Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 34-36
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hemos de velar y hacer oración para poder comparecer seguros ante el Hijo del hombre. Hay muchas cosas que pueden hacernos perder de vista a Dios, y hacernos errar el camino que nos conduce a Él. Nadie está libre de una diversidad de tentaciones que nos invitan a poner sólo nuestra mirada, nuestra seguridad y confianza, en lo pasajero. Cierto que necesitamos de muchas cosas temporales para vivir con dignidad; pero no podemos entregarles nuestro corazón, sino saberlas no sólo utilizar, sino emplearlas incluso para hacer el bien a quienes carecen de lo necesario para sobrevivir. Sin embargo, este desapego de lo temporal y el ponernos en marcha, cargando nuestra propia cruz, tras las huellas de Cristo, no es obra nuestra, sino la obra de Dios en nosotros. Por eso, a la par que hemos de estar vigilantes para no dejarnos sorprender por las tentaciones, ni deslumbrar por lo pasajero, hemos de orar pidiéndole al Señor su gracia, y la asistencia de su Espíritu Santo para que podamos caminar en el bien, con los pies en la tierra y la mirada puesta en el Señor.
Señor,
nos quieres en vela,despiertos, atentos, sin perdernos una,
con los ojos fijos en ti y en el mundo en el que vivimos,
en las personas que gozan y sufren a nuestro lado;
porque Tú estás presente en todo lo que sucede
y nos hablas desde cada acontecimiento.
Señor,
nos quieres en vela,
siempre en camino, siempre en pie,
siempre superando etapas
y afrontando nuevas rutas,
siempre discriminando lo que más conviene,
siempre preparados para lo que haga falta.
Señor,
líbranos del vicio y la bebida,
de la preocupación del dinero,
del activismo, los agobios y prisas,
de las obsesiones, la comodidad y la pereza,
de todo lo que nos anestesia
de todo lo que nos impide verte.
Señor,
danos la fe necesaria para que, desde la caridad,
nos encuentres siempre en vela para verte,
y con el corazón abierto, para acogerte;
para disfrutar de la paz y la alegría
que sólo Tú nos puedes dar. Así sea.
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