domingo, 30 de septiembre de 2018

DOMINGO 26° DEL TIEMPO ORDINARIO





Lectura del libro de los Números     11, 16-17a. 24-29

El Señor dijo a Moisés:
«Reúneme a setenta de los ancianos de Israel -deberás estar seguro de que son realmente ancianos y escribas del pueblo- llévalos a la Carpa del Encuentro, y que permanezcan allí junto contigo. Yo bajaré hasta allí, te hablaré, y tomaré algo del espíritu que tú posees, para comunicárselo a ellos».
Moisés salió a comunicar al pueblo las palabras del Señor. Luego reunió a setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y los hizo poner de pie alrededor de la Carpa.
Entonces el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Después tomó algo del espíritu que estaba sobre él y lo infundió a los setenta ancianos. y apenas el espíritu se posó sobre ellos, comenzaron a hablar en éxtasis; pero después no volvieron a hacerlo.
Dos hombres -uno llamado Eldad y el otro Medad-- se habían quedado en el campamento; y como figuraban entre los inscritos, el espíritu se posó sobre ellos, a pesar de que no habían ido a la Carpa. Y también ellos se pusieron a hablar en éxtasis.
Un muchacho vino corriendo y comunicó la noticia a Moisés, con estas palabras: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento».
Josué, hijo de Nun, que desde su juventud era ayudante de Moisés, intervino diciendo: «Moisés, señor mío, no se lo permitas».
Pero Moisés le respondió: «¿Acaso estás celoso a causa de mí? ¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque Él les infunde su espíritu!»

Palabra de Dios.


Episodio extraño, en el que un grupo de ancianos, recibiendo el espíritu de Moisés, se ponen a profetizar. Era como una ayuda que Moisés tuvo para atender a los problemas de impartir justicia y orientar al pueblo en el desierto. Pero quizás lo más importante sea poner de manifiesto que el Espíritu, como don de Dios, no se puede reducir a unas formas exclusivamente institucionales. Esos dos personajes llamados Eldad y Medad representan a aquellos que han recibido un don carismático fuera de los ámbitos institucionales. En realidad, no son los protagonistas los ancianos, ni Moisés, ni estos dos personajes mencionados, sino que es el Espíritu que impulsa a los hombres. Por eso es muy digna de consideración la actitud de Moisés quien, ante el escándalo de su asistente Josué, afirma que es todo el pueblo el está llamado a profetizar. Y profetizar, en primer lugar, significa abrirse al don del Espíritu, y después ponerse al servicio de todos para trasmitir la voluntad salvadora de Dios.


Salmo Responsorial                            18, 8. 10. 12-14

R.    Los preceptos del Señor alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. R.

La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R.

También a mí me instruyen:
observarlos es muy provechoso.
Pero ¿quién advierte sus propios errores?
Purifícame de las faltas ocultas. R.

Presérvame, además, del orgullo,
para que no me domine:
entonces seré irreprochable
y me veré libre de ese gran pecado. R.





Lectura de la carta de Santiago
5, 1-6

Ustedes, los ricos, lloren giman por las desgracias que les van a sobrevenir. Porque sus riquezas se han echado a perder sus vestidos están roídos por la polilla. Su oro su plata se han herrumbrado, esa herrumbre dará testimonio contra ustedes devorará sus cuerpos como un fuego.
¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final! Sepan que el salario que han robado a los que trabajaron en sus campos está clamando, el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo.
Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza. Han condenado y han matado al Justo, sin que él les opusiera resistencia.

Palabra de Dios.



Las palabras tan duras del apóstol Santiago contra los ricos corruptos, que han conseguido su riqueza a base de explotar a sus empleados y jornaleros están muy de acuerdo con la maldición de Jesús a los ricos, (Lc 6, 24). Un cristiano que no condene explícitamente a los ricos corruptos y explotadores no puede llamarse discípulo de Jesús. Y las palabras de Jesús, del apóstol Santiago y de muchos otros profetas bíblicos, debemos aplicárnoslas también cada uno de nosotros, aunque no seamos económicamente millonarios. Cualquiera de nosotros que abuse de su superioridad civil, política, o personal, en el trato con los que son, civil, políticamente, o personalmente, o de cualquier manera que sea, inferiores a él, es corrupto y está explícitamente condenado por las palabras bíblicas contra los ricos corruptos. Todo discípulo de Cristo debe luchar con todas sus fuerzas contra esta desigualdad social y económica en la que, actualmente, vivimos en esta sociedad nuestra del siglo XXI. Y no miremos exclusivamente a nuestra sociedad en general; mirémonos cada uno de nosotros a nosotros mismos en nuestras relaciones con los demás.

Gabriel González del Estal



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
9, 38-43. 45. 47-48

Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros».
Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no esta contra nosotros, esta con nosotros.
Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

“No es de los nuestros”. Es una expresión que ponemos muchas veces en la boca demasiado apresuradamente. Nos podríamos preguntar en qué momentos hemos dicho estas palabras u otras semejantes.  ¿Quién no es de los nuestros, el que no forma parte de nuestro grupo, el que no piensa como nosotros, el que tiene la piel de otro color, el que viene de tierras lejanas? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Las acciones buenas, por pequeñas e insignificantes que parezcan: dar un vaso de agua, sonreír, guiñar un ojo... Cualquier cosa que hagamos nos engrandece, alegra a quien está a nuestro lado, y hace que el Reino de Dios se haga presente un poco más. Es como una pizca de sal que da buen sabor a la vida.
Y las acciones malas, aunque parezcan intrascendentes, también tienen sus reprecisiones negativas. Por eso, este Evangelio nos llama a evitar cualquier ocasión de pecar, de hacer daño, de escandalizar.
Sin embargo, no solemos valorar las acciones pequeñas, sean buenas o malas.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

  
Señor de la historia y de la vida,
no sea yo quien menosprecie y deje sin hacer
las cosas pequeñas de cada día.

sábado, 29 de septiembre de 2018

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL y RAFAEL Fiesta - septiembre 29, 2018



Lectura del libro del Apocalipsis
12, 7-12a

Se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y éste contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo.
Y así fue precipitado el enorme dragón, la antigua serpiente, llamada diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles.
Y escuché una voz potente que resonó en el cielo:

«Ya llegó la salvación,
el poder y el Reino de nuestro Dios
y la soberanía de su Mesías,
porque ha sido precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios.
Ellos mismos lo han vencido,
gracias a la sangre del Cordero
y al testimonio que dieron de él,
porque despreciaron su vida hasta la muerte.
¡Que se alegren entonces el cielo y sus habitantes!»


Tenemos, por una parte, la fascinación de lo divino, es decir, el asombro que produce el imaginarse el trono de Dios en toda su grandeza. Y la visión con un lenguaje apocalíptico, lleno de simbolismos y figuras, de Dios sentado en el trono con el río de fuego que brota de él. En torno a esa representación divina están los “miles de millares” de seres misteriosos que le sirven: los ángeles. Pero la gran novedad de esta representación es la aparición de una figura que se muestra como “un Hijo de hombre”, que se acerca al Anciano, al Padre: es el Hijo que retorna al misterio de Dios llevando la humanidad que asumió en su persona. El Hijo de Dios, tras completar su obra, no abandona su humanidad para regresar a la pureza del simple ser divino, sino que la conserva: permanece eternamente encarnado. ¡Esto sí que es algo más que una visión! En el misterio de Dios, el Hijo conserva su rostro de hombre. El texto esta en función  de esos miles de millares, dentro de los cuales debemos ubicar a los tres arcángeles que hoy celebramos.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL                                                        137, 1-5

R.    ¡Te cantaré en presencia de los ángeles, Señor!

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque has oído las palabras de mi boca.
Te cantaré en presencia de los ángeles
y me postraré ante tu santo templo. R.

Daré gracias a tu nombre
por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma. R.

Que los reyes de la tierra te bendigan,
al oír la palabra de tu boca,
y que celebren los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.




    Lectura del santo Evangelio
según san Juan
1, 47-51

En aquel tiempo:
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Éste es un verdadero israelita, un hombre sin doblez».
«¿De dónde me conoces?, le preguntó Natanael.
Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».
Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel».
Jesús continuó: «Porque te dije: "Te vi debajo de la higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía».
Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el, Hijo del hombre».

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

La Biblia nos habla de tres arcángeles con nombre propio:

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
Apocalipsis 12, 7-8

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Lucas 1, 26-28

«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».
Tobías 12, 15

Con un corazón de niño, podemos dirigir a ellos nuestros oraciones:

San Miguel Arcángel, que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda
y que, mediante tu incomparable protección,
crezcamos cada vez más en el servicio del Señor;
que tu virtud nos acompañe todos los días de nuestra vida.

Arcángel San Gabriel, imploramos tu cercanía
para que descubramos cada día las llamadas que Dios nos hace
y respondamos con la prontitud y la alegría de la Virgen.

Arcángel San Rafael, que dijiste:
«Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios.
Practicad el bien y no tropezaréis en el mal.
Buena es la oración con ayuno,
y hacer limosna mejor que atesorar oro»,
te suplicamos nos acompañes en todos mis caminos
y nos alcances fuerza para seguir tus consejos.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Lecturas del día



Lectura del libro del Eclesiastés
3, 1-11

Hay un momento para todo
y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para sanar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

¿Qué provecho obtiene el trabajador con su esfuerzo?
Yo vi la tarea que Dios impuso a los hombres
para que se ocupen de ella.
Él hizo todas las cosas apropiadas a su tiempo,
pero también puso en el corazón del hombre
el sentido del tiempo pasado y futuro,
sin que el hombre pueda descubrir
la obra que hace Dios desde el principio hasta el fin.

Palabra de Dios.

“Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa”. Es la idea central. Enuncia muchas, casi todas, de las situaciones que vivimos los seres humanos. Desde el tiempo para nacer y el tiempo para morir, pasando por las diversas circunstancias en que se desarrolla nuestro nacimiento y nuestra muerte. Nosotros, los seguidores de Jesús, decimos que debemos encontrar tiempo para vivir todos los elementos de nuestra vida cristiana, porque realmente lo hay, pues el día tiene 24 horas. Con frecuencia, nos falta tiempo para realizar algunas de nuestras acciones cristianas. Lo nuestro es encontrar tiempo tanto para la oración como para la acción apostólica, tanto para el estudio y la reflexión como para la actividad, tiempo para dedicárselo a Dios y tiempo para dedicárselo a los hermanos y a uno mismo, tiempo para el trabajo y tiempo para el descanso… En el fondo, es un problema de integración. Integrar, es decir, colocar cada “pieza” cristiana en su lugar en torno a un eje integrador que no es otro que el seguimiento de Cristo. Dar el tiempo y la importancia a cada elemento cristiano para ser discípulos de Jesús, para vivir como él vivió.



SALMO RESPONSORIAL                                          143, 1a. 2-4

R.    ¡Bendito sea el Señor, mi Roca!

Bendito sea el Señor, mi Roca,
Él es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
Él es el escudo con que me resguardo. R.

Señor, ¿qué es el hombre para que Tú lo cuides,
y el ser humano, para que pienses en él?
El hombre es semejante a un soplo,
y sus días son como una sombra fugaz. R.





    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
9, 18-22

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy Yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles:
«El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».

Palabra del Señor.



¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

Jesús, nuestro Maestro, nos pregunta: ¿quién decís que soy yo? ¿Sabes la respuesta? No tengas prisa en responder. No pienses solamente en lo que sabes, piensa en tu relación personal con él, piensa en cómo él influye en la vida de cada día. Cuando lo hayas pensado, dile la respuesta al Maestro.

¿Quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?

Jesús es el Mesías de Dios, pero no por eso va a evitar el trago amargo de la cruz. El camino del amor pasa antes de después por la estación dolorosa de la cruz. Jesús nos avisa. Pedimos fuerza para ser fieles en la dificultad.

Aunque cada uno tenemos que dar nuestra respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:

Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.

Nuestra Señora de Fátima

    En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130...