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Los Cinco Minutos del Espíritu Santo escrito por Mons. Víctor Manuel Fernández
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Una de las maneras más frecuentes de expulsar al Espíritu Santo es cuando fomentamos la nostalgia por el tiempo que va pasando, por la vida que se nos va de las manos, por la juventud que no se detiene, o ya pasó, y no vuelve más. Nos vamos desgastando y hay cosas que ya no podremos vivir. Nos duele sentir que hemos desperdiciado muchas oportunidades para ser felices, y tememos que siga pasando el tiempo y lloremos lo que no hemos sabido vivir. Olvidamos que hay una forma de vivir que hace que el paso del tiempo no sea ir destruyéndose o perdiendo vitalidad. Hay una forma de vivir que hace que el paso del tiempo sea un enriquecimiento cada vez mayor, un camino hacia una vida cada vez más plena, un itinerario hacia una juventud cada vez más llena de vitalidad interior. Para un árbol, para un vino, para una perla preciosa, el paso del tiempo no es un dramático desgaste o debilitamiento; al contrario, es una maduración que los va mejorando, los va enriqueciendo, los va for...
Liturgia - Lecturas del día
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Lectura del libro de Jeremías 18, 1-6 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: «Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír mis palabras». Yo bajé al taller del alfarero, mientras él trabajaba en el torno. Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor. Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: «¿No puedo Yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? -oráculo del Señor-. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel». Palabra de Dios. Yahvéh es el Señor y puede disponer como quiera; Israel es de Dios. Pero los judíos solían usar otra fórmula: Yahvéh es el Dios de Israel; y aquí parecía que el Señor era Israel, que podía disponer de Dios a su antojo. La imagen del alfarero trabajando el barro —modelando, rompiendo, rehaciendo— e...
Aquí me tienes, Señor
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Soy poco, muy poco o casi nada, pero con tus manos multiplicarás lo que en el mundo sea más necesario por tu Reino. Conoces mi debilidad, mis pecados, mis carencias y errores, más sé que con tu mirada, y por mí fe, multiplicarás lo bueno que en mí pusiste y harás que, aquellos que me rodean, puedan servirse de la bondad que desparramas. Aquí me tienes, Señor. Quiero ser uno de esos cinco panes, para que, el hambriento que sale al camino, no marche a su casa sin haber comido del pan de mi fraternidad, del auxilio de mi solidaridad, del agua de mi caridad. Aquí me tienes, Señor. Tal vez, sea insuficiente; mis capacidades, mi pensamiento, mi alabanza, mi oración, mi entrega, mi testimonio. Tal vez sea poco lo que la cesta de mi corazón albergue. Pero, aquí me tienes, Señor. Mucho me diste y, por ello, te doy las gracias, te bendigo y te alabo. Mucho me diste y, por ello, te pido que nunca deje de ser sensible a las necesidades de mis hermanos. Amén. P. Ja...
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Lectura del libro de Jeremías 15, 10. 16-21 ¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen. Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos. Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque Tú me habías llenado de indignación. ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes? Por eso, así habla el Señor: «Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. Yo te pondré frente a este pueblo como una mu...