Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 14-20
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se
dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena
Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha
cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en la Buena Noticia».
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio
a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las
redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús
les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de
hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes
y lo siguieron.
Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también
en su barca arreglando las redes. En seguida los
llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre
Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar
estas ideas:
A.
"Convertíos...". La conversión es una tarea permanente, continua. Nos
apoltronamos con mucha facilidad en todos los ámbitos: personal, familiar,
intelectual, espiritual, social... En este momento ¿en qué aspectos me tendría
que fijar? ¿en que me pide Dios un cambio de actitud?
B.
"... porque está cerca el Reino de cielos". No nos convertimos por
miedo al castigo o a la venganza de Dios. Nos convertimos porque está cerca,
porque nos ama, porque su ternura nos conmueve, porque su ejemplo nos
arrastra...
"Ayúdame a sentir tu misericordia"
C. En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme».
Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy
amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una
vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.
Aquí me tienes, Señor,
buscando libertad, pero esclavo de mis cosas;
creyéndome lleno, pero vacío de ti;
escuchando tu llamada, pero haciéndome el sordo.
Al experimentar tu presencia, Señor Jesús, siento en mí
cómo algo me invita a seguirte;
siento una fuerza extraordinaria
que me invita a arriesgarlo todo por ti.
Sin embargo, Señor, las cosas de esta vida me siguen atando.
Me sigue atando el dinero
que me hace olvidar las necesidades del hermano;
me sigue atando la comodidad,
que me aleja del sentido del sacrificio;
me sigue atando mi egoísmo,
que me cierra cada vez más en mí mismo;
me sigue atando mi orgullo,
que me hace creer que soy el mejor de todos.
Muchas cosas que me alejan de ti me siguen seduciendo,
y yo, Señor, como un cobarde, te digo que no
porque no acabo de convencerme
de que tú me darás la auténtica felicidad.
Dentro de mí siento que hay una guerra civil.
Por un lado quiero dejar todo lo que me impide serte fiel,
y por otro lado me da miedo dejar estas cosas del mundo.
Hace tiempo que necesito una conversión.
Necesito encontrar algo que me de fuerzas
para dejar tantas ataduras;
algo que me ayude a vencer tantas tentaciones del mundo;
que me ayude a decir adiós a este tipo de vida.
Porque vivir a medias no merece la pena;
porque mientras haya guerra en mi interior,
nunca tendré la paz que solo tú puedes dar
Ábreme los ojos, Señor;
cura mi ceguera para que te pueda ver.
Llama a mi corazón, Señor,
entra en él que quiero tenerte de invitado.
Dame un espíritu generoso, Señor;
quiero decir sí cuando escuche tu voluntad.
Entra en mí corazón, Señor;
destierra de él todas las preocupaciones y tentaciones
para que pueda dedicar un espacio sólo a ti, mi Dios.
Dame fortaleza para seguirte sin desfallecer;
dame voluntad para perseverar en el camino;
dame firmeza para no mirar hacia atrás;
dame el experimentarte y sentirte en mi vida
porque cuando tú, Señor Jesús, habitas en mi corazón
todo me resulta más fácil
y cualquier cosa, por costosa que parezca,
se hace más fácil y llevadera.
Comentarios
Publicar un comentario