Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 1-8
Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos
hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor,
no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron:
«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha
resucitado. Recuerden lo que El les decía cuando aún estaba en Galilea:
"Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los
pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día"». Y las
mujeres recordaron sus palabras.
Palabra del Señor.
En el evangelio de la fiesta de este día Jesús les dice a sus
discípulos: esta es la voluntad de mi Padre: que no pierda nada de
lo que me dio, sino que lo resucite en el último día; que todo el que ve
al Hijo y cree en él tenga vida eterna. Jesús en el huerto de los
olivos, también sintió un sentimiento primario de miedo y pánico ante la
muerte, pero su amor y su comunión con el Padre vencieron rápidamente su
temor. Con sentimiento primario dijo: que pase de mí este cáliz, pero su
amor y su comunión con el Padre le hicieron también rápidamente decir:
que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Jesús de Nazaret vivió siempre
sabiendo que tenía que morir en esta tierra, antes de ir,
definitivamente, a la casa de su Padre. También nosotros debemos tener
esta esperanza cierta, esta vivencia, del gozo inmenso que tendremos
para siempre en la casa de nuestro Padre. Así podremos vencer,
humanamente hablando, el temor y el pánico, que espontáneamente sentimos
ante la muerte. Así también nosotros, los cristianos, tenemos la
esperanza firme y cierta de que Jesús nos ha preparado ya un sitio en la
casa de su Padre donde, después de esta vida, gozaremos con él de la
presencia eterna y gozosa de Dios.
4.- Celebremos nosotros también esta fiesta de los difuntos con gozo
y esperanza, como celebramos ayer la fiesta de todos los santos y
digamos con el salmista: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién
temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el
Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
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