HOMILIA DE MONS. RUBEN FRASSIA

ORDENACION SACERDOTAL DE LOS SEMINARISTAS
LUCAS CECCOLI, SEBASTIAN CAMPERO,
GASTON LOVIZZIO Y EZEQUIEL BRAVO
CATEDRAL AVELLANEDA LANUS
24 de noviembre 2017



Queridos hermanos que están aquí presentes:
Este es un momento muy especial y de mucha gracia que Dios nos regala a todos y fundamentalmente, el regalo más grande, es que Dios elige a estos hermanos para confiarles un don que los supera ampliamente. Y ellos, desde su realidad, desde sus límites, desde sus fragilidades, reciben este don para representar y obrar en nombre de Cristo; como Cristo cabeza y pastor.

Ellos son elegidos en la Iglesia y por la Iglesia, por lo tanto ustedes son admitidos; son llamados, son recibidos, para que vivan el espíritu en verdad y en humildad; para que ninguno de ustedes se crea de más, para que ninguno se engrupa, ni piense que la vida, hoy la historia, comienza con ustedes. ¡NO! Son admitidos, son llamados por la Iglesia y la Iglesia es Cristo. Cristo crucificado, muerto y resucitado. Y Cristo, resucitado con el Padre, nos envía al Espíritu Santo. Y es el  Espíritu Santo que guía a la Iglesia, que está presente y da la gracia para que uno pueda secundar, seguir, obedecer, creer, imitar y hacer todo lo que Dios nos pida.

Así como el Padre ama al Hijo y el Hijo ama al Padre, por el Hijo ustedes son amados; pero serán amados por el Hijo si son capaces de guardar, en su corazón y en su vida, los mandamientos del Señor.

El amor no es sensibilidad, no son ganas, no es parcial, no es individualista; es el amor que Dios nos brinda para que tengamos los mismos sentimientos de Jesucristo, que vino a este mundo enviado por el Padre para hacer la voluntad del Padre. Y ustedes, próximos sacerdotes de Cristo y de la Iglesia, tendrán que seguir sus pasos y sus huellas para buscar y hacer siempre la voluntad del Padre.

Dios los llamó, los tocó a ustedes y sus familias, con las luces y con las sombras, con las gracias y con las dificultades que uno pueda encontrar; pero jamás pierdan sus raíces, jamás pierdan el contacto con sus familias, con sus comunidades de origen, para que siempre tengan un vínculo profundo y para que sean sinceros, agradecidos, honestos; para que realmente uno sepa de dónde viene, cómo camina y hacia dónde va. Eso es el Espíritu de Dios que los va guiando a cada uno de ustedes.

Cristo, la Iglesia -de la que formamos parte todos nosotros-, es importante que en esta noche y hasta el final de sus vidas tengan la convicción de que hay que amar a Cristo y hay que amar a la Iglesia; porque la Iglesia es la que Cristo se entregó; la Iglesia no es una organización no gubernamental, no es un grupo de gente, ¡es la Iglesia que ha sido conquistada y lavada con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo!, por ella somos redimidos y tenemos que vivir en esa clave para mostrar que queremos seguir siendo amigos de Jesús.

¡Seremos amigos si no lo traicionamos! ¡Seremos amigos si lo hacemos quedar bien siempre! ¡Seremos amigos si buscamos su voluntad! ¡Seremos amigos si amamos a la gente, si la queremos en serio, ni por populismo, ni por mandarnos la parte, ni por salir en la foto, ni para quedar bien!, porque amar exige la verdad, y en verdad dios nos ama y no nos malcría, no nos manipula, no nos usa. Nos ama, nos respeta y nos espera. 

Ustedes son llamados al sacerdocio ministerial para unirse a Cristo y para amar más. Han renunciado públicamente a una familia particular. Han renunciado públicamente a tener hijos propios, pero el ministerio sacerdotal no les anula la paternidad espiritual que tienen que acrecentar, madurar y desarrollar. Es un proceso, un camino, una finalidad, pero para llegar a ello hay que tener claridad en la implementación de los medios. Ustedes están mandados a rezar por el Pueblo de Dios ¡cumplan con la Liturgia de las Horas!, ¡recen y sostengan a la Iglesia con la oración!, ¡obren en nombre de Cristo a través de los sacramentos!, con ganas, sin ganas, si les toca, si no les toca, si otro no fue no pongan excusas. Siempre, cuando Dios les pide algo a través de un hermano, ¡nunca digan no!

Si tienen fe y tienen amor, van a saber vivir libremente y obedecer al ministerio que esta noche Dios, por medio de la Iglesia, se los confía. Es un regalo y un don ¡no tengan miedo!, pero siempre escuchen, no cierren los oídos, no cierren el corazón, no piensen que ya se sabe muchas cosas, siempre estamos en camino para aprender de Dios y de nuestros hermanos; para crecer, para amar y para servir.

El amor, que es la vocación suprema a la que ustedes están llamados, Dios no los va a abandonar jamás. Lo que puso en ustedes, lo que inspiró en su corazón, lo que les comunicó en su alma, Dios no juega con ninguno de ustedes. Pero sepan que el don merece una respuesta y ustedes tendrán que obrar responsablemente a ese don que esta noche el Señor les confía por medio de la Iglesia.

Hagan más creíble a la Iglesia. Sean ejemplo. Amen a Dios. Recen. Sean sacerdotes siempre. Sean santos sacerdotes, no “más o menos”. Nadie tiene vocación para abastecerse a sí mismo. Están llamados para la entrega, para el servicio, para el sacrificio y para amar más. Sería muy triste que uno se gustara a sí mismo y no entendiera el mensaje de Cristo. Perseveren como amigos, no siervos. “Los llamo amigos” y el amigo hace lo que EL nos dice a cada uno de nosotros.

En esta noche, déjenlo entrar a Dios. Que el Espíritu Santo los marque a fuego pero tengan la capacidad, si fuera necesario, DE dar la vida por el Señor y dar la vida por el Pueblo de Dios. No retiren su mano, no miren para atrás. Amen, sirvan con gozo, con entusiasmo, con fidelidad, con perseverancia y con alegría. Es lo mejor que les ha pasado para amar más.

Que la Virgen, Nuestra Señora de la Asunción, la llena de gracia, la obra cumbre del Espíritu Santo, los ayude e interceda siempre, como decía el Cura Brochero “el ministerio sacerdotal te santifica”.

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja.

Que así sea.-

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