.
Tú único poder es el Amor, el amor que se entrega para dar vida, vida eterna el amor que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa.
Por eso, Señor, te acojo como Rey, como Señor de mi vida, con confianza, gratitud y alegría. Y te pido la gracia de servirte en tus predilectos: los pobres. Que sepa escuchar y estremecerme ante el dolor ajeno; aprender de las personas más necesitadas; descubrir tu presencia en su carne sufriente y ser instrumento en tus manos para que puedan vivir con dignidad e integrarse plenamente en la sociedad y en la Iglesia.





viernes, 21 de noviembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 45-48



Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Está escrito: "Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones"».
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar estas ideas:

A. Jesús no sólo es el hombre dulce y tierno que nos habla de cosas preciosas. Es también el profeta valiente que denuncia la falsedad, que reacciona ante el abuso, que se enfrenta a los poderosos... En nuestra vida se han de combinar dos dimensiones de la vida de Jesús y de los profetas: plantar el amor y arrancar el pecado, el anuncio de la solidaridad y la denuncia del egoísmo, consolar corazones desgarrados y remover conciencias conformistas... En mi vida ¿qué tendría que potenciar a este respecto? Pido a Dios luz y fuerza.

Yo soy la persona más tranquila del mundo.
Soy la personificación de la tranquilidad.
Ciudadano calmado, sin manías, sin extremismos,
tranquilo y pacífico. Ese soy yo.

Si hay miseria a mi alrededor, yo ayudo un poquito
y luego me tranquilizo al saber que pocos hacen lo que yo.
En una época de tanto egoísmo,
yo soy de veras un tipo leal y sincero.
¡Incluso rezo todos los días, cosa que pocos hacen!

Pero tú, Jesús, te has acercado a mí...
y me has pedido ser profeta, para gritar tu verdad,
anunciar tu Buena Nueva, ser testigo ante el mundo.

¡Pero Jesús! ¿Yo?... Tal vez este no sea el mejor trabajo,
no sé si sabré hacerlo, además necesitaré prepararme...
La tarea no es nada fácil, necesito arrojo y valor.
Y yo sólo tengo una cosa: miedo.

Desde luego, ser profeta...
es poner tus palabras en nuestra boca,
tus obras, en nuestros hechos,
es ser como tú fuiste. ¡Y acabaste en la cruz!
Mira Jesús, que todo esto es demasiado...
a mí me gustaría, ¡pero es que...
yo no tengo sangre de profeta!

Jesús, Tú escuchas con paciencia mis excusas,
y me miras con un inmenso cariño.
Tienes paciencia conmigo y me ayudas a entender
que sólo tiene vida el que la arriesgar por amor,
que Tú siempre estarás a mi lado
que tu fuerza será mi fuerza,
que tu sabiduría será la mía,
que todo lo puedo cuando voy contigo. Amén

B. Intentaban quitarlo de en medio. El mensaje de Jesús les resultaba peligroso. Y para colmo, se atreve a echar a los vendedores del templo. Les parece intolerable. También nosotros tratamos de quitarnos de en medio a quien nos resulta molesto, al que nos recuerda la verdad, tantas veces molesta... Lo pensamos y pedimos perdón.
    
C. Jesús no era un maestro más. Sabía de qué hablaba. Hacía lo que decía. Era coherente hasta el extremo. No era hombre de medias tintas. Conocía los problemas de la gente. Por eso y por muchas cosas más, lo escuchaban con gusto. Nosotros no somos "el Mesías", no somos el Hijo de Dios. Pero estamos hemos recibido el mismo Espíritu de Jesús y estamos llamados a ser anunciadores del Evangelio. Si intentamos seguir a Jesús con autenticidad, aunque estemos envueltos por mil pobrezas, mucha gente estará pendiente de nuestros labios... y de nuestra vida.






Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...