Hoy, amigos, es Jueves Santo
¡Lo que quieras, mi Señor! ¿Lavarme Tú a mí los pies? Y si es necesario, Señor, todo mi pobre ser. ¡Lávame y purifícame! Hazme comprender que, el camino del servicio es una llave que abre la puerta del cielo. Que el servir, aún sin ser recompensado, es garantía de que soy de los tuyos. Por eso, Señor, ¡lávame! Pero, te pido Señor, que no te inclines demasiado. Soy yo quien, en este Jueves de tanto amor, necesito plegarme en mi orgullo. Soy yo quien en estas horas memorables, estoy llamado a conquistar tu corazón, ofrendándome a los hombres. ¡Lávame, mi Señor! Para que, mis manos, puedan acariciar rostros doloridos. Para que, mis pies, puedan acompañar hermanos perdidos. ¡Lo que quieras, mi Señor! Me has amado y, al amarme, brota en mí lo que Tú sembraste: amor por los que me rodean, amor hacia los que me piden, pasión por los más débiles. Sí, mi Señor; haré lo que Tú quieras. Porque, si algo tiene el Jueves Santo,