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Mostrando las entradas de marzo, 2018

Hoy, amigos, es Jueves Santo

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¡Lo que quieras, mi Señor! ¿Lavarme Tú a mí los pies? Y si es necesario, Señor, todo mi pobre ser. ¡Lávame y purifícame! Hazme comprender que, el camino del servicio es una llave que abre la puerta del cielo. Que el servir, aún sin ser recompensado, es garantía de que soy de los tuyos. Por eso, Señor, ¡lávame! Pero, te pido Señor, que no te inclines demasiado. Soy yo quien, en este Jueves de tanto amor, necesito plegarme en mi orgullo. Soy yo quien en estas horas memorables, estoy llamado a conquistar tu corazón, ofrendándome a los hombres. ¡Lávame, mi Señor! Para que, mis manos, puedan acariciar rostros doloridos. Para que, mis pies, puedan acompañar hermanos perdidos. ¡Lo que quieras, mi Señor! Me has amado y, al amarme, brota en mí lo que Tú sembraste: amor por los que me rodean, amor hacia los que me piden, pasión por los más débiles. Sí, mi Señor; haré lo que Tú quieras. Porque, si algo tiene el Jueves Santo,

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 1-15

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Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, El, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?» Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy   haciendo, pero después lo comprenderás». «No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!» Jesús le respondió: «Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte». «Entonces, Señor, le dijo Simón

Mons. Frassia - Carta Pastoral de Pascua 2018

“CRISTO NOS CONSIGUE LA SALVACIÓN”                         Estamos celebrando la Pascua del Señor. Cristo, obediente al Padre, y en solidaridad con los hombres, se entrega por nosotros, dando su vida. Nadie le quita la vida, Él la da. Para eso ha venido. Ya, en el quinto domingo de cuaresma, nos enseñó que “ si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante fruto ” (Jn. 12, 24). Él, verdadero Dios y verdadero hombre, cargó sobre si los pecados del mundo. Venció el pecado y desató los lazos de la muerte perpetua. Cristo ha resucitado y está vivo para siempre.                         Su Resurrección es para que nosotros podamos participar y vivir plenamente en su victoria. Su vida es nuestra vida. Su ejemplo lo debemos imitar. Su actitud, la debemos cultivar.                         En su pasión Jesús une lo que parece contradictorio: agonía y éxtasis, cruz y gloria, sufrimiento y alegría. Vino a dar sentido a la realidad que no

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-25

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Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?» Él respondió: «Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"». Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará». Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: «¿Seré yo, Señor?» Él respondió: «El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡

Día del Niño por Nacer

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Te vistes de humildad, Señor

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En pollino, pequeño y renqueante, irrumpes en la ciudad de la paz, pasas por delante de los muros que verán impasibles cómo se mata al Profeta entre los profetas. Te revistes de humildad, Señor. Preámbulo de victoria y, a la vez Señor, aparente derrota o contradicción: ¿Es así como arrolla el Hijo de Dios? ¿Es así como vence el amor? Te revistes de humildad, Señor. Y, con laureles en las manos, los que somos menos humildes, cantamos, pregonamos y proclamamos: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Paz al mundo! ¡Paz! ¡Paz! Te revistes de humildad, Señor. Y, en nosotros como en los que te aclamaban entonces, se cumple todo lo que esperábamos de Ti. Hoy, Señor, bien lo sabes, se mezcla en esta fiesta de la alegría, la vida, y la peregrinación hacia la muerte, el júbilo, y la cruz que se levanta invisible en el monte, nuestro deseo de seguirte y la cobardía de los que huiremos en la tard

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 14, 1—15, 47

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Domingo de Ramos Buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte C.   Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían: S.   «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.» Ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura C.   Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: S. «¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.» C.   Y la criticaban. Pero Jesús dijo: a   «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los po