Evangelio diario / Orando con la Palabra

 




Evangelio según san Lucas 11, 1-4

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación”.

Palabra del Señor.


“Perdona nuestros pecados”

En este pasaje, los discípulos, viendo a Jesús orar, le piden: “Señor, enséñanos a orar”. Es una de las peticiones más hermosas del Evangelio, porque nace del deseo de aprender a relacionarse con Dios como lo hacía Jesús.

Entonces, Él les enseña el Padre Nuestro, una oración sencilla pero profunda, que revela el corazón del Evangelio. En ella, Jesús nos enseña a hablar con Dios como con un Padre cercano, no con miedo ni distancia, sino con confianza y amor.

Cada frase del Padre Nuestro tiene una enseñanza:

  • “Padre, santificado sea tu nombre”: nos invita a reconocer la santidad de Dios y a ponerlo en el centro de nuestra vida.

  • “Venga tu Reino”: es pedir que su amor transforme el mundo y nuestros corazones.

  • “Danos cada día nuestro pan cotidiano”: recuerda que dependemos de Él, no solo para el alimento físico, sino también espiritual.

  • “Perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos”: la oración se convierte en un llamado al perdón y la reconciliación.

  • “No nos dejes caer en la tentación”: pedimos fortaleza para no alejarnos de su camino.

Jesús no enseña solo palabras, sino una actitud del corazón: la oración debe ser diálogo, confianza, apertura y humildad.

💫 Para nuestra vida:
A veces rezamos de memoria, sin detenernos a pensar en lo que decimos. Este Evangelio nos invita a recuperar la profundidad del Padre Nuestro, a rezarlo con el corazón, dejándonos transformar por cada palabra.

Porque orar no es solo hablar con Dios, sino dejar que Dios nos hable y nos forme como sus hijos.

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