Lecturas del día



Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica


Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncio proféticos, o por palabras o carta atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado. Que nadie los engañe de ninguna manera.
Dios los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, hermanos, manténgase firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta. Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.

Palabra de Dios.


Los tesalonicenses andaban inquietos pensando que la parusía estaba cerca, así les habían inquietado algunos que se presentaban como portavoces de las enseñanzas de Pablo. Era tal la confusión que había quienes no querían trabajar porque el fin estaba ya cerca, por lo cual Pablo les dice la famosa frase: “El que no trabaja que no coma”. Por eso les escribe, en esta carta, que no hagan caso a esos mensajeros; que lo importante no es tanto el tiempo en que va a suceder, cuanto la fidelidad al Evangelio que él les había predicado y que, por la gracia de Dios, ellos habían recibido y creído. Si lo hacen así la gloria de Jesucristo será su gloria. Insiste una vez más que no se dejen desorientar, que sigan firmes y no apostaten de las tradiciones recibidas de los apóstoles. Finalmente ora para que Jesús, que nos ama tanto, los mantenga en la esperanza y los llene de todo consuelo. También hoy hay falsos profetas, que proponen “su verdad” en contraposición de la tradición recibida y trasmitida por la Iglesia. No nos dejemos engañar. Hay que seguir investigando y buscando la verdad, pero escuchando siempre la voz del Espíritu que sigue actuando en la Iglesia.


SALMO RESPONSORIAL                                                          95, 10-13

R.    ¡El Señor viene a gobernar la tierra!

Digan entre las naciones: «¡El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud». R.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
Resuene el mar y todo lo que hay en él;
Regocíjese el campo con todos sus frutos. R.

Griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
Porque él viene a gobernar la tierra. R.

Él gobernará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con su verdad.
El Señor viene a gobernar la tierra. R.







   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
23, 23-26

Jesús habló diciendo:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.

Palabra del Señor.


¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 

Los fariseos cumplen los preceptos más pequeños y descuidan los más grandes, filtran el mosquito y se tragan el camello. Otras personas dicen cumplir las importantes y descuidan las pequeñas, buscan la justicia y la paz en el mundo y sin embargo no cuidan los detalles sencillos que hacen la vida agradable a los demás.
¿En qué grupo te encuentras?
¿Cómo cuidamos nosotros el derecho, la compasión y la sinceridad?
Estemos en cualquiera de estos dos grupos, Jesús nos dirige las mismas palabras, llenas de sabiduría: “Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello”
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El Evangelio de hoy es una llamada a vivir el DERECHO (la JUSTICIA), la COMPASIÓN, la SINCERIDAD y la INTERIORIDAD.

Señor, quiero cambiar mi vida.
Quiero fuerza interior para cambiar el mundo.
Ayúdame, Señor, a buscar mi rostro,
a descubrirme por dentro con sinceridad,
a aceptarme como en realidad soy.
Ayúdame a aguantar mis miedos, mis inseguridades,
a superar mis fracasos y salir de mis desilusiones.
Ayúdame a valorar mis capacidades y mis valores,
a tener fe en la fuerza que has puesto en mi corazón.
Ayúdame a saber comenzar cada día,
apoyado en Ti y en mis hermanos.

A pesar de mi debilidad y mis contradicciones,
quiero empeñarme, comprometerme en el mundo de los que sufren;
dejar de decir sólo palabras y mojarme en hechos
Quiero vivir en mi carne el dolor de las personas rotas;
sobrevivir con los que sobreviven apenas;
saber lo que es vivir con poco o con nada.

Aquí estoy, Señor Jesús, con las manos abiertas a la ayuda;
con el corazón cercano al que sufre;
queriendo ser no violento.
Aquí estoy, Señor, para aprender que sólo el amor cambia la vida;
para denunciar sin odios las injusticias;
para llevar esperanza a las personas pisoteadas.

Señor Jesús, sé que tu vida se complicó demasiado,
por seguir este camino de verdad, compasión y justicia;
que te acorralaron y te condenaron;
que te clavaron en un madero como un maldito;
que te mataron para que las cosas siguiesen igual.

Pero yo sé que tú diste la vida con amor;
que tu vida, tu estilo de vida, no podía quedar en el sepulcro;
que tu Padre, Señor de la Historia, te levantó, te puso en pie.
Yo sé que resucitaste. Y contigo resucitó tu obra.
Lo sé. Y creo en ti, Señor Resucitado,
y, con tu ayuda, seguiré tus pasos. Amén.

Comentarios