REFLEXION DEL PADRE MARCELO QUINTANA SOBRE “LA FAMILIA” REALIZADO EN EL ENCUENTRO ESPIRITUAL EN EL SANTUARIO DE SCHOENSTATT
Dios nos muestra cambiar la temática
porque este retiro es personal y comunitario, somos apóstoles en nuestra
familia, en la que muchas veces hay intranquilidad y no siempre hay alegría, nos
llama a abarcar la parte que falta, educando para que siempre se acepte Su
Voluntad.
La sociedad cambio ya no se puede
hablar de familia cristiana, muchas veces la vida se hace difícil, no se tiene
tiempo para rezar, no logramos encontrar la paz.
La familia es el espacio donde
DIOS quiere ir transformando como manifestación del amor; que la familia vuelva
a ser un espacio sagrado, donde se pueda encontrar el silencio que el mundo
lleno de ruidos no permite, que la familia sea el lugar principal para El.
El nació en el seno de una
familia Jesús vive, Su vida donde Dios la pensó, María y José, fueron la misión
terrenal de Jesús quien siempre estaba unida a Dios Padre; vivamos nuestra vida
vinculada siempre a DIOS ,allí tendremos la fuerza necesaria para cada día, la
vida es algo que tenemos que vivirla para poder brindarla ,solo desde El
seremos instrumento en el seno de nuestra familia, porque la unidad con Él se
transforma en realización, aprendemos el arte de descubrir el amor
misericordioso del Padre en todas las circunstancias
de la vida ,en EL vivimos, nos movemos,
existimos.
La paciencia es una virtud que
hay que pedir y desarrollar, a veces lo somos más afuera que en nuestra familia,
recordemos el refrán “la caridad bien entendida empieza por casa”, porque en la
familia nos conocen tal cual somos, allí no podemos tener varias
manifestaciones de nuestra naturaleza; la paciencia en la familia cuesta, pero
es donde hay que hacer luz en el corazón.
El primero que tiene que cambiar
es uno mismo, crecer en la paciencia porque seremos los primeros beneficiados y
desde allí lo será la familia.
Los gestos de caridad cambian el
corazón del otro porque para DIOS nada es imposible, se manifiesta en lo que
nosotros no podemos. Se hace humano como nosotros en todo menos en el pecado,
participa con sus discípulos y en las bodas de Cana bendice la unión matrimonial,
pidámosle que se haga presente en los matrimonios, también en la fragilidad de
la familia, en la sociedad y el mundo.
En la vida de relación
comunitaria lo somos cuando nos encontramos con EL, la vida de fe, nos define
no por lo que somos sino por lo que hacemos, tener docilidad de espíritu, que
se renueve como en Pentecostés en nuestra vida, que la fe aumente, creemos con
docilidad de espíritu y encuentro con el Señor, en especial en aquellas
situaciones que nos cuesta.
Si estoy con Cristo en el hermano
me dará la fuerza para recibir toda Su Gracia que me impulse a colaborar en la
construcción del Reino de Dios en mi familia y en mi ambiente.
(Meditación, 23 de mayo
2018)
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