sábado, 8 de octubre de 2016

MONS. RUBEN FRASSIA JUBILEO DE LOS DOCENTES




  JUREC -DIOCESIS AVELLANEDA LANUS MICRO ESTADIO DEL CLUB
 LANUS 6 de octubre de 2016

 Queridos hermanos:
 Este tema tan hermoso que nos reúne a todos, que nos habla de la docencia, de
educar, buscar, encontrar, celebrar y compartir, es la vida que está en juego. Y la vida se juega en el amor y el amor, muchas veces, se ha recortado, se ha retaceado en pobrezas
 lastimosas; pero no podemos olvidar que nuestra vida es para amar y para ser amados. Esa es nuestra vocación y tenemos que ayudar a los demás a que amen y a que sean amados.  El docente y nosotros no podemos vivir mirándonos a nosotros mismos, o encerrándonos en nosotros. Se nos obliga, se nos exige, mirar la realidad con realismo y reconocer a los sujetos de este tiempo con quien nos toca vivir. Estamos trabajando con realidades muy, pero muy, dolorosas; con familias muy, pero muy, destruidas; con una cultura disolvente en todos los
 aspectos que nos podamos imaginar. Pero, sin embargo, la vida sigue siendo vida y el amor debe seguir siendo buscado.  Esa es la tarea, la misión: animarnos a correr el riesgo y caminar en la “aventura” de saber que Dios es de un amor tierno y misericordioso. Dios nos dice que nos ama -no porque somos buenos- sino que nos ama porque nos ama. Y el primer resultado de su amor es pura gratuidad. Nos ama porque nos ama y también nosotros tenemos que aprender a vivir en esa gratuidad. No amamos por interés, no nos buscamos a nosotros mismos, no nos quedamos ante los resultados adversos, no nos sentimos derrotados ante los
 aparentes fracasos, porque ciertamente tenemos que tener una mirada como la tiene Dios; y un corazón como lo tiene Dios.
El amor gratuito: te amo porque te amo.  Desde la fe, desde ese encuentro con el amor misericordioso de Dios, corremos esta “aventura” y empezamos todos los días: debemos tener paciencia, cada vez que sea recurriremos a la resiliencia, tenemos que seguir levantando a gente que está caída, también tenemos que mirar con esperanza, con ánimo, con sencillez, porque educar es una de las tareas más nobles que tiene el ser humano.  Hoy la sociedad está fracasando porque se apartó de Dios, porque se fue encerrando en el individualismo, el consumismo y el “vivir sólo por hoy”; no tiene proyectos, no tiene ilusión, no tiene sueños. ¡Es muy importante soñar, proyectar y recuperar el trato de los vínculos en la gratuidad! Hay mucha gente que se siente usada y que cree que vale por lo que da; pero tenemos que volver a amar por lo que se ama sin esperar ninguna recompensa. Educar es formar personas libres, honestas, con valores, con entusiasmo, con libertad y con solidaridad.  En este Año de la
 Misericordia, vamos a pedir al Señor que vuelva a entusiasmarnos en algo que, quizás, nos fuimos debilitando por el desgaste, el estrés, los riesgos, las dificultades personales, familiares, las históricas, tantas cosas que nos fueron llevando a perder claridad en la propia finalidad de nuestra vida. Lo importante es amar y ser amado.  Vamos a pedir al Buen Dios que nos ilumine porque sabemos que -si no amamos- hacemos perder el tiempo a los demás y -si no amamos-
perdemos el tiempo de nuestra vida y no podemos excluirnos de nuestra vocación; simultáneamente, ante ese amor que tenemos como vocación humana y cristiana, tenemos que reconocer que nos hemos equivocado, que tenemos pecados, que tenemos límites, fragilidades, que muchas veces no somos “tan buenos” como parecemos y otras tantas no somos generosos como hacemos pensar a los demás.  Tenemos que reconocer nuestras miserias para poder recurrir a la misericordia de Dios. Pero esto no nos aplasta, al contrario, nos enaltece.
Quien es capaz de pedir perdón será capaz de perdonar y será capaz de vivir en la verdad; pero quien no pide
perdón vivirá engañado y no es bueno que un educador viva engañando.  Que el Buen Dios nos
ilumine y que nuestras realidades concretas ayuden a fortalecernos, a seguir adelante con ese entusiasmo que tienen las personas enteras, íntegras. Y que nuestras realidades también estén conformadas de esta manera. No estamos solos, hay mucha gente que nos acompaña y que reza por nosotros. ¡Qué bueno es que el docente rece, al menos todos los días, por sus alumnos sin que sus alumnos se den por enterados! Cuando uno reza por el otro, el otro existe, vale, vale por lo que es y no por lo que pueda aparentar.  Que la Virgen nos ayude a ser perseverantes, a confiar y sobre todo a vivir con mucha alegría. Cuando uno tiene alegría, la comparte, la transmite y la comunica. Que Ella nos ayude a seguir dando la vida ya que también nosotros la hemos recibido gratuitamente para darla gratuitamente.  
Que así sea.

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