DOMINGO 14° DEL TIEMPO ORDINARIO
Lectura del libro de Isaías
¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella,todos los que la aman!.Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella,
para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores,
para gustar las delicias de sus senos gloriosos!
Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda.
Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así Yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén.
Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores,y a sus enemigos, su indignación.
Palabra de Dios.
En el final del libro de Isaías, culmen del libro de la consolación, la Jerusalén celestial, que resplandece por la gloria de Dios, será el lugar de la morada definitiva de la humanidad. Dios promete consolarla en su presencia como una madre a sus hijos, pero sobre todo promete la paz, como don escatológico de reconciliación de la humanidad con Dios, consigo misma y con todo lo creado. Pero esa Jerusalén no existe, hay que crearla en todas partes, allí donde cada comunidad sea capaz de sentir la acción liberadora del proyecto divino. El profeta, siente lo más íntimo de Dios y así quiere animar a la comunidad post-exílica para crear una Jerusalén nueva.
SALMO RESPONSORIAL 65, 1-3a. 4- 7a. 16. 20
R. ¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!» R.
Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres. R.
Él convirtió el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en Él,
que gobierna eternamente con su fuerza. R.
Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia. R.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Galacia
6, 14-18
Hermanos:
Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.
Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
En la segunda lectura, san Pablo nos da testimonio de cómo ha de ser un verdadero discípulo de Cristo. En su carta a los Gálatas asegura que el mundo está crucificado para él, pues si se ha de gloriar no es en otra cosa sino en la cruz de Cristo. Y esto es lo que traerá la paz verdadera y la misericordia de Dios sobre Israel y sobre el mundo entero. Jesús, por medio de su entrega en la cruz, ha vencido al mal. El mismo Cristo, cuando aparece resucitado después de haber triunfado sobre la muerte con su resurrección, al aparecerse a sus discípulos, les saluda con la paz. Esta paz, que no es sólo ausencia de guerra, sino la vida misma vivida desde el amor y desde el perdón, sólo nos la puede dar Cristo, que la ha alcanzado con su muerte y resurrección. Por ello, como nos enseña hoy san Pablo, si queremos ser también nosotros apóstoles que, como él y como los setenta y dos discípulos, anunciemos la buena noticia del Evangelio de Jesús, lo hemos de hacer con nuestra propia vida, luchando contra el mal con el amor, con el perdón y la misericordia. De este modo, no sólo la ciudad de Jerusalén, sino también toda la Iglesia y el mundo entero se llenarán de la verdadera paz que el profeta Isaías anuncia hoy en la primera lectura.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
10, 1-12. 17-20
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!" y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes".
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: "¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca".
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad».
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».
Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los envió de dos en dos, no los envió cada uno por su cuenta. Jesús sabe que la evangelización es difícil, los manda como ovejas en medio de lobos. De dos en dos pueden mutuamente apoyarse, animarse, revisarse, criticarse, alegrarse...
“Gracias, Señor, por contar conmigo, por enviarme”
“Gracias por los compañeros de camino y de misión”
“Perdona y cura mi individualismo”
“Dame sabiduría para reconocer las dificultades
y fuerza para superarlas”
Digan: “Esta cerca el Reino de Dios”. Dios mismo está cerca, su amor está cerca, su perdón está cerca. Dios es un misterio de cercanía. Su cercanía es tan grande que habita en lo más profundo de cada persona.
Por consiguiente, los cristianos no llevamos a Dios a los demás, les ayudamos a que descubran la presencia de Dios en ellos mismos.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No esten alegres porque se les someten los espíritus. Estan alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo. No se alegren sólo porque sus esfuerzos alcanzan resultados (podrían no alcanzarlos). Estan alegres sobre todo porque Dios los ama, los cuida, los perdona, los resucita... (Y Dios nunca falla).
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Los envió de dos en dos, no los envió cada uno por su cuenta. Jesús sabe que la evangelización es difícil, los manda como ovejas en medio de lobos. De dos en dos pueden mutuamente apoyarse, animarse, revisarse, criticarse, alegrarse...
“Gracias, Señor, por contar conmigo, por enviarme”
“Gracias por los compañeros de camino y de misión”
“Perdona y cura mi individualismo”
“Dame sabiduría para reconocer las dificultades
y fuerza para superarlas”
Digan: “Esta cerca el Reino de Dios”. Dios mismo está cerca, su amor está cerca, su perdón está cerca. Dios es un misterio de cercanía. Su cercanía es tan grande que habita en lo más profundo de cada persona.
Por consiguiente, los cristianos no llevamos a Dios a los demás, les ayudamos a que descubran la presencia de Dios en ellos mismos.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No esten alegres porque se les someten los espíritus. Estan alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo. No se alegren sólo porque sus esfuerzos alcanzan resultados (podrían no alcanzarlos). Estan alegres sobre todo porque Dios los ama, los cuida, los perdona, los resucita... (Y Dios nunca falla).
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
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