LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
En la Inmaculada se armoniza la grandeza y la pobreza, la riqueza de Dios y la sencillez de su esclava, el silencio y la Palabra. Son perfecto acorde la hermosura abrazándose a la pequeñez de una joven nazarena, su pureza con su apertura a la fuerza del Espíritu. ¡Dichosa, María, eres camino que nos lleva a la Santa Navidad! ¡Dichosa, María, has sido elegida y tocada por el Misterio! ¡Dichosa, María, eres sendero que nos lleva siempre a Jesús!
1.- En mitad del Adviento sale a nuestro paso la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Si la Navidad tiene sabor a Dios, el Adviento, tiene gusto a María. Sin Ella, sin su “sí” no hubiera existido Encarnación. Los ángeles no habrían descendido gozosos en la Noche Santa. Sin, su apertura al plan de Dios, los pastores nunca hubieran recibido la noticia del Nacimiento de Cristo. Sin, su ser Inmaculada, nos faltaría a la Iglesia, a todos nosotros…un espejo en el cual poder mirarnos y aspirar a lo que Ella fue: hermosa, limpia por dentro y por fuera. ¿Queremos un mundo más limpio y sin tanta corrupción? Miremos a María.
¡Dichosa, María, por vivir tan profundamente tu relación con Dios, en Jesús por el Espíritu! Tu beldad es para nosotros motivo de orgullo, motivación para perfeccionar nuestra vida cristiana, llamada a levantar nuestros ojos hacia el cielo y preguntarnos ¿qué puedo aportar yo a Dios? ¿Qué querrá el Señor de mí? ¿En qué me tengo que abrir yo a los Misterios de Dios sin perder lo más santo que habita en mí interior?
2.- Cuánto nos impresiona, al adentrarnos en un monasterio, la forma de rezar, vivir o celebrar de l@s monj@s. Al contemplar a María nos impresiona, sobre todo, que en este itinerario hacia la Navidad, Ella, reza, espera, vive y sirve como nadie. Sin ser Dios, porque sabe que no lo es, disfruta entrando de lleno en su Palabra. Sin muchas seguridades, agarrándose a la fe, espera aguardando a que se cumpla el mensaje del Ángel.
¡Cuánta humildad en María! Su belleza fue precisamente su alma interior. No tuvo más orgullo que satisfacer siempre los proyectos del Creador. Lejos de subirse en el pódium del poder o del engreimiento se sintió, ya desde el principio, agasajada por los humildes y desconcertando a los poderosos. Lejos de dejarse seducir por el pecado (ser como Dios) se entregó en un cheque en blanco para vivir con intensidad, sin fisura alguna y con regocijo el amor de Dios: amada de Dios, discípula perfecta del Señor. ¡Dichosa Tú, María, por tu limpia morada para Dios!
3.- Nuestros pueblos y ciudades, parroquias y catedrales, nos sentimos agraciados al obsequiar esta festividad a María. Con Ella es posible salir de nuestro turbulento pasado. Con María, camino del Nacimiento de Cristo, merece la pena sacudir del corazón todo aquello que empaña nuestra amistad o fidelidad con el Señor, aplastar la serpiente que nos somete, esclaviza, deshumaniza o distorsiona.
¿Sientes a María como una gracia especial en tu vida? ¿Te sirve de modelo a la hora de salir de ti mismo y dar un paso en el conocimiento de la Verdad? ¿Abres las puertas de tu vida para que, el Señor, te toque con su gracia y te haga comprender lo que quiere para ti y desea de ti?
¡Dichosa Tú, Virgen Inmaculada, eres un cántaro que rebosa santidad, disponibilidad y valor!
Gracias, Inmaculada Concepción, por ser elegida. Tu lotería fue Dios entrando en tus entrañas. Haz que, también nosotros tus hijos, nos sintamos elegidos y llamados a dar cobijo en el portal de nuestra vida a ese Jesús que viene a nuestro encuentro. ¿Nos ayudarás, Madre?
Javier Leoz
www.betania.es
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