Día 5. El corazón compasivo de Jesús
“Dios es testigo de que a todos ustedes los quiero
entrañablemente en Cristo Jesús”.
Filipenses 1.8
Si tenemos duda de que Dios no entiende por todo lo que
estamos pasando en la
vida, todo lo que tenemos que hacer es echarle un vistazo a
la vida de Jesús en
este mundo. La gente siempre lo malentendía. Un amigo íntimo
lo traicionó.
Siendo inocente se le condenó de cometer un crimen. Los
carceleros lo azotaron
y lo escupieron. Inclusive sintió que Dios lo había
abandonado mientras colgaba
en una cruz. Jesús es Dios, y Jesús sabe lo que es ser
humano. Jesús sabe lo
malas que las personas pueden ser unas con otras.
Jesús realmente sabe lo que debemos soportar y es el buen
pastor que se
preocupa por cada una de sus ovejas. Dios es también un
padre que ofrece una
fiesta para darle la bienvenida a su hijo pródigo. Y Dios
nos perdona hasta
cuando alguien nos sorprende en el acto mismo de cometer un
pecado. El amor y
la compasión que Dios siente por nosotros no tiene límites.
Piensa en las veces cuando has estado muy enfermo(a) o
solitario/a y como el
simple contacto de la mano de alguien hizo que pudieras
seguir adelante. (pausa)
Ahora reflexiona como el contacto siempre presente de Dios
en nuestras vidas
demuestra que nos entiende y hace que nos sintamos seguros
en medio de
nuestros sufrimientos más profundos. (pausa)
En la Ultima Cena Jesús dijo: “Les he dado ejemplo, para que
hagan lo mismo
que yo he hecho con ustedes” (Juan 13.15). Piensa en alguien
que conoces y que
en este momento necesita atención debido a que experimenta
vulnerabilidad y
soledad. Decide de qué manera puedes responder a las
necesidades de esta
persona visitándola, llamándola por teléfono o dándole un
regalito que le puedes
hacer o comprar. (pausa)
Oración final
Corazón compasivo de Jesús, llamaste a los pobres, a los
niños, a los enfermos y
a los paralíticos. Te ofrezco todos mis pensamientos, mis
palabras y mis acciones
para que ellas puedan ofrecerle alivio a quien esté
necesitado. Usalas de alguna
manera para tu honor y gloria. Que a través de la devoción a
tu Sagrado Corazón
me convierta en un instrumento de paz y de reconciliación
entre aquellos que me
rodean. Amén.
Jesús, dócil y humilde de corazón,
haz que mi corazón sea semejante al tuyo.
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