Liturgia - Lecturas del día

 

 

 

Lectura de la profecía de Ezequiel

28, 1-10

 

La palabra del Señor me llegó en estos términos: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Así habla el Señor: 

 

«Tu corazón se llenó de arrogancia

y dijiste: "Yo soy un dios;

estoy sentado en un trono divino,

en el corazón de los mares".

¡Tú, que eres un hombre y no un dios,

te has considerado igual a un dios!

Sí, eres más sabio que Daniel:

ningún secreto te supera.

Con tu sabiduría y tu inteligencia,

te has hecho una fortuna,

acumulaste oro y plata en tus tesoros.

Por tu gran habilidad para el comercio

fuiste acrecentando tu fortuna,

y tu corazón se llenó de arrogancia

a causa de tantas riquezas».

 

Por eso, así habla el Señor:

 

«Porque te has considerado igual a un dios,

Yo traigo contra ti gente extranjera,

las más feroces de las naciones:

ellos desenvainarán la espada

contra tu bella sabiduría,

y profanarán tu esplendor.

Te precipitarán en la fosa

y morirás de muerte violenta

en el corazón de los mares.

 

¿Te atreverás a decir: "Yo soy un dios",

delante de tus verdugos?

Serás un hombre, no un dios,

en manos de los que te traspasen.

Tendrás la muerte de los incircuncisos,

en manos de extranjeros,

porque Yo he hablado».

 

Palabra de Dios.



De nuevo, la afirmación de que un profeta es «señal para el pueblo». A veces le dice al pueblo lo que tiene que hacer por medio de palabras. Otras, con su propia actuación. Un profeta debe ser valiente, como Ezequiel, para ayudar a recapacitar a la sociedad -y, también, a la comunidad eclesial-, sobre dónde está su pecado. ¿Somos capaces de discernir los signos de los tiempos y de hablar con claridad ante nuestros contemporáneos, apreciando los valores de nuestra generación, pero, al mismo tiempo, ayudando a darse cuenta de lo que va mal, aunque la sociedad lo esté aplaudiendo? No todo es malo. Pero tampoco todo es bueno. Hay valores y contravalores en nuestra cultura. Un profeta -un cristiano- debe ayudar a descubrir la voluntad de Dios a través de su propia vida. ¿Nos preguntan también a nosotros, viendo nuestro estilo de vida, distinto del de la sociedad, cuál es el motivo de nuestra conducta? ¿Hacemos creíble nuestra tarea de evangelización con el lenguaje que todos entienden, el de las obras?



 

 

SALMO RESPONSORIAL                                            Deut 32, 26-28. 30. 35c-36b

 

R.    El Señor hará justicia con su pueblo.

 

Yo me propuse reducirlos a polvo

y borrar su recuerdo de entre los hombres,

pero temí que sus enemigos se jactaran,

que cayeran en el error. R.

 

Y dijeran: «Nuestra mano ha prevalecido,

no es el Señor el que hizo todo esto».

Porque esa gente ha perdido el juicio

y carece de inteligencia. R.

 

¿Cómo podría uno solo desbandar a mil

y dos, poner en fuga a diez mil,

si su Roca no los hubiera vendido

y el Señor no los hubiera entregado? R.

 

Porque está cerca el día de su ruina

y ya se precipita el desenlace.

Sí, el Señor hará justicia con su pueblo

y tendrá compasión de sus servidores. R.

 

 

 


   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

19, 23-30

 

Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos».

Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse? »

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible».

Pedro, tomando la palabra, dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?»

Jesús les respondió: «Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.

Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La riqueza es un gran impedimento para seguir a Jesús. Quizá sea el más insalvable. El primer paso para superar este obstáculo es reconocerlo. Casi siempre pensamos que somos pobres y que los ricos son los otros. Todos tenemos unas riquezas u otras. Todos estamos apegados a ellas, más o menos.
            “Señor, enséñanos a usar los bienes, sin depender de ellos”
            “Perdona y cura nuestro a afán de poseer, de acumular”
            “Gracias por las personas que saben dejarlo todo por ti”

“Para los hombres es imposible, pero para Dios nada es imposible”. Dejarlo todo es signo de nuestra entrega al Señor, pero antes que eso es un don de Dios. Él nos da la posibilidad de dejarlo todo. Es un don que tenemos que pedir y vivir en lo más pequeño de cada día.
            “Señor, danos el don de la pobreza y la disponibilidad”

Dios no se deja ganar en generosidad. ”El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre y madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué te ha dado Dios cuando has sido generoso con Él? ¿Que te dice Dios? ¿Qué le dices?


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