DOMINGO 17° DURANTE EL AÑO

 




 

Lectura del primer libro de los Reyes

3, 5-6a. 7-12

 

El Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. y le dijo: «Pídeme lo que quieras».

Salomón respondió: «Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que Tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?»

Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y le dijo: «Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, Yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti».

 

Palabra de Dios.

 



Al comienzo de su reinado, antes de la construcción del Templo, Salomón va a ofrecer sacrificios a Gabaón, Salomón responde a la propuesta divina con una hermosa plegarla inspirada en la teología del Deuteronomio. Dios es fiel a la promesa hecha a David. El Joven reye es inexperto, pide inteligencia, sabiduría. Además de la sabiduría, Dios le concede los bienes que se derivan de ella larga vida, riqueza y poder. El Salmo expresa lo mismo la Ley de Dios: vale más que el oro. 



 

SALMO RESPONSORIAL                                         118, 57.72. 76- 77. 127-130

 

R.    ¡Cuánto amo tu ley, Señor!

 

El Señor es mi herencia:

yo he decidido cumplir tus palabras.

Para mí vale más la ley de tus labios

que todo el oro y la plata.  R.

 

Que tu misericordia me consuele,

de acuerdo con la promesa que me hiciste.

Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré,

porque tu leyes toda mi alegría.  R.

 

Yo amo tus mandamientos

y los prefiero al oro más fino.

Por eso me guío por tus preceptos

y aborrezco todo camino engañoso.  R.

 

Tus prescripciones son admirables:

por eso las observo. .

La explicación de tu palabra ilumina

y da inteligencia al ignorante.  R.

 

 

 

N

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma

8, 28-30

 

Hermanos:

Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que Él llamó según su designio.

En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

 

Palabra de Dios.

 

 

 



   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

13, 44-52

 

Jesús dijo a la multitud:

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.

Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

«¿Comprendieron todo esto?»

«Sí», le respondieron.

Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».

 

Palabra del Señor.




Lo que se busca se encuentra



Este último domingo del mes de Julio, la liturgia nos propone la reflexión sobre las tres últimas parábolas del discurso de Jesús en San Mateo (13, 44-52) . Las dos primeras implican el riesgo de entregar todo por nada, ya sea un tesoro enterrado, ya sea una perla de gran valor… En ambas parábolas el protagonista arriesga todo lo que tiene para adquirir el terreno donde supone que hay un tesoro, así como el que compra la perla sin haber confirmado su valor.  El REINO DE LOS CIELOS comporta el desafío de apostar arriesgando todo sin plena seguridad.La última parábola acerca de la pesca de buenos y malos nos dice que al fin de la vida todos seremos recogidos y evaluados por el Señor quedando desechados los que no tuvieron una vida coherente con la fe. Unos serán aceptados y otros rechazados.En primer lugar: no todos descubren el valor del Reino de Dios… Muchos prefieren los “reinos” de la tierra porque son concretos y sensibles. Apostar al Reino de Dios, siempre es un DESAFÍO, porque es preciso dejar todo lo que tengamos para adquirir algo que no ofrece plena certidumbre. Es preciso discernir con la Fe, que por otro lado es un don divino.En segundo lugar: en el mar de la vida convivimos buenos y malos, pero un día se verá quiénes se han comportado coherentes con la voluntad de Dios.



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