Evangelio diario

 




Evangelio según san Juan 20, 24-29


Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a ustedes”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”.

Palabra del Señor.




✨ Reflexión

Este pasaje es profundamente humano: Tomás representa a todos nosotros cuando atravesamos dudas, incertidumbre o desconfianza ante lo que no podemos comprobar con nuestros propios ojos.

Tomás no es un incrédulo en el sentido de la rebeldía, sino un buscador sincero de la verdad. Él necesitaba una experiencia personal del Resucitado, no se conformaba con relatos de otros. Y Jesús, en su infinita misericordia, no lo reprende duramente, sino que se deja tocar. Se adapta a su necesidad. Le permite comprobar, tocar sus heridas… no para humillarlo, sino para sanarlo.

Las palabras de Jesús al final son claves: "Dichosos los que creen sin haber visto". Nos habla a nosotros, cristianos del siglo XXI, que no hemos visto con nuestros ojos al Resucitado, pero que lo encontramos en la Eucaristía, en su Palabra, en la comunidad, en los pobres, en los sacramentos.

Este Evangelio nos invita a confiar, a seguir caminando en la fe aunque a veces nos falten las certezas. No se trata de una fe ciega, sino de una confianza en el amor de Dios que se nos ha revelado en Cristo. Jesús no rechaza nuestras dudas; más bien nos invita a acercarnos, a tocarlo, a experimentar su paz.


🙏 Para meditar en oración:

  • ¿Qué dudas o miedos me alejan hoy de confiar más plenamente en Jesús?

  • ¿Cómo he experimentado al Señor en mi vida sin haberlo “visto”?

  • ¿Puedo decir con Tomás: “Señor mío y Dios mío”?

Comentarios