Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 14-20
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se
dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena
Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha
cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse .y crean en la Buena Noticia».
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio
a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las
redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús
les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de
hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes
y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también
en su barca arreglando las redes. En seguida los
llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre
Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar
estas ideas:
Con el Evangelio de hoy comenzamos el Tiempo
Ordinario, el tiempo litúrgico más largo del año (34 semanas) en el que el
sacerdote celebra la Eucaristía con ornamentos verdes. Es una invitación a
caminar con Cristo, a conocer su vida pública y a profundizar en su persona
para mejor amarle.
Por eso, el Evangelio comienza hoy resumiendo la predicación
inaugural de Jesús: «Se ha cumplido el plazo», «el Reino de Dios está cerca»,
«convertíos». Estas palabras se nos proclaman hoy a nosotros: en Jesús, Dios
regala un tiempo de salvación para todos los que acojan su palabra (el Reino de
Dios) y la pongan por obra (conversión). Hoy sabemos que el dinero no salva al
mundo, sino que lo divide injustamente. También sabemos que la felicidad no nos
la da el materialismo ni las palabras vacías. ¿Qué sientes en tu corazón que te
ofrece Jesús? ¿Es algo nuevo? ¿Es una buena noticia para ti? Cuida su amistad
con palabras de agradecimiento y permaneciendo en su amor durante toda la
jornada.
En medio de nuestras
ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». Los primeros discípulos
responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras
vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona.
La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz. Sólo si
respondes a la llamada de Jesús estarás en diálogo con Él. ¿Cómo saber lo que
Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a la vida
religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración Dios deja un
poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y da fuerzas para que
respondas. En tu vida determinadas personas han sido luz y te han indicado el
camino. Dios también habla en los problemas que conmueven tus entrañas: el
hambre, las familias rotas, los niños abandonados, los ancianos, los
transeúntes... el rostro de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y
te piden una respuesta. Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida.
¿A dónde apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y
confianza para responder. Da siempre gracias.
Señor Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Simón,
Andrés, Santiago y Juan, cuando estaban trabajando en sus barcas. Y yo quiero
responderte como ellos, sin excusas, sin dejarlo para mañana, con prontitud,
inmediatamente. Quiero responder a tus llamadas, a las llamadas de la
conciencia y del corazón, a las llamadas de los más cercanos y de los más
pobres.
Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras cambiaron
radicalmente la vida de aquellos primeros discípulos. Ayúdame a estar cerca de
ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para que mi vida cambie, como se transforma
el barro en manos del alfarero.
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