Con María en el tiempo de Cuaresma
Hoy deseo caminar de la mano de María, la Señora de la Cuaresma, íntimamente unido a Ella y a Jesús en su caminar hacia el desierto donde es guiado por el Espíritu. Lo hago porque Ella fue la primera que puso a Jesús en camino con su maternidad, camino que lo conducirá a la muerte pero también a la Resurrección. Lo hago de su mano recordando con gozo el primer milagro de Jesús, en la que Ella es protagonista en Caná, acontecimiento que anticipa la Hora del Calvario y me enseña como discípulo de su Hijo a tener fe viva en Él.
Deseo caminar a lo largo de la Cuaresma de la mano segura y tierna de María. Escucharla y meditar con ella la Sagrada Escritura. Pedirle que aprenda a escuchar como ella misma escuchó porque Ella es, sin duda, la «escucha» más perfecta de la Palabra de Dios. Quiero recorrer con Ella el camino de la cruz con dolor pero siempre con esperanza.
Le pido a María que me guíe en su manera de rezar, amar, servir y ayunar, que me inculque esa transparencia de su corazón totalmente reconciliada con su concepción de Cristo. Hasta el día del domingo de Ramos, le pido que me enseñe a contemplar a Jesús en el desierto, a Jesús transfigurado, a Jesús dando agua viva a la mujer de Samaria, a Jesús resucitando a su amigo Lázaro. Hacerlo con Cristo presente en mi vida para ser guiado en el camino de la libertad y la vida a través de su Hijo, que resucitará tras una semana de Pasión y muerte en la cruz.
Le pido a María que me ayude a acercarme al sacramento de la reconciliación y la penitencia con humildad. Sé que Ella me acompañará como una madre acompaña a su hijo al médico para que me libere de la vergüenza de tener que reconocerme profundamente pecador y obtener así el arrepentimiento verdadero y la paz de corazón que trae el perdón de Dios.
Quiero ir de su mano para vivir la Cuaresma desde su prisma de Madre de Dios y descubrir que no es tiempo triste sino de profunda alegría porque lleva a la Resurrección de Jesús. Por eso quiero ir de su mano, la mano de Nuestra Señora de la Cuaresma, porque la Cuaresma es un camino de libertad y vida con Cristo, un camino que ella misma ha recorrido humilde y serenamente y quiere ayudarnos a seguir.
Que acompañado de María, la Madre de Cristo y de su ejemplo e intercesión me preparare con alegría hacia la Pascua de Resurrección.
¡María, Señora de la Cuaresma, en este camino de cuarenta días, te invoco con alegría, esperanza y confianza para que Tu, la primera creyente en Cristo, me ayudes a vivir este tiempo de oración y penitencia bien preparado para llegar purificado y renovado en el espíritu, al gran misterio de la Pascua de Tu Hijo! ¡En este tiempo, María, ayúdame a profundizar como hiciste Tú en la Palabra de Dios, a ser más constante y fiel en la oración, a retener y meditar en lo más profundo de mi corazón todo lo que el Padre quiere transmitirme! ¡Concédeme, María, la fuerza para responder cada día a la llamada de Dios con autenticidad y responsabilidad! ¡Ayúdame, María, a seguir los pasos de Jesús, a ser como Él, a crecer en la cosas de Dios, a aumentar mi fe, a esperar en la esperanza y a vivir en el amor! ¡Gracias, María, por caminar junto a mi en el camino de la Cruz! ¡Concédeme la gracia de abrir mi corazón y ser obediente a la voluntad del Padre y caminar junto a Ti hacia la cruz de Cristo!
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