Evangelio diario / Orando con la Palabra
En este pasaje, Jesús responde a la admiración de algunos por la belleza del Templo. Ellos ven grandeza, solidez, algo que parece eterno. Pero Jesús les abre los ojos: “No quedará piedra sobre piedra.” Con estas palabras, no busca asustar, sino despertar.
Jesús nos recuerda que nada de lo meramente exterior es definitivo. Las obras humanas pasan, incluso aquellas que parecen indestructibles. Lo que permanece es la fidelidad a Dios, la verdad, el amor, la esperanza.
Luego Jesús menciona signos, conflictos, rumores de guerras y temores que sacuden el corazón. No describe un fin para desesperarnos; advierte para que no nos dejemos engañar. En tiempos de confusión, Él nos invita a no correr detrás de falsos mesías ni de voces alarmistas.
Hoy también vivimos momentos de incertidumbre, noticias que inquietan, tensiones que nos desgastan. Frente a eso, Jesús nos pide una actitud distinta: mantener el corazón firme, no poner nuestra seguridad en lo que se tambalea, no quedar atrapados en el miedo.
Este evangelio es una llamada a vivir despiertos, confiados y sin miedo, construyendo cada día sobre lo que sí permanece: la fidelidad del Señor.

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