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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 39-45

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Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». Palabra del Señor. ¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?  María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.             “Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”             “Gracias por las perso...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 5-25

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En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada. Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso. Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y mucho...

LA GRACIA Y LA BENDICIÓN DE DIOS LLENE TU VIDA Y TU MINISTERIO. FELIZ CUMPLEAÑOS FRANCISCO!!!

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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 5, 33-36

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Jesús dijo a los judíos: Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan el Bautista, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que Yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que Yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Palabra del Señor. ¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?  Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, da testimonio de sí mismo. Jesús da testimonio del Padre, realiza las obras del Padre. La Iglesia tampoco debe dar testimonio de sí misma. Los cristianos tampoco debemos dar testimonio de nosotros mismos. Nuestras palabras y nuestras vidas tienen que dar testimonio del amor, de la ternura, de la fuerza de Dios. Lo que dices y lo que haces ¿es p...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 7, 19-23

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Juan el Bautista, llamando a dos de sus discípulos, los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro ?» Cuando se presentaron ante Jesús, le dijeron: «Juan el Bautista nos envía a preguntarte: "¿Eres Tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?"» En esa ocasión, Jesús sanó mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. Entonces respondió a los enviados: «Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquél para quien Yo no sea motivo de tropiezo!» Palabra del Señor. No podemos encontrarnos con Dios sino en el desierto; en la soledad y en el silencio sonoro, donde nos encontraremos a solas con Él. Sólo así podremos conocerlo, conocer su voluntad y decidirnos a vivir conforme a su Pal...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 21, 28-32

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Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?» «El primero», le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él». Palabra del Señor. ¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?  Teóricamente nosotros somos del grupo que hemos respondido generos...

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 10-13

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Los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?» Él respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre». Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista. Palabra del Señor. ¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?  A. A la gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida: Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista, para descubrirte y reconocerte en la vida, en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias, en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los que sufren y de todas las personas. Qué sepamos...