Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 3, 20-21
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta
gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus
parientes se enteraron, salieron para llevárselo,
porque decían: «Es un exaltado».
Palabra del Señor.
¿Qué me quieres decir,
Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? Pueden ayudar
estas ideas:
¿Qué verían todas aquellas multitudes que iban detrás de Jesús,
a donde quiera que fuera? Nos lo podemos imaginar. Su vida era
coherente, sus palabras verdaderas, su amor a prueba de cruz...
La Madre Teresa de Calcuta, Monseñor Oscar A. Romero, el mismo
Papa Francisco... y muchas personas siguen despertando la admiración de
multitudes.
Es verdad que todos no tenemos los mismos dones, pero como
cristianos, nos tenemos que preguntar: ¿qué sentimientos despierta
nuestra vida en los que nos rodean? ¿en que se nos
nota que somos cristianos? ¿qué testimonio estamos dando?
"Señor, gracias por las personas que me
han animado a seguirte"
"Perdona y cura nuestra falta de
testimonio"
"Danos fuerza para ser hacer presente tu
amor entregado"
Sin embargo, la familia, seguramente con la mejor intención, acuden para llevarse a este hijo pródigo. No se dejan
impresionar por Jesús. Quizá les pasa lo que a nosotros: nos impresionan los
desconocidos, no valoramos al que tenemos cerca. Y cuando conocemos a una
persona impresionante, conforme pasa el tiempo, la pesadez de la rutina
va menguando la admiración del principio.
"Que no nos acostumbremos nunca a tu amor,
a tu entrega"
"Ayúdanos a valorar el testimonio
cotidiano de los que nos rodean"
"Perdona y cura nuestra falta de
sensibilidad".
¡Oh, Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y hasta el fin.
Danos locos,
chiflados,
apasionados,
personas capaces
de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza;
danos locos,
que no utilicen
sus capacidades en su provecho.
Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes de los que sufren,
amantes de la paz,
puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.
Danos locos, Señor, danos locos.
y contágiame tu locura.
Comentarios
Publicar un comentario