Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 28-31





Pedro le dijo a Jesús: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros».

Palabra del Señor.

¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

Dejarlo todo es signo de nuestra entrega al Señor, pero antes que eso es un don de Dios. Él nos da la posibilidad de dejarlo todo. Es un don que tenemos que pedir y vivir en lo más pequeño de cada día.
            “Señor, danos el don de la pobreza y la disponibilidad”

Dios no se deja ganar en generosidad. ”El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre y madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué te ha dado Dios cuando has sido generoso con Él? ¿Que te dice Dios? ¿Qué le dices?

Podría seguir así, ir tirando más o menos..
¿Por qué complicarme la vida?
Tampoco es para tomárselo tan en serio, ¿no?
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Quisiera no tener que elegir
no tener que tomar una decisión,
Preferiría no hacer una opción.
¿Para qué tanta exigencia?
Tampoco es para ponerse tan radical, ¿no?
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Hasta aquí he llegado, y aquí me paro
A mí que no me despierten, estoy cansado.
Ya está bien ,¿no?, total… ¿para qué?
Pero tengo sed de Ti, Señor.

No quisiera renunciar a nada.
¿No sería mejor apuntarse a todo?
Sin decidirse por nada,
Sin arriesgar nada.
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Soy bastante religioso a mi manera.
Ni soy un santo de altar
ni una mala persona, creo yo.
Vamos, como todos, un tanto rutinario
Y no muy cumplidor, es verdad.
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Señor, que la sed no me deje acomodarme
y me impulse a dejarlo todo, con confianza,
y a darlo todo por Ti, con gratitud.
Tú no te dejas ganar en generosidad
y nos pagas por anticipado el ciento por uno.

Señor, que la sed me conduzca a Ti,
a todas las personas que me necesitan,
y a la paz que busca mi alma.

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