jueves, 4 de julio de 2024

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo 🕊️🔥

 




Cerremos los ojos por un instante y dediquemos un momento de nuestro tiempo sólo al Espíritu Santo.


Digámosle que nuestro tiempo es sólo para él y nada más que para él, porque él lo merece más que nadie. Si dedicamos tanto tiempo a las cosas de este mundo, es justo que haya un tiempo exclusivamente para él. ¿Por qué no?

Con los ojos cerrados, sin prisa, sin ansiedades, sin nerviosismos, tratemos de reconocer su presencia de amor. Dejemos que se vayan aplacando todas las resistencias y temores, hasta que él pueda apoderarse serenamente de nuestro interior. No se trata de hacer esfuerzos, sino de dejarlo actuar a él. Él sabe como hacerlo; sólo hay que dejar de ponerle obstáculos.

No hay que exigirle nada. Sólo hay que permitirle por un instante que haga lo que él quiera, aunque nosotros no entendamos, aunque nosotros no podamos descubrir ni reconocer qué ha hecho en nuestro interior. Sin duda sólo él puede hacer cosas buenas en nuestra intimidad escondida. Por eso, vale la pena dejarlo actuar en el silencio.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio Cotidiano / Semana 13ª del tiempo Ordinario

 



Evangelio según san Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: “¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados”. Algunos de los escribas se dijeron: “Este blasfema”. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: “¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate y echa a andar’? Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados −entonces dice al paralítico−: ‘Ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa’”. Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó atemorizada y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Palabra del Señor.



Ánimo, hijo, tus pecados son perdonados


Esta frase del Señor al paralítico nos dice el Evangelio que escandalizó a muchos de los presentes… Lo que no nos dice es qué efecto causó al paralítico y, sin embargo, estoy convencido que fue ya determinante para él que le llamara “hijo” y que le perdonara sus pecados… Y es que Jesús interviene con la fuerza del Padre en la historia de esta persona y lo llama, desde la oscuridad del mal y el sinsentido, a la luz de la Bienaventuranza.

Esta Revelación de Dios en la historia de una persona y de una comunidad que la presenta precede al milagro físico. Con Jesús Dios entra en nuestra historia paralizada por el mal y el pecado y nos anima a convertirnos. Y es que el mal, las “estructuras de pecado” que diría San Juan Pablo II, nos atenazan y no nos dejan vivir ni caminar. Jesús ha venido para dar de nuevo vigor a nuestras piernas, a nuestros corazones, en la Misión del Reino.

La Iglesia es quien nos presenta al Señor que viene por el camino de nuestra vida y prepara, mediante los sacramentos, nuestro corazón para el encuentro y la palabra de ánimo de Jesús que, de seguro, ya resuena entre otros tantos sonidos que nos rodean y dispersan. La clave está en reconocerle y que nuestras piernas experimenten la fuerza para levantarnos, seguirle en la Misión que nos encomiende.

«La pereza es un pecado feo, puede afectar a cada hombre: es vivir porque es gratis el oxígeno, el aire, es vivir siempre mirando a los otros que son más felices que yo, vivir en la tristeza, olvidar la alegría. Es un pecado que paraliza, nos hace paralíticos. No nos deja caminar. A nosotros Jesús hoy nos dice: Levántate, toma tu vida como es, bonita, fea, como sea, tómala y ve adelante. No tengas miedo, ve adelante con tu camilla — “Pero, Señor, no es el último modelo…” — ¡Pero ve adelante! ¡Con esa camilla fea, quizá, pero ve adelante! Es tu vida, es tu alegría».

(Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2017, en santa Marta)

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P.
Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)

miércoles, 3 de julio de 2024

Video del Papa / Julio


 

Fiesta de Santo Tomás apóstol

 



 La Iglesia celebra la Fiesta de Santo Tomás Apóstol el 3 de julio. Aunque las fiestas de los santos se celebran típicamente en la fecha de su muerte, se desconoce la fecha exacta de la muerte de Santo Tomás. Se eligió la fecha del 3 de julio para conmemorar la fecha en que sus reliquias fueron trasladadas a Edesa (en la actual Turquía), posiblemente desde el sur de la India, donde los cristianos reclaman a Tomás como el Apóstol que los evangelizó.

¿Quién fue Santo Tomás Apóstol?

Santo Tomás es uno de los Doce Apóstoles escogidos por Jesús para evangelizar el mundo y pastorear Su rebaño (la Iglesia) después de Su Ascensión al Padre. Este uso formal de Apóstol distingue a los Doce, y luego a San Pablo elegido por Cristo Resucitado, de todos los demás, como los que hoy cumplen el oficio apostólico (los obispos), los discípulos que siguieron a Jesús en su tiempo y en el nuestro, y todos aquellos que realizan obras de evangelización a lo largo de la historia, “apóstoles” en sentido genérico.

Los cinco minutos del Espíritu Santo

 


Imagen de la publicación


Es maravilloso detenerse a admirar cómo se hace presente la vida del Espíritu en las relaciones humanas. Porque todo gesto de amor humano es un pálido reflejo de ese Amor infinito que une al Padre y al Hijo.

Toda experiencia de amor sincero es una chispa del Espíritu Santo que se mete en este mundo.

Por eso, para imaginarme cómo es el Espíritu Santo debo imaginarme un momento, una experiencia de amor humano generoso, sincero, feliz. Eso mismo, infinitamente más grande, más precioso, es el Espíritu Santo.

Por eso puedo detenerme a admirar los luminosos reflejos del Espíritu Santo en una pareja que se ama, en un abrazo de reencuentro, en un gesto de servicio humilde y generoso, en una sonrisa que busca hacer feliz a otro.


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano /Semana 13ª del tiempo Ordinario

 




Evangelio según san Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a ustedes”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”.

Palabra del Señor.



“¡Señor mío y Dios mío!”

La importancia de la comunidad

Tomás se perdió la primera aparición de Jesús porque no estaba con los demás discípulos. Esto nos recuerda la importancia de estar presentes y participar en la comunidad de fe, donde podemos experimentar a Cristo de manera especial.

Aceptar las dudas:

 Las dudas no son el fin de la fe. Jesús no condena a Tomás por dudar, sino que le proporciona la evidencia que necesita para creer. Debemos ser honestos acerca de nuestras dudas y buscar respuestas en la presencia de Dios.

La paciencia y el amor de Jesús: Jesús responde a las dudas de Tomás con paciencia y amor, invitándolo a tocar sus heridas. Este acto nos muestra que Jesús entiende nuestras inseguridades y nos guía hacia una fe más fuerte.

Confesión de fe:

 La declaración de Tomás, "¡Señor mío y Dios mío!", es un ejemplo de una fe profunda y personal. Estamos llamados a reconocer a Jesús como nuestro Señor y Dios en nuestras vidas.

Fe sin ver:

 Jesús bendice a aquellos que creen sin haber visto. Nos desafía a tener una fe basada en el testimonio de los apóstoles y en nuestra experiencia personal de su presencia en nuestras vidas.


El pasaje de Juan 20, 24-29 nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la fe y la manera en que Jesús responde a nuestras dudas. Nos anima a buscar la presencia de Cristo en comunidad, a ser honestos sobre nuestras inseguridades y a confiar en el amor paciente de Jesús que siempre nos lleva a una fe más profunda. Al igual que Tomás, estamos llamados a hacer una confesión personal de fe y a vivir con la bendición de creer sin ver, confiando en la presencia y promesas de nuestro Señor resucitado.

martes, 2 de julio de 2024

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo


El Espíritu Santo nos hace encontrar en las cosas de este mundo mucho más que lo que nosotros buscamos en ellas.

Es completamente normal que nos gusten las cosas de la tierra, que nos atraigan las cosas de este mundo, porque Dios las creó “para que las disfrutemos” (1 Tim 6, 17). Si no fuera así, nos moriríamos de angustia y no podríamos soportar esta vida. 

El atractivo de las cosas es un signo maravilloso, y la variedad de este mundo, repleto de cosas agradables, es un reflejo de la inagotable hermosura de Dios. 

El atractivo que sentimos por el placer que nos brindan las cosas de esta tierra nos dice que existe la vida y la esperanza, que vale la pena haber nacido, que existe la hermosura y existe el bien; en definitiva, que existe Dios.

El problema es que a veces nos confundimos, y eso es causa de muchas tristezas. Porque las cosas son simplemente creaturas de Dios que reflejan un poquito de su belleza; pero él es infinitamente más que ellas e infinitamente mejor que las cosas.

Sin embargo, las cosas nos engañan, y a veces nos confundimos creyendo que son eternas, y llegamos a adorarlas como si fueran nuestro Dios.

El problema en realidad no son las cosas de este mundo, sino nuestra debilidad, nuestra pequeñez, nuestra oscuridad que nos enceguece. Nosotros olvidamos que en las creaturas tenemos que descubrir al Señor infinitamente bello que se refleja en ellas. Olvidamos que estamos creados para él, y no para las cosas que son obra de sus manos y sólo manifiestan una gota de su belleza.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a trascender las cosas, que podamos detenernos en ellas con gozo, pero encontrando en ellas al Creador, como lo hacía San Francisco de Asís, lleno de ternura y de alegría.

Evangelio cotiadiano / Semana 13ª del tiempo Ordinario

 




Evangelio según san Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; Él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Él les dice: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

Palabra del Señor.


“¿Por qué tienen miedo, hombres 

de poca fe?”

Jesús calma una tormenta mientras está en una barca con sus discípulos. Este evento tiene un profundo significado espiritual y nos ofrece valiosas lecciones sobre la fe, el miedo y el poder de Jesús.

  1. Fe en medio de las tormentas: Este pasaje nos recuerda que, aunque enfrentemos tormentas en la vida, debemos mantener nuestra fe en Jesús. Su presencia trae paz y su poder puede calmar cualquier tempestad.
  2. Confianza en Jesús: La tranquilidad de Jesús en medio de la tormenta nos enseña a confiar en Dios incluso cuando las circunstancias parecen abrumadoras. Él está con nosotros y tiene el control.
  3. Búsqueda de ayuda divina: Como los discípulos, debemos acudir a Jesús en momentos de necesidad, reconociendo nuestra dependencia de Él y confiando en su capacidad para salvarnos.
  4. Reconocimiento del poder de Jesús: Este pasaje nos llama a reconocer y maravillarnos ante el poder y la autoridad de Jesús. Nos invita a una fe más profunda y a una adoración más sincera.

Conclusión

El pasaje de Mateo 8, 23-27 nos ofrece una poderosa lección sobre la fe y la confianza en Jesús. Nos invita a mantener la calma en medio de las tormentas de la vida, sabiendo que Jesús está con nosotros y tiene el poder para calmar cualquier situación. Al reflexionar sobre este pasaje, somos llamados a profundizar nuestra fe, a confiar plenamente en Jesús y a reconocer su poder y autoridad en nuestras vidas.

lunes, 1 de julio de 2024

Los cinco minutos del Espíritu Santo


Imagen de la publicación

En Jn 3, 14-21 se nos dice que basta mirarlo a Jesús ser salvados, así como Moisés levantaba la serpiente en el desierto para que con sólo mirarla se alcanzara la liberación.

Mirarlo, sacar los ojos por un instante de nuestra maraña de cansancios, resentimientos, orgullos lastimados, insatisfacciones. Mirarlo, levantando los ojos más allá de la miseria sabiendo que hay algo más, que existe la luz sobrenatural que quiere bañar y transformar las tinieblas donde estamos sumergidos. Sólo levantar los ojos, para descubrir que no todo es negro y oscuro, que existe la verdad.

Pero nuestros ojos no se levantan por su propio poder. Es mucha la fuerza del pecado que nos ha ido lastimando y debilitando, como para pensar que con nuestro propio esfuerzo podemos levantar los ojos. Pero además, es tan grande la luz del amor de Dios, que los ojos del corazón humano no pueden percibirla si ese corazón no es elevado. Sólo nos sana y nos eleva la gracia del Espíritu Santo. 

Por eso, en medio de la oscuridad, podemos reconocer el secreto impulso del Espíritu Santo que nos invita a clamar: “Señor, ayúdame, para que pueda levantar mis ojos y te vea”.

Nosotros podemos preferir la oscuridad antes que su luz, cuando queremos ser los únicos señores de nuestra vida, cuando confiamos absolutamente en nuestra propia claridad. Cuando creemos conocer solos, sin ayuda de nadie, el camino que nos conviene para ser felices. 

Entonces sentimos que no necesitamos un salvador, y ni siquiera queremos levantar los ojos para verlo. Por eso no podemos ser liberados por la fuerza sanadora de su inmenso amor. Invoquemos al Espíritu Santo, que es único que puede hacernos levantar los ojos para que seamos salvados. 


📚 Autor: Mons. Víctor Manuel Fernández. ® Editorial Claretiana.

Evangelio cotidiano /Semana 13ª del tiempo Ordinario

 




 Evangelio según san Mateo 8, 13-22

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré adonde vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. Otro, que era de los discípulos, le dijo: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Tú, sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos”.

Palabra del Señor.


"Maestro, te seguiré adonde vayas"


El texto parte del éxito de masas que tiene Jesús. Su palabra, sus hechos, su modo de ser ha atraído a muchos hacia él. ¿Qué buscaban en Jesús? ¿Simplemente estaban fascinados por él? ¿Les gustaba su proyecto de vida? ¿Buscaban el poder curativo de Jesús? La de un leproso, la del criado del centurión, la de la suegra de Pedro, preceden en el texto evangélico a este movimiento general de unirse a él.

Sería el momento de aprovechar la coyuntura del éxito para multiplicar los seguidores. Pues, no: es el momento en que Jesús avisa con claridad de las exigencias de su seguimiento: no tiene nada que ofrecerles, ni siquiera una casa donde recibirles; es además una opción radical, ni siquiera los lazos familiares, filiales, de tanta dimensión humana, -en aquella sociedad más que en la nuestra de hoy-, han de prevalecer sobre su seguimiento. Jesús no es un político, un populista, que por rodearse de seguidores -de votantes- ofrece paraísos en la tierra. En esa línea, en otros momentos a los apóstoles les avisó de lo que le esperaba de persecución, hasta la muerte, del fracaso de su causa, que les dejaría a ellos sin la persona que les había congregado, y se dispersarían. Tampoco ellos quisieron entenderle.

Es un aviso que el cristiano no debe olvidar. Seguir a Jesús no lleva al éxito económico, ni social, ni a la comodidad de quien no se compromete con causa alguna. No podemos engañarnos, Jesús no nos engaña.

Lo que no impide que el seguimiento de Jesús esté impregnado de atractivo. El atractivo de la bondad, de la búsqueda de la verdad de lo que somos cada uno, los demás y el Dios de todos, y, por lo tanto, de encontrar sentido al vivir… Y con ello la felicidad de las bienaventuranzas. Felicidad humana, honda, que llega adonde somos lo que somos, nuestro interior. Nunca total, como no lo es nuestra bondad, ni alcanzamos la verdad plena.

Las renuncias por ser fieles a seguir a Jesús, merecen la pena por lo que se consigue en nuestra realización personal, en la fidelidad a ser lo que somos, como personas humanas, como cristianos, que es en lo que se ha de fundar la felicidad, que todos deseamos.

Interiorizar esto puede que sea lo que nos pide la Palabra de Dios que escuchamos en la eucaristía hoy.

Fray Juan José de León Lastra O.P.

Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo 🕊️🔥

  Cerremos los ojos por un instante y dediquemos un momento de nuestro tiempo sólo al Espíritu Santo. Digámosle que nuestro tiempo es sólo p...