Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 38-40
Juan le dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios
en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros».
Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un
milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra
nosotros, está con nosotros».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“No es de los nuestros”. Es una expresión que
ponemos muchas veces en la boca demasiado apresuradamente. Nos podríamos
preguntar en qué momentos hemos dicho estas palabras u otras semejantes. ¿Quién no es de los nuestros, el que no forma
parte de nuestro grupo, el que no piensa como nosotros, el que tiene la piel de
otro color, el que viene de tierras lejanas? Cuando pensamientos y palabras nos
llevan a marginar a los otros, convendría que recordásemos las palabras de San
Pablo a los Efesios:
Cristo
ha hecho de los dos pueblos una sola cosa,
derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio.
Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y
reglas, haciendo las paces, para crear, en él, un solo hombre nuevo.
Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos
en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio.
Vino y trajo la noticia de la paz; paz a vosotros
los de lejos, paz también a los de cerca.
Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con
un mismo Espíritu.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No
todos están a favor nuestro, ni todos en contra nuestro. Aquellos que comparten
la misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los nuestros. Los que trabajan por
la justicia y la paz son de los nuestros. Los que defienden la vida de todos y
en especial de los más pobres, de los niños, también de los no nacidos, de los
enfermos... son de los nuestros
Abre
los ojos para descubrir a tu alrededor muchas personas que son de los tuyos, de
los nuestros, de los de Cristo... y da gracias a Dios por las maravillas que su
Espíritu realiza en el corazón de muchas personas que, aunque no parezcan de
los nuestros, están movidas por el mismo Espíritu de Jesús.
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