sábado, 31 de julio de 2021

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo

 




Es hermoso recorrer la vida de los santos para percibir lo que puede hacer el Espíritu Santo en la vida de un ser humano, para ver cómo el Espíritu Santo puede cambiar completamente la vida de una persona y llevarla a lo más alto. Hoy recordamos lo que hizo el Espíritu Santo en San Ignacio de Loyola.

Después de una batalla, defendiendo la ciudad de Pamplona, el valiente Ignacio quedó herido. Allí el Espíritu Santo aprovechó para hacer las suyas. Durante el tiempo de reposo Ignacio se dedicó a la lectura, y este providencial acontecimiento hizo que leyera la vida de Cristo y algunas vidas de santos, con lo cual se encendió en él la llama de la entrega apasionada al Señor. 

En el altar de la Virgen de Montserrat dejó su espada y comenzó una peregrinación vestido de mendigo. Al poco tiempo alcanzó una gran profundidad espiritual que expresó en sus Ejercicios espirituales.

Luego de formarse adecuadamente, se ordenó de sacerdote y formó un pequeño grupo con fuertes inquietudes evangelizadoras. De allí surgió después su fecunda Compañía de Jesús. Sus obras y las de su Compañía son incontables. A la muerte de Ignacio, en 1556, la Compañía había llegado a la India y a Japón, con un inquebrantable entusiasmo y creatividad evangelizadora. Ciertamente la tarea evangelizadora de la Iglesia le debe muchísimo. 

Pasó los últimos tiempos de su vida disfrutando de altísimas experiencias místicas, cargadas de llamativa ternura y de místico gozo, que aparecen reflejadas en su diario íntimo. Para Ignacio Dios debía ser el principio y el fundamento de todo. Por eso, lo primero en la vida cristiana consiste en aceptar con amor que la propia vida haya sido creada para amar, adorar y servir a Dios. Aceptando eso con sinceridad, entonces sí es realmente posible dejarlo todo y entregarlo hasta el fin, sin reservas. De hecho, la vida de Ignacio estuvo consagrada a buscar la mayor gloria de Dios, y todas sus obras eran realizadas con esa finalidad.

Pidámosle al Espíritu Santo que nuestra vida no transcurra en la mediocridad, que nos transforme hasta el fondo y nos lleve a vivir en profundidad, entregándolo todo. No podemos hacerlo solos; pero el Espíritu Santo puede hacerlo, si cooperamos con él.


Liturgia - Lecturas del día

 



Lectura del libro del Levítico

25, 1. 8-17

 

El Señor dijo a Moisés sobre la montaña del Sinaí:

Deberás contar siete semanas de años -siete veces siete años- de manera que el período de las siete semanas de años sume un total de cuarenta y nueve años. Entonces harás resonar un fuerte toque de trompeta: el día diez del séptimo mes -el día de la Expiación- ustedes harán sonar la trompeta en todo el país. Así santificarán el quincuagésimo año, y proclamarán una liberación para todos los habitantes del país. Éste será para ustedes un jubileo: cada uno recobrará su propiedad y regresará a su familia. Este quincuagésimo año será para ustedes un jubileo: no sembrarán ni segarán lo que vuelva a brotar de la última cosecha, ni vendimiarán la viña que haya quedado sin podar; porque es un jubileo, será sagrado para ustedes. Sólo podrán comer lo que el campo produzca por sí mismo.

En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad.

Cuando vendas o compres algo a tu compatriota, no se defrauden unos a otros. Al comprar, tendrás en cuenta el número de años transcurridos desde el jubileo; y al vender, tu compatriota tendrá en cuenta el número de los años productivos: cuanto mayor sea el número de años, mayor será el precio que pagarás; y cuanto menor sea el número de años, menor será ese precio, porque lo que él te vende es un determinado número de cosechas. No se defrauden unos a otros, y teman a su Dios, porque Yo soy el Señor, su Dios.

 

Palabra de Dios.

 


El año jubilar, de carácter social aunque con un fundamento religioso, había ido madurando tras la experiencia positiva del año sabático. La ley judía prescribía, algunas normas relativas a la liberación de los esclavos, a la condonación de la deuda y a la misma restitución de las tierras a sus respectivos dueños, cosas que permitían vivir como hombres libres. Estas normas tendían a resolver y a corregir algunos males y disfunciones sociales inherentes a la vida agrícola y urbana. El fundamento religioso de estas leyes sociales, que se revelaron sabias, aunque no siempre se llevaron a la práctica de modo pleno, estaba en la concepción judía según la cual los bienes del mundo son iguales para todos: la tierra pertenece a Dios, que liberó al pueblo de la esclavitud de Egipto; los hombres son hermanos, y la libertad de la persona es un bien inalienable.



 

SALMO RESPONSORIAL                              66, 2-3. 5. 7-8

 

R.    ¡Que todos los pueblos te den gracias, Señor!

 

El Señor tenga piedad y nos bendiga,

haga brillar su rostro sobre nosotros,

para que en la tierra se reconozca su dominio,

y su victoria entre las naciones. R.

 

Que todos los pueblos te den gracias.

Que canten de alegría las naciones,

porque gobiernas a los pueblos con justicia

y guías a las naciones de la tierra. R.

 

La tierra ha dado su fruto:

el Señor, nuestro Dios, nos bendice.

Que Dios nos bendiga,

y lo teman todos los confines de la tierra. R.

 

 

 


 

 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

14, 1-12

 

La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: «Éste es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos».

 

Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.

 

El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, su hija, también llamada Herodías, bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.

Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y ésta la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al escuchar la cobardía de Herodes frente a la petición de la hija de Herodías, nos queda una sensación de amargura y hastío porque sabemos que, a pesar de tenerlo encerrado, Herodes no quería matar a Juan el Bautista.

Pero qué es lo que realmente nos molesta. ¿Por qué es común escuchar que lo que menos podemos tolerar en los demás es la hipocresía y la cobardía? Creo que es precisamente lo que nos atañe más directamente, pues todos alguna vez hemos sido cobardes e hipócritas.

Incluso me animo a decir que hemos matado la reputación de muchas personas a causa de nuestra cobardía. Por ejemplo, cuando hemos callado verdades que comprometían la reputación y dignidad de otras personas, o peor aún, cuando hemos inventado mentiras con tal de no salir perjudicados en alguna situación de conflicto, afectando e involucrando a otros para salir bien librados.

Señor, qué distintos son tus pensamientos de nuestros pensamientos, tu justicia de nuestra justicia. Enséñanos a salir de nuestro egoísmo y buscar siempre la verdad que nos conduce hasta ti, aunque a veces eso implique el necesario camino de la cruz y de la abnegación.

«Herodes sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto se sigue repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como éste».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de julio de 2013).

viernes, 30 de julio de 2021

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo

 




 "Ven Espíritu Santo. Hoy es un día más, pero quiero vivirlo como si fuera el último, como si fuera el único. No quiero desperdiciar este don maravilloso de un día de vida, no quiero desaprovechar este regalo de amor. 

Dame la gracia de pasar un buen día, soportando con paciencia las dificultades, los límites, las contrariedades, y disfrutando a pleno cada experiencia agradable, reconociendo la nobleza de cada ser humano, y descubriendo tu presencia en cada instante. 

Ven Espíritu Santo, para que no angustien demasiado los problemas, los dolores, las situaciones imprevistas. Ayúdame a aprender algo bueno de todo eso.

Dame la capacidad de adaptarme dulcemente a todo, para seguir caminando con calma y esperanza. 

Ven Espíritu Santo, y regálame un buen día. 

Liturgia - Lecturas del día

 



 Lectura del libro del Levítico

23, 1. 4-11. 15-16. 27. 34b-37

 

El Señor dijo a Moisés:

«Las fiestas del Señor, las asambleas litúrgicas que ustedes convocarán a su debido tiempo, son las siguientes: En el primer mes, el día catorce, al ponerse el sol, se celebrará la Pascua del Señor, y el quince de ese mismo mes tendrá lugar la fiesta de los Ácimos en honor del Señor. Durante siete días comerán panes sin levadura. El primer día tendrán una asamblea litúrgica y no harán ningún trabajo servil. Durante siete días ofrecerán una ofrenda que se quema para el Señor. El séptimo día habrá una asamblea litúrgica y ustedes no harán ningún trabajo servil».

El Señor dijo a Moisés: «Habla en estos términos a los israelitas: Cuando entren en la tierra que Yo les doy y cuando recojan la cosecha, entregarán al sacerdote la primera gavilla. El día siguiente al sábado, él la ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, para que les sea aceptada.

También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla ofrecida con el gesto de presentación, o sea, a partir del día siguiente al sábado. Las semanas deberán ser completas. Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo.

Además, el décimo día del séptimo mes, será el día de la Expiación. Habrá una asamblea litúrgica, observarán el ayuno y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor.

Además, el día quince de este séptimo mes se celebrará la fiesta de las Chozas en honor del Señor, durante siete días. El primer día habrá una asamblea litúrgica, y ustedes no harán ningún trabajo servil. Durante siete días presentarán una ofrenda que se quema para el Señor. Al octavo día, celebrarán una asamblea litúrgica y presentarán una ofrenda que se quema para el Señor: es una asamblea solemne y ustedes no harán ningún trabajo.

Éstas son las fiestas del Señor, en las que ustedes convocarán las asambleas litúrgicas y presentarán ofrendas que se queman para el Señor -holocaustos, oblaciones, sacrificios y libaciones, según corresponda a cada día-».

 

Palabra de Dios.



Las fiestas judías tienen la finalidad de hacer salir al individuo de su autosuficiencia, para insertarlo en una vida de dimensión comunitaria: cada hombre, pertenece al pueblo, es una expresión del mismo y, a través de él, pertenece a Dios. Los elementos constitutivos de las fiestas de Israel son, esencialmente, dos: la convocación de la santa asamblea del pueblo y el descanso del trabajo. El primero marca el ritmo de la vida del pueblo y hace revivir, especialmente en la celebración litúrgica, el recuerdo de las maravillas llevadas a cabo por Dios en la historia judía; el segundo aleja al pueblo de las cosas materiales y cotidianas y lo introduce en el tiempo fuerte de Dios, donde toma conciencia del discurrir de la vida y de su significado de salvación.


 

 

SALMO RESPONSORIAL                                   80, 3-6b. 10-11b

 

R.    ¡Canten con júbilo al Señor; nuestra fuerza!

 

Entonen un canto, toquen el tambor,

y la cítara armoniosa, junto con el arpa.

Toquen la trompeta al salir la luna nueva,

y el día de luna llena, el día de nuestra fiesta. R.

 

Porque ésta es una ley para Israel,

un precepto del Dios de Jacob:

El se la impuso como norma a José,

cuando salió de la tierra de Egipto. R.

 

No tendrás ningún Dios extraño,

no adorarás a ningún dios extranjero:

Yo, el Señor, soy tu Dios,

que te hice subir de la tierra de Egipto. R.

 

 

 


 

    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

13, 54-58

 

Al llegar a su pueblo, Jesús se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados.

«¿De dónde le vienen, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?»

Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Entonces les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia» .

Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

 

Palabra del Señor

 

Reflexión


La Palabra me dice


¿No es éste el hijo del carpintero?

El evangelio de hoy nos presenta a Jesús visitando Nazaret. Nazaret era un pequeño poblado de unos doscientos a cuatrocientos habitantes, y es casi seguro que Jesús conocía a sus vecinos y ellos a él. La reacción no debería sorprendernos, puesto que todos sabían que era hijo de José, el carpintero. Para las familias de Nazaret no había secretos, y todo era compartido, desde las alegrías a las penas.

¿De dónde le vendrá todo esto?

Es por tanto que no debería parecernos rara la pregunta. Imagináte si hoy tu vecino se levanta y comienza a hacer milagros… ¿Creerías en él? ¿O dirías que es un adulador…? Yo personalmente desconfiaría, porque desde chico lo conozco y sé que es hijo de Alicia, la maestra. Pero, ahora bien, si ponemos atención nos daremos cuenta que a lo largo de nuestros días muchas veces nos mostramos incrédulos ante los milagros sencillos que ocurren a nuestro alrededor. Podemos volvernos una persona que desconfía permanentemente de las palabras de los amigos; dejar de creer a nuestros padres, ir cuestionando cada gesto...

Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente

Una posible clave para romper la barrera de la desconfianza es pedirle al Señor la gracia de mirar el mundo con ojos de niño. Santa Catalina de Siena decía: “Señor, dame un corazón de niño y un gran coraje para vivir como adulto”. Volver a ser niño no significa ser infantil, ni mucho menos tener una fe “aniñada”; por el contrario, significa dejarnos sorprender por las pequeñas maravillas que ocurren todos los días y a cada momento. Volver a ser niños significa tener fe en un Dios que nos sostiene y acompaña a sus hijos.


A la Palabra, le digo


Hoy Señor quiero volver a mirar la vida como un niño. 
Hoy Señor quiero volver a confiarte mi corazón. 
Hoy Señor quiero volver a ser dependiente de Vos. 
Ayúdame a ser un niño, para vivir la vida como un Cristo, para mis hermanos. 




 

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...