martes, 30 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 51-56



Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Santiago y Juan iban con Jesús, pero ¡cuanto les costaba comprender el nuevo estilo de vida iniciado por el Maestro! No saben de qué espíritu son. Son del espíritu del amor, de la comprensión, de la misericordia; no son hijos del espíritu del rencor y de la venganza.
            “Señor danos tu Espíritu de amor,
             para que curemos el egoísmo con generosidad
             venzamos la mentira con la verdad,
             ganemos al orgullo con humildad
             y superemos la guerra con la paz”

Cristo no ha venido no a perder a nadie, ha venido y sigue viniendo a salvar a todos. Nuestra tarea es la misma: salvar, animar, dar alegría, levantar la esperanza.
Pedimos perdón porque a veces condenamos a los hermanos
y damos gracias por las personas siguen salvando al mundo con su vida.





lunes, 29 de septiembre de 2014

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51

En aquel tiempo:
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez».
«¿De dónde me conoces?, le preguntó Natanael.
Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».
Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel».
Jesús continuó: «Porque te dije: "Te vi debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía».
Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el, Hijo del hombre».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Dios nos ha enviado a su propio Hijo para que quienes, por medio de la fe, entremos en comunión de vida con Él, vivamos como verdaderos hijos de Dios sin doblez.
Dios sabe de nuestra cercanía a Él. Él nos contempla aún antes de que iniciemos nuestro camino que nos lleve a encontrarnos y a unirnos a Él. Esforcémonos continuamente en escuchar con fidelidad su Palabra para que, en verdad, seamos dignos de contemplar y gozar lo máximo que Dios puede ofrecernos: su Gloria como hijos en el Hijo.
Jesús se ha convertido para nosotros como en la Scala Sancta (Escalera Santa) por la cual podemos llegar a la posesión de los Bienes que nuestro Padre Dios ha reservado para lo que le viven fieles.
Fuera de Jesús no hay otro Camino que nos conduzca al Padre, no hay otro camino que nos haga conocer el amor de Dios. Por Él suben los mensajeros divinos para experimentar el amor de Dios y volver después a sus hermanos para proclamarles lo que sus ojos vieron, lo que sus oídos oyeron, lo que sus manos tocaron, lo que en su vida experimentaron acerca del Hijo de Dios, acerca del amor que Dios nos tiene, y acerca de los bienes que Dios ha reservado para nosotros.
Nadie puede pretender convertirse en mensajero de la Buena Nueva, si antes no ha subido a Dios mediante la oración, meditación y experiencia de su Palabra, pues sólo quienes vienen del Desierto Sonoro, donde sólo se ha vivido en intimidad con Dios, pueden darnos testimonio de Él, ya que no son los sabios conforme a los criterios de este mundo, sino los santos quienes pueden colaborar para que la salvación llegue a nosotros.
 

sábado, 27 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 43b-45


Mientras todos se admiraban por .las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».

Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les resultaba oscuro, de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

Palabra del Señor. 



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hay cosas en las que Jesús no se cansa de insistir. Les avisa una y otra vez: ha de ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían. Sabían que Jesús era el Salvador, pero no les cabía en la cabeza que la salvación pasara necesariamente por el sufrimiento. A todos nos cuesta entender el dolor y la muerte.

Sin embargo, si queremos ser fieles a Dios, si queremos hacer presente su amor, en algún momento nos vamos a encontrar con el rechazo de muchos, nos toparemos con la cruz.
            “Señor, enséñanos a tomar la cruz de cada día y a seguirte”
            “Gracias por las personas que saben amar hasta el final”
            “Perdona y cura nuestra cobardía frente al dolor”

Señor, dame la valentía
de arriesgar la vida por ti,
el gozo desbordante
de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar
y pies para caminar
al paso de los hombres.
Entrega, Señor, entrega
para “dar la vida”
desde la vida,
la de cada día.
Infúndenos, Señor,
el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida
en el servicio a los débiles.
Señor, haznos constructores de tu vida,
propagadores de tu reino,
ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres
para llevarles el tesoro
de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos
a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota
cuando el grano muere en el surco.






viernes, 26 de septiembre de 2014

Bayer paga casi 2 mil millones de dólares por daños causados por anticonceptivos

LIMA, 25 Sep. 14 / 03:04 am (ACI/EWTN Noticias).- En su informe financiero para accionistas del segundo trimestre de 2014, la empresa farmacéutica alemana Bayer reconoció haber pagado cerca de 2 mil millones de dólares en acuerdos por denuncias de daños causados por sus medicamentos anticonceptivos orales Yasmin, Yaz, Ocella y Gianvi, en Estados Unidos.
En la página 54 de su reporte, Bayer, cuyo lema es “ciencia para una vida mejor”, reconoce que “para el 9 de julio, Bayer ha llegado a acuerdos, sin admisión de responsabilidad, para resolver las demandas de aproximadamente 8,900 demandantes en los Estados Unidos, por un monto total de 1,8 mil millones de dólares”.
Según su propio documento, las personas afectadas denunciaron haber sufrido “afecciones personales, algunas de ellas fatales, debido al uso de productos anticonceptivos de Bayer conteniendo drospirenona, tales como Yasmin y/o Yaz, o por el uso de Ocella y/o Gianvi, versiones genéricas de Yasmin y Yaz, respectivamente”.
Bayer reconoció que solo ha resuelto demandas en Estados Unidos “por lesiones de coágulos venosos (trombosis venosa profunda o embolia pulmonar), después de un análisis de registros médicos de casos específicos de forma continua”.
“Este tipo de lesiones se alegan en aproximadamente 2,400 de las demandas pendientes no liquidadas”, reconoció Bayer.
En total, para el 9 de julio de este año, Bayer tenía aún 5 mil demandas por resolver.
A pesar del fuerte impacto económico, Bayer ofreció a sus accionistas que seguirá “resolviendo el asunto” con las personas afectadas por sus anticonceptivos, buscando siempre que los millonarios pagos no tengan “un impacto material sobre la posición financiera de Bayer”.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 18-22


Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles:
«El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús, nuestro Maestro, nos pregunta: ¿quién decís que soy yo? ¿Sabes la respuesta? No tengas prisa en responder. No pienses solamente en lo que sabes, piensa en tu relación personal con él, piensa en cómo él influye en la vida de cada día. Cuando lo hayas pensado, dile la respuesta al Maestro.

¿Quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?

Jesús es el Mesías de Dios, pero no por eso va a evitar el trago amargo de la cruz. El camino del amor pasa antes de después por la estación dolorosa de la cruz. Jesús nos avisa. Pedimos fuerza para ser fieles en la dificultad.

Aunque cada uno tenemos que dar nuestra respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:
Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.





jueves, 25 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 7-9



El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado». Otros decían: «Es Elías, que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado».
Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?» Y trataba de verlo.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no pasa inadvertido. No busca la notoriedad, pero su estilo de vida llama la atención. Quieren escucharlo y verlo hasta sus propios enemigos.

¿Cómo es nuestra vida? ¿Llamamos la atención por ser coherentes, por estar con los más pobres, por elegir los últimos puestos, por servir más que nadie, por asumir con esperanza la cruz y el dolor, por creer en Dios y en las personas? ¿o llamamos la atención por otras cosas menos evangélicas?
            “Señor, llénanos de tu Espíritu
             para que nuestra vida sea manifestación de tu amor”





miércoles, 24 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 1-6



Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para sanar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: «No lleven nada para el camino, ni bastón, ni provisiones, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos».
Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos en todas partes.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús nos llama, nos reúne, nos da poder y nos envía a proclamar la buena noticia del Reino de Dios y a curar a los enfermos.
¿Nos sentimos llamados, reunidos, fortalecidos, enviados?

La grandeza de Dios brilla en la pobreza de los enviados. No necesitamos muchas cosas: la mochila llena de fe y de confianza en quien nos envía, nos acompaña y nos espera al final del camino.

Señor, tú nos envías a proclamar el Reino de Dios,
a anunciar el amor que Dios Padre siente por nosotros,
a mostrar la esperanza a quienes la han perdido,
a levantar la confianza de los que creen que ya no tienen arreglo.

Señor, nos envías, también, a curar y a echar demonios
Para vencer a los demonios de la injusticia, la violencia o la mentira,
no basta con palabras; no hay secretos ni formulas mágicas.
A los demonios sólo se les vence a base de amor, trabajo y entrega.

Señor, no quieres que lleve bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero;
lo más importante no son los medios que llevamos,
lo más importante es lo que somos, es nuestra experiencia,
la experiencia de sentirnos mirados, amados y salvados por ti.

Señor, la misión no es fácil, pero es apasionante.
Además, no nos dejas solos. Tú estás con nosotros, en nosotros.
Nos das poder y autoridad para hablar y actuar.
La luz de tu Espíritu nos guía y su fuerza nos acompaña.






martes, 23 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 8, 19-21



La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte».
Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

También yo estoy en ese grupo de personas que escuchaban a Jesús. Él me mira y me dice: ¿Quienes son mi madre y mis hermanos? Todo el que hace la voluntad de Dios.
Yo soy de la familia de Jesús, no soy ajeno a él. Para Jesús soy alguien entrañable, de la familia. Escucho con el corazón estas palabras de Jesús ¿qué siento? ¿qué le digo?

¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? ¿Hasta donde llega nuestro amor? ¿se cierra en los muros de la familia, de los amigos, de los que son y piensan como yo?
    "Dame Señor una mirada y un corazón abiertos"
    "No permitas que me encierre en mi, en los míos"

No es suficiente con ser de la familia de sangre de Jesús, tampoco se trata sólo de pertenecer al grupo que lo acompaña. Se trata de cumplir la voluntad de Dios. Por eso, podemos decir que María es madre de Jesús por doble motivo: porque lo dio a luz y porque ninguna criatura cumplió la voluntad de Dios como ella.
    "María enséñanos a cumplir la voluntad de Dios".

Señor, has dicho: "Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra".

Gracias por considerarnos miembros de tu familia, porque quieres ser nuestro hermano, por darnos a María como madre.
Gracias por ser de la familia de San Francisco, Santa Teresa, la madre Teresa de Calcuta, el arzobispo Romero...
Gracias por ser de la familia de todas las personas que hoy han comenzado a trabajar por sus hijos, por su barrio, por su comunidad, por la gente más necesitada.

Dame unos oídos bien abiertos para escuchar tu palabra en la Biblia, en la conciencia, en el corazón, en los pobres...
y una voluntad decidida para ponerla por obra.






lunes, 22 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 8, 16-18



Jesús dijo a sus discípulos:
No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El Evangelio no es una planta de interior. El Evangelio, para que crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la lluvia. El Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser mensajeros del Evangelio.

            “Danos la fuerza de tu Espíritu
             para anunciar la buena noticia de tu amor,
             para hacer presente tu amor con nuestro compromiso,
             para que el Evangelio pueda llegar a todos
             y llene de vida a cuantos lo reciban”


 




domingo, 21 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 30—20, 16


Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo". y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros".
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada".
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
 
Palabra del Señor. 



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Dios sale a buscarnos a cualquier hora del día, en cualquier etapa de nuestra vida, para invitarnos a trabajar en su viña, en su Iglesia, en el mundo. Cuenta con todos.
            “Gracias, Señor, por hacerte el encontradizo”
            “Gracias por contar con mis pobres posibilidades”
            “Que siempre escuchemos tu llamada, Señor”

Los negocios de Dios no son como los nuestros. Él paga de forma distinta. A todos da lo mismo, mucho más de lo que merecemos. Con todos cumple lo pactado. Algunos se quejan. No se dan cuenta de que poder trabajar en la viña del Señor es, antes que nada, un regalo que deberían agradecer. Estar fuera de la viña, no trabajar en ella es una desgracia.
            “Perdona y cura, Señor, mi egoísmo”
            “Gracias, Señor, por llamarme”
            “Enséñame a descubrir cada día tu generosidad”
            “Dame acierto para salir a las calles y a las plazas
             para que todos puedan trabajar en tu viña y ser felices”

Señor, en muchas ocasiones nos pareces injusto.
Estamos convencidos de que nos tratas mal.

Pagas lo mismo al que ha trabajado todo el día
que al que se ha esforzado sólo una hora.

Pagas lo mismo al que te ha servido toda su vida
que al que se ha incorporado en el último momento.

Señor, enséñanos a comprender tu lógica, tu justicia, tu corazón.
Tú no mides el trabajo realizado, sino la decisión de ir a hacerlo.

Mides el premio mucho más por el amor que sientes hacia los trabajadores
que por el fruto que hayamos conseguido.

Valoras más la entrega del corazón
que el sudor de las manos.

Ayúdanos a entender que, por mucho que hagamos, Tú no nos debes nada.
Tu amor y tu premio son siempre gratuitos, inmerecidos, desbordantes.

Trabajar en tu viña, en la viña del mundo
es nuestra obligación y nuestra salvación,
es un regalo que da alegría a nuestra vida.

Ser buenos y dedicarnos a los demás
nunca puede ser motivo de orgullo;
es una gracia, una oportunidad que hemos de agradecer.

Que nunca trabajemos en tu viña para ganar tu amor.
Que nos entreguemos a ti para agradecer tu entrega por nosotros.

Gracias por el denario de tu mirada, de tu perdón, de tu amor.
Gracias porque nos miras, nos perdonas y nos amas antes de ponernos a trabajar,
antes de poder merecer una migaja.

Señor, gracias por darnos fuerza para colaborar contigo
en la construcción de un mundo más justo y de una Iglesia más evangélica. Amén.






sábado, 20 de septiembre de 2014

Comisión Diocesana









Envío las fotos del día jueves 18- 49º aniversario de Liga de Madres Diocesana. Gracias por la hermosa reunión, Dios bendiga a todos los que formamos La Liga de Madres de Familia- Gracias a nuestro Asesor Padre Juan R. Celeiro ¡¡¡gracias a nuestro Monseñor Ruben O. Frassia- Obispo de Avellneda Lanús!!- Sra Graciela de Veragua-

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 8, 4-15


Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, Él les dijo, valiéndose de una parábola: «El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre .las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y éstas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno».
Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!»

Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia»,

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra da siempre frutos.

Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?

Señor, Jesús, Tú eres el sembrador.
y yo la tierra en la que esparces la semilla de tu Palabra.
Gracias, Señor, por “perder tu tiempo” conmigo;
gracias por darme la oportunidad de acoger tu semilla,
de ser feliz, dando fruto abundante.

No permitas que mi corazón se endurezca, como un camino,
No dejes que la vida me petrifique, Señor.
Que no me gane la partida la desconfianza y el escepticismo.

Señor, en ocasiones soy como terreno pedregoso,
Acojo con ilusión tu Palabra, pero no soy constante.
Me gusta probarlo todo, pero no doy la vida por nada.
Ayúdame a sacar las piedras de mi corazón,
para ser tierra buena, con hondura, que dé fruto.

Señor, te doy gracias, por ser tierra buena,
tierra que sería fecunda... si no estuviera llena de espinas.
Acojo la semilla de tu Palabra en un rincón del corazón,
pero a veces recibo y dedico más tiempo a otras plantas
que asfixian los brotes que nacen de tu semilla.
Señor, dame valor para renunciar a todo lo que me separe de Ti.

Señor, gracias por todas las personas que son buena tierra,
en las que tu palabra crece y fructifica, ahonda y se multiplica.
Gracias por los santos, que producen el ciento por uno.
Gracias porque también yo, con tu ayuda, doy fruto abundante,
frutos de ternura y solidaridad, de justicia y paz.

Señor, gracias por elegirme para ser sembrador.
Gracias por enseñarme que, a pesar de los obstáculos,
todas las semillas, tarde o temprano, producen su fruto.
Ayúdame a sembrar con una mano y ayudar, con la otra,
a que las tierras se conviertan en fecundas.
Dame generosidad para ser como el grano de trigo,
dispuesto a enterrarse y a morir
para que la tierra del mundo dé los mejores frutos. Amén.






viernes, 19 de septiembre de 2014

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 8, 1-3


Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Las mujeres también están muy cerca de Jesús. Quizá a nosotros no nos llame la atención. Pero era algo extraordinario en aquella época. Jesús no discrimina a la mujer, no discrimina a nadie. Los cristianos tendríamos que luchar contra toda discriminación, sea por la razón que sea.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, hoy queremos hacer memoria agradecida de muchas mujeres que se dejaron transformar por tu Espíritu de Vida:

Recordamos a Sara, quien con Abraham contestó a tu llamada de dejar su tierra natal y poner su fe en una alianza con el Señor. Gracias por su fe.

Recordamos a Esther y Débora, que gracias a su valor e inteligencia salvaron la nación. Gracias por su compromiso personal en favor de muchos.

Recordamos con especial cariño a la Virgen María, siempre atenta para escuchar tu voz y la de los hermanos, siempre dispuesta hacer vida tu voluntad, con confianza y generosidad. Gracias por su amor de madre.

Recordamos a María Magdalena y las otras mujeres que siguieron a Jesús, también cuando fue crucificado. Ellas fueron las primeras personas que se encontraron con Jesús Resucitado. Gracias por su fidelidad en el amor a Jesucristo.

Recordamos a Febe y a Priscila y a las otras mujeres que fueron líderes de la iglesia primitiva. Gracias porque supieron difundir el Evangelio en momentos difíciles para la Iglesia.

Recordamos a Santa Águeda y a todas las mártires que supieron mantener su fe y sus ideales más nobles. Gracias por su testimonio.

Recordamos a Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, que vivieron su fe con autenticidad y lucharon contra la corrupción de la propia comunidad cristiana. Damos gracias a Dios por su valentía y su amor a la Iglesia.

Recordamos a nuestras madres y abuelas, a todas las mujeres importantes para nosotros, cuya entrega ha hecho que hoy podamos disfrutar de una vida mejor. Gracias por su generosidad.

Recordamos las mujeres que hoy en día son las primeras en descubrir compromisos al servicio de la justicia, de la paz, de las mujeres maltratadas... Señor, que su trabajo siga dando buenos frutos.

Acuérdate de las mujeres que son víctimas de la violencia en sus hogares y fuera de ellos. Señor, dales fuerza para vencer el temor y buscar soluciones.

Te pedimos por aquellas mujeres que se enfrentan a una vida de pobreza.
Dales el don de la esperanza, para trabajar juntas, con los hombres de buena voluntad, por un mundo más justo y solidario.

Te pedimos también por nuestras hijas y nietas. Para que crezcan, con tu ayuda, fuertes y sensibles, creyentes y comprometidas, libres y felices. Amén.

Ayudaban a Jesús con sus bienes. Compartir los bienes es un signo de mucho amor, de mucha solidaridad. Nos cuesta desprendernos de ellos.
¿A qué dedicamos nuestros bienes, nuestro dinero?
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?





Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...